miércoles, 22 de julio de 2009

Proyeccion solidaria del ideario Sanmartiniano

Con motivo de cumplirse en el mes de agosto un nuevo aniversario de la muerte del Gral. Don José de San Martín, queremos evocarlo porque la importancia del tema lo amerita sumándonos por este medio al homenaje que el país le tributa permanentemente, haciendo conocer algunos aspectos de su personalidad – dignos de tener en cuenta - encarnados en su gestión libertadora.
El procerato del Gral. San Martín en la historia argentina consagra una vocación puesta en el fundamental propósito de conquistar una patria libre e independiente para su pueblo.
Ese objetivo imperecedero de los argentinos de todos los tiempos –cualesquiera fuesen las circunstancias – se condice con el ideario expresado desde siempre por el movimiento cooperativo.
Guardián de las fronteras de la joven República, fiel custodio de la soberanía nacional y paladín de la libre determinación, la ejemplar trayectoria del Libertador de América constituye una prenda de invalorable vigencia que en un nuevo aniversario de su muerte, queremos poner en consideración de la sociedad argentina a través de la opinión pública en general.
En la coyuntura nacional e internacional harto difícil en que le toca estructurarse, el ejército sanmartiniano puso sus miras en el desarrollo de la riqueza vernácula, y en procurar su constitución y posterior mantenimiento mediante aportes equitativos de acuerdo a la condición social de cada uno de los contribuyentes.
Ese pensamiento de honda raigambre solidaria le confieren el mérito de adalid de “la idea intuitiva de la cooperación” en la configuración de sus planes, según lo sostiene en su biografía el General Bartolomé Mitre.
Su aporte sustantivo a la Declaración de la Independencia constituye otro inalienable galardón al que debe sumarse el perfil consecuentemente democrático de su pensamiento y de su acción expuesto en la proclama de Agosto de 1822 al pueblo de Chile, hace precisamente 187 años cuando manifiesta, “que mis promesas para los pueblos que he hecho la guerra están cumplidas: hacer su independencia y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos”.
Las inquietudes de este singular arquetipo apuntan a la unidad de acción a través de la integración de todos los sectores, ratificando otro de los principios fundamentales del movimiento cooperativo.
Es propicia la oportunidad al concluir esta adhesión conmemorativa, reproducir la frase final de la Declaración emitida por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos en 1978, al evocarse el bicentenario de su nacimiento. “El mandato y el ejemplo concretos de San Martín son invulnerables y siempre vigentes. Solo el esfuerzo y el trabajo común y cotidiano – en este caso el de las organizaciones cooperativas – con la razón y el sentimiento puestos en una Argentina de ascendente proyección futura podremos ofrecer a nuestro país, a la América y al mundo, el autentico ideal sanmartiniano de una nación en paz, unida y prospera”.
Demás esta decir a pesar del tiempo transcurrido que estos conceptos sostenidos por los valores y principios de la cooperación, siempre deberán tener plena vigencia dentro del movimiento cooperativo argentino.

martes, 21 de julio de 2009

Tiempos de reflexion

Cuando tenemos que hablar sobre la cooperación, nada mejor que examinar de donde surgieron los elementos propios que le fueron dando vida, y la ubicaron dentro de la sociedad con la presencia que hoy tiene y las distintas corrientes que la componen.

Estos diferentes enfoques o lectura de la doctrina cooperativa es ideológico y se manifiesta luego en la actividad de la cooperativa como tal. Por lo tanto, todo análisis que se intente hacer sobre la cooperativa debe tener un alto índice de subjetividad.

Al pretender introducirnos hoy en la problemática que nos incumbe hablando como cooperativistas, lo primero que tenemos que definir analizando, es que entendemos por cooperativismo, si conocemos e interpretamos los valores que le dan vida a sus principios.

