miércoles, 26 de enero de 2011

EDITORIAL enero 2011


Al iniciar un nuevo año, por lo general se generan expectativas en todos los círculos activos de un país que se precie de pretender avanzar en el mejoramiento de los sistemas que lleven a mejorar la calidad de vida de los individuos que habitan una Nación.

Pero eso no se realiza por generación espontánea, debe ser el análisis de los temas no cumplidos en los años anteriores con la incorporación de proyectos sustentables y la construcción de alternativas, que partiendo de la base del irresuelto esquema de hasta donde se quiere llegar, que aun no existe, tenga un estudio concreto de las posibilidades existentes para concretarlo.

Igual que cualquier sector económico social que pretenda incidir en el avance para mejorar su posición, el sistema cooperativo no puede seguir nutriéndose de la coyuntura solo como eje principal de subsistencia sin planes de largo plazo.

En el dicho común de la enseñanza educativa cuando no se aprueba una materia del plan curricular anual, se habla vulgarmente del paso a marzo para rendirla.

Pero existen, dentro del historial del movimiento cooperativo tantos pases a marzo que los pueden llevar al infinito.

La materia pendiente, que no se rinde desde siempre, porque ni siquiera se estudia por no tener base curricular ni planeamiento aleatorio en el diseño para construirla y su existencia depende del azar, es la integración.

Que lo impide, la enorme carga subjetiva que involucra a los dirigentes atravesados por intereses particulares, políticos y otros, que nada tienen que ver con los postulados de la cooperación que dicen representar.

Los argumentos al respecto sobran por doquier, desde la no realización del Congreso Argentino de la Cooperación dentro de los períodos proyectados en el año 2004 por el último Congreso realizado, (hasta la admisión del seudo cooperativismo en sus filas por los organismos de control del estado), que victimizan a un movimiento que se dice representante genuino de la doctrina cooperativa.

Cuidado con equivocar el juicio de valor de lo que se esta diciendo escapando por la tangente, en ningún momento decimos que no hay cooperativas genuinas, las hay y muchas que merecen el reconocimiento ejemplar por lo que hacen aplicando y defendiendo la doctrina, pero no se puede negar que también existen dirigentes que no están a la altura de ellas, por acción, intereses u omisión.

Decir movimiento como palabra termina siendo un ente abstracto, porque su definición puede llenar varias paginas de cualquier diccionario, por lo tanto decir movimiento cooperativo ya es otra cosa porque tiene identidad, podemos decir marca de fabrica registrada, y todo aquello que lo involucra por la trayectoria que esto tiene debe ganarse el respaldo que se merece, no puede representar bajo ninguna circunstancia el libre albedrío del que todo vale; porque si no está integrado puede ser solo una rueda que gira, que también tiene movimiento.


Segundo Camuratti

sábado, 22 de enero de 2011

Falta de brújula


Posiblemente parezca demasiada insistencia el seguir hablando de la necesaria realización de un nuevo Congreso Argentino de la Cooperación, pero hay un viejo refrán que dice “si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”.

Decir esto no es reinventar nada nuevo, hay otros refranes muchos mas cáusticos que este, para reprochar indirectamente la lenidad de los dirigentes para asumir las responsabilidades en el cumplimiento de los compromisos contraídos en determinadas situaciones, para concretar aquello que ligeramente se dice para zafar de la posición y aparentar un interés poco inteligente.

Se está convencido o no, no hay términos medios para afrontar el liderazgo que toda gestión demanda, no se puede tener las dudas del famoso personaje de Shakespeare, el ser o no ser.

Ya han transcurrido casi siete años del último Congreso Argentino de la Cooperación, y eso significa mucho tiempo en un país y un mundo que camina velozmente en la búsqueda de cambios para mejorar el sistema de vida de los individuos.

