sábado, 30 de julio de 2016

Para constrir un porvenir solidario


La identidad cooperativa, sus principios y valores junto a los logros y experiencias acumuladas por el movimiento solidario que la encarna a través de tantos años, son una vertiente esencial de ese fermento incontenible que prepara el porvenir y trasciende su especifica actividad adoptando, de una vez y para siempre un doble carácter: por un lado como empresa y del otro como organización social, preocupada por los intereses de la comunidad que forma parte.
Este doble carácter de las cooperativas como empresas no lucrativas y como movimiento social, debe incidir por su experiencia lograda para encontrar salidas adecuadas, a las necesidades de la sociedad en la búsqueda de una identidad distinta a un modelo nuevo de vida.
La tarea apasionante que la convoca es de una dimensión gigantesca por sus implicancias, porque al igual que los precursores de la cooperación, el anhelo es de transformar la realidad cuando esta es injusta.
Que hace falta para lograrlo? Ante todo, la convicción de que eso es necesario y posible. Y a partir de allí, trabajar cotidianamente para hilvanar los retazos dispersos del llamado campo  popular que aun carece de proyectos comunes propios.
Lo primario es la batalla cultural por una nueva cultura solidaria y por incorporar un pensamiento crítico que desarrolle conciencia de que no es inevitable el destino de la decadencia y el sometimiento de la sociedad al arbitrio del poder dominante de turno.
Y especialmente, que la construcción de ese proyecto superador  demanda un poder político convencido de ser capaz de hacerlo realidad y sustentarlo en el tiempo que sea necesario con unidad de criterio y constancia en la tarea.
La cooperación a dado siempre muestras concretas de su aptitud para aunar voluntades y orientar positivamente a su membresía en base a un conjunto pequeño y sencillo de principios rectores; democracia, participación, educación solidaria y preocupación por la comunidad, teniendo presente además que hace un aporte para  resolver los problemas de un mundo en crisis.
La humanidad toda enfrenta desafíos sin precedentes, cuya solución o persistencia involucra a las generaciones presentes y futuras. Se trata de una encrucijada  que plantea peligros de extrema gravedad, pero también ofrece la oportunidad de cimentar las bases para un profundo cambio civiliza torio.
En primer término urge instalar en el centro de la agenda internacional una estrategia de paz justa y duradera, sin hegemonías de ninguna naturaleza, tanto para detener los conflictos en curso, como para  terminar o prevenir enfrentamientos entre los pueblos.
Es imprescindible garantizar el cumplimiento y el goce pleno de todos los derechos humanos, incluyendo los económicos, sociales y culturales y entre ellos, uno igualmente esencial aunque no figure en los textos oficiales: el derecho a creer en las utopías que se pueden convertir en realidad gracias a la lucha y al esfuerzo mancomunado de millones de hombres y mujeres en todos los continentes, en cada región y aun en los espacios de convivencia cotidiana.
La ultima elección presidencial del año anterior, es decir 2015 para que quede más claro, marcó a fuego lo bueno y lo malo que dejan estos periodos políticos que emanan de  la Constitución Nacional, al dejar las puertas abiertas al cambio de lo malo o para fortalecer lo bueno para mejorar el sistema de vida de los ciudadanos, y el  movimiento cooperativo debe unir su tarea principista en el conjunto de dirigentes activos que lo integran de una vez y por todas;  despertando de su largo letargo se deben convertir y constituirse en la herramienta adecuada para desplegar las ideas y las herramientas necesarias y hacerlo en un marco solidario.
Segundo Camuratti










viernes, 29 de julio de 2016

Avances que obligan a retroceder


Un paso atrás para poder dar dos para adelante, fue la falsa consigna de muchos profetas que no controlaban sus intenciones porque al no saber hacia donde ir,  partían de la duda para volver al mismo lugar.
Algo así sucede dentro del movimiento cooperativo de Argentina; nada a la deriva hacia un tobogán acuático que los puede llevar hacia las cataratas.
Allí es cuando se abandonan  los principios por los cuales  se bregó tantos años y son atraídos por las luces de colores que le ofrecían desde el facilismo político   que fueron ganándolos con conceptos abstractos para cobijarlos bajo sus alas  cediendo posiciones haciendo mutis por el foro.
Cuando las cosas andan mal en un país pareciera que todo tuviese que estar contagiado de un signo maligno que acopla los desencuentros aunque las  cosas estén separadas y no tengan nada que ver unas con otras; pero esto no puede ni debe ser así.
Por lo tanto no se le puede achacar los problemas a un solo sector para poder adjudicarle a este las culpas e insinuar  a ultranza  que es el responsable en primera instancia cuando traba la actividad de un sector de la economía en el momento exacto que existe un sinnúmero de dirigentes, que en vez de bregar y actuar para resolver los problemas  miran para el costado actuando posiblemente por acuerdos políticos personales.
Siempre lo dijimos y lo sostenemos que cuando los problemas incumben a sectores sociales y económicos con dificultades, la salida es política y resolverlos le corresponde al estado con sentido común; un sentido común actuando como  estado soberano con equidad y no obrando como comité ejecutivo de un partido político pretendiendo llevar agua para su molino, es decir votos.
Un estado que reconozca al Cesar lo que es del Cesar y al estado como arbitro en la función que debe cumplir; a menos que un partido político en vez de función de gobierno se crea dueño del estado que es de todos.
Ya hace tiempo que dirigentes  cooperativos no ejercen la función de velar los destinos  del movimiento y la pureza de su doctrina: desde el mismo momento que los subsidios del gobierno invadieron entidades cooperativas mutando la esencia de la cooperación transformándola en asistencialismo para resolver los problemas de exclusión y  muchos de sus dirigentes fueran premiados por eso con cargos políticos, que hoy les permiten vivir como personajes importantes del movimiento el jolgorio de la dolce vita; mientras la devaluada palabra
cooperativismo es el paraguas que tapa su metamorfosis igual que las mariposas.
Segundo Camuratti