Entendemos
que ha llegado el momento para deducir que significa cuando ponemos bajo el
rotulo de sentido solidario lo que estamos escribiendo en estos mensajes,
haciendo conocer opiniones personales con planteos que pueden ser discutibles
en toda instancia y dimensión, sin perder de vista el análisis del elemento
subjetivo.
Hoy más
que nunca se hace necesario debatir y trabajar en la difusión de las ideas,
para lograr que estas se constituyan en el baluarte y el aporte del pensamiento
del imaginario colectivo en el esclarecimiento sobre que modelo debe incorporar
la sociedad para establecer el equilibrio social.
Debemos instalar en la conciencia el sentido de que
los sectores populares sean quienes lideren los movimientos sociales –siempre
los más que menos tienen- con instrumentos de transformación, es decir las
ideas, reivindicando el hecho de asumir la modificación del actual sistema
injusto y carente de equidad en la distribución de la riqueza, por otro más
solidario.
Para
disimular su condición, la intolerancia de los que niegan la transformación,
fabrica argumentos cuando no los tiene para sostener al modelo, pero la
historia enseña que se podrá atrasar el reloj pero no se puede impedir que el
tiempo avance.
Los
cooperadores no podemos de ninguna manera, aceptar esta realidad con
resignación, como una fatalidad de la naturaleza o la antinomia del destino.
Se debe
tener en claro algo que es inherente a la persona humana y que ni la revolución
tecnológica ni el adelanto de la ciencia podrá reemplazar, a menos que este
avance logre sustituir en todos los órdenes al individuo transformándolo en un
robot; la solidaridad.
Damos por
descontado que el sujeto solidario al cual nos referimos trasciende el acto
cooperativo – ya de por si incluido- ingresando dentro del quehacer de los
individuos en su comportamiento de la sociedad donde habita.
Para
hacerlo más sencillo de comprender diríamos que debemos tener en cuenta que la
solidaridad no es caridad, porque es muy frecuente comprobar que se confunden
estas cualidades como sinónimos.
La
solidaridad se encuadra en una acción recíproca, es dar para recibir, como un
hecho propio del sentimiento humano tanto en lo material como en lo social. De
la misma manera deducimos también que el trabajo, -elemento esencial en la
producción de riqueza- es producto social. Por lo tanto desde distintas esferas
y en múltiples actividades diferentes, todos trabajamos para el producto
social.
Este
producto social después va teniendo propietarios que se quedan con él y otros
que se quedan sin nada, estos últimos son quienes luego de toda una vida de
trabajo están en un alto porcentaje con su jubilación por debajo de la línea de
pobreza junto a los restantes convertidos en indigentes o marginales, siendo éste
el fenómeno más saliente de nuestra época.
Siempre a
sido así en la vigencia del capitalismo, pero ahora el drama es más conmovedor
que nunca, siguen faltando políticas que lleven a la reinserción social de los
excluidos aunque se diga que no, porque el patrón distributivo de la riqueza
instalado actualmente esta divorciado de la equidad.
Para que
esto se de así solo hay un responsable, el estado, porque no interviene como
debe en la economía a través de leyes y mecanismos regulatorios, que
sean equitativos, para que permitan constituirse en el eje principal de
la producción y la distribución de la riqueza.
La
equidad en todos los órdenes de la vida de un país es el único argumento que
nos puede llevar a incorporar la solidaridad dentro de la sociedad para lograr
salidas concretas y verdaderas en la actual situación, por eso decimos; “Sin
solidaridad nunca abra futuro para todos y todas”.
Segundo
Camuratti
No hay comentarios:
Publicar un comentario