Nos parece oportuno y conveniente si coincidimos en ese contexto, que dediquemos tiempo a reflexionar acerca de si los principios y la doctrina cooperativa tienen aún vigencia, pues si nos atenemos a los propagandistas del pensamiento único, el desarrollo cultural, social y económico alcanzado por la sociedad actual -fundamentado en el capitalismo neoliberal vigente casi a nivel mundial-, la humanidad habría alcanzado su horizonte y se proyecta sin oposición ni resistencia.

Entendemos que corresponde a los cooperadores, en primera instancia, hacer un relevamiento preciso sobre la aplicación de los principios cooperativos y si son tenidos en cuenta para que esos valores universales se expresen en la acción de entidades que tienen una sola premisa: el servicio en beneficio de las personas, sujetos esenciales de la cooperativa.

El idioma universal que lleva implícito el sello de la solidaridad a través de las empresas de economía social, nos va diciendo con franqueza -porque no puede hacerlo de otro modo- que cuando se elaboran objetivos concretos en las cooperativas, los avances que se producen obedecen solo cuando se realiza una correcta aplicación de los principios cooperativos.

Aquí es bueno recordar algunas cosas, porque a veces notamos que la realidad es otra, inmersas en el mundo capitalista, - reflejo del régimen dominante en la mayor parte del planeta - muchas cooperativas han tomado el camino de la adaptación al sistema, incluyendo en su labor cotidiana los vicios y los males de las entidades capitalistas.

Si así sucede, se estaría fallando en la lectura e interpretación de lo que antes decíamos que debería hacerse, equivocando el camino y adoptando maneras de actuar que no se ajustan al pensamiento subjetivo implícito en la gestión cooperativa. La disyuntiva sigue existiendo aún hoy entre lo que significa – si bien puede aparecer como un juego de palabras – la cooperativa empresa o la empresa cooperativa, partiendo de la base de dónde empieza y cómo termina la función.

Son dos modelos distintos de entidades que no responden a la misma intención. Por un lado, está la cooperativa empresa, estructurada como un fin en sí mismo, confundiendo al sujeto con el objeto, adaptándose al sistema dominante, constituyéndose en empresa económica al estilo capitalista, olvidando al sujeto social que es el asociado de la misma.

Por el otro, está la empresa cooperativa, respetuosa de los principios cooperativos, que tiene al asociado como el centro de sus servicios en la actividad y lo trata con equidad y solidaridad en su preocupación por los demás, trabajando junto a él para cambiar el modelo que lo perjudica, tratando de transformar la realidad, si esta realidad lo subyuga.

Queda claro que esta última es la que va a tener las mayores dificultades para actuar dentro del sistema capitalista que rige actualmente en la mayoría de los países, pero puede funcionar y ser exitosa, porque sin adaptarse al sistema se nutre del apoyo de los asociados trabajando para servir a ellos.

Sabido es que las cooperativas tienen que actuar en un marco legal que no les es favorable; por lo tanto, no es fácil desarrollar entidades de economía social con legislaciones o reglamentos que no las contemplan como tales. Pero, por duro que sea el diagnóstico, la propuesta debe ser la lucha y la reivindicación del movimiento para lograr leyes que la contemplen como entidades de la economía social sin fines de lucro, única herramienta en la defensa de los intereses de la mayoría de los cooperadores y un instrumento imprescindible para la construcción de una sociedad que privilegie la ayuda mutua, la solidaridad y la equidad distributiva.

