martes, 31 de diciembre de 2013

FELIZ AÑO NUEVO


Los valores cooperativos

 

Los valores fundamentales de  la cooperación están constituidos por la solidaridad, la democracia participativa, la ayuda mutua, la propiedad común de los medios de producción, la adhesión voluntaria y el acto de dar para recibir: son todos elementos que tienen la capacidad para convertirse en uno de los compromisos más importantes para elaborar  una nueva construcción social, y así enfrentar al pensamiento dominante que propicia el individualismo, margina a una gran parte de la población, empobrece a la mayoría y fractura la sociedad. 

Factores sociales dignos de incorporar dentro del listado de los derechos humanos.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Saludos de fin de año


Es precisamente en el mes de junio del año 2009, que nos dimos a la tarea de incursionar a través de un Blog para llegar a sectores vinculados con el cooperativismo y la economía social.
Sabíamos que afrontábamos un desafío concreto al poner en marcha un proyecto nuevo de nuestra parte, que podía generar expectativas al tener que encarar aspectos hasta ahora desconocidos en nuestra actividad, como es el de escribir para los demás, pero lo hicimos porque queríamos poner en claro ante la gente nuestro pensamiento y cual era la intención de la iniciativa.
El haber participado principalmente actuando más de cuatro  décadas en  el sector cooperativo de crédito y otros movimientos sociales, nos habilitaba para hacerlo porque conocíamos de antemano la situación por la cual transitaban sectores importantes de la sociedad, en la búsqueda de alternativas que llevasen a mejorar la situación social y económica que muchos padecen.
Siempre sostuvimos la necesidad que tiene el país de modificar sustancialmente las políticas instaladas mucho tiempo atrás y que aún siguen vigentes por ser aplicadas con escasas diferencias en el presente, que no resolvieron lo principal, porque siguen haciendo de la inequidad en la distribución de la riqueza el sostén principal de un modelo económico que por lo tanto se hace indispensable revertir.
Convencidos de que otro modelo de país es posible nos dimos a la tarea de colaborar con nuestra modesta opinión, pero a la vez, buscando en el debate con la gente no solo protestas sino ideas que puedan dar cabida a proyectos alternativos, para contribuir a lograr ese objetivo a través de los cambios en las políticas económicas y sociales implantadas.
Si tenemos en cuenta lo que pasó en este espacio de tiempo transcurrido en la tarea, nos sentimos mas que conformes por los resultados obtenidos; más de 11.000 entradas al Blog Sentido Solidario nos dan la pauta del interés que se manifestó en ambas direcciones en conocer nuestra opinión y la vuestra, y de alguna manera, decirles que valoramos y agradecemos los comentarios que se suscitaron al respecto que demostraron su disposición sobre los temas expuestos.
Estamos elaborando un balance de lo actuado en este año que fenece y en el mes de enero vamos a exponer las consideraciones a que nos lleve el análisis, en tanto queremos expresar a los seguidores del Blog, como así también a todos aquellos que lo visitaron hasta el presente, un afectuoso saludo y nuestro reconocimiento por la atención prestada deseándoles un Feliz año nuevo.
Esperamos que en el nuevo año continúen las colaboraciones para lograr construir un vínculo permanente dentro de la sociedad trabajando por el bien común recordando aquello de: “El país se hace desde adentro y por todos, sino no se hace”.

Segundo Camuratti

 

 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Política y cooperativas 3° Parte



