sábado, 27 de junio de 2015

Volver a los principios



Llegando a medio año siempre es bueno recordar conceptos principistas que marcan con claridad como se desarrolla la esencia de un conjunto de preceptos, que son la base de un todo que debe mantenerse de por siempre como doctrina que acompañe una idea importante.
No siempre el agua derramada tiene que estar sucia, depende de cómo y donde cae, porque lleva implícita la intención y el color del cristal con que se mira.
Esto surge en todos los órdenes de la vida pero prima demasiado cuando se analiza el quehacer cooperativo.
Los exegetas del purismo dialéctico confunden en la mayoría de los casos la verdadera esencia del actuar cooperativo y sus principios rectores, partiendo de la base de ignorar el verbo colectivo y el contenido que lleva la calidad intrínseca del conjunto del movimiento dinámico que lo integra; verbigracia, nunca el individualismo en la acción y la dirección puede ser llamado cooperativo.
Esto hace que al no tenerlo en cuenta desvirtúan la naturaleza del conglomerado social al reemplazar el interés común por la voluntad sustantiva del individuo.
Estas deformaciones llevan en la práctica a la anulación del órgano principal de gobierno de las entidades que hacen de la integración el eje conductor de su vigencia trastocando el medio por el fin, casi siempre justificándolo en la falta de participación del colectivo en lugar de alentarla.
De allí deviene la perdida principal del sentido de pertenencia de los adherentes al sistema terminando en la anulación práctica del nosotros general por el yo del propio criterio.
Sucede a veces que el giro urgente de los acontecimientos lleva a abandonar la impronta de cambiar lo importante por lo perentorio haciéndole mucho mal a las entidades, por lo tanto se hace indispensable respetar los estatutos y el respectivo orden de responsabilidades que le competen a aquellos que asumen el deber de velar por los intereses asociativos.
La importancia y el respeto de la educación cooperativa debe ser la base de sustento del modelo cooperativo en todas sus instancias, so pena de que se lleve por mal camino a las cooperativas, provocando el desprestigio de entidades que deben ser rectoras por su conducta dentro de la sociedad como ejemplo de lo que significa el trabajo sin fines de lucro.
Segundo Camuratti

miércoles, 24 de junio de 2015

Cooperativismo, donde andas?



Estamos llegando a momentos de cambios importantes en lo que resta del año y por lo tanto, aparece la oportunidad  de hacer una evaluación  necesaria sobre el avance calificativo y cualitativo que necesita el movimiento cooperativo argentino, referidos especialmente a mejorar  la identidad y el perfil de las empresas de economía social.
Si tomamos conciencia que el estancamiento en niveles relativos de un movimiento es un retroceso, debería preocuparnos para analizar que es lo que está pasando.
Vivimos momentos trascendentes en la vida del país y cada día que transcurre notamos que el avance transversal de la politización ideológica, influyendo en la actitud de las entidades cooperativas, que están siendo cooptadas por mecanismos que no solo arrastran ideológicamente a los dirigentes, sino también a las entidades embanderándolas en procesos que desvirtúan la esencia de la diversidad conceptual de un movimiento multifacético  que lleva en la mayoría de los casos a asumir a la membresía cooperativa, emblocando al agente colectivo humano  con partidismos selectivos aboliendo la pluralidad doctrinaria del factor cooperativo.
Incide en todo esto la penetración que puede ser legítima si no estuviese condicionada por los subsidios que se suelen dar, conllevando la carga subjetiva intencionada del apoyo político, direccionando así una deformación del sistema cooperativo.
En diversos sitios cooperativos podemos encontrar referencias sobre el movimiento que llegan hasta la crítica, de cooperadores dando cuenta de las necesidades no cumplidas por los organismos rectores, tanto del estado como de las entidades de grado superior, por la inacción respecto de lo que pasa con la educación cooperativa, prácticamente ausente de la escuela pública en muchas provincias del país.
Cuando hacemos centro en la educación cooperativa del individuo, esta no puede pasar solo por el clásico programa de los ministerios respectivos, sino que  debe asentarse en el acompañamiento en la página curricular de la escuela pública sobre lo que es o significa el cooperativismo en el acto  solidario del ser humano; ¿o es acaso que no interesa educar personas con sentido solidario para modificar la cultura individualista formada durante tantos años de individualismo procaz.
¿Formaremos educadores que conociendo los temas sobre las bondades importantes del cooperativismo sean capaces de trasladarlo a los educandos?
El país que crece solo en los índices económicos olvidando la necesidad del cambio cultural modificatorio de la conducta de sus habitantes, se miente a si mismo: junto a la economía debe crecer el individuo como sujeto central del progreso social.
Además, para completar el cuadro sinóptico que cierre la ecuación sobre las necesidades del movimiento cooperativo nos preguntamos; ¿no habrá llegado la hora, después de tanto tiempo y en la etapa que transitamos, (que puede ser de transición para otro modelo de país), que los dirigentes cooperativos llamen a debatir sobre el modelo que anhela el cooperativismo, un país mas equitativo y solidario?
A no ser que se sientan satisfechos de lo actuado hasta el presente y bajen las persianas, convencidos que ellos más no pueden ni saben hacer, si eso es así deberían decirlo para que lo hagan otros.
Segundo Camuratti




