domingo, 27 de diciembre de 2009

Cooperativismo y política

En el transcurso de las distintas etapas que le tocó asumir en el país al cooperativismo durante el siglo pasado, debió soportar el acoso y la denuncia de que las cooperativas hacían política de parte de los sectores del privilegio, que nunca pudieron asumirlo a pesar de sus virtudes.

Fue precisamente el cooperativismo de créditos quien en mayor medida irritó los ánimos de esos actores, porque supo encausar sus necesidades en las reivindicaciones y la defensa de un sector social que habría perspectivas concretas, sobre la capacidad que el hombre común tiene para acompañar y dirigir los procesos populares.

No cabía ninguna duda que este desafío hería los intereses de los grupos económicos é ideológicos, que habían hecho del manejo del dinero y su incidencia en la economía un instrumento propio y exclusivo para regular a su antojo el bienestar de grupos sociales que ahora entraban a disputar sus intereses.

El arma que pretendieron utilizar fue la misma que siempre les servía para combatir a aquellos que cuestionaron su primacía: el ataque artero, no sobre el centro de la cuestión, sino recurriendo al atajo que creían sería el mas vulnerable, el factor político, logrando instalar incluso dentro del mismo estamento cooperativo, resabios de sentimientos adversos a admitir que las cooperativas al funcionar generaban políticas.

Lo que sucedía no era casual, de la misma manera que no lo fueron las dos dictaduras que subvirtieron el orden institucional del país durante muchos años, porque si hilamos fino nos vamos a encontrar que representaban a los mismos intereses.

Pero allí fallaron, toda actividad económica, social y porqué no cultural tiene un costado político, quien lo niegue miente tratando de confundir la opinión pública precisamente con argumentos que también de por si poseen una alta dosis de política en defensa de intereses particulares.

El tiempo como testigo se encargó de demostrar con claridad el fin perseguido por quienes atacaron en distintas etapas al cooperativismo de créditos: en algo tenían razón cuando lo decían, el problema sí era político, el quid de la cuestión pasaba por tratar de impedir que sectores populares organizados en cooperativas fuesen los encargados de orientar el destino y una buena parte de los fondos generados por el ahorro nacional administrándolo en función del crédito, y cual debería ser el sector social que habría de recibir ese aporte.

En 1995 la Alianza Cooperativa Internacional modifica el 5º articulo de los principios cooperativos y plantea en el artículo 4º la “Independencia política”, que a pesar del tiempo transcurrido no vulnera el criterio anterior sobre lo que en su momento fuera “Neutralidad política y religiosa”; la Alianza no dice no a la palabra “política” porque interpreta el significado justo de lo que quiere decir la misma, asumiendo la palabra en su forma global y no en su esencia local que podría devenir como partidismo, confundiendo a la opinión pública.

El tiempo no pasa en vano y en su transcurso, muchos acontecimientos han sucedido y se modificaron distintas conductas en el desempeño y el crecimiento del movimiento cooperativo para mejor en nuestro país, pero de la misma manera debemos lamentar que el agiornamento que se dio en muchos niveles, no haya alcanzado para trasladar el interés por el tema político y transferirlo como debería haberse hecho al sujeto, dirigente e integrante de la sociedad, por eso decimos que el motivo sigue vigente.

Justo es de entender, que la prédica constante de la condena hacia lo político en las entidades cooperativas por aquellos que quisieron encasillar a las cooperativas como entes amorfos e insulsos ausentes del sentir y las necesidades de la gente, (pretendiendo despojarla de su capacidad de acción y reflexión), dejara sus huellas en la buena fe del imaginario colectivo de los cooperadores; de allí que nos encontremos que en los órganos de gobierno formadores de leyes, los dirigentes cooperativos prácticamente sean muy pocos y por lo tanto brillan por su ausencia, y eso incide cuando se tratan en el parlamento leyes necesarias para el movimiento o aquellas que afectan al sector cooperativo, costando mucho tiempo y esfuerzo el aprobarlas o removerlas.

Es por eso que hoy aún nos preguntamos hasta donde deben mantenerse alejados en la actualidad del quehacer político propiamente dicho los dirigentes cooperativistas.

Si tenemos en cuenta que en sociedades como la nuestra, en que la política en función de gobierno constituye el elemento de dirección de la actividad nacional, cuando en la acción política se resuelven las prioridades nacionales tales como las orientaciones del desarrollo y las formas y montos de la distribución de la riqueza nacional a través de los presupuestos, se defiende o se entrega la soberanía y en definitiva se generan las leyes que en última instancia constituyen las reglas para el juego social, es simplemente absurdo que los dirigentes cooperativistas como sujetos sociales, se marginen de la participación política, demostrando una aparente indiferencia que lo único que consigue es que sectores que no ven con buenos ojos al cooperativismo, o aquellos definidos como anticooperativos abarquen más terreno y ganen mejores posiciones.

Entendemos que para bien del movimiento cooperativo y, en esta instancia, sería lógico y necesario en las actuales circunstancias, que esos dirigentes con libertad de conciencia, se enrolen en partidos cuyos programas sean afines a los postulados cooperativos y militen en ellos, y si logran ser propuestos como candidatos y son electos, actúen sin temor levantando bien alta la bandera del hecho político institucional y el significado que este tiene dentro del esquema solidario del acto cooperativo.

Sería anacrónico el pensar con mentalidad colonial en pleno siglo XXl, que ese dirigente cooperativo, hoy integrante del Consejo de Administración de una cooperativa, deba perder el legítimo derecho que como ciudadano le corresponde, de actuar con su presencia y sus ideas políticas.

Segundo Camuratti

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Tiempos de confusión: ¿cooperativismo o qué?

Estamos transitando tiempos complicados por oportunidades y amenazas que a la vez nos habilitan y nos exigen cumplir nuestro rol activamente como cooperativistas, para que este sector de la economía social no sea utilizado por algunos como una herramienta de explotación o evasión, o al mismo tiempo, que otros lo usen para amortiguar el conflicto social desvirtuando la autogestión autentica y la genuina cooperación.

Estamos transitando como lo dice el epígrafe, momentos complicados en actividades hoy instrumentadas que se enmarcan dentro del sistema cooperativo que no llevan a otra cosa que abrir la discusión de si lo que se hace pertenece y se corresponde con la identidad de la entidad cooperativa.

Por lo tanto no vamos a obviar el desafío aportando nuestro humilde punto de vista sobre el particular: si nos atenemos a lo que define la Alianza Cooperativa Internacional respecto del significado de la organización cooperativa cuando dice; una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada, clasificándola además como entidad de servicio sin fines de lucro, definiciones con las cuales coincidimos y estamos totalmente de acuerdo.

Esto es digno de tener en cuenta precisamente cuando aparece en el contexto económico y social del país alternativas puestas en práctica por el Ministerio de Desarrollo Social del país auspiciando el proyecto “Argentina Trabaja” para incorporar al trabajo a 100.000 trabajadores.

Aquí tenemos que dejar en claro que aplaudimos este acontecimiento porque todo aquello que se realice desde el Estado para mejorar la situación de sectores sociales en la actividad del trabajo merece el reconocimiento de la sociedad en su conjunto.

Pero con lo que no coincidimos es como aparece, desdibujando los hechos y generando confusión la figura cooperativa en la organización de los núcleos de trabajo que habrán de tomar a su cargo las tareas a encarar por los mismos, que no se condice en su accionar con el armado y el funcionamiento de la estructura cooperativa tal cual sosteníamos en el comienzo de este trabajo.

No creemos que se hayan producido desvíos en el desarrollo del proyecto porque dentro de la órbita del Ministerio de Desarrollo Social actúa el Organismo que vela por el quehacer cooperativo y mutual, el INAES,- Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social- Presidido por el Doctor Patricio Griffin que conoce e interpreta, entendemos concientemente, lo que es y significa este sector en la actividad económica-social en la vida del país, pero algo sucedió para que el hecho se de así.

Como entendemos que la actividad a desarrollarse en el Plan “Argentina Trabaja” merecía, para afianzarlo dentro de la sociedad, y en beneficio de generar nuevos puestos de trabajo incorporando mas fuerza laboral en la economía del país, darle un carácter asociativo especifico y propio a través de un estatuto o reglamento que lo ubicase plenamente, de echo y de derecho, dentro de esta nueva construcción que lleva adelante el Estado para mejorar el sistema de vida de un sector laboral importante.

Estamos transitando por efectos de la crisis una etapa complicada de la vida del mundo, y por sentirnos dentro de él llegan los coletazos a nuestro país por los remezones que se producen, por lo tanto debemos ser concientes y cuidarnos de que no podemos agregar más confusión que desnaturalice el entendimiento que debe reinar en toda sociedad que se precie como tal, haciéndole perder tiempo precioso en discusiones que demoren la construcción de un país que sirva y beneficie a todos los argentinos.

Segundo Camuratti

domingo, 29 de noviembre de 2009

El cooperativista no nace, se hace. 3ra. Parte

En distintos momentos de la historia la carencia de factores sustentables generados por los sistemas vigentes, especialmente los económicos, obligó al individuo a buscar caminos diferentes para hacerlo. Uno de ellos fue organizarse utilizando el derecho de asociarse con fines útiles como alternativa válida para resolver esos problemas.

Por ese motivo la integración de las personas se dio con un fin específico: constituirse en miembro de un grupo humano con la intención, en la mayoría de veces, para mejorar sus condiciones de vida ó resolver sus otras necesidades a través de una asociación colectiva; la cooperativa, adquiriendo allí la calidad de participante de una entidad, no de cooperativista.

Pero la instalación conveniente de esos proyectos no pueden realizarse exclusivamente con buenas intenciones, deseos ó el acuciamiento de la necesidad; para que ciertamente funcione la entidad cooperativa se necesita organizarla dentro de los cánones fijados por la sociedad como emprendimiento sostenible de origen social. Para lograrlo hacía falta conocimientos y eso solo abría de conseguirse invirtiendo la ecuación a través de la formación propia del individuo orientándolo con el fin específico, incorporando la educación cooperativa.

Esta lo llevó a ir asumiendo en los principios cooperativos la experiencia para pensar y actuar colectivamente, evaluando sus acciones y asociándolas en sintonía al marco incuestionable que fijan esos preceptos; al hacerse cargo de estos conocimientos puede decirse que ese componente de la entidad cooperativa recién comienza a adquirir la formación necesaria para llegar a convertirse en un cooperativista; por eso decimos “que no nace, se hace”.

