lunes, 27 de octubre de 2014

La diversidad,una utopía?


En el transcurso del tiempo  el movimiento cooperativo, otrora único referente de ser el  gestor principal del adverbio diversidad, ha ido comprendiendo que la utopía se distancia pero va manteniendo su imagen e influencia dentro de la sociedad contemporánea, porque lejos esta de desaparecer cuando las relaciones de la humanidad no satisfacen al no resolver las necesidades mínimas de franjas importantes del aglomerado humano.
La imagen del horizonte que nunca se alcanza pero permite avanzar en su búsqueda, es el dedo índice de la mano señalando un porvenir mejor para la vida humana persiguiendo su liberación.
Lo que no se tiene se debe buscar con convencimiento para alcanzarlo; como, donde y cuando es la utopía que se fija al ser humano en su afán de construir otra manera de pensar y vivir ese porvenir, no vestido con uniforme ni clonado como robot sino como un ser libre pero a la vez solidario.
Mientras la utopia conserve el valor subjetivo en sus propuestas tiene su futuro asegurado porque cada día que pasa  hace más necesaria la salida del individuo de la violencia de un mundo globalizado que plantea su salida sin pagar derechos de piso.
Pareciera que la globalización y sus amanuenses que escriben su propia historia pretenden manejar el mundo a su antojo para saciar sus intereses y su sed de riqueza en la individualidad para convertir al hombre en el lobo del hombre; pero no tienen en cuenta que otros sectores que integran el universo humano pretenden otras cosas que difieren totalmente de esta concepción.
Otra concepción que plantea la diversidad como eje del humanismo que lleve a una sociedad nueva donde todos hagan su aporte para construirla con unidad en el proyecto, pero sin la uniformidad de la fotocopia  que resalte valores de unos sobre los otros.
El cooperativismo, en sus principios y por sus principios debe ser   coherente con estos conceptos, ateniéndose a la figura colectiva de su manera de pensar un mundo nuevo, donde el hombre no sea  el lobo del hombre o sobreviva como esclavo de los sistemas imperantes como opción: la única alternativa deberá ser la unidad colectiva y conceptual de la cooperación que respeta  las diversidades sociales para construir el conglomerado humano como elemento  esencial de la utopía.
Segundo Camuratti

jueves, 16 de octubre de 2014

Entidad de la economía social


No es fácil deducir si alcanza la influencia y el significado del espacio que pueda llenar un artículo  tratando de resumir la trascendencia que tiene la economía social en esta etapa que transita la sociedad. De cualquier manera estas cosas hay que manifestarlas cuando se está convencido que la materia es importante a tener en cuenta.
No deja de ser interesante lo que se escribe en primera instancia sobre la “economía social”, pero la experiencia nos demuestra que nunca estará dicha la última palabra sobre el  particular. Es lo suficiente valioso el tema que sobrepasa lo que se pretenda expresar en algunas carillas.
En principio, se puede decir que el propio término Economía Social puede resultar reiterativo, pues acaso toda la economía reviste un carácter social, ya que existe para satisfacer necesidades sociales, sea tanto para  fines  específicos o como medio para lograr la obtención de beneficios.
Sin embargo es una expresión que al estar instalada es  asumida plenamente  como concepto  referente del sector de la economía que engloba aquellos grupos sociales, que intentan encarar la producción y los servicios necesarios o complementarios a ella con una organización radicalmente distinta a la empresa capitalista; porque con valores  diferentes y objetivos que los sostienen, actúa como  un modelo que pone en evidencia que la racionalidad económica y el progreso social son criterios compatibles para resolver problemas de determinados estamentos sociales.
En este  universo quedan comprendidas una gran variedad de organizaciones desarrolladas por sectores sociales en actividades de muy distintas características y objetivos,  que sin ser similares,  comparten una cantidad de particularidades que se entienden como requisitos indispensables para integrar el sector de la economía social.
Sin embargo logran determinar un orden económico y social aun no totalmente conformado y alcanzado a explorar porque involucra a un ámbito subjetivo que en ninguna instancia puede ni debe ser  ignorado; nos referimos al individuo como persona y los intereses que pueden perjudicarlo o beneficiarlo  en su manera de vivir.
Por lo tanto entendemos que el campo de la economía social es amplio, a la vez muy complejo y dinámico, por lo tanto, las ciencias sociales están lejos de encontrar criterios universales para determinarlos; al sostener ser entidades sin fines de lucro, transitan en el colectivo imaginario en un espectro tan difuso que va desde los sectores marginales y pasando por el cooperativismo llega hasta las empresas públicas.
Cabe hacernos entonces aquí una pregunta que surge del análisis de situación que despierta en el individuo común cuando oye a cada instante hablar sobre la incidencia de la palabra  “globalización”, que pareciera estar de moda en la hora actual del mundo por ser el real exponente del fruto máximo de la simiente capitalista.
¿Puede tener vigencia el sector de la economía social en el estadio que envuelve  la actividad económica conocida vulgarmente como mercado?
Por supuesto estamos convencidos que sí, porque es un factor importantísimo para resolver problemas derivados de la aplicación de las políticas neoliberales durante décadas que a través de la implantación de economías de mercado generaron desempleo y exclusión social. También podemos agregar como elemento positivo de la economía social que es muy difícil encontrar en ella la intermediación parasitaria que distorsiona en beneficio propio los valores de la actividad generada.
 Segundo Camuratti

