Terminando el año nos parece interesante volver sobre temas que fueron tratados, tal vez en otra dimensión, pero tratados al fin, sobre la economía social devenida en las entidades sin fines de lucro que representan las cooperativas.
Es por eso que decimos que corresponde interpretar que a la cooperación la examinamos siempre desde su presencia y su esencia subjetiva y por eso al hacerlo, no ignoramos sus orígenes y la raíz de su nacimiento en una etapa de la historia previa a la aparición del capitalismo.
Preguntarnos si esa raíz tenía injertos del socialismo utópico es lo menos que nos puede asombrar, hay muchos antecedentes sobre el tema que así lo atestiguan valiendo la pena mencionar a algunos de ellos; tales como su participación en el movimiento rochdaleano en 1844.
En una economía predominante por el avance incipiente del capitalismo, (el cooperativismo aparece precisamente como una respuesta a la Revolución Industrial que pretendía llevarse por delante a todo lo que se opusiese a ella), para mejorar la vida de los asalariados en un sistema que comenzaba a mostrar que tendría vocación excluyente, al dar por sobre entendido que no todos los actores podían habitar el escenario económico planteado.
Al exponer de manera explícita la exclusión dejaba en claro que el luchar contra ella debía ser una de las tareas primarias que debía afrontar la cooperación, y con el correr del tiempo fue afirmando la idea que las cooperativas podían ser el brazo mas fuerte en lo económico y el antídoto para combatir a la concentración y la exclusión inaugurando la etapa de ser las únicas entidades que incluían en lugar de excluir.
En la medida que se fue instalando el proceso capitalista en el mundo las cooperativas demostraron su eficacia para ir resolviendo las situaciones generadas por el nuevo sistema llenando los puestos de trabajo dejados vacíos por el vendaval implícito de su influencia.
Por si esto fuera poco, como efecto deseado del mecanismo infernal desatado por ese proceso se instalaron políticas aleatorias que nacieron a su amparo, tales como el liberalismo en primera instancia y recalando mas adelante en su hijo prodigo que antepuso al nombre la palabra neo.
Todo lo demás es historia reciente y las consecuencias también, porque el nuevo sistema, a través de las privatizaciones y la concentración de empresas cerró el círculo vicioso de la desocupación y por lógica consecuencia aparecieron los excluidos.
La cooperación en esa instancia demostró ser un brazo fuerte en lo económico y el antídoto para combatir a la concentración y la exclusión, al ser las únicas entidades que incluían en lugar de excluir, siendo la respuesta adecuada para enfrentar la globalización y el neoliberalismo., definido por muchos como el matrimonio degenerado de los últimos tiempos.
Las cooperativas pasaron de ser un mecanismo necesario para resolver los problemas de la sociedad como organizaciones sociales de contenido solidario, a constituirse en entidades que por ser una mezcla de mitad pragmatismo y mitad sueño contribuyen en mucho a sostener la valoración del acto cooperativo y de la actividad de servicio que este tiene como actividad principal, siendo además una vía adecuada para asegurar la paz y garantizar la democracia.
Mucho más podría decirse sobre la cooperación pero es digno de señalar sin embargo que la propuesta de la entidad cooperativa demuestra, que si bien todos los bienes son intangibles ésta propone algo superior como la propiedad común, eje central de su filosofía humanista.
Segundo Camuratti