La reformulación de los principios cooperativos dados en el Congreso Centenario de la Alianza Cooperativa Internacional realizado en Manchester en el año 1995 amplía su acepción, adecuando los mismos a una concepción más subjetiva de las necesidades de los cooperadores, haciendo centro en las exigencias del individuo y la sociedad en el contexto del mundo actual.

1) Libre membresía; 2) Democracia cooperativa -un hombre, un voto-; 3) Participación económica de todos los asociados y justicia distributiva; 4) Autonomía e independencia de toda ingerencia política; 5) Educación, información y capacitación; 6) Integración de la cooperación entre cooperativas y; 7) Compromiso e interés con la comunidad.

Podríamos decir que el marco conceptual de estos nuevos principios rompe con el paradigma individualista del mundo moderno porque hace centro con todos sus efectos, tanto en el asociado como en la sociedad, llevando una nueva manera de actuar al campo colectivo de la cooperación.

Adoptar este pensamiento modifica el aspecto cultural del individuo inculcando en él, con más razón que nunca, el sentir solidario del acto cooperativo contribuyendo con ello a convertirlo en una expresión distinta del vínculo de la empresa con el sector social.

Hasta ahora hablamos de la incidencia de la educación en el asociado de una entidad cooperativa para que cumpla su función de adherente a un sistema sin fines de lucro en el papel de obtener los diversos servicios que esta preste; pero las cooperativas en su organización constitutiva tienen un estatuto y de acuerdo a ellos deben ser regidas por un consejo de administración salido de las filas de los asociados, que tienen que cumplir en la práctica con la administración de la entidad, colectivamente, en la función para lo cual se los designen y por lo tanto serán los encargados de la gestión de la misma.

Esos consejeros habrán de capacitarse para cumplir su gestión y para su formación, si es que no la tienen, es muy probable que necesiten adquirir conocimientos administrativos propios de la empresa a asumir que deben estar en consonancia con la esencia de la propiedad cooperativa; es dable admitir que esa capacitación debe provenir indefectiblemente a través de la educación cooperativa orientada con esos fines.

Segundo Camuratti (Continuará)

lunes, 16 de noviembre de 2009

El cooperativista no nace, se hace. 2da Parte

Mencionamos anteriormente las distintas corrientes y el criterio ideológico heterogéneo que la mayoría de estas tienen dentro del universo cooperativo, por lo tanto no habremos de identificarlas como entes de pensamiento uniforme, y que si bien todas son respetables no pueden amalgamar un encuadramiento único.

Por otra parte sería un error pretender en un mundo unipolar hoy, que la diversidad de la educación cooperativa construya un andamiaje que trascienda el objeto social de la corriente que la impulsa adoptando esquemas sistemáticos.

En tanto el movimiento cooperativo continúe tal cual funciona actualmente predicando la integración y esta sea solo informal, lo primero y preferible que se puede aplicar para difundirla es una educación cooperativa que conlleve en la práctica, como hecho ineludible e inexcusable, los principios rectores que le dieron vida a la cooperación en su origen.

Lo secundario pero que no le va en zaga por la importancia que tiene, es el rol que debieran asumir en el quehacer político sus dirigentes por lo complementario que esto significa; pero este es un tema del que nos ocuparemos más adelante.

La esencia del problema educativo transita por andariveles internos y externos de la identidad cooperativa, partiendo desde la base del sector social y terminando dentro del sector público.

Desde lo interno corresponde considerar la ventaja, si bien es repetitivo el mensaje, de lo que significa obrar en conjunto por la propia voluntad de los interesados ayudándose los unos a los otros, es decir cooperando para obtener mejores resultados por el accionar colectivo, que a través del esfuerzo individual.

Para poder introducir la idea de actuar así en la gente, ésta debe saber porque tiene que cooperar y como hacerlo adecuadamente; es aquí donde debe aparecer la ecuación de la educación cooperativa y por lo tanto, este es el principio sustancial y requisito fundamental para aplicarla.

Aunque pueda aparecer como elemento preconcebido y natural, en la práctica no está demostrado de manera evidente que esto, por entenderse cosa común se de así en todas partes.

Aquí debemos considerar los distintos enfoques que se dan dentro del movimiento cooperativo sobre como debería desarrollarse la educación cooperativa teniendo en cuenta el como y el porque en los factores orientativos de la línea programática que asume la función de la entidad cooperativa, y si ella es la que se corresponde.

Hemos sostenido con argumentos precisos el doble carácter que debe asumir la identidad de la cooperativa, ser una “empresa eficiente con contenido social” explicando con esto el cómo y el porqué; lo decimos con claridad para que se entienda que la educación cooperativa debe ser sostenida apuntalando esta concepción con equidad y sin desvíos.

Pueden existir y esta probado que así sea, el motivo de producir en distintas circunstancias una afectación en la enseñanza de la educación cooperativa valorando excesivamente al como sin preocuparse del porqué.

Es decir, el espíritu de la enseñanza se concentra principalmente en el concepto administrativo de la empresa cooperativa en lo técnico y económico ha modo de objeto principal, (el “como”) dejando de lado el educar de manera eficiente el sentido real del movimiento cooperativo como instrumento de transformación de la manera de pensar del sujeto que la integra para mejorar su condición de vida, (el “porqué”).

Esta manera de encarar la educación promueve un desacople específico y perfecto en la ignorancia del doble carácter con que definimos el funcionamiento de la entidad cooperativa, “empresa eficiente con contenido social”.
(Continuará)

lunes, 19 de octubre de 2009

El cooperativista no nace, se hace. 1ra Parte

Es muy común desde el decir popular sobre la vocación exhibida por personas, “nació para ser tal o cual cosa”, apuesta remanida para calificar la actitud de aquellos que consiguieron instalarse en el candelero de los éxitos al cumplir con determinada función.

Pero en el examen que se puede hacer de la historia arrancando de muy lejos en el tiempo, la realidad nos marca concretamente que la cooperación nació de muchos factores como una concepción para cambiar el sistema de vida resolviendo necesidades de sectores importantes de la sociedad.

Desde el socialismo utópico al día de hoy, pasando a través de Owen, Saint Simón, Fourier y la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale, el camino recorrido por el cooperativismo en nuestro país y todo lo transcurrido con posibilidades ciertas de aplicación y funcionamiento, se dieron en aras de proyectos devenidos para resolver necesidades propias de sectores importantes a través de organismos colectivos y desarrollados en la medida que la intención y la experiencia recogida en el hacer, (trasmitida muchas veces de generación en generación) fuese marcando el camino a seguir.

En el transcurso de los acontecimientos se establecieron normas que luego transformadas y fijadas como principios decían lo que se debía hacer y como se podrían llevar a cabo, y las instrumentaron para que cumplieran esos fines sin trasgredir los códigos propios que le imprimían los forjadores de las iniciativas.

Se fue generando sin habérselo propuesto originariamente quienes lo impulsaban, un sistema alternativo de economía solidaria enfrentada a la economía individual del mercado lucrativo subyacente, que marcó por su trascendencia ganar espacio dentro de las comunidades.

Es cierto y debemos tenerlo en cuenta que todo lo sucedido no fue casual, hubo ideas concretas de lo que se quería hacer.

En concurrencia, pudieron establecer definitivamente esas ideas que las necesidades no pasaban solo por resolver las penurias del individuo como tal, sino que el sistema tenía otras carencias; estas eran poder incorporar a pleno al individuo socio de una cooperativa que por sí actuaba como agente pasivo, al círculo del accionar colectivo transformándolo en actor activo del proceso cooperativo.

Para ello no existía un instrumento superior que la educación, teniendo presente que la educación era el soporte indispensable para sustituir la ecuación del conocimiento practico a través de lo didáctico referido a la esencia de la cooperación; allí comienza a emerger la educación cooperativa como elemento necesario para acompañar los procesos de desarrollo cooperativo encuadrados dentro de premisas concretas afines con los postulados de un servicio solidario.

Convencidos que el cooperativismo debía cumplir con una función transformadora en la manera de pensar de la sociedad, al incorporar el acto solidario dentro de un andamiaje colectivo influenciado por el origen individual de sus integrantes, debía de tratar de encarrilarlo aceptando y respetando la diversidad plural de los intervinientes en lo que llamaríamos la sociedad cooperativa, teniendo en cuenta las distintas lecturas que se pueden hacer de la realidad de las corrientes que se expresan en el espectro cooperativo, sin pretender uniformarlos.

Justo es de entender cuando hablamos de educación que esta debe ser la prioridad de un país que necesita desarrollarse como Nación y por lo tanto debe ser responsabilidad del Estado contribuir a su implantación desde lo público, admitiendo la participación de otros sectores en las distintas especificidades que componen el entretejido social y económico.

jueves, 1 de octubre de 2009

Homenaje a un ilustre cooperativista

Dentro de muy pocos días, el 3 de octubre, habrá de cumplirse un lustro de la desaparición de quien fuera uno de los mas destacados dirigentes del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos: Floreal Gorini.

Es por eso que no podíamos estar ausentes desde la columna de Sentido Solidario para rendirle el justiciero homenaje recordatorio a quien fuera el más claro ideólogo de un largo periodo de tiempo en la vida del Instituto Movilizador.

Pero es nuestro deber tener presente que este acto evocativo, es solo una fecha, porque la presencia de quien hablamos está vigente de manera permanente en el sentir de un amplio sector de cooperadores, y nos afirma más en el convencimiento de lo que fue su trayectoria en su paso por la vida, elemento digno de imitar por la presente y futuras generaciones.

Traemos a la memoria, decimos, la figura de un dirigente que entendió que respetando los principios y trabajando con convencimiento se puede avanzar a pesar de las adversidades que se deban afrontar.

De la misma manera que con ladrillo tras ladrillo se levanta una casa, con idea tras idea supo delinear un pensamiento, que edificó la importancia que este conlleva en la construcción de la coherencia humana y política, que constituye el ejemplo en el modo de vivir de las personas, y eso trasunta al valor que tiene el significado de vivir como se piensa.

La importancia radica cuando ese pensamiento no solo se utiliza para transitar la vida, sino se convierte en herramienta fundamental y faro, para guiar y transmitir hacia el imaginario colectivo, lineamientos con alto contenido humanitario en beneficio de la sociedad en su conjunto.

Los mismos principios que marcaron la integridad de su conducta llevaban implícito un pensamiento hecho carne que supo definir, con claridad y seriedad cual debía ser la salida para resolver situaciones, teniendo siempre presente aquello de que el fin no justifica los medios.