La actividad del movimiento cooperativo argentino no puede navegar cual barco a la deriva sin timón, porque su desarrollo debe responder, y en mucho, de la vertiente que emana de la opinión de todos aquellos que contribuyen con su esfuerzo a alimentarlo, en la ida y vuelta necesaria y permanente del dirigente y asociado en una correcta sincronización.

Los nuevos tiempos que vive el país deben ser forjados entre todos, con la opinión de todos los cooperadores, llamese dirigentes y asociados, como cosa integra responsable en el éxito de la gestión; a no ser que sean atravesados por intereses personales que nada tienen que hacer en un ámbito colectivo.

Podrá decirse como respuesta que para lograr ciertas cosas se hace necesario lograr el consenso necesario para llevarlo a cabo, pero como no hay peor gestión que la que no se hace, lo primero a hacer es trabajar para buscarlo, porque nunca va a venir solo.

Recordemos que el Congreso Argentino de la Cooperación realizado en las postrimerías de la dictadura militar, en 1983, llevo todas sus inquietudes a la Presidencia de la Nación, del país recién nacido a la vida institucional, para hacer conocer la opinión del movimiento cooperativo en la nueva etapa que comenzaba.

Ninguna democracia que se precie como tal puede gobernar ignorando y sin tener en cuenta lo que representa un movimiento cooperativo unido trabajando por el bien del país, y menos aún contra el; porque sería la negación de esa democracia.

Segundo Camuratti

lunes, 17 de enero de 2011

Más de lo mismo

Creemos que hay más consideraciones para hacer sobre el blog anterior, teniendo en cuenta el tiempo pasado desde el último Congreso Argentino de la Cooperación en Argentina y el presente.

Un movimiento cooperativo argentino que dice, por meritos propios tener puestos los pantalones largos, aludir los hechos como casualidades y no plantear con claridad porque no se comentan las causalidades.

Los cooperadores bien intencionados del movimiento cooperativo argentino conocen porque no avanzó la decisión de realizar el Congreso cada cuatro años; solo personas miopes o premeditadas no lo ven.

Desde el año 2004 en adelante el cooperativismo argentino a sido atravesado en distintos niveles por políticas partidarias que necesitan anclar al movimiento en determinado estatus favorables a esos intereses.

En el argot de los hechos es: lo de uno es de uno y lo cual de cada cual, sin embargo existen muchos que quieren llevar agua solo para su propio molino.

La famosa unidad en la diversidad funciona en los discursos y las propuestas como panacea indiscutible pero, valga la licencia, minga de llevarla a la práctica.


El día que quienes decidan citar a un nuevo Congreso Argentino de la Cooperación, si es que les interesa llevarlo a cabo, deberían proponer un temario lo mas amplio posible, que abarque de una vez por todas la necesidad de pasar de los buenos deseos a proclamar y trabajar por una nueva ley de cooperativas que deslinde al cooperativismo a través de su esencia solidaria dentro de la economía social, de otros mecanismos asistencialistas que se cobijan debajo del ala cooperativa para cumplir otros objetivos, que de ser necesarios, sean estos encuadrados dentro del sistema y régimen que les corresponda; por otra parte y en tanto, es ignominioso que legisladores que se dicen cooperativistas, no actúen para que el cooperativismo de trabajo tenga una reglamentación o apéndice de ley que les de respaldo jurídico y el encuadre correcto que les corresponde.

De la misma manera, que aquellos legisladores que hablan de profundizar el modelo accionen por una ley que determine que sectores son los que están encuadrados dentro de la economía social.


Segundo Camuratti

lunes, 10 de enero de 2011

Hora de pensar en serio


Todo sigue igual, pareciera que el movimiento cooperativo argentino a través de sus dirigentes sigue con la tónica de siempre, a la espera de los acontecimientos en vez de allanar por si mismo el camino avanzando en la búsqueda del crecimiento con calidad y armonía del estamento que lo agrupa.

En toda organización que se precie de establecer un conglomerado unido y hegemónico de conductas principistas que fortalezcan su continuidad, se debe buscar el método correcto para impulsarlo con los mecanismos adecuados para lograrlo.