lunes, 1 de junio de 2015

Construir con sentido solidario


No es la primera vez que hablamos sobre el tema de la solidaridad en nuestro espacio, tampoco va a ser la última, porque de no hacerlo estaríamos negando principios claros que hemos sostenido durante muchas décadas.
También es lógico pensar que el supuesto que pregonamos no va ser fácil instalar en una sociedad sometida, igualmente por varias décadas, por la presión emanada de una ideología que lleva inmersa en su esencia el factor del individualismo como actor principal de su naturaleza de origen.
Pero como el ideario cooperativo se nutre de un pensamiento distinto sobre el modelo de sociedad que debe asumir la persona humana para mantener su vigencia y la vivencia de la misma, es quien debe tratar de hacer posible lo imposible buscando todos los medios a su alcance, para encolumnar a quienes asuman la difícil tarea colectiva de avanzar en la intención de  lograrlo.
Entendemos por lo tanto que este es un momento adecuado porque la etapa eleccionaria abre perspectivas por el cambio de personas  que pueden llegar también a implantar otros mecanismos que el país necesita para renovar  no solo consignas, sino  además esquemas y modelos de conducción.
Es el factor colectivo de la cooperación como motor de desarrollo en distintas actividades, el que enriquece y fortalece no solo la producción de los hechos, sino que colabora en la tarea de la creación  que necesita el ser humano para progresar en todos los niveles.
De la misma manera que en su momento dijimos que el cooperativista no nace, sino que el mismo se hace, hoy decimos que la solidaridad se construye paso a paso con los mismos argumentos expuestos anteriormente como factor colectivo; si actuamos igual todo se puede lograr.
Por lo tanto  la cooperación bien entendida debe convertirse  en la verdadera antitesis del individualismo neoliberal  modificando la manera de pensar de los individuos en la cruzada  de solidarizar el contexto social actual para transformar la realidad.
Decimos esto porque debe existir una base teórico práctica  que en el día de hoy  solo la tienen las cooperativas como verdaderos exponentes de la unidad en la diversidad, por ser esta  la única herramienta que ha logrado ser funcional y armónica al permitir convivir a los individuos en el medio multifacético del mundo actual para lograr un país mejor.                             
Analizando la historia, en el Congreso Centenario de la Alianza Cooperativa Internacional en 1.995, se ajustan a la realidad de un mundo cambiante algunos de los Principios Cooperativos, especialmente el séptimo, e incorpora dentro de los valores que le dan vida al mismo cuatro palabras que llevan a institucionalizar con fuerza de ahí en más el acto solidario; “preocupación por la comunidad”. 
Si partimos de la base del séptimo principio de la cooperación que recomienda la preocupación de lo cooperativo por la comunidad dentro del contexto social, notamos que la actividad de la cooperativa no termina  resolviendo la necesidad de la membresía como un fin en si mismo, porque  trasciende por reflejo  sobre el bien común de la sociedad en el impulso de incorporar en la actividad cooperativa la actitud solidaria.
Esto lleva a lograr espacios de integración en objetivos comunes  compartiendo ámbitos vivenciales con métodos sensibles, cuyos  contenidos temáticos pueden introducir aspectos de socialización ideológica en  la estrategia de la construcción cooperativa.
El desarrollo de nuevos modelos requiere además la asistencia de factores de trascendencia  como la educación, que haga centro y ponga  énfasis en tres pilares esenciales; tales como el pensar, el sentir y el hacer de la sociedad.
Una educación que lleve a terminar con el tradicional no se puede y resuelva la controversia “adultos-juventud”  incorporando de una vez por todas a los jóvenes en la tarea y la conducción de la cooperativa formando nuevos dirigentes, para un movimiento que necesita abrir nuevos espacios ideológicos y sociales para avanzar en el campo solidario.
Segundo Camuratti