Desde ese entonces el itinerario de su vida fue marcado en un solo sentido, la defensa de los intereses de sus iguales, por eso no tuvo términos medios, siempre sus consignas, su actitud y su trabajo, estuvieron encaminados con un único objetivo, el bien común de los que menos tienen.

De esa larga etapa podemos rescatar buceando en sus escritos, si sabemos leerlos, párrafos enteros de distintas épocas con un solo hilo conductor, su preocupación por los demás y el bienestar del hombre, teniendo en cuenta el devenir del futuro y sus implicancias sobre la humanidad.

Su destino diríamos, nació prácticamente junto a los trabajadores y se profundiza en las múltiples ocupaciones que desarrolló, conduciendo un colectivo, fabricando sombreros o como bancario, y las llevo a cabo siempre intentando representar los intereses de su clase sin concesiones.

Esa vocación de servicio lo llevaría a incorporarse al movimiento cooperativo de crédito que estaba emergiendo, precisamente cuando comenzaba a manifestarse que faltaba el financiamiento a través del crédito en el campo popular para su desarrollo, y el IMFC iniciaba la inmensa tarea de construir un sistema financiero alternativo, que sirviera a los sectores populares.

Su experiencia sindical y política junto a una camada de importantes é inolvidables cuadros sociales y políticos, alimentaron desde el inicio, la faceta diferencial que debía interpretar ese cooperativismo desde el Instituto Movilizador, tal es así que en esos primeros años se comenzaba a perfilar lo que Gorini denominaría mas adelante, como una corriente especifica y por lo tanto distinta del cooperativismo, que el no dudaba de asociarla al objetivo socialista de construcción social, sosteniendo que la movilización y la participación popular consciente por una nueva sociedad, eran factores fundamentales para definir el curso transformador de la cooperación.

Para quienes fuimos sus discípulos siempre tuvo a mano la palabra justa, el consejo, una clase didáctica mas, transmitiéndonos el enorme caudal de conocimientos que acumuló en su larga y fecunda militancia en distintos movimientos, ya fueran estos gremiales, sociales o en su quehacer político siempre tenido en cuenta.

El mejor homenaje que le podemos rendir a Floreal es transcribir un párrafo de un discurso en un acto por el Día Internacional de la Cooperación que pinta de cuerpo entero su manera de pensar.

“Por eso la cooperación se plantea junto al trabajo y a la educación como una tarea constante, permanente, regular. Porque solo la cultura elevará al hombre, y el hombre hará transformar el trabajo y llegará a hacer que la máquina trabaje por él, y que lo suplante en aquellas tareas más brutales, inhumanas y pesadas”.

Aquí debemos detenernos todos un instante para preguntarnos: ¿Cuánto de filosofía y de humanismo tiene este razonamiento fundado en solo cuatro palabras: Hombre – Cultura - Educación –Transformación -. Cuatro palabras que fueron el paradigma del pensamiento de Floreal Gorini en su vida.

Segundo Camuratti

De qué cooperativismo hablamos - Parte final

Por lo tanto el factor colectivo de la cooperación como motor de desarrollo en distintas actividades, puede enriquecer y fortalecer no solo la producción de los hechos sino que colabora en la tarea de integración necesaria entre lo económico y lo social a que aspira el ser humano para progresar solidariamente en todos los niveles, constituyéndose por su calidad en el conglomerado humano gestor de la autentica unidad en la diversidad.

No deja de ser encomiable que las cooperativas hayan construido un sistema económico que aún funcionando sin fines de lucro en una economía de mercado, representan además un modelo que por su práctica democrática no sólo en la conducción empresarial, sino en la distribución de la riqueza, ha demostrado que con apoyo social puede fortalecer a los sectores pequeños y medianos de la producción y los servicios.

Estamos transitando una etapa complicada, de oportunidades y amenazas al mismo tiempo que nos habilita y nos exige a que cumplamos nuestro rol activamente, como cooperativistas, para que el sector no sea utilizado por algunos como una herramienta de explotación o evasión, o al mismo tiempo, que otros lo usen para amortiguar el conflicto social desvirtuando la autogestión autentica y la genuina cooperación.

La puesta en valor de las bondades de la cooperación en sus variados aspectos no puede resolver todo por sí, porque las cooperativas sufren la influencia de la presión económica y cultural del entorno capitalista; sabido es que las cooperativas tienen que funcionar en un marco normativo desfavorable, al no ser objeto de tratamientos específicos en materia legislativa y tributaria además de tener que soportar la carencia de políticas de fomento, por lo tanto, se hace difícil desarrollar entidades de economía social con legislaciones, reglamentos y normativas que no las ubican ni las tienen en cuenta como tales.

Justo es reconocer que mayoritariamente el cooperativismo es sano, es honesto y buen administrador, pero también intuimos que de seguir así las cosas, no reconocido ni entendido en la función que desarrolla, pausadamente va a ir abandonando la necesidad de hacer de este un instrumento de liberación y transformación social desvirtuando la esencia de la corriente que la auspicia.

Las cooperativas no van a poder realizar su contribución a la transformación social y a superar la crisis que padece nuestro país, si sólo se limita a ejercer resistencia frente a los vaivenes cada vez más pronunciados a que la lleva el sistema vigente.

Sin embargo han podido demostrar porque está comprobado en los hechos, que el cooperativismo ha aportado su esfuerzo por encontrar soluciones reales a los problemas de pobreza y exclusión social, como alternativa de democracia económica, de diálogo y de impulsor activo en el proceso de paz.

En la intención de trabajar para bien de la sociedad sus dirigentes deben incentivar la concientización de los cooperadores, en la sana razón de que las cooperativas son instrumentos de transformación, llevando su accionar junto con otros movimientos sociales, de trabajadores, de derechos humanos, de pequeños empresarios, de estudiantes, de desocupados, de marginados y también de la cultura para que juntos reivindiquen la necesidad de transformar el injusto sistema capitalista.

El efecto de la globalización en un mundo que está en permanente transformación y cambio, determina la necesidad de ubicar los valores esenciales teóricos de cada doctrina en el contexto correspondiente a cada período histórico para cumplir con su misión, por ese motivo el factor subjetivo de la membresía cooperativa debe avanzar en la implantación de la educación del sector como tarea prioritaria que contribuya a modificar la manera de pensar y actuar del imaginario colectivo de la sociedad, para que se produzcan los cambios necesarios que nos lleven a un modelo de país mas solidario.

Se requiere crear un nuevo paradigma donde se privilegie al ser humano, -la medida de todas las cosas- y no al capital.

“En tiempos donde se hace necesaria la unidad de todos los argentinos, trabajando hoy mas que nunca por el bien común, sería fundamental para evitar la fragmentación de la sociedad y dotar de contenido social a todas las situaciones que se presenten, que al cooperativismo se le permita ocupar el lugar que le corresponde para que pueda contribuir, mediante su opinión y sus valores y principios que son ejemplo de respeto, tolerancia y genuino ejercicio de la democracia participativa”.

Segundo Camuratti

lunes, 21 de septiembre de 2009

Homenaje póstumo

A través de los medios de comunicación hemos conocido hace pocas horas la infausta noticia del fallecimiento del Dr. Aarón Gleizer.

A la edad de 76 años desaparece una de las mentes más claras, precisas e idóneas que tenía el movimiento cooperativo de Argentina.

Estudioso al máximo de los conceptos colectivos del genuino cooperativismo, supo discernir en sus profundos análisis de la realidad el verdadero propósito del acto cooperativo, en la construcción de un sistema alternativo de economía, la social, identificada con la necesidad de importantes sectores de la sociedad para solucionar sus problemas por medio de la instancia solidaria.

En el pedestal de su obra oral y escrita supo mantener siempre, como guía y argumento, el significado de los valores y principios cooperativos defendidos con férrea concepción doctrinaria.

Quienes tuvimos la oportunidad de acompañarlo durante muchos años en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, siempre supimos que acudíamos en su persona al memorioso docente en la búsqueda de la orientación autentica como referente para encauzar nuestra tarea, en el convencimiento de que sus deducciones sobre el camino a transitar iban a ser las mas precisas y verdaderas a tener en cuenta.

Aquellos que tengan la voluntad y la posibilidad de investigar su excelente trayectoria, podrán extraer y utilizarlo como ejemplo en la lectura que se debe hacer, de una persona que dedicó su vida y su esfuerzo, en la tarea de servir a un movimiento que le debe mucho por todo lo realizado en el ideario de apuntalar la pureza, de un sistema que expresa en sus actitudes el contenido solidario del sentimiento humano.

Sentido Solidario no puede menos que recordar y rendirle el merecido homenaje a un grande cooperativista, lamentando el hecho de no haber conocido en tiempo su deceso, algunos sabrán porque, para acompañarlo a su última morada.

Segundo Camuratti

jueves, 17 de septiembre de 2009

De qué cooperativismo hablamos 3ra. parte

(Final entrega anterior) “Esta referencia nos indica que el pragmatismo, con diversas variantes, llega hasta nuestros días y está en la práctica de muchas de las cooperativas actuales”.

Lo queremos dejar señalado porque de ese distinto compendio de ideas surgen luego dos modelos; “cooperativa empresa ó empresa cooperativa”, demostrativos de que existe una figura contrapuesta en el objeto social que las distingue. (2)

Sin embargo tanto unas como otras son entidades que han nacido o nacen dentro del espectro económico-social de los países, con una infinidad inconmensurable de matices que los unen o separan, dispersos o diversos –cualquiera de estas dos acepciones caben-, quizás por el predominio de las diferentes ideas que reflejan la realidad del pensamiento existente en la comunidad que las instala.

No pretendemos en este encuadre de situación atenernos a establecer parámetros referidos sobre las cualidad de los distintos modelos de entidades que alberga el movimiento cooperativo, por lo tanto no está implícita la intención de pecar por no ser imparciales; tenemos posición tomada desde un primer momento, -lo citamos como argumento de este trabajo- y por lo tanto lo titulamos “de que cooperativismo hablamos”.

Señalamos, eso sí, la existencia de distintas corrientes cooperativas y su influencia para que las tengan en cuenta al evaluarlas cada cual desde su punto de vista respetándolos, pero queremos dejar en claro a la vez que nos hemos apoyado desde siempre en aquella corriente que se nutre del pensamiento de los socialistas utópicos, cuyos valores fundamentales son la adhesión voluntaria a la cooperación, la solidaridad, la democracia participativa, la ayuda mutua, la propiedad común de los medios de producción, (entendiendo por propiedad común a la misma cooperativa) y el acto colectivo de dar para recibir.

Pero para que este modelo se haga realidad efectiva, tiene que sobrepasar del mensaje dialectico a la realización concreta demostrando que la idea es posible llevarla a la praxis, sino todo queda formalmente incorporado al manual de las buenas intenciones.

