viernes, 25 de noviembre de 2011

El valor de las palabras Sda. Parte

La importancia, o no, de las palabras debe encajar dentro del respectivo espacio que al contemplar la misma se corresponda con lo que queremos expresar, el porque y para qué.

Otra de las acepciones a tener en cuenta, es cuando se habla del bien común, y sobre la ambivalencia que puede provocar porque permite encuadrase de manera distinta su significado dentro del vocabulario sobre lo individual a lo colectivo, si no se lo determina o entiende que espacio ocupa en la escala de valores que se quiere asignarle.

El individualismo jamás va a aceptar el bien común porque el bien es solo suyo, en tanto el cooperador lo va a reconocer en todas las instancias desde lo colectivo: desde la propiedad intrínseca que integra el valor de los aportes que conforman una cooperativa hasta la acción desarrollada para administrarla; aunque parezcan en la expresión bien común no es lo mismo la propiedad que el beneficio.

Por lo tanto se debe tener claro, en una cooperativa cuando se habla de su activo el bien es propiedad común de la membresía y el bien común es el beneficio que recibe el conjunto, por eso decimos que el bien común como acepción genérica es ambivalente si no está adjetivada.

No se trata de hilar fino para obscurecer el agua cristalina, sino de aclarar los términos para que se entienda a que se quiere referir lo que se expresa; para que no se tergiverse la oración en la redacción escrita o en la versión parlante.

Si logramos encarrilar los mensajes que emanan del discurso cooperativo para ejemplificar las cosas el sector será más entendido y por lo tanto llegará mas lejos sin ser criticado.

La cooperativa genera para su actividad, a través de su membresía, un capital social que es una propiedad colectiva, mayor o menor de acuerdo a la rama en que actúe, pero su actividad genera un bien que disfrutan equitativamente todos quienes la integran con independencia del aporte personal que cada uno hizo, pero señala en su individualidad subjetiva también el avance colectivo cuando determina en un socio un voto para asegurar una dirección colectiva equitativa en la conjunción comparativa de sus estatutos.

No se trata en la circunstancia de ser semántico pero si es necesario que se defina claramente lo que se quiere decir cuando se escribe, en o sobre, el movimiento cooperativo para no deformar las ideas acompañando el sentido exacto de las palabras al no entorpecer la lectura y la malas interpretaciones de los textos para aquellos que aun no han transitado por acción u omisión el camino colectivo de la cooperación.

Segundo Camuratti

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Sentido común

Se escribe o se dice sentido común como una definición hegemónica del pensamiento humano del colectivo, cosa que si se piensa y se analiza permite llegar a la conclusión de que cuando se enuncian esas dos palabras se disfraza, o si se quiere es una falacia que conlleva una tremenda contradicción en la expresión y el efecto.

Un individuo que vive en los ámbitos tan diversos de la sociedad va condicionando, quiérase o no, su razonamiento, y si no se adapta por lo menos se adecua al entorno que lo circunscribe, y forma su propia manera de pensar y de expresarse y porque no actuar, desde la escuela en primera instancia y en segunda desde los vaivenes económicos y sociales con que lo presiona la sociedad.

Por lo tanto cada cual adquiere su propia idiosincrasia que puede diferir en mucho del ídem de los demás, por eso se debe definir que es el sentido común generalizado en el decir como si fuese un dogma analítico que agrupa el pensamiento humano.

Podemos decir con fundamentos cuando se lo pronuncia al diversificar que es una antinomia: ¿puede tener el mismo sentido común aquel que vive en una villa de emergencia que el que mora en un barrio privado?, jamás.

Estas cosas dichas así nos llevan a deformar la realidad igualando con el rasero a la humanidad como si fuese desde un paraninfo, ocultando las miserias de un mundo desigual, por eso hay que tenerlas en cuenta.

Un mundo desigual donde albergan todos: los que tienen riquezas y los desposeídos que no tienen nada y el verbo que tratando de ser común para darle más valor a lo dicho, cosifica desde lo vulgar a lo serio, los iguala en la manera de pensar y de sentir y esto debe cambiarse, la realidad debe expresarse tal como es, no igualándola con el rasero.

