Llegando a medio año siempre es bueno recordar
conceptos principistas que marcan con claridad como se desarrolla la esencia de
un conjunto de preceptos, que son la base de un todo que debe mantenerse de por
siempre como doctrina que acompañe una idea importante.
No siempre el agua derramada tiene que estar sucia, depende de cómo y
donde cae, porque lleva implícita la intención y el color del cristal con que
se mira.
Esto surge en todos los órdenes de la vida pero prima demasiado cuando
se analiza el quehacer cooperativo.
Los exegetas del purismo dialéctico confunden en la mayoría de los
casos la verdadera esencia del actuar cooperativo y sus principios rectores,
partiendo de la base de ignorar el verbo colectivo y el contenido que lleva la
calidad intrínseca del conjunto del movimiento dinámico que lo integra;
verbigracia, nunca el individualismo en la acción y la dirección puede ser
llamado cooperativo.
Esto hace que al no tenerlo en cuenta desvirtúan la naturaleza del
conglomerado social al reemplazar el interés común por la voluntad sustantiva
del individuo.
Estas deformaciones llevan en la práctica a la anulación del órgano principal
de gobierno de las entidades que hacen de la integración el eje conductor de su
vigencia trastocando el medio por el fin, casi siempre justificándolo en la
falta de participación del colectivo en lugar de alentarla.
De allí deviene la perdida principal del sentido de pertenencia de los
adherentes al sistema terminando en la anulación práctica del nosotros general
por el yo del propio criterio.
Sucede a veces que el giro urgente de los acontecimientos lleva a
abandonar la impronta de cambiar lo importante por lo perentorio haciéndole
mucho mal a las entidades, por lo tanto se hace indispensable respetar los
estatutos y el respectivo orden de responsabilidades que le competen a aquellos
que asumen el deber de velar por los intereses asociativos.
La importancia y el respeto de la educación cooperativa debe ser la
base de sustento del modelo cooperativo en todas sus instancias, so pena de que
se lleve por mal camino a las cooperativas, provocando el desprestigio de
entidades que deben ser rectoras por su conducta dentro de la sociedad como
ejemplo de lo que significa el trabajo sin fines de lucro.
Segundo
Camuratti