Es indispensable reunir los elementos esenciales que contribuyan a convertirse en una de las maneras mas adecuadas para desarrollar una nueva construcción transformadora en la economía social, que permita enfrentar al pensamiento dominante que propicia el individualismo exacerbado, que margina a una gran parte de la población, empobrece a la mayoría y fractura la sociedad.

En el transcurso del tiempo lo esencial es no perder la memoria, como fiel testigo esta nos tiene que acompañar permanentemente en cada uno de los momentos que vivimos, recordándonos hechos a veces gratos, y otros quizás no tanto, que nos permitan alimentar la perseverancia que nos lleve a continuar las tareas detrás de los objetivos básicos que nos plantea la cooperación, partiendo del supuesto qué, “Para los pueblos que no tienen memoria se les hace muy difícil escribir su historia”.

Debemos comprender que no es precisamente el libre albedrío sino los principios cooperativos quienes deben proyectar la base sobre la cual se asiente la organización estructural y el funcionamiento institucional de toda cooperativa.

Podemos demostrar con elementos precisos que el sustento de la cooperación, ha sido y será la correcta aplicación de esos principios que privilegian lo colectivo por sobre lo individual, enmarcados dentro del universo conceptual de la solidaridad, único precepto que no admite la alquimia de pretender integrar al sujeto, la persona humana, con el capital, el objeto, en una mixtura ambivalente que jamás podrá fraguar.

(2) Ver Blog Tiempos de reflexión. 21/07/09

Continuará

lunes, 7 de septiembre de 2009

De qué cooperativismo hablamos 2da. parte

Segunda entrega

(Final entrega anterior; “En esos claros conceptos podemos encontrar las bases sustentables de la cooperación”.

Decimos esto con la sola pretensión de traer a la memoria los socialistas utópicos tal como se los conociera en la segunda década del siglo XVlll, recordando algunos de esos nombres y de las ideas fuerza de Saint Simón, Owen y Fourier, orientadas en el sentido de transformar la sociedad a través del cooperativismo mediante la comunidad de bienes y la distribución equitativa del producto generado; así entraron en la historia.

Pero no todo eran utopías puesto que se hicieron experiencias en diversos lugares del mundo con estas ideas y fue precisamente muy cerca de Owen donde la mayor parte de sus teorías se hicieron realidad y perduran hasta nuestros días. En ellos debemos reconocer a los verdaderos pioneros de la cooperación.

Como todo en la historia siempre tiene un antes y un después, estos cooperadores sirvieron de modelo para lo que consideramos el origen de la configuración cooperativa: los llamados "Pioneros de Rochdale", quienes fueron prácticos, ya no vieron en la cooperación un instrumento de cambio social, sino una forma de resistencia, de defender sus magros salarios enfrentando a los monopolios con cooperativas de consumo.

Los humildes tejedores de la población de Rochdale, 28 en total, se surtieron de gran parte de la doctrina de Owen para expresar los “Estatutos de la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochadle”, nombre con el cual fueron conocidos.

Colocaron un hito muy importante en la organización de la cooperación, esto debemos reconocerlo, porque supieron y consiguieron encasillar un pensamiento dentro de determinadas reglas, -quizás solo dentro de lo posible-, y lo tornaron realidad a través de hechos concretos, que le permitieron afianzar ideas que ya habían sido esbozadas con anterioridad.

Lo hicieron posible en momentos claves para una sociedad ansiosa de cambios, pero cometieron una desviación pragmática; trataron de desarrollar el cooperativismo en la realidad de la crisis del capitalismo de ese momento -años después de los pioneros- y se dieron normas de cooperación, de actividad, de educación, pero no implantaron como instrumento permanente la transformación de la sociedad, aunque entre ellos había debate; justo es decir que cinco de esos tejedores representaban con su idea al socialismo utópico.

Va a ocurrir así en el cooperativismo desde entonces,-debates que aún continúan hoy-, porque existen distintas escuelas de interpretación del cooperativismo.

Partiendo de la base del pensamiento de los socialistas utópicos desde el siglo XVlll hasta el día de hoy, podemos eslabonar una larga cadena de realizaciones cooperativas cubriendo un amplio escenario en el transcurso del tiempo, logrando consolidar una corriente cooperativa volcada a cumplir la función de servicio como objeto esencial de los asociados a las mismas, que utiliza además como estandarte la transformación de la sociedad, que en lo real, no ha avanzado mas allá del aspecto formal de la identificación hasta ahora.

Con el correr del tiempo otras corrientes cooperativas en cambio llevan inherentes la imitación de lo que en lo humano representa la síntesis del proceso biológico de la mutación; al estar inmersos en el sistema capitalista y como reflejo del régimen diversas cooperativas han tomado el camino de la adaptación al mismo absorbiendo el patrón de la economía de mercado, devenido como soporte del proyecto neoliberal a partir de la década de los años setenta del siglo pasado, incorporando en su accionar cotidiano los males y los vicios de las entidades capitalistas, confundiendo al sujeto con el objeto.

Esta referencia nos indica que el pragmatismo, con diversas variantes, llega hasta nuestros días y está en la práctica de muchas de las cooperativas actuales.

Continuará

martes, 1 de septiembre de 2009

El significado de la solidaridad

Entendemos que ha llegado el momento para deducir que significa cuando ponemos bajo el rotulo de sentido solidario lo que estamos escribiendo en estos mensajes, haciendo conocer opiniones personales con planteos que pueden ser discutibles en toda instancia y dimensión, sin perder de vista el análisis del elemento subjetivo.

Hoy más que nunca se hace necesario debatir y trabajar en la difusión de las ideas, para lograr que estas se constituyan en el baluarte y el aporte del pensamiento del imaginario colectivo en el esclarecimiento sobre que modelo debe incorporar la sociedad para establecer el equilibrio social.

Debemos instalar en la conciencia el sentido de que los sectores populares sean quienes lideren los movimientos sociales –siempre los más que menos tienen- con instrumentos de transformación, es decir las ideas, reivindicando el hecho de asumir la modificación del actual sistema injusto y carente de equidad en la distribución de la riqueza, por otro más solidario.

Para disimular su condición, la intolerancia de los que niegan la transformación, fabrica argumentos cuando no los tiene para sostener al modelo, pero la historia enseña que se podrá atrasar el reloj pero no se puede impedir que el tiempo avance.

Los cooperadores no podemos de ninguna manera, aceptar esta realidad con resignación, como una fatalidad de la naturaleza. Se debe tener en claro algo que es inherente a la persona humana y que ni la revolución tecnológica ni el adelanto de la ciencia podrá reemplazar, a menos que este avance logre sustituir en todos los órdenes al individuo transformándolo en un robot; la solidaridad.

Damos por descontado que el sujeto solidario al cual nos referimos trasciende el acto cooperativo – ya de por si incluido- ingresando dentro del quehacer de los individuos en su comportamiento de la sociedad donde habita.

Para hacerlo más sencillo de comprender diríamos que debemos tener en cuenta que la solidaridad no es caridad, porque es muy frecuente comprobar que se confunden estas cualidades como sinónimos.

La solidaridad se encuadra en una acción recíproca, es dar para recibir, como un hecho propio del sentimiento humano tanto en lo material como en lo social. De la misma manera deducimos también que el trabajo, -elemento esencial en la producción de riqueza- es producto social. Por lo tanto desde distintas esferas y en múltiples actividades diferentes, todos trabajamos para el producto social.

Este producto social después va teniendo propietarios que se quedan con él y otros que se quedan sin nada, estos últimos son quienes luego de toda una vida de trabajo están en un alto porcentaje con su jubilación por debajo de la línea de pobreza junto a los restantes convertidos en indigentes o marginales, siendo éste el fenómeno más saliente de nuestra época.

Siempre a sido así en la vigencia del capitalismo, pero ahora el drama es más conmovedor que nunca, siguen faltando políticas que lleven a la reinserción social de los excluidos, porque el patrón distributivo de la riqueza instalado actualmente esta divorciado de la equidad.

Para que esto se de así solo hay un responsable, el estado, porque no interviene como debe en la economía a través de leyes y mecanismos regulatorios, también equitativos, que permitan constituirse en el eje principal de la producción y la distribución con equidad de la riqueza.

La equidad en todos los órdenes de la vida de un país es el único argumento que nos puede llevar a incorporar la solidaridad dentro de la sociedad para lograr salidas concretas y verdaderas en la actual situación, por eso decimos; “Sin solidaridad no hay futuro”.

lunes, 24 de agosto de 2009

De qué cooperativismo hablamos

(Primera entrega)

“Haciendo juicio de valor debemos tener en cuenta que son únicamente los principios cooperativos los encargados de amalgamar lo económico con lo social; por lo tanto, en la medida en que no sean saldadas las viejas cuentas de la sociedad, en la medida en que la justicia social y la solidaridad sigan siendo sólo un objetivo a cumplir, y en la medida en que el disfrute del progreso y la tecnología no sean un justo bien de los pueblos, la cooperación como transformadora de la sociedad seguirá teniendo plena vigencia”.


Segundo Camuratti



Posiblemente el paso del tiempo corra mas velozmente de lo que querríamos, pero hay que aceptarlo porque por otra parte tampoco existe la posibilidad de no hacerlo; pero lo que no podemos ni debemos hacer es ignorar los hechos acontecidos en su transcurso.

Solemos leer algunos artículos sobre la cooperación, que analizan tangencialmente el comportamiento que ésta adquiere a través de parámetros que no se condicen con la realidad llevando por ello a confundir el centro de la cuestión.

Por lo tanto, cuando tenemos que hablar sobre la cooperación, nada mejor que examinar de donde surgieron los elementos propios que le fueron dando vida, y la ubicaron dentro de la sociedad con la presencia que hoy tiene y las distintas corrientes que la componen.

Como toda propuesta o creación del o los individuos, cuando se ponen en marcha ideas con objetivos direccionados a construir determinados hechos, estos casi nunca han logrado conservar el contexto inicial ni la unanimidad de criterios sobre el fin de lo que se pretendía concretar.

Por lo tanto para hablar de cooperativismo no podemos partir de una foto o de acontecimientos producidos en determinada época, que si bien pueden marcar a fuego un momento en el punto de partida de un modelo, no fueron por si la primera semilla germinada.

La mayoría de quienes trataron y siguen tratando los orígenes de la cooperación parten, si se quiere, del hecho gestado por los Pioneros de Rochdale en 1844.

