lunes, 19 de octubre de 2009

El cooperativista no nace, se hace. 1ra Parte

Es muy común desde el decir popular sobre la vocación exhibida por personas, “nació para ser tal o cual cosa”, apuesta remanida para calificar la actitud de aquellos que consiguieron instalarse en el candelero de los éxitos al cumplir con determinada función.

Pero en el examen que se puede hacer de la historia arrancando de muy lejos en el tiempo, la realidad nos marca concretamente que la cooperación nació de muchos factores como una concepción para cambiar el sistema de vida resolviendo necesidades de sectores importantes de la sociedad.

Desde el socialismo utópico al día de hoy, pasando a través de Owen, Saint Simón, Fourier y la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale, el camino recorrido por el cooperativismo en nuestro país y todo lo transcurrido con posibilidades ciertas de aplicación y funcionamiento, se dieron en aras de proyectos devenidos para resolver necesidades propias de sectores importantes a través de organismos colectivos y desarrollados en la medida que la intención y la experiencia recogida en el hacer, (trasmitida muchas veces de generación en generación) fuese marcando el camino a seguir.

En el transcurso de los acontecimientos se establecieron normas que luego transformadas y fijadas como principios decían lo que se debía hacer y como se podrían llevar a cabo, y las instrumentaron para que cumplieran esos fines sin trasgredir los códigos propios que le imprimían los forjadores de las iniciativas.

Se fue generando sin habérselo propuesto originariamente quienes lo impulsaban, un sistema alternativo de economía solidaria enfrentada a la economía individual del mercado lucrativo subyacente, que marcó por su trascendencia ganar espacio dentro de las comunidades.

Es cierto y debemos tenerlo en cuenta que todo lo sucedido no fue casual, hubo ideas concretas de lo que se quería hacer.

En concurrencia, pudieron establecer definitivamente esas ideas que las necesidades no pasaban solo por resolver las penurias del individuo como tal, sino que el sistema tenía otras carencias; estas eran poder incorporar a pleno al individuo socio de una cooperativa que por sí actuaba como agente pasivo, al círculo del accionar colectivo transformándolo en actor activo del proceso cooperativo.

Para ello no existía un instrumento superior que la educación, teniendo presente que la educación era el soporte indispensable para sustituir la ecuación del conocimiento practico a través de lo didáctico referido a la esencia de la cooperación; allí comienza a emerger la educación cooperativa como elemento necesario para acompañar los procesos de desarrollo cooperativo encuadrados dentro de premisas concretas afines con los postulados de un servicio solidario.

Convencidos que el cooperativismo debía cumplir con una función transformadora en la manera de pensar de la sociedad, al incorporar el acto solidario dentro de un andamiaje colectivo influenciado por el origen individual de sus integrantes, debía de tratar de encarrilarlo aceptando y respetando la diversidad plural de los intervinientes en lo que llamaríamos la sociedad cooperativa, teniendo en cuenta las distintas lecturas que se pueden hacer de la realidad de las corrientes que se expresan en el espectro cooperativo, sin pretender uniformarlos.

Justo es de entender cuando hablamos de educación que esta debe ser la prioridad de un país que necesita desarrollarse como Nación y por lo tanto debe ser responsabilidad del Estado contribuir a su implantación desde lo público, admitiendo la participación de otros sectores en las distintas especificidades que componen el entretejido social y económico.

jueves, 1 de octubre de 2009

Homenaje a un ilustre cooperativista

Dentro de muy pocos días, el 3 de octubre, habrá de cumplirse un lustro de la desaparición de quien fuera uno de los mas destacados dirigentes del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos: Floreal Gorini.

Es por eso que no podíamos estar ausentes desde la columna de Sentido Solidario para rendirle el justiciero homenaje recordatorio a quien fuera el más claro ideólogo de un largo periodo de tiempo en la vida del Instituto Movilizador.

Pero es nuestro deber tener presente que este acto evocativo, es solo una fecha, porque la presencia de quien hablamos está vigente de manera permanente en el sentir de un amplio sector de cooperadores, y nos afirma más en el convencimiento de lo que fue su trayectoria en su paso por la vida, elemento digno de imitar por la presente y futuras generaciones.