La continuación de Cooperación y política 2° parte, ingresa en este blog como Política y Cooperativas 3° Parte en el epígrafe,   desarrollando la inversión de la prueba  para mostrar sin cortapisas la realidad del movimiento cooperativo; porque bueno es saber que no es  oro todo lo que reluce; el movimiento cooperativo se ha nutrido siempre de gente y ella es como es, a pesar de los principios que lleva implícito el cooperativismo.
Es el individuo en función de cooperativista quien promueve sus dirigentes  y algunos responden Per Sé cuando y como lo hace, y eso lleva a contemplar el espectro político que luego muestra a la sociedad con la diversidad que le dio origen con sus pros y sus contras.
Decíamos en los dos capítulos anteriores lo que debería hacer el dirigente cooperativo para desarrollar el movimiento, y hablábamos de la necesidad de  incursionar en la política para colaborar en la difusión de las ideas que pregona el cooperativismo, como mecanismo para expandir sus  objetivos tratando de involucrar a la sociedad para  contribuir a modificar la realidad,  a través de sujetos colectivos y solidarios.
Pero la política tiene dos niveles, lo global y lo local, que no deben confundirse  entre sí, por los daños que pueden causar dentro del movimiento cooperativo.
Una cosa son las políticas del movimiento intrínsecas y claras, para conducir o expandir el movimiento mostrando las virtudes conducentes para  mejorar las condiciones de vida de quienes lo integran, y por fiel reflejo al conjunto de la sociedad volcando el interés colectivo que irradie  su incidencia  global.
La otra cosa es cuando el dirigente  cooperativo  puesto en función política es advenedizo y mezcla los tantos pretendiendo incorporar la cara política a su manera como “trepador de ella”  para  actuar en lo individual, introduciendo el aspecto pernicioso de políticas partidarias en el acto social  condicionando la vida  de la cooperativa, en la búsqueda de generar espacios que le permitan escalar posiciones favorables en su quehacer político  partidista a expensas de la cooperativa, y porque no,  lo catapulte además a través de ella al movimiento cooperativo  en su conjunto.
Craso enjuague de quienes lo hacen pero como dice el refrán: no creo en las brujas, pero de que las hay las hay y son  muchas, que pescan a río revuelto  con la caña y la línea durmiendo en la cama con esos enseres, para no perder tiempo cuando llegue el momento propicio.
El cooperativismo siempre tuvo principios desde el mismo momento que nace  al decidir que el esfuerzo por construirlo como movimiento  debía ser  colectivo y tener conciencia de ello.
No siempre el agua derramada tiene que estar sucia, depende de cómo y donde cae porque puede  llevar implícita la intención y el color del cristal con que se mira.
Los exegetas del purismo dialéctico confunden en la mayoría de los casos la verdadera esencia  del actuar cooperativo y sus principios rectores, partiendo de la base de ignorar el verbo colectivo y el contenido que lleva implícito la calidad esencial del conjunto del movimiento dinámico que lo integra; verbigracia, nunca el individualismo en la acción y la dirección  puede ser llamado cooperativo.
Esto hace que al no tenerlo presente como verbo desvirtúan la naturaleza del conjunto al reemplazar el interés común por la voluntad sustantiva del individuo.
Estas deformaciones llevan en la práctica  la anulación del órgano principal de gobierno de las entidades que hacen de la integración el eje conductor de su vigencia trastocando el medio por el fin, casi siempre justificándolo en la falta de participación del colectivo en vez de alentarla.
De allí deviene la perdida principal del sentido de pertenencia de los adherentes al sistema terminando en el cambio práctico  del nosotros general por el yo del propio criterio.
Sucede a veces que el cambio urgente de los acontecimientos lleva a abandonar la impronta de sustituir lo importante  por lo perentorio haciéndole mucho mal a las entidades, por lo tanto se hace indispensable respetar los estatutos y el respectivo orden de responsabilidades que le competen a aquellos consejeros que asumen el deber de velar por los intereses asociativos.
La importancia y el respeto por la educación cooperativa debe ser la base de sustento del modelo cooperativo en todas sus instancias, so pena de que se lleve por mal camino a las cooperativas, provocando el desprestigio de entidades que deben ser rectoras por su conducta dentro de la sociedad como ejemplo de lo que significa el trabajo colectivo sin fines de lucro.
Segundo Camuratti 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 9 de diciembre de 2013