Aquellos que llegan a la cooperación no lo hacen a través del sentido común porque van buscando otros parámetros y argumentos que no son universales porque están enrolados dentro de los que anhelan cambiar la realidad partiendo de la base de modificar primero su propia realidad.

Adquieren la entidad necesaria habilitando que su salida nunca puede ser individual, porque esto solo no alcanza, por lo tanto parte en la búsqueda del encuentro colectivo que permita agrupar fuerzas para enfrentar la decisión que lo lleve a cumplir su deseo, vivir mejor.

Ese paso es el inicio del proceso que lo lleve a la instancia superior de modificar la realidad que lo oprime y no se corresponde con ningún sentido común de un sistema que lo maltrata pretendiendo expulsarlo de sus entrañas.

Por eso el avance de la cooperación tiene una base de sustento poblacional distinta que ya parte de un concepto; tentar al sistema para incorporarse no solo a el, sino a integrarse, sí a integrarse, a la sociedad por un camino alternativo para llegar a la inclusión a través del trabajo, partiendo muchas veces solo desde la nada para hacer de eso el valor fundamental del razonamiento conjunto con otros seres, que igual que el, buscan resolver problemas que acucien su supervivencia.

Segundo Camuratti

sábado, 5 de noviembre de 2011

El valor de las palabras Pra. Parte

Aunque parezca superfluo muchas palabras no adquieren el valor absoluto cuando se las dice o se las escribe si no están acompañadas del adjetivo que determine hasta donde llega su influencia.

La palabra democracia es una de ellas porque se la incorpora en el léxico y se la toma como el súmmum de una acepción totalizadora del significado que se pretende darle.

Cuando en función de gobierno se incorpora la palabra democracia se da por sobre entendido que se aplica como referente máximo del reaseguro que tiene el individuo para el goce pleno de los derechos.

Y esto no es así, porque debería estar acompañada del adjetivo que le marque donde comienza y termina su función para que se entienda lo que quiere decir.

Porque si no solo define una doctrina política a favor del sistema de gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía mediante la elección libre de sus dirigentes.

Luego estos dirigentes en nombre de esa democracia son los que gobiernan y el pueblo es solo espectador pasivo de lo que ellos hacen.

No pretendemos hacer juego de palabras pero si demostrar el valor que se le adjudica a la palabra, que incorporada, no dice claramente lo que representa; no es el súmmum de la garantía universal, solo una parte.

Democracia es una cosa cuando va adjetivada por representativa, otra por republicana, o participativa o distributiva; ese arco lingüístico tiene que unirse para darle el contenido y la garantía que debería tener el individuo cuando se la expresa en función de actos de gobierno con vigencia plena para asegurar beneficios al individuo.

En cambio otras palabras llenan ese arco que decíamos anteriormente porque son totalizadoras en cuanto a la función que cumplen

Una de ellas es la palabra cooperación y sobre ella queremos explayarnos para demostrar la incidencia que tiene cuando se la pronuncia y se la ejerce.

La cooperación representa en si un factor incluyente que lleva inmerso el esfuerzo propio y la ayuda mutua en cualquier cosa que se instale en el imaginario colectivo para mejorar la vida de las personas, cerrando el capitulo para lograr el goce del individuo contribuyendo a resolver los cuatros adjetivos; republicana, participativa, distributiva y además representativa porque incorpora el elemento fundamental cuando admite la unidad en la diversidad superponiendo el verbo convivir por sobre el valor político.

Cuando se habla de cooperación se instala el alo que cierra la acepción indicativa que abarca todo, el uno y lo otro, como expresión máxima de la tolerancia al interpretar el conjunto de valores que contribuye a solucionar las necesidades que llevan implícito al goce del individuo en un distinto modelo que al ser compartido contribuye a armonizar la vida

Por lo tanto cuando se instala la palabra cooperación es el indicativo claro de que se puede lograr alcanzar todo lo que se propone sin tener que adjetivarla, adquiriendo así un valor absoluto.

Segundo Camuratti