martes, 28 de septiembre de 2010

EDITORIAL Septiembre 2010


El editorial correspondiente al mes de septiembre analiza hechos magnificados por las circunstancias políticas que lo atraviesan, desde un absurdo que quizás nunca hubiésemos pensado ni deseado en nuestro país.


Todo camina ateniéndose a un refrán, (creemos de autor desconocido pero que viene al caso), “para que hacerlo fácil si lo podemos hacer difícil”.


Se han trastocado las cosas de tal manera que subvierten el sentido común universal de los estamentos democráticos que fija la Constitución Nacional, de modo que los dirigentes políticos han llegado a dirimir las cosas y discuten las ideas no en los lugares correspondientes al estrato gubernamental sino a través de la Red Social del Twitter, como si fuese un juego o un entretenimiento.


Ha desaparecido la sensibilidad política del gobernante haciendo el papel del que gobierna per se y no para el bien del país; la discusión razonada ya no existe, la reemplaza el epíteto agravante a la condición humana del que no piensa como él.

Los que ayer aplaudían la justicia, hoy son los primeros en denostarla porque los fallos no se ajustan, no a la ley sino a sus intereses particulares.


El respeto al individuo como persona y la preocupación por los demás, tal cual lo plantea el movimiento cooperativo, no ha servido como ejemplo en aquellos que por haber sido elegidos en actos electorales para gobernar, se creen los dueños de la verdad y por lo tanto no admiten la verdad ajena haciendo juicios de valor por la vanidad propia de su ego personal.


Mientras todo esto sucede, el hombre común soporta a ambiguos vendedores de ilusiones, que ofrecen los famosos espejitos de colores que los colonizadores de los países originarios de América entregaban a cambio de llevarse sus riquezas.


Falta aún el transcurso de un largo año para los próximos comicios, tiempo suficiente para que aquellos que pretenden acceder al gobierno del país comiencen a sembrar en terreno fértil, es decir, resolver los problemas existentes en amplios sectores de la sociedad, especialmente aquellos que menos tienen, si es que pretenden cosechar algo.


Segundo Camuratti

jueves, 23 de septiembre de 2010

Tiempos de análisis

No se trata de hacer historia pero bueno es tener en cuenta lo que decía Eduardo Galeano: cuando nos vacían de memoria, nos vacían de futuro, por lo tanto vale la pena analizar los acontecimientos trascendentes que se dieron dentro del movimiento cooperativo y en el país que nos sirvan de antecedentes para seguir construyendo en el movimiento de cara al futuro.


En las actuales circunstancias es necesario ubicar al cooperativismo en nuestro país y el marco económico y social de miras al mañana.


La ciencia y la tecnología han alcanzado niveles inimaginables, multiplicando los conocimientos acumulados en toda la historia anterior. El ojo inquieto del investigador puede llegar hasta los remotos confines del cosmos y escudriñar la intimidad de la materia.

La ingeniería genética puede crear nuevas especies y acelerar los procesos naturales para aumentar y perfeccionar los frutos de la tierra y sin embargo, hay pueblos enteros que sufren carencias de las cosas indispensables para vivir.


El dominio monopólico de los mercados se extiende a expensas de los derechos de la ciudadanía y la identidad cultural de la Nación. La esencia del problema es filosófica y principalmente política. ¿Que sociedad se quiere construir y para quién?, es la pregunta clave.


El movimiento cooperativo de nuestros días vive una circunstancia inédita, crucial y decisiva de su historia: como nunca, en mas de un siglo y medio de existencia, las entidades de la economía solidaria confrontan su ideario y su gestión cotidiana con fuerzas globalizadas y avasalladoras que persiguen obsesivamente la acumulación de riqueza, el privilegio y el poder absoluto.


Dado este esquema es imprescindible definir con claros conceptos los lineamientos ideológicos con los cuales transitan las cooperativas, teniendo en cuenta que estas son las organizaciones con más capacidad para administrar las contradicciones internas y externas por las diversidades humanas que integran.


Por lo tanto las cooperativas son las más indicadas para llevar a sus integrantes a desarrollar servicios para lograr satisfacer las necesidades básicas del individuo tales como: resolver la seguridad emocional, la seguridad económica y las necesidades sociales demostrando lo que se es capaz de hacer.

Conseguir la motivación para el trabajo entre los jóvenes y los adultos en la búsqueda de integración generacional como cosa esencial para amalgamar al sujeto de integración social de cara al porvenir, entendiendo por acción que la cooperativa no debe ser solo un tema de los mayores, sino que la cooperativa necesita un modelo de inserción activa de los jóvenes para mantener la sostenibilidad del cooperativismo.


Incitar a los jóvenes a intervenir en los deportes, el arte y la música, las actividades académicas y también las políticas aplicando la enseñanza de la cooperación desde el preescolar a través de lo lúdico hasta la misma Universidad. No divorciar nunca lo social de lo empresarial: es la cooperativa quien nos enseña a tener actitudes distintas, en primera parte como individuos y en segundo lugar como políticos.