Un movimiento que desde su mismo inicio trató de ubicarse a la vanguardia de los países sudamericanos, no consiguió encontrar con regularidad las vías necesarias para elaborar el consenso común que lo habilite.

Tal es así, que siempre fue remiso a tomar las iniciativas que lo condujeran a buen puerto.

Por eso no es casual que no pudiesen reunirse regularmente en congresos para discutir las políticas inherentes para constituirse como verdadera fuerza económica social en los ámbitos de poder.

Hasta el momento solo consiguió reunir en congresos su estrato social en tres oportunidades con disímiles espacios de tiempo entre uno y otro.

Casi en las postrimerías del año 1983, durante la dictadura militar, se consiguió hacer lo que se dio en llamar el primer Congreso Argentino de la Cooperación, como tal, que debatió desde las necesidades del movimiento cooperativo hasta el modelo que país que anhelaban los cooperadores, haciendo la entrega de las conclusiones arribadas en manos del presidente constitucional que llegaba al poder suplantando a la dictadura militar.

Cinco años después, en 1989, se realiza el segundo Congreso, y el tercero se pone en marcha con una declaración del 3 de julio de 2002 fechada en Corrientes, funcionando en el 2003 y clausurándose en el 2004, con las consabidas declaraciones y propuestas que fueron consolidadas y agrupadas en un libro aparecido en la final del mismo año.

Posteriormente en el año 2006, se reedita el mismo libro ampliado con las declaraciones del Congreso de 1989, constituyéndose prácticamente en el manual de buenas intenciones en el pensamiento del movimiento cooperativo argentino.

En lo que podríamos llamar prólogo del libro aparecen las declaraciones de los dos presidentes de las confederaciones que auspiciaron los respectivos congresos., Cooperar y Coninagro.

En ese prólogo uno de las presidentes Juan Carlos Fissore, de Cooperar, declara que “Los logros obtenidos a través del Congreso 2004 son la base, el cimiento del Congreso Argentino de la Cooperación 2007”. Agregando que “El CAC se seguirá convocando cada cuatro años, de manera tal que tendrá continuidad, manteniendo viva la llama de los principios cooperativos”. Posiblemente su optimismo lo haya superado porque los nuevos Congresos Argentinos de la Cooperación a pesar de los años transcurridos todavía no están en gestación; por eso hablamos del manual de buenas intenciones.

Por otra parte, mientras la Alianza Cooperativa Internacional manifiesta que la deuda no saldada del cooperativismo es lograr la integración de los movimientos cooperativos, en nuestro país esto ni siquiera se intenta hacerlo.

Sorprende a muchos cooperadores que en el marco de la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo, punto de nacimiento de la patria, una de las Confederaciones convocantes de los Congresos Argentinos de la Cooperación, Cooperar, en una decisión unilateral presenta el Documento “Por una Argentina solidaria y prospera”, con reflexiones y propuestas para contribuir al fortalecimiento de la economía solidaria en el marco de la celebración histórica.

Esto mueve al asombro, ¿ no hubiese sido mas provechoso y positivo, en ese mismo marco, haber convocado a un nuevo Congreso Argentino de la Cooperación para que el movimiento cooperativo argentino se expresase integralmente en su conjunto sobre el tema, sabiendo que también eran integrantes comprometidos y hoy deudores de la convocación de dicho Congreso?

Así se hace difícil integrar en el país un movimiento cooperativo que se convierta en una expresión auténtica y genuina de la economía solidaria sin estar atravesado por políticas ajenas.

Creemos que mientras los subsidios estatales sigan siendo los facilitadores de los balances de cooperativas, y por lo tanto, los dirigentes puedan dedicar el tiempo y el esfuerzo sobrante de la gestión en otros proyectos, va a ser muy difícil tener otro Congreso Argentino de la Cooperación: se estarán muriendo los principios?


Segundo Camuratti