Pero si retrocedemos el análisis en el tiempo anterior a Rochdale, nos vamos a encontrar que la cooperación fue aplicada, tal vez con distinto éxito, es cierto, pero con las mismas intenciones, por generaciones previas a esa fecha. Más aún, podríamos decir que siempre existió, de manera inmanente en menor o mayor medida en la humanidad.
.
Posiblemente por ello, no es tenido en cuenta que hubo otros actores importantes en la historia de la cooperación, que merecen ser considerados en esta etapa que pretendemos transitar, que no aspira a cumplir un papel revisionista, pero sí llevarnos a las fuentes buscando el origen de los hechos.

Las duras condiciones de vida implantadas por la revolución industrial en el siglo XVlll y la gran injusticia social que generó ese hecho estimularon una nueva forma de pensamiento igualitario, encarnado y difundido de alguna manera por aquellos que en determinado momento fueron denominados como socialistas utópicos, basados en la obra utópica de Tomás Moro. (1)

Llamados así por su romanticismo e idealismo, concebían una sociedad perfecta de la cual debían participar todos los hombres y mujeres sin excepción, donde el humanismo, lo moral, lo ético y la solidaridad fuesen el modelo, agregando a esto como esencial la necesidad de la propiedad común. En esos claros conceptos podemos encontrar las bases sustentables de la cooperación.

(1) Uno de los ganados por las influencias de esta corriente europea, Esteban Echeverria, fue quien las trajo a nuestro país alrededor de 1830.
(Continuará)

jueves, 6 de agosto de 2009

La integracion horizontal de las cooperativas

El agrupamiento o integración de las cooperativas, según se de el caso, es la herramienta mas adecuada para contribuir por distintas vías a resolver necesidades particulares o conjuntas de las entidades y a la vez de la sociedad a través de solventar proyectos de desarrollo locales y también regionales en el actual sistema económico y social para mejorar los servicios y el beneficio de la membresía de las mismas.

Si partimos de la base del séptimo principio de la cooperación que incorpora el “interés por la comunidad” dentro del quehacer cooperativo, planteado por la Alianza Cooperativa Internacional en su Congreso centenario de 1995, entendemos que la actividad de la cooperativa no debería terminar resolviendo solo la necesidad de la membresía como un fin en si mismo, sino además trascender por acción o reflejo actuando por el bien común de la sociedad.

Por lo tanto debe entenderse que el factor colectivo de la cooperación como motor de desarrollo en distintas actividades, enriquece y fortalece no solo la producción de los hechos sino que colabora en la tarea de creación que necesita el ser humano para progresar en todos los niveles mejorando su calidad de vida.

Esto no es nuevo, en los Principios Cooperativos del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos aprobados por la entidad en 1.966 ya se decía: “Conciben, como objeto primordial de la cooperativa, la satisfacción de las necesidades económicas, sanitarias, educativas y culturales de sus asociados en beneficio de la comunidad”.

Entrando en el tema podemos decir que era una necesidad, porque así lo han demostrado las experiencias hasta el presente, que las cooperativas se integren verticalmente de acuerdo a las distintas ramas que las comprenden en entidades de segundo grado, para lograr y asegurar el desarrollo de la especificidad que representan a través de la economía de escala, ya sean estas propias de la actividad económica que realizan, o en defensa del régimen legal que las encuadra.

Pero la globalización por su gravitación ha instalado un nuevo escenario dentro del contexto de la economía social, con metodologías de mercado que en muchos casos distorsionan la función de las cooperativas, haciendo que esa integración vertical ya no alcance a resolver la ecuación para lo cual se constituyó.

Por lo tanto el movimiento cooperativo para sostener su presencia e incidencia dentro de la sociedad, tiene que modificar actitudes y adecuar su funcionamiento a la realidad actual sin abandonar el sentido solidario de su propuesta, incorporando tres elementos esenciales: el federalismo como instrumento ejecutor del agente colectivo; la aceptación “sine qua non” de la diversidad ideológica en sus núcleos de dirección como organismos prácticos de convivencia institucional, y la integración horizontal de las cooperativas en sus distintas ramas, permitiendo la sinergia que facilite el desarrollo conjunto de servicios que se ajusten no solo a las necesidades locales sino también al fomento regional, construyendo un sistema transversal cooperativo que conservando su pureza doctrinaria colabore en la solución de problemas, que por su importancia, trascienda a la posibilidad de alguna cooperativa en particular como tema especifico.

Esta integración horizontal no puede ni debe inquietar de ninguna manera la función de las entidades de segundo grado, sino que tiende a ampliar el espectro de complementación cooperativa que habrá de reforzar la presencia del acto solidario en los distintos ámbitos en que actúe.

Puede que estas consideraciones necesiten la apertura de un debate amplio para que puedan ser comprendidas, pero es bueno tener en cuenta que el desafío que debe enfrentar el movimiento cooperativo en esta etapa de cambios, merece el aporte de innovaciones que lo adecuen a la hora actual sin perder su esencia solidaria y su capacidad de servicio dentro del sector de la economía social.






miércoles, 22 de julio de 2009

Proyeccion solidaria del ideario Sanmartiniano

Con motivo de cumplirse en el mes de agosto un nuevo aniversario de la muerte del Gral. Don José de San Martín, queremos evocarlo porque la importancia del tema lo amerita sumándonos por este medio al homenaje que el país le tributa permanentemente, haciendo conocer algunos aspectos de su personalidad – dignos de tener en cuenta - encarnados en su gestión libertadora.
El procerato del Gral. San Martín en la historia argentina consagra una vocación puesta en el fundamental propósito de conquistar una patria libre e independiente para su pueblo.
Ese objetivo imperecedero de los argentinos de todos los tiempos –cualesquiera fuesen las circunstancias – se condice con el ideario expresado desde siempre por el movimiento cooperativo.
Guardián de las fronteras de la joven República, fiel custodio de la soberanía nacional y paladín de la libre determinación, la ejemplar trayectoria del Libertador de América constituye una prenda de invalorable vigencia que en un nuevo aniversario de su muerte, queremos poner en consideración de la sociedad argentina a través de la opinión pública en general.
En la coyuntura nacional e internacional harto difícil en que le toca estructurarse, el ejército sanmartiniano puso sus miras en el desarrollo de la riqueza vernácula, y en procurar su constitución y posterior mantenimiento mediante aportes equitativos de acuerdo a la condición social de cada uno de los contribuyentes.
Ese pensamiento de honda raigambre solidaria le confieren el mérito de adalid de “la idea intuitiva de la cooperación” en la configuración de sus planes, según lo sostiene en su biografía el General Bartolomé Mitre.
Su aporte sustantivo a la Declaración de la Independencia constituye otro inalienable galardón al que debe sumarse el perfil consecuentemente democrático de su pensamiento y de su acción expuesto en la proclama de Agosto de 1822 al pueblo de Chile, hace precisamente 187 años cuando manifiesta, “que mis promesas para los pueblos que he hecho la guerra están cumplidas: hacer su independencia y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos”.
Las inquietudes de este singular arquetipo apuntan a la unidad de acción a través de la integración de todos los sectores, ratificando otro de los principios fundamentales del movimiento cooperativo.
Es propicia la oportunidad al concluir esta adhesión conmemorativa, reproducir la frase final de la Declaración emitida por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos en 1978, al evocarse el bicentenario de su nacimiento. “El mandato y el ejemplo concretos de San Martín son invulnerables y siempre vigentes. Solo el esfuerzo y el trabajo común y cotidiano – en este caso el de las organizaciones cooperativas – con la razón y el sentimiento puestos en una Argentina de ascendente proyección futura podremos ofrecer a nuestro país, a la América y al mundo, el autentico ideal sanmartiniano de una nación en paz, unida y prospera”.
Demás esta decir a pesar del tiempo transcurrido que estos conceptos sostenidos por los valores y principios de la cooperación, siempre deberán tener plena vigencia dentro del movimiento cooperativo argentino.

martes, 21 de julio de 2009

Tiempos de reflexion

Cuando tenemos que hablar sobre la cooperación, nada mejor que examinar de donde surgieron los elementos propios que le fueron dando vida, y la ubicaron dentro de la sociedad con la presencia que hoy tiene y las distintas corrientes que la componen.

Estos diferentes enfoques o lectura de la doctrina cooperativa es ideológico y se manifiesta luego en la actividad de la cooperativa como tal. Por lo tanto, todo análisis que se intente hacer sobre la cooperativa debe tener un alto índice de subjetividad.

Al pretender introducirnos hoy en la problemática que nos incumbe hablando como cooperativistas, lo primero que tenemos que definir analizando, es que entendemos por cooperativismo, si conocemos e interpretamos los valores que le dan vida a sus principios.

Nos parece oportuno y conveniente si coincidimos en ese contexto, que dediquemos tiempo a reflexionar acerca de si los principios y la doctrina cooperativa tienen aún vigencia, pues si nos atenemos a los propagandistas del pensamiento único, el desarrollo cultural, social y económico alcanzado por la sociedad actual -fundamentado en el capitalismo neoliberal vigente casi a nivel mundial-, la humanidad habría alcanzado su horizonte y se proyecta sin oposición ni resistencia.

Entendemos que corresponde a los cooperadores, en primera instancia, hacer un relevamiento preciso sobre la aplicación de los principios cooperativos y si son tenidos en cuenta para que esos valores universales se expresen en la acción de entidades que tienen una sola premisa: el servicio en beneficio de las personas, sujetos esenciales de la cooperativa.

El idioma universal que lleva implícito el sello de la solidaridad a través de las empresas de economía social, nos va diciendo con franqueza -porque no puede hacerlo de otro modo- que cuando se elaboran objetivos concretos en las cooperativas, los avances que se producen obedecen solo cuando se realiza una correcta aplicación de los principios cooperativos.

Aquí es bueno recordar algunas cosas, porque a veces notamos que la realidad es otra, inmersas en el mundo capitalista, - reflejo del régimen dominante en la mayor parte del planeta - muchas cooperativas han tomado el camino de la adaptación al sistema, incluyendo en su labor cotidiana los vicios y los males de las entidades capitalistas.

Si así sucede, se estaría fallando en la lectura e interpretación de lo que antes decíamos que debería hacerse, equivocando el camino y adoptando maneras de actuar que no se ajustan al pensamiento subjetivo implícito en la gestión cooperativa. La disyuntiva sigue existiendo aún hoy entre lo que significa – si bien puede aparecer como un juego de palabras – la cooperativa empresa o la empresa cooperativa, partiendo de la base de dónde empieza y cómo termina la función.