Cooperativismo y política 2° Parte


El tiempo no pasa en vano y en su transcurso, muchos acontecimientos han sucedido y se modificaron distintas conductas en el desempeño y el crecimiento del movimiento cooperativo para mejor en nuestro país, pero de la misma manera debemos lamentar que el agiornamento que se dio en muchos niveles, no haya alcanzado para trasladar el interés por el tema político y transferirlo como debería haberse hecho al sujeto, dirigente e integrante de la sociedad, por eso decimos que el motivo sigue vigente.
Justo es de entender, que la prédica constante de la condena hacia lo político en las entidades cooperativas por aquellos que quisieron encasillar a las cooperativas como entes amorfos e insulsos ausentes del sentir y las necesidades de la gente, (pretendiendo despojarla de su capacidad de acción y reflexión), dejara sus huellas en la buena fe del imaginario colectivo de los cooperadores; de allí que nos encontremos que en los órganos de gobierno formadores de leyes, los dirigentes cooperativos prácticamente sean muy pocos y por lo tanto brillan por su ausencia, y eso incide cuando se tratan en el parlamento leyes necesarias para el movimiento o aquellas que afectan al sector cooperativo, costando mucho tiempo y esfuerzo el aprobarlas o removerlas.
Es por eso que hoy aún nos preguntamos hasta donde deben mantenerse alejados en la actualidad del quehacer político propiamente dicho los dirigentes cooperativistas.
Si tenemos en cuenta que en sociedades como la nuestra, en que la política en función de gobierno constituye el elemento de dirección de la actividad nacional, cuando en la acción política se resuelven las prioridades nacionales tales como las orientaciones del desarrollo y las formas y montos de la distribución de la riqueza nacional a través de los presupuestos, se defiende o se entrega la soberanía y en definitiva se generan las leyes que en última instancia constituyen las reglas para el juego social, es simplemente absurdo que los dirigentes cooperativistas como sujetos sociales, se marginen de la participación política, demostrando una aparente indiferencia que lo único que consigue es que sectores que no ven con buenos ojos al cooperativismo, o aquellos definidos como anticooperativos abarquen más terreno y ganen mejores posiciones.
Entendemos que para bien del movimiento cooperativo y, en esta instancia, sería lógico y necesario en las actuales circunstancias, que esos dirigentes con libertad de conciencia, se enrolen en partidos cuyos programas sean afines a los postulados cooperativos y militen en ellos, y si logran ser propuestos como candidatos y son electos, actúen sin temor levantando bien alta la bandera del hecho político institucional y el significado que este tiene dentro del esquema solidario del acto cooperativo.
Sería anacrónico el pensar con mentalidad colonial en pleno siglo XXl, que ese dirigente cooperativo, hoy integrante del Consejo de Administración de una cooperativa, deba perder el legítimo derecho que como ciudadano le corresponde, de actuar con su presencia y sus ideas políticas.

Segundo Camuratti               (sigue como Política y cooperativa 3° Parte)         

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Cooperativismo y política 1° Parte (Historia)


En el transcurso de las distintas etapas que le tocó asumir en el país al cooperativismo durante el siglo pasado, debió soportar el acoso y la denuncia de  parte de los sectores del privilegio  que las cooperativas hacían política, y eso nunca pudieron asumirlo a pesar de las virtudes demostradas por ellas.
Fue precisamente el cooperativismo de créditos quien en mayor medida irritó los ánimos de esos actores, porque supo encausar sus necesidades en las reivindicaciones y la defensa de un sector social que habría perspectivas concretas, sobre la capacidad que el hombre común tiene para acompañar y dirigir los procesos populares.
No cabía ninguna duda que este desafío hería los intereses de los grupos económicos é ideológicos, que habían hecho del manejo del dinero y su incidencia en la economía un instrumento propio y exclusivo para regular a su antojo el bienestar de grupos sociales que ahora entraban a disputar sus intereses.
El arma que pretendieron utilizar fue la misma que siempre les servía para combatir a aquellos que cuestionaron su primacía: el ataque artero, no sobre el centro de la cuestión, sino recurriendo al atajo que creían sería el mas vulnerable, el factor político, logrando instalar incluso dentro del mismo estamento cooperativo, resabios de sentimientos adversos a admitir que las cooperativas al funcionar generaban políticas.
Lo que sucedía no era casual, de la misma manera que no lo fueron las dos dictaduras que subvirtieron el orden institucional del país durante muchos años, porque si hilamos fino nos vamos a encontrar que representaban a los mismos intereses.
Pero allí fallaron, toda actividad económica, social y porqué no cultural tiene un costado político, quien lo niegue miente tratando de confundir la opinión pública precisamente con argumentos que también de por si poseen una alta dosis de política en defensa de intereses particulares.
El tiempo como testigo se encargó de demostrar con claridad el fin perseguido por quienes atacaron en distintas etapas al cooperativismo de créditos: en algo tenían razón cuando lo decían, el problema sí era político, el quid de la cuestión pasaba por tratar de impedir que sectores populares organizados en cooperativas fuesen los encargados de orientar el destino y una buena parte de los fondos generados por el ahorro nacional administrándolo en función del crédito, y cual debería ser el sector social que habría de recibir ese aporte.
En 1995 la Alianza Cooperativa Internacional modifica el 5º articulo de los principios cooperativos y plantea en el artículo 4º la “Independencia política”, que a pesar del tiempo transcurrido no vulnera el criterio anterior sobre lo que en su momento fuera “Neutralidad política y religiosa”; la Alianza no dice no a la palabra “política” porque interpreta el significado justo de lo que quiere decir la misma, asumiendo la palabra en su forma global y no en su esencia local que podría devenir como partidismo, confundiendo a la opinión pública.

Segundo Camuratti                                                       (sigue)