En estas instancias la tarea principal de las cooperativas debiera ser fidelizar al asociado, es decir conseguir atraerlo a través de talleres, cursos, charlas, participación en ferias, emprendimientos cooperativos y en todos los temas comunes que instruyen al individuo para desarrollar su personalidad.


La respuesta clave y sin interrogantes es: solo la cooperación bien entendida puede contribuir a construir con equidad una sociedad distinta para todos, más justa y solidaria.

SegundoCamuratti

jueves, 16 de septiembre de 2010

Integrar la diversidad



No estamos hablando del escenario político, allí diríamos unidad en la diversidad teniendo en cuenta que ello también es necesario, sino de otro sector cuya magnitud y valor social esta llamado a ser uno de los baluartes que pueden resultar ideales para resolver muchos de los problemas apremiantes de la humanidad; estamos citando a la cooperación.

Aunque parezca fácil decir integración esta no lo es; el tema se hace difícil porque aun no están dadas las condiciones estructurales dentro del actual sistema cooperativo, por lo tanto sigue siendo una materia pendiente.

Es obviamente conocido que dentro de sus características de entidades de servicios sin fines de lucro, las cooperativas y los distintos movimientos donde pueden estar integradas, tanto sean locales, regionales, nacionales o quizás universales, no revisten cualidades uniformes en su andamiaje y por ende en su funcionamiento.

Podríamos decir para ser ecuánimes al descifrar el concepto anterior que si bien en su mayoría respetan los principios esenciales que conforman la organización de la entidad cooperativa, deben afrontar las características económicas y sociales del lugar donde están actuando y respetar, lo que no es poco, el armado legal que las rigen que además no son uniformes ni compatibles generalmente.

De allí lo único genérico que conllevan es la actividad de servicio que brindan a sus asociados para resolver las necesidades de la propuesta estatutaria que le da origen.

Por eso decíamos anteriormente que se hace difícil integrarlas dentro de la estructura general impuesta por los hechos dentro del movimiento cooperativo, especialmente del país.

El armado institucional del movimiento cooperativo argentino no incursiona utilizando todos los mecanismos que brinda la ley que las rige, porque las entidades cooperativas de grado superior, especialmente las de segundo grado, han adoptado por lo general actitudes sectoriales y verticales de acuerdo a la especificidad de la rama cooperativa que las cobija, independientemente de la ubicación geográfica que las cooperativas ostentan, buscando defender la actividad económica y social especifica del sector.

Por lo tanto se hace difícil por ejemplo, establecer cadenas integrando cooperativas de trabajo o productivas de distintas ramas con aquellas cooperativas que utilizan esos mismos insumos para industrializarlos o venderlos en locales cooperativos; lo mismo pasa con las cooperativas de servicio.

No podemos hablar de integración si la ley que las rige desde el 02/05/1973, es decir 37 años, todavía aún no a elaborado la reglamentación de la norma que rija a las cooperativas de trabajo. ¿Qué a hecho el movimiento cooperativo en su conjunto para insistir, si insistir, a las autoridades para que esto se cumpla?

La organización vertical solo trasciende a su especificidad para beneficiar a sus asociadas, (cosa que no está mal) no entendiendo que el movimiento cooperativo va a existir solamente si tiene la amplitud de establecer una comunidad que no haga distingo de sectores, en vez de que cada cual cultive su quinta propia, y trabaje para una salida de conjunto del movimiento cooperativo.

Por si fuera poco la globalización de la economía por propia gravitación ha instalado un nuevo escenario dentro del contexto de la economía social, con metodologías de mercado que en muchos casos distorsionan la función de las cooperativas, haciendo que esa integración vertical ya no alcance a resolver la ecuación para lo cual se constituyó.

Mientras la integración vertical del movimiento se de únicamente sobre la especificidad de rama será difícil integrar el movimiento cooperativo en su conjunto, a menos que se produzca un aggiornamento de sus dirigentes que les permita entender que se hace necesaria una apertura horizontal que trascienda la verticalidad existente.

Una integración horizontal que no puede ni debe inquietar de ninguna manera la función de las entidades de segundo grado, sino que tiende a ampliar el espectro de complementación cooperativa que habrá de reforzar la presencia del acto solidario en los distintos ámbitos en que actúe.

Puede que estas consideraciones necesiten la apertura de un debate amplio para que puedan ser comprendidas, pero es bueno tener en cuenta que el desafío que debe enfrentar el movimiento cooperativo en esta etapa de cambios, especialmente la integración, merece el aporte de innovaciones que lo adecuen a la hora actual sin perder su esencia solidaria y su capacidad de servicio dentro del sector de la economía social.

¿No será acaso que se ha equivocado el camino pretendiendo integrar desde arriba cuando hay que empezar a hacerlo desde abajo?.

Segundo Camuratti