Son dos modelos distintos de entidades que no responden a la misma intención. Por un lado, está la cooperativa empresa, estructurada como un fin en sí mismo, confundiendo al sujeto con el objeto, adaptándose al sistema dominante, constituyéndose en empresa económica al estilo capitalista, olvidando al sujeto social que es el asociado de la misma.

Por el otro, está la empresa cooperativa, respetuosa de los principios cooperativos, que tiene al asociado como el centro de sus servicios en la actividad y lo trata con equidad y solidaridad en su preocupación por los demás, trabajando junto a él para cambiar el modelo que lo perjudica, tratando de transformar la realidad, si esta realidad lo subyuga.

Queda claro que esta última es la que va a tener las mayores dificultades para actuar dentro del sistema capitalista que rige actualmente en la mayoría de los países, pero puede funcionar y ser exitosa, porque sin adaptarse al sistema se nutre del apoyo de los asociados trabajando para servir a ellos.

Sabido es que las cooperativas tienen que actuar en un marco legal que no les es favorable; por lo tanto, no es fácil desarrollar entidades de economía social con legislaciones o reglamentos que no las contemplan como tales. Pero, por duro que sea el diagnóstico, la propuesta debe ser la lucha y la reivindicación del movimiento para lograr leyes que la contemplen como entidades de la economía social sin fines de lucro, única herramienta en la defensa de los intereses de la mayoría de los cooperadores y un instrumento imprescindible para la construcción de una sociedad que privilegie la ayuda mutua, la solidaridad y la equidad distributiva.

viernes, 17 de julio de 2009

El movimiento cooperativo y la juventud

Es lógico pensar que con el correr de los años se fueron dando dentro de la condición humana, los cambios generacionales que lograron que no todos los actores tengan la vivencia ni el conocimiento del tiempo pasado, estos son los actores que definimos como la juventud, porque en su mayoría son seres que no cargan en su mochila los éxitos, los desaciertos y las frustraciones de sus mayores y por lo tanto, no les pesa la historia.
El movimiento cooperativo debe ver en esos jóvenes no solo las reservas que vayan tomando la posta de mano de los veteranos impulsores del movimiento, sino sobre todo, y posiblemente ya mismo, en su propia condición de juventud, para convertirse en activos protagonistas de la labor cooperadora; “ Queremos que los jóvenes se incorporen, que vengan con su impaciencia, con su inmadurez, pero que vengan sobre todo con su innegable cuota de vocación de servir al pueblo, de abnegación, de espíritu creador, de desinterés y de patriotismo”, dicho esto por Don Amero Rusconi en el XVII aniversario del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos en el lugar que fue, durante muchos años, el templo de los actos del movimiento cooperativo de créditos, el Luna Park de Buenos Aires.
Como se puede apreciar, el tema de la juventud en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos no es nuevo. Comienza en la década del setenta, es decir en la etapa de las Cajas de Créditos, (por entonces la Regional Sur del IMFC tenía un Departamento Juvenil que atendía la actividad), donde ya existían núcleos de jóvenes que actuaban, no solo en las actividades propias de la juventud sino también acompañando en distintas tareas institucionales a los Consejos de Administración de las mismas.
Lo que sucedió en el país a partir del 24 de marzo de 1976, con la instalación de la dictadura militar, resintió la actividad de la juventud no solo en las entidades cooperativas, sino en la mayoría de los lugares donde estas actuaban, sin embargo cuando llegó el momento, muchos de los jóvenes acompañaron el proceso de transformación de las Cajas de Créditos en Bancos Cooperativos.
Bueno es recordar, sin pretender hacer historia, que en el XXVIII Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional en 1984, en una de las resoluciones adoptadas se decía enfatizando, “el hecho de que los jóvenes ahora desean participar directamente en la realización del cambio renovador nacional e internacional, haciendo su contribución para la construcción de su propio futuro, al cual se los llama a vivir y trabajar”, decidiendo además, que el año 1985 sea declarado como “Año Internacional de la Juventud”.
Sin aspirar a ser los pioneros en la incorporación al movimiento cooperativo de la juventud, si evaluamos lo realizado por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos en el sector juvenil, desde la época de los años setenta hasta la decada del noventa, debemos destacar que supo asumirse la importancia que éste tiene y lo realizado puede contabilizarse como muy positivo, abriendo expectativas de desarrollo en la formación de dirigentes enrolados dentro de la corriente cooperativa que éste propicia.
La juventud puede, porque lo está demostrando en los hechos, contribuir a afianzar en su sector el rasgo indeleble de la cooperación, la solidaridad.
Debemos preguntarnos entonces, es necesario el funcionamiento de Comisiones Juveniles en las entidades cooperativas? Si analizamos la actual situación podemos decir que si.
La mayoría de esas Comisiones Juveniles, hoy existentes, han transitado por los distintos talleres desarrollados por el IMFC sobre la teoría y práctica de la cooperación, Historia y Doctrina Cooperativas, Elementos de Legislación Cooperativa, Elementos de gestión, Pautas para la Elaboración y Evaluación de Proyectos Solidarios y a la vez conocer la experiencia del IMFC en la construcción del movimiento cooperativo y su enfoque institucional.
Pero eso no es todo, esos jóvenes no son una isla dentro de la sociedad.
A la par de la capacitación cooperativa que reciben en talleres, la mayoría de ellos están militando en movimientos sociales, conociendo en profundidad los problemas de su sector social y participando para solucionarlos, no a través del asistencialismo- que no estaría mal si fuese por corto tiempo- porque educados en el principio básico de la cooperación, la solidaridad, lo están aplicando. Sin dejar por supuesto, el estudio y las recreaciones propias de su edad.
Esta tarea conjunta que realizan, cooperación-movimiento social, puede llegar si tiene apoyo, a enaltecer la calidad de una nueva clase dirigente dentro del movimiento cooperativo.
De las Comisiones Juveniles, surgieron y surgirán dirigentes no solo para incorporarse a los Consejos de Administración de las cooperativas -aunque muchos ya lo están haciendo- sino también dirigentes sociales con base solidaria que actuarán en otros sectores sociales, junto al movimiento cooperativo, para contribuir a la construcción de un nuevo tejido social.
El cooperativismo necesita, hoy más que nunca, una simbiosis generacional para afrontar los desafíos del mundo actual.









viernes, 26 de junio de 2009

87º Dia Internacional de la Cooperación

Bueno es recordar que quienes llevaron la moción de instituir un día para recordar el significado de la cooperación fueron los representantes argentinos que concurrieron al congreso de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) realizado en Suiza en la ciudad de Basilea en septiembre de 1921, adoptándose allí, producto de esa propuesta conmemorar en todo el mundo el Día Internacional de la Cooperación. Luego de algunos vaivenes para unificar la fecha adecuándola a un orden mundial, la reunión del Comité Ejecutivo de la Alianza realizado en 1922 estableció definitivamente la celebración acordando la fecha, a la estacionalidad del primer sábado de julio de cada año. "Para que en una misma fecha, en todo el mundo, se demostrase la solidaridad de los cooperadores y la eficacia de su organización como medio de emancipación económica y garantía de paz universal".
Como lo hacemos anualmente los cooperadores en Argentina no podríamos dejar de pasar desapercibido el Día Internacional de la Cooperación, en este caso el octogésimo séptimo, un homenaje que los cooperadores rendimos, para recordar un sistema que representa el sentir de un amplio sector de la humanidad, que con su actividad y actitud, enaltece a las personas y contribuye al desarrollo humanista de quienes lo practican.
Celebrarlo significa además reunirnos con la trascendencia de una doctrina, que ha contribuido en mucho a inculcar dentro de la sociedad el genuino acto de la solidaridad.
Es un alto en el camino que lo hacemos teniendo en cuenta que esta evocación, no puede representar otra cosa que el homenaje correspondiente a rememorar el acontecimiento, porque este día no modifica en general por sí la esencia de lo que significa la cooperación; la construcción se hace de manera permanente, día a día, poniendo en práctica y aplicando los principios y los valores que le dan vida.
Partimos de la base de que el sentido de la cooperación representa la oposición al individualismo extremista que domina a la sociedad, especialmente la actual; sin desmerecer un ápice lo colectivo contribuye a afirmar el derecho de la persona a su individualidad, en un contexto de solidaridad y fraternidad, rechazando el pragmatismo que hace del utilitarismo el medio, que pretende encarnar como criterio de verdad en el pensamiento del individuo.
No es eventual ni tampoco nuevo, podría decirse que la cooperación siempre estuvo presente en la vida del ser humano desde que tuvo uso de la razón.
Hoy mas que nunca debemos trabajar en la difusión y debate de las ideas, llevando a que éstas se constituyan en el aporte y el baluarte de nuestro entendimiento para el esclarecimiento de la comunidad, esa tarea es indispensable dentro de una sociedad, que de muchos años a esta parte esta siendo influenciada mediaticamente por quienes, en el mejor de los casos proponen cambiar algo, tratando de cuidar de que lo que se cambie no perjudique sus intereses, que no son precisamente los intereses de los sectores que menos tienen. Estamos transitando etapas preocupantes en el camino de la recuperación del país, dentro de múltiples contradicciones que hacen temer el modelo de lo que se desea o pretende como país.
Pareciera que el eje central sobre el que giran los proyectos político-económicos, no es otro que el crecimiento del país global, sin tener en cuenta las diversidades que se dan en las distintas capas sociales que conforman el marco social.
Solo el avestruz comete el error de esconder la cabeza para no ver la realidad, porque por mas que se vayan acortando las distancias en determinados sectores, a este ritmo, las brechas tienen tal magnitud que llevará muchos años cerrarlas, en tanto, importantes sectores sociales sufren las consecuencias.
Si no se pasa de la etapa global a lo local no hay solución ni salida, porque el tema es uno solo, no es que no se pueda sino que no se quiere, o no se tiene la valentía para hacerlo.
La dinámica que pretende introducir el capitalismo a través de sus políticas, intenta evidenciar que el crecimiento económico es el elemento esencial para generar bienestar, pero está demostrado que este crecimiento económico no produce por sí sólo condiciones de progreso social para todos, ya que se presenta acompañado de la exclusión y la inequidad social en el más alto nivel.
Quiérase aceptarlo o no, en menor o mayor medida, estamos siendo afectados por la globalidad de una crisis que trasciende fronteras.
Se hace necesario repasar hechos por los cuales el movimiento cooperativo viene trabajando de mucho tiempo a esta parte, en la búsqueda de salidas a las necesidades que determinados sectores sociales demandan.
Es relevante en esta etapa analizar la Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional con motivo de la celebración del 87º día Internacional de la Cooperación titulada “Impulsando la recuperación global a través de las Cooperativas” donde dice que “Cada vez más personas están eligiendo el modelo de empresa cooperativo para responder a las nuevas realidades económicas.
¿Por qué son las cooperativas capaces de sobrevivir e incluso prosperar en situaciones de crisis e incluso más allá?
Es el modelo. La empresa cooperativa es un modelo de empresa alternativo, que en lugar de centrarse en los beneficios, se centra en las personas, incrementando el poder de las personas en el mercado, mientras guía sus operaciones sobre la base de los valores y principios cooperativos.
Están garantizando que los precios se mantengan en límites razonables, y que los bienes de consumo al por menor, alimentos y servicios, sigan siendo seguros, fiables y de buena calidad.
Al hacerlo, están demostrando que el negocio cooperativo es sostenible y que las empresas basadas en valores éticos, pueden tener éxito y contribuir a la recuperación económica sostenible.
Economistas, el mundo académico y la comunidad internacional están desesperados buscando respuestas sobre la forma de estimular una recuperación mundial y, al hacerlo, están empezando a cuestionar el actual modelo económico que ha perdido la confianza de los responsables políticos, así como de la mayoría de las personas.
Se trata de analizar la regulación de los mercados y en particular, de las instituciones financieras, para garantizar operaciones más éticas y transparentes. En su búsqueda, sin embargo, también están redescubriendo y reconociendo el potencial de las cooperativas para contribuir de manera significativa a un nuevo sistema económico.
También reconocen su contribución a la recuperación de los países, y cada vez más, estimulan a sus ciudadanos a considerar las empresas cooperativas para sus finanzas, para incrementar su productividad y su bienestar general.
El movimiento cooperativo tendrá que trabajar con los responsables políticos para garantizar que se reconozca la naturaleza específica de las cooperativas. No deberían estar sobre reguladas, y debe ser comprendida su naturaleza contraria al riesgo. Una respuesta política consistente y bien articulada es crucial para garantizar que no se vean perjudicadas por los cambios en el entorno regulatorio. Sólo con políticas apropiadas, las cooperativas seguirán siendo capaces de impulsar la recuperación mundial”.
El movimiento cooperativo se enfrenta a una oportunidad sin igual. Debe superar el reto y demostrar que el modelo alternativo de empresa cooperativa es el mejor interprete para solucionar los problemas de las sociedades a través de su basamento; La economía social.
Para terminar nos resta preguntarnos; ¿Conocerán estas realidades y serán tenidas en cuenta estas consideraciones cuando asuman los nuevos legisladores electos en la jornada del 28 de junio en nuestro país? Si lo hacen, se hará justicia.







