“Esta referencia nos indica que el
pragmatismo, con diversas variantes, llega hasta nuestros días y está en la
práctica de muchas de las cooperativas actuales”.
Lo queremos dejar señalado porque de ese
distinto compendio de ideas surgen luego dos modelos; “cooperativa empresa ó
empresa cooperativa”, demostrativos de que existe una figura contrapuesta en el
objeto social que las distingue.
Sin embargo tanto unas como otras son
entidades que han nacido o nacen dentro del espectro económico-social de los
países, con una infinidad inconmensurable de matices que los unen o separan,
dispersos o diversos –cualquiera de estas dos acepciones caben-, quizás por el
predominio de las diferentes ideas que reflejan la realidad del pensamiento
existente en la comunidad que las instala.
No pretendemos en este encuadre de
situación atenernos a establecer parámetros referidos sobre las cualidad de los
distintos modelos de entidades que alberga el movimiento cooperativo, por lo
tanto no está implícita la intención de pecar por no ser imparciales; tenemos
posición tomada desde un primer momento, -lo citamos como argumento de este
trabajo- y por lo tanto lo titulamos: Hablando de historia.
Señalamos, eso sí, la existencia de
distintas corrientes cooperativas y su influencia para que las tengan en cuenta
al evaluarlas cada cual desde su punto de vista respetándolos, pero queremos
dejar en claro a la vez que nos hemos apoyado desde siempre en aquella
corriente que se nutre del pensamiento de los socialistas utópicos, cuyos
valores fundamentales son la adhesión voluntaria a la cooperación, la
solidaridad, la democracia participativa, la ayuda mutua, la propiedad común de
los medios de producción, (entendiendo por propiedad común a la misma cooperativa)
y el acto colectivo de dar para recibir.
Pero para que este modelo se haga realidad
efectiva, tiene que sobrepasar del mensaje dialéctico a la realización concreta
demostrando que la idea es posible llevarla a la praxis, sino todo queda
formalmente incorporado al manual de las buenas intenciones.
Es indispensable reunir los elementos
esenciales que contribuyan a convertirse en una de las maneras mas adecuadas
para desarrollar una nueva construcción transformadora en la economía social,
que permita enfrentar al pensamiento dominante que propicia el individualismo
exacerbado, que margina a una gran parte de la población, empobrece a la
mayoría y fractura la sociedad.
En el transcurso del tiempo lo esencial es
no perder la memoria, como fiel testigo esta nos tiene que acompañar
permanentemente en cada uno de los momentos que vivimos, recordándonos hechos a
veces gratos, y otros quizás no tanto, que nos permitan alimentar la
perseverancia que nos lleve a continuar las tareas detrás de los objetivos
básicos que nos plantea la cooperación, partiendo del supuesto qué, “Para los
pueblos que no tienen memoria se les hace muy difícil escribir su historia”.
Debemos comprender que no es precisamente
el libre albedrío sino los principios cooperativos quienes deben proyectar la
base sobre la cual se asiente la organización estructural y el funcionamiento
institucional de toda cooperativa.
Podemos demostrar con elementos precisos
que el sustento de la cooperación, ha sido y será la correcta aplicación de
esos principios que privilegian lo colectivo por sobre lo individual,
enmarcados dentro del universo conceptual de la solidaridad, único precepto que
no admite la alquimia de pretender integrar al sujeto, la persona humana, con
el capital, el objeto, en una mixtura ambivalente que jamás podrá fraguar.
Segundo Camuratti