miércoles, 1 de octubre de 2014

Homenaje a Floreal Gorini a una década de su desaparición


El día  3 de octubre se cumple una década  de la desaparición de Floreal Gorini, uno de los dirigentes más importantes de la historia del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, y porque no decirlo, del movimiento cooperativo argentino, por lo tanto, es una fecha emblemática que no podemos olvidar desde el espacio participativo de Sentido Solidario para rendirle el justo y perenne homenaje a su memoria.
El tiempo pasa velozmente pero no podemos ser dependientes de el cuando  se hace necesario anclarnos en temas que por su importancia  nos trascienden.
Por lo tanto los recuerdos existenciales que los hechos trascendentes  despiertan en la memoria colectiva y  activan la conciencia de los individuos, donde por lógica consecuencia y a través de ello, la sociedad en su conjunto logra mantener  viva y consigue sostener en la historia la imagen de  personas  que marcaron una impronta en la vida de sus semejantes.
Más aún si en  el entorno social surgen los sentimientos generados por la lógica conclusión a que nos lleva el haber tenido la oportunidad de poder estar y trabajar a su lado, el conocer su manera de pensar y de actuar a través de muchos años,  demostrativos  estos en todas las instancias de la coherencia  social digna de aquellos que están convencidos por lo que luchan.
Con solo tres palabras: ética, utopía, transformación, se encierra la trilogía de la enorme construcción ideológica que el llevó a cabo, en sus muchos años de fecunda labor en todos los lugares en los que supo actuar;  gremialismo, movimientos sociales,  cooperativo y en la política.
Debemos reconocer que  tuvo la capacidad, la coherencia y la constancia de saber transmitir el legado de su pensamiento a través de sus escritos, que hoy nos sirven  como manual de tareas y nos permiten continuar a sus fieles seguidores en esa misma línea, que no es otra que la búsqueda de las salidas necesarias para construir otro modelo de país más solidario. La palabra escrita no miente y por lo tanto sirve para certificar que se decía o  pretendía hacer en distintas ocasiones en defensa del cooperativismo y el país.
Allí quedaron grabados los mensajes claros y precisos de las profundas convicciones que el sostenía, y que fueron expresadas a lo largo, podemos decir, de toda su actuación en la vida cuidando siempre no desvirtuar los principios en los cuales creía.
Son precisamente esos principios, de los que no claudico nunca, los que orientaron la vocación de un movimiento cooperativo que marco la impronta del cooperativismo de créditos en nuestro país.  La concepción humanista de su pensamiento entendía que lo económico, no debía ser la vara de medición objetiva de los sucesos que debían afrontar los pueblos; no se podían hacer lecturas que involucraran los problemas sociales sin pasar por el análisis subjetivo de la realidad.
La propuesta de un mundo alternativo y diverso, un mundo que sea justo y sirva para el bienestar de todos y en la vigencia de los principios de la cooperación, que no son otros que la solidaridad, la ayuda mutua y el  desarrollo de una economía social donde los hombres vivan en armonía y negando la obscenidad que permite coexistir la miseria con la opulencia.  
Para que ese nuevo modelo ayude a  construir un mundo distinto, con hombres y mujeres que logren abstraerse del individualismo extremo, del egoísmo y de la inseguridad, dándole vida a una nueva sociedad mas justa para todas y todos.                                 
Todos esos mensajes y muchas cosas más fueron escritas una década atrás y tienen plena vigencia, porque aún hoy no fueron instaladas ni siquiera en el imaginario colectivo de los argentinos, a pesar de la predica de los cooperadores y no escuchadas nunca en los proyectos del discurso electoral de los políticos.
SegundoCamuratti