martes, 16 de junio de 2009

Inicio de una nueva etapa

Nos encontramos a muy pocos días para que la ciudadanía se exprese sobre quienes serán los que asuman la tarea de renovar los integrantes de la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación.
Entendemos que puede ser un buen momento la asunción de los nuevos legisladores electos por el voto popular, para que se vaya cambiando el accionar – o el enfoque para tomar decisiones – cuando se aboquen a la tarea que les demanda la Constitución Nacional.
La democracia representativa fijada por la Constitución, deberá en primera instancia cuidarse al extremo para volver a sus fuentes, tratando de no cambiar el perfil legislativo que le corresponde, habida cuenta que en un pasado muy cercano, se sustituyó lo representativo por lo meramente delegativo trasladando las responsabilidad que les cabe como formadores de leyes a otras áreas de gobierno; en la mayoría de los casos al Poder Ejecutivo.
Los cooperadores siempre hemos sostenido que además del acto electoral y previa reforma constitucional, debe ampliarse el espectro de la democracia, incorporando los elementos legales que correspondan para que la ciudadanía pueda actuar a través de los mecanismos que la transformen en democracia participativa, donde la sociedad pueda intervenir cuando las leyes que se quieran aplicar trascienda a determinados sectores transformando el interés general de la comunidad.
Si bien es cierto que la reforma Constitucional de 1994 incorpora las figuras de la consulta popular y el plebiscito vinculantes, estos mecanismos nunca han sido reglamentados como corresponde y por lo tanto están invalidados para poder ser aplicados en consecuencia.
Esto es algo digno de ser tenido en cuenta porque en la medida que se acentúen los problemas sociales y económicos, (producto de la estructura interna del país y o influenciada por los efectos de la globalización mundial) mayor debe ser la participación de la sociedad con su opinión vinculante en la búsquela del tan ansiado estado de bienestar general, cuyo eje central para poder hacerlo efectivo, conlleva la incorporación de políticas que conduzcan a una equitativa distribución de la riqueza. Si esto que se dice no se hace, todo lo que pueda alegarse al respecto es literatura pura.

martes, 9 de junio de 2009

Prologo Propuesta Cooperativa

Al tener que prologar esta nueva versión de la Propuesta Cooperativa elaborada por el IMFC, trancurrido un tiempo prudencial de las anteriores, podríamos decir que no hacemos otra cosa que volver sobre temas que fueron y son aportes realizados como deber y obligación ante la sociedad desde la visión de una entidad preocupada por el destino, y a la vez, el modelo de país que anhelamos los cooperadores.
Debemos recordar que los primeros esbozos de la Propuesta elaborada por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos fueron presentados en el mes de julio de 2.001, durante el acto llevado a cabo por nuestra entidad, para conmemorar el Día Internacional de la Cooperación.
En esos momentos ya se vislumbraba a través de los indicadores económicos y sociales alarmantes, la potencial crisis que habría de sobrevenir si no se tomaban las medidas adecuadas para modificar ese estado de situación del país.
En ese contexto el IMFC delineó un conjunto de medidas destinadas a enfrentar la emergencia y promover una estrategia de cambios esenciales, inspirados en los valores de la solidaridad, la justicia y la democracia. Con esto, el Instituto no hacía otra cosa que poner en práctica aquellas políticas que demandan los principios cooperativos, asumiendo el compromiso patriótico de su razón de ser: servir y defender los intereses del pueblo y la Nación.
Los objetivos fundamentales de la Propuesta eran específicamente dos, por un lado aportar ideas para un diagnóstico de la realidad, y por el otro contribuir a establecer consensos que permitiesen modificar los acontecimientos para bien del país.
Desgraciadamente a fines de 2.001 la crisis se hizo insostenible y estalló una verdadera rebelión que hizo eclosión los días 19 y 20 de diciembre de ese año.
En febrero de 2.002 el IMFC presenta la primera edición de este documento bajo el titulo “Propuesta del IMFC para enfrentar la emergencia y refundar la Nación”, como aporte al esclarecimiento y la solución de los problemas a enfrentar derivados de la crisis económica y social que vivía el país. Con ese acontecimiento comienza una intensa campaña de difusión, tanto hacia el interior del movimiento cooperativo como así también hacia las organizaciones sociales, los partidos políticos, los bloques parlamentarios y la opinión pública en general.
Esto posibilitó implícitamente la apertura de un gran debate, podemos decir de nivel nacional, donde la propuesta se fue enriqueciendo con aportes de otros sectores sociales que llevaron a una segunda edición publicada en 2.003, de la cual se distribuyeron más de 10.000 ejemplares.
Nuevamente en abril de 2.005 se vuelve hacer pública una versión actualizada que siguió recogiendo inquietudes y reconocimiento por parte de múltiples sectores de la sociedad y especialmente del movimiento cooperativo, que vieron en la propuesta posibles salidas a los problemas que los afectaban.
En el mes de julio de 2.008, volvemos con una nueva versión titulada “Propuesta para construir un país con más democracia y equidad distributiva”, no porque queramos desdecirnos de lo dicho anteriormente, sino porque queremos reafirmarlos, ya que mucho de lo expuesto en estos siete años tiene aún plena vigencia. Sin embargo, es justo reconocer que los escenarios que se van presentando son dinámicos y con el correr del tiempo van cambiando. Por lo tanto, en esta nueva edición tenemos en cuenta lo que ha sido concretado hasta el presente, y lo que aún falta para precisar ese modelo de país que anhelamos.
El incentivo que nos habilita para analizar y proponer es la convicción de que el factor colectivo de la cooperación en el decir y hacer - como motor de desarrollo de distintas actividades-, enriquece y fortalece la generación de los hechos y sobre todo, colabora en la tarea de la creación necesaria para mejorar la calidad de vida que necesita el ser humano para progresar en todos los niveles proyectando hacia el futuro.
Es justo y correcto examinar sinceramente los factores derivados del contexto externo, teniendo en cuenta la influencia producida por la globalización económica, instalada prácticamente a nivel mundial, y su incidencia por reflejo en la vida de todas las naciones. Por eso afectan como ejemplo los problemas desatados en Estados Unidos y las expectativas sobre la evolución del crecimiento mundial, la fuerte alza del precio de las materias primas, el sostenimiento de los precios y las situaciones emergentes en América latina.
En consideración de este nuevo estadio nacional y las circunstancias apuntadas, son dignos de apreciar los avances de los últimos años en la solución de distintos aspectos que hacen al bienestar general, que son muchos e importantes, pero que aún no alcanzan para modificar en lo económico el perfil distributivo tal cual se viene dando.
Reconocemos lo actuado en la reconstrucción de la autoridad del Estado luego del colapso de 2.002, el saneamiento de la Corte Suprema de Justicia, el juicio a los responsables del Estado terrorista, el drástico descenso de la desocupación, la actualización de los ingresos de jubilados y pensionados, el establecimiento de un haber para las personas mayores de 70 años que no tenían ninguno, el aumento del presupuesto educativo, la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, la política exterior independiente en línea paralela con los gobiernos democráticos de Sudamérica, entre otros; pero faltan muchas cosas más, ya señaladas en las versiones anteriores de nuestra Propuesta que nos preocupan.
Vislumbramos, si se puede decir así, un complejo panorama vinculado a una de las materias pendientes que sobreviven aún: la distribución de la riqueza hecha con equidad.
Hacemos este juicio de valor teniendo en cuenta que, como movimiento, estamos llegando a los cincuenta años de vida dedicados a un sector socio económico del país, la llamada economía social, que siempre tuvo en la solidaridad el elemento fundamental que nos permitió contribuir a resolver problemas para mejorar la calidad de vida de las personas. Es desde ese punto de vista que nos paramos buscando los parámetros propios que permitan sortear las situaciones.
Para ser claros, queremos destacar que la Propuesta Cooperativa no pretende en ningún momento, salir a competir para cambiar modelos instalados obviando las instancias constitucionales de las leyes que la rigen, sino que son opiniones de un sector consustanciado con una manera de pensar alternativa al pensamiento único, tendientes a ir resolviendo posiciones que comprometen a determinados sectores de la sociedad, señalando además, que hay otros caminos a explorar y transitar, y entendiendo que los peajes, cuando haya que pagar por ellos, deben discernirse de acuerdo a la capacidad de tributo de quienes los recorran.
Es verdad que la economía del país crece; pero lo que nos preocupa es el como, porque el crecimiento actual tiene condicionamientos estructurales que hay que remover. La importancia esta dada por modificar las condiciones que nos lleven a un modelo de crecimiento desde la equidad, y donde las empresas de economía solidaria sean tenidas en cuenta como factor prioritario de desarrollo económico y social.
Aportamos estos conceptos y las medidas que damos a conocer en este documento, en el convencimiento de que se hace necesario construir una Argentina con basamentos solidarios, donde impere la democracia participativa de sus habitantes en el marco de una autentica soberanía nacional. En ese sentido está inscripta en el imaginario colectivo de los cooperadores la “Propuesta para construir un país con mas democracia y equidad distributiva” del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
Segundo Camuratti. Julio 2008