Traemos a la memoria, decimos, la figura de un dirigente que entendió que respetando los principios y trabajando con convencimiento se puede avanzar a pesar de las adversidades que se deban afrontar.

De la misma manera que con ladrillo tras ladrillo se levanta una casa, con idea tras idea supo delinear un pensamiento, que edificó la importancia que este conlleva en la construcción de la coherencia humana y política, que constituye el ejemplo en el modo de vivir de las personas, y eso trasunta al valor que tiene el significado de vivir como se piensa.

La importancia radica cuando ese pensamiento no solo se utiliza para transitar la vida, sino se convierte en herramienta fundamental y faro, para guiar y transmitir hacia el imaginario colectivo, lineamientos con alto contenido humanitario en beneficio de la sociedad en su conjunto.

Los mismos principios que marcaron la integridad de su conducta llevaban implícito un pensamiento hecho carne que supo definir, con claridad y seriedad cual debía ser la salida para resolver situaciones, teniendo siempre presente aquello de que el fin no justifica los medios.

Desde ese entonces el itinerario de su vida fue marcado en un solo sentido, la defensa de los intereses de sus iguales, por eso no tuvo términos medios, siempre sus consignas, su actitud y su trabajo, estuvieron encaminados con un único objetivo, el bien común de los que menos tienen.

De esa larga etapa podemos rescatar buceando en sus escritos, si sabemos leerlos, párrafos enteros de distintas épocas con un solo hilo conductor, su preocupación por los demás y el bienestar del hombre, teniendo en cuenta el devenir del futuro y sus implicancias sobre la humanidad.

Su destino diríamos, nació prácticamente junto a los trabajadores y se profundiza en las múltiples ocupaciones que desarrolló, conduciendo un colectivo, fabricando sombreros o como bancario, y las llevo a cabo siempre intentando representar los intereses de su clase sin concesiones.

Esa vocación de servicio lo llevaría a incorporarse al movimiento cooperativo de crédito que estaba emergiendo, precisamente cuando comenzaba a manifestarse que faltaba el financiamiento a través del crédito en el campo popular para su desarrollo, y el IMFC iniciaba la inmensa tarea de construir un sistema financiero alternativo, que sirviera a los sectores populares.

Su experiencia sindical y política junto a una camada de importantes é inolvidables cuadros sociales y políticos, alimentaron desde el inicio, la faceta diferencial que debía interpretar ese cooperativismo desde el Instituto Movilizador, tal es así que en esos primeros años se comenzaba a perfilar lo que Gorini denominaría mas adelante, como una corriente especifica y por lo tanto distinta del cooperativismo, que el no dudaba de asociarla al objetivo socialista de construcción social, sosteniendo que la movilización y la participación popular consciente por una nueva sociedad, eran factores fundamentales para definir el curso transformador de la cooperación.

Para quienes fuimos sus discípulos siempre tuvo a mano la palabra justa, el consejo, una clase didáctica mas, transmitiéndonos el enorme caudal de conocimientos que acumuló en su larga y fecunda militancia en distintos movimientos, ya fueran estos gremiales, sociales o en su quehacer político siempre tenido en cuenta.

El mejor homenaje que le podemos rendir a Floreal es transcribir un párrafo de un discurso en un acto por el Día Internacional de la Cooperación que pinta de cuerpo entero su manera de pensar.

“Por eso la cooperación se plantea junto al trabajo y a la educación como una tarea constante, permanente, regular. Porque solo la cultura elevará al hombre, y el hombre hará transformar el trabajo y llegará a hacer que la máquina trabaje por él, y que lo suplante en aquellas tareas más brutales, inhumanas y pesadas”.

Aquí debemos detenernos todos un instante para preguntarnos: ¿Cuánto de filosofía y de humanismo tiene este razonamiento fundado en solo cuatro palabras: Hombre – Cultura - Educación –Transformación -. Cuatro palabras que fueron el paradigma del pensamiento de Floreal Gorini en su vida.