viernes, 17 de julio de 2009

El movimiento cooperativo y la juventud

Es lógico pensar que con el correr de los años se fueron dando dentro de la condición humana, los cambios generacionales que lograron que no todos los actores tengan la vivencia ni el conocimiento del tiempo pasado, estos son los actores que definimos como la juventud, porque en su mayoría son seres que no cargan en su mochila los éxitos, los desaciertos y las frustraciones de sus mayores y por lo tanto, no les pesa la historia.
El movimiento cooperativo debe ver en esos jóvenes no solo las reservas que vayan tomando la posta de mano de los veteranos impulsores del movimiento, sino sobre todo, y posiblemente ya mismo, en su propia condición de juventud, para convertirse en activos protagonistas de la labor cooperadora; “ Queremos que los jóvenes se incorporen, que vengan con su impaciencia, con su inmadurez, pero que vengan sobre todo con su innegable cuota de vocación de servir al pueblo, de abnegación, de espíritu creador, de desinterés y de patriotismo”, dicho esto por Don Amero Rusconi en el XVII aniversario del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos en el lugar que fue, durante muchos años, el templo de los actos del movimiento cooperativo de créditos, el Luna Park de Buenos Aires.
Como se puede apreciar, el tema de la juventud en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos no es nuevo. Comienza en la década del setenta, es decir en la etapa de las Cajas de Créditos, (por entonces la Regional Sur del IMFC tenía un Departamento Juvenil que atendía la actividad), donde ya existían núcleos de jóvenes que actuaban, no solo en las actividades propias de la juventud sino también acompañando en distintas tareas institucionales a los Consejos de Administración de las mismas.
Lo que sucedió en el país a partir del 24 de marzo de 1976, con la instalación de la dictadura militar, resintió la actividad de la juventud no solo en las entidades cooperativas, sino en la mayoría de los lugares donde estas actuaban, sin embargo cuando llegó el momento, muchos de los jóvenes acompañaron el proceso de transformación de las Cajas de Créditos en Bancos Cooperativos.
Bueno es recordar, sin pretender hacer historia, que en el XXVIII Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional en 1984, en una de las resoluciones adoptadas se decía enfatizando, “el hecho de que los jóvenes ahora desean participar directamente en la realización del cambio renovador nacional e internacional, haciendo su contribución para la construcción de su propio futuro, al cual se los llama a vivir y trabajar”, decidiendo además, que el año 1985 sea declarado como “Año Internacional de la Juventud”.
Sin aspirar a ser los pioneros en la incorporación al movimiento cooperativo de la juventud, si evaluamos lo realizado por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos en el sector juvenil, desde la época de los años setenta hasta la decada del noventa, debemos destacar que supo asumirse la importancia que éste tiene y lo realizado puede contabilizarse como muy positivo, abriendo expectativas de desarrollo en la formación de dirigentes enrolados dentro de la corriente cooperativa que éste propicia.
La juventud puede, porque lo está demostrando en los hechos, contribuir a afianzar en su sector el rasgo indeleble de la cooperación, la solidaridad.
Debemos preguntarnos entonces, es necesario el funcionamiento de Comisiones Juveniles en las entidades cooperativas? Si analizamos la actual situación podemos decir que si.
La mayoría de esas Comisiones Juveniles, hoy existentes, han transitado por los distintos talleres desarrollados por el IMFC sobre la teoría y práctica de la cooperación, Historia y Doctrina Cooperativas, Elementos de Legislación Cooperativa, Elementos de gestión, Pautas para la Elaboración y Evaluación de Proyectos Solidarios y a la vez conocer la experiencia del IMFC en la construcción del movimiento cooperativo y su enfoque institucional.
Pero eso no es todo, esos jóvenes no son una isla dentro de la sociedad.
A la par de la capacitación cooperativa que reciben en talleres, la mayoría de ellos están militando en movimientos sociales, conociendo en profundidad los problemas de su sector social y participando para solucionarlos, no a través del asistencialismo- que no estaría mal si fuese por corto tiempo- porque educados en el principio básico de la cooperación, la solidaridad, lo están aplicando. Sin dejar por supuesto, el estudio y las recreaciones propias de su edad.
Esta tarea conjunta que realizan, cooperación-movimiento social, puede llegar si tiene apoyo, a enaltecer la calidad de una nueva clase dirigente dentro del movimiento cooperativo.
De las Comisiones Juveniles, surgieron y surgirán dirigentes no solo para incorporarse a los Consejos de Administración de las cooperativas -aunque muchos ya lo están haciendo- sino también dirigentes sociales con base solidaria que actuarán en otros sectores sociales, junto al movimiento cooperativo, para contribuir a la construcción de un nuevo tejido social.
El cooperativismo necesita, hoy más que nunca, una simbiosis generacional para afrontar los desafíos del mundo actual.