lunes, 8 de junio de 2009

Llegando a mitad de año

Llegando a mediados de año, es importante hacer un análisis sobre la situación y las perspectivas del movimiento cooperativo y es nuestro deber hacerlo. Estamos observando la existencia de una revalorización, desde hace un tiempo si se quiere prolongado, del cooperativismo.
Desde el Estado, desde las organizaciones sociales y desde la sociedad misma se expresa también el reconocimiento y la importancia adquirida por la economía social y solidaria.
Entendemos que ha dejado de ser cosa rara en el ideario colectivo, el tema de la cooperación y de la economía social. Esto ha sido producto, probablemente, de la sucesión de crisis que ha sufrido nuestro país y de la capacidad de respuesta que ha demostrado el sector de la economía solidaria.
La expansión del concepto y su concepción altruista constituye una oportunidad y una amenaza al mismo tiempo, que nos faculta a pensar que ésta debe bregar para cumplir un rol positivo y activo dentro del movimiento cooperativo en su accionar, pero además, cuidar para que el sector no sea utilizado como una herramienta de explotación o evasión, o que al mismo tiempo, sirva solo para amortiguar el conflicto social.
Integrantes de la sociedad e inmersos en ella, los cooperadores deben esforzarse por instalar en la conciencia cooperativa el factor determinante que conlleve a producir un cambio cultural de transformación social.
Es por ello, que el solo hecho de estar vinculados al servicio de esa sociedad que mencionamos, nos habilita para opinar con autoridad, sobre todos los aciertos y los errores que se generan en la conducción del país, y las propuestas concretas para atacar los problemas que de una u otra forma, afectan a vastos sectores de la sociedad.
Haciendo nuestro el principio fundamental que esgrime la cooperación, el interés por la comunidad, nos lleva a la necesidad de involucrarnos y hacer frente desde las ideas, a los problemas sociales relacionados con los altos índices de pobreza e indigencia, la extrema desigualdad, las diversas formas de discriminación y la exclusión social.
Las cooperativas han demostrado ser actores imprescindibles en la construcción de alternativas que lleven a los países a lograr equilibrios sociales que nos conduzcan a una más equitativa distribución de la riqueza.
El doble carácter de la cooperativa, entendidos estos como empresa eficiente y movimiento social, nos permite analizar y entender desde el punto de vista de la solidaridad, que otro modelo de país es posible.
Por lo tanto los cooperadores en nombre de su adhesión implícita en el devenir cooperativo, tiene y está en condiciones de desarrollar proyectos destinados a promover una estrategia de cambios esenciales, inspirados en los valores de la solidaridad, la justicia y la democracia, en la búsqueda de una proyección que permita construir una Argentina capaz de garantizar la justicia social para todos, a través de una equitativa distribución de los ingresos que asegure una vida digna para el conjunto de la población.
En concreto, se trata de asegurar la alimentación, el trabajo decente, la salud, la educación y la vivienda para todos. Al mismo tiempo, es clave para el presente y el futuro del país el ejercicio pleno de la soberanía, para insertarnos en el mundo contemporáneo a partir de una estrategia verdaderamente patriótica, con independencia y dignidad.
Este es, en principio, el escenario en el cual nos encontramos y frente al cual, como individuos preocupados por la sociedad, debemos intensificar nuestra creatividad y el protagonismo desde la cooperación. Las herramientas a utilizar para llevar a cabo tamaño emprendimiento son muchas y variadas, pero la esencial es lograr la alineación de todos aquellos sectores que, con unidad en la diversidad, (muy promocionada en estos días pero no puesta en practica), estén dispuestos a poner manos a la obra y trabajar por un estadio común.
Cuando decimos unidad o integración no significa que se pretenda eliminar las diferencias para concretarla, sino reconociéndolas y respetándolas, trabajar juntos por un proyecto que debe ser común. Mientras tanto lo esencial sería el continuar embarcados en la actividad principal que es la batalla cultural; nada se podrá lograr si el imaginario colectivo no recobra la capacidad de memoria y el interés por pensar.
La batalla cultural nos tiene que llevar a buen puerto si la ponemos en práctica cotidianamente, porque si somos capaces de modificar la manera de pensar, si nos convencemos que el individualismo extremista que se pretendió inculcar a través del neoliberalismo exacerbado es nocivo, y afirmamos el derecho de las personas a su individualidad en un contexto de solidaridad, fraternidad y socialización, habremos recorrido la mitad del camino para llegar al cambio cultural.



La cooperación y la economía social

Mucho es lo que se ha escrito sobre el movimiento cooperativo, pero la experiencia nos muestra que nunca estará dicha la última palabra sobre el particular. Es tan importante el tema que sobrepasa lo que se pretenda expresar.

Es tan trascendental el significado de la cooperación -tanto desde su origen como hasta el presente- que ha conseguido sostener su vigencia en el universo de un mundo cambiante, adecuando su accionar de servicio en todas las circunstancias, sin adaptarse a los sistemas reinantes y manteniendo una pureza doctrinaria, que -junto a los beneficios económicos- construye socialmente una visión distinta que contribuye al desarrollo de la sociedad.

Sin embargo, en determinadas oportunidades suele entendérsela como expresión exclusiva de la economía social, cuando en realidad es sólo uno de los componentes –si bien considerable– dentro de la conjunción de las empresas solidarias sin fines de lucro.

Lo logrado hasta la actualidad por el sector cooperativo es digno de destacar, pero lo realizado no alcanza: hay factores predominantes, como la integración de las entidades, que si bien pueden haberse encarado con visos de avanzada, aún no fructificaron lo suficiente para llegar a ser el exponente real que demuestre la capacidad de construir modelos alternativos que por su peso específico tengan amplia gravitación en lo social y económico.

No ha sido casual el análisis que hiciera la Alianza Cooperativa Internacional en su Congreso Centenario de 1995, al fijar la renovación del alcance de los principios cooperativos, proponiendo la integración cooperativa.

Una integración cooperativa que debería ser el ariete que con su ataque encolumne al movimiento cooperativo detrás de dos objetivos claros que permitan el desarrollo integral del sistema solidario: lo operativo y lo ideológico.

Lo operativo, construyendo el eslabón integrante de la cadena que permita arrastrar a las entidades en la tarea de unir las distintas etapas de los ciclos económicos, especialmente en las áreas de producción y comercialización, para resolver las necesidades de sectores importantes de la sociedad y lograr el abastecimiento de servicios en calidad y precio que los coloque al alcance de todos. Lo ideológico, laborando como actores de procesos sociales que, devenidos en movimiento, se incorporen y manifiesten su interés por la comunidad trabajando junto a ella.

La integración no debe pretender uniformar al movimiento cooperativo detrás de parámetros y pensamiento comunes; pero sí, conservando la autonomía propia de las entidades, elaborar proyectos conjuntos, consensuados, avanzando en el afianzamiento de ideales que manifiesten salidas concretas para el mejoramiento en la calidad de vida de las personas y a la vez contribuyan a una equitativa distribución de la riqueza.

La función de servicio en todo momento debe atravesar la vivencia y ser vigencia del acto cooperativo en la conformación de individuos inspirados en otra manera de pensar y de actuar en beneficio de ellos mismos y de los demás, como expresión del sentido humanista y solidario que deberá imperar en la sociedad para aspirar a un mundo mejor, que merezca ser vivido.

Para realizar esto la cooperación no alcanza; no puede ser el único elemento componedor de situaciones cuando de ello se trate. Allí debe intervenir el Estado como integrante de la triada, para que -junto a la cooperativa y la integración del movimiento-, a través de empresas públicas distintas a las conocidas anteriormente, con diferente conformación y dirección, amalgame aquel conjunto de medidas que modifiquen el estatus actual cambiando el perfil del contexto social.

De esa manera, sí podríamos intuir con claridad meridiana que se comienza a construir verdaderamente el sector de la economía social propiamente dicha. Y, como factor y actor de una nueva realidad, que pueda modelar el país con otras alternativas que permitan cortar el cordón umbilical que nos une al flagelo de la economía de mercado, instalada hace décadas por el neoliberalismo, que tanto daño le ha causado al campo popular, representante fiel y genuino de los más que menos tienen.

domingo, 7 de junio de 2009

La confianza



La confianza es el factor colectivo que representa la columna vertebral en el funcionamiento del quehacer cooperativo, dentro de ese imaginario conceptual no entran como excusas los olvidos ni las casualidades para desvirtuarla, las decisiones que se toman son causales de los efectos que se generan en la cooperativa, aunque se pretenda luego disfrazar los resultados. Axioma que siempre deben tener aquellos que se proclaman cooperadores.
La base de sustento de la cooperación ha sido y será la correcta aplicación de los valores y principios que privilegian lo colectivo por sobre lo individual, enmarcados dentro del universo conceptual de la solidaridad, precepto único que no admite la alquimia de pretender integrar al sujeto, la persona humana, con el capital, en una mixtura ambivalente que jamás podrá fraguar.

En definitiva, debemos tener en cuenta que son únicamente esos principios cooperativos los encargados de amalgamar lo económico con lo social; por lo tanto, en la medida en que no sean saldadas las viejas cuentas de la sociedad, en la medida en que la justicia social y la solidaridad sigan siendo sólo un objetivo a cumplir, y en la medida en que el disfrute del progreso y la tecnología no sea un justo bien de los pueblos, la cooperación como transformadora de la sociedad seguirá teniendo plena vigencia.