Segundo Camuratti

De qué cooperativismo hablamos - Parte final

Por lo tanto el factor colectivo de la cooperación como motor de desarrollo en distintas actividades, puede enriquecer y fortalecer no solo la producción de los hechos sino que colabora en la tarea de integración necesaria entre lo económico y lo social a que aspira el ser humano para progresar solidariamente en todos los niveles, constituyéndose por su calidad en el conglomerado humano gestor de la autentica unidad en la diversidad.

No deja de ser encomiable que las cooperativas hayan construido un sistema económico que aún funcionando sin fines de lucro en una economía de mercado, representan además un modelo que por su práctica democrática no sólo en la conducción empresarial, sino en la distribución de la riqueza, ha demostrado que con apoyo social puede fortalecer a los sectores pequeños y medianos de la producción y los servicios.

Estamos transitando una etapa complicada, de oportunidades y amenazas al mismo tiempo que nos habilita y nos exige a que cumplamos nuestro rol activamente, como cooperativistas, para que el sector no sea utilizado por algunos como una herramienta de explotación o evasión, o al mismo tiempo, que otros lo usen para amortiguar el conflicto social desvirtuando la autogestión autentica y la genuina cooperación.

La puesta en valor de las bondades de la cooperación en sus variados aspectos no puede resolver todo por sí, porque las cooperativas sufren la influencia de la presión económica y cultural del entorno capitalista; sabido es que las cooperativas tienen que funcionar en un marco normativo desfavorable, al no ser objeto de tratamientos específicos en materia legislativa y tributaria además de tener que soportar la carencia de políticas de fomento, por lo tanto, se hace difícil desarrollar entidades de economía social con legislaciones, reglamentos y normativas que no las ubican ni las tienen en cuenta como tales.

Justo es reconocer que mayoritariamente el cooperativismo es sano, es honesto y buen administrador, pero también intuimos que de seguir así las cosas, no reconocido ni entendido en la función que desarrolla, pausadamente va a ir abandonando la necesidad de hacer de este un instrumento de liberación y transformación social desvirtuando la esencia de la corriente que la auspicia.

Las cooperativas no van a poder realizar su contribución a la transformación social y a superar la crisis que padece nuestro país, si sólo se limita a ejercer resistencia frente a los vaivenes cada vez más pronunciados a que la lleva el sistema vigente.

Sin embargo han podido demostrar porque está comprobado en los hechos, que el cooperativismo ha aportado su esfuerzo por encontrar soluciones reales a los problemas de pobreza y exclusión social, como alternativa de democracia económica, de diálogo y de impulsor activo en el proceso de paz.

En la intención de trabajar para bien de la sociedad sus dirigentes deben incentivar la concientización de los cooperadores, en la sana razón de que las cooperativas son instrumentos de transformación, llevando su accionar junto con otros movimientos sociales, de trabajadores, de derechos humanos, de pequeños empresarios, de estudiantes, de desocupados, de marginados y también de la cultura para que juntos reivindiquen la necesidad de transformar el injusto sistema capitalista.

El efecto de la globalización en un mundo que está en permanente transformación y cambio, determina la necesidad de ubicar los valores esenciales teóricos de cada doctrina en el contexto correspondiente a cada período histórico para cumplir con su misión, por ese motivo el factor subjetivo de la membresía cooperativa debe avanzar en la implantación de la educación del sector como tarea prioritaria que contribuya a modificar la manera de pensar y actuar del imaginario colectivo de la sociedad, para que se produzcan los cambios necesarios que nos lleven a un modelo de país mas solidario.

Se requiere crear un nuevo paradigma donde se privilegie al ser humano, -la medida de todas las cosas- y no al capital.

“En tiempos donde se hace necesaria la unidad de todos los argentinos, trabajando hoy mas que nunca por el bien común, sería fundamental para evitar la fragmentación de la sociedad y dotar de contenido social a todas las situaciones que se presenten, que al cooperativismo se le permita ocupar el lugar que le corresponde para que pueda contribuir, mediante su opinión y sus valores y principios que son ejemplo de respeto, tolerancia y genuino ejercicio de la democracia participativa”.

Segundo Camuratti