sábado, 21 de septiembre de 2013

Hablando de historia 3ra. Parte


“Esta referencia nos indica que el pragmatismo, con diversas variantes, llega hasta nuestros días y está en la práctica de muchas de las cooperativas actuales”.
Lo queremos dejar señalado porque de ese distinto compendio de ideas surgen luego dos modelos; “cooperativa empresa ó empresa cooperativa”, demostrativos de que existe una figura contrapuesta en el objeto social que las distingue.
Sin embargo tanto unas como otras son entidades que han nacido o nacen dentro del espectro económico-social de los países, con una infinidad inconmensurable de matices que los unen o separan, dispersos o diversos –cualquiera de estas dos acepciones caben-, quizás por el predominio de las diferentes ideas que reflejan la realidad del pensamiento existente en la comunidad que las instala.
No pretendemos en este encuadre de situación atenernos a establecer parámetros referidos sobre las cualidad de los distintos modelos de entidades que alberga el movimiento cooperativo, por lo tanto no está implícita la intención de pecar por no ser imparciales; tenemos posición tomada desde un primer momento, -lo citamos como argumento de este trabajo- y por lo tanto lo titulamos: Hablando de historia.
Señalamos, eso sí, la existencia de distintas corrientes cooperativas y su influencia para que las tengan en cuenta al evaluarlas cada cual desde su punto de vista respetándolos, pero queremos dejar en claro a la vez que nos hemos apoyado desde siempre en aquella corriente que se nutre del pensamiento de los socialistas utópicos, cuyos valores fundamentales son la adhesión voluntaria a la cooperación, la solidaridad, la democracia participativa, la ayuda mutua, la propiedad común de los medios de producción, (entendiendo por propiedad común a la misma cooperativa) y el acto colectivo de dar para recibir.
Pero para que este modelo se haga realidad efectiva, tiene que sobrepasar del mensaje dialéctico a la realización concreta demostrando que la idea es posible llevarla a la praxis, sino todo queda formalmente incorporado al manual de las buenas intenciones.
Es indispensable reunir los elementos esenciales que contribuyan a convertirse en una de las maneras mas adecuadas para desarrollar una nueva construcción transformadora en la economía social, que permita enfrentar al pensamiento dominante que propicia el individualismo exacerbado, que margina a una gran parte de la población, empobrece a la mayoría y fractura la sociedad.
En el transcurso del tiempo lo esencial es no perder la memoria, como fiel testigo esta nos tiene que acompañar permanentemente en cada uno de los momentos que vivimos, recordándonos hechos a veces gratos, y otros quizás no tanto, que nos permitan alimentar la perseverancia que nos lleve a continuar las tareas detrás de los objetivos básicos que nos plantea la cooperación, partiendo del supuesto qué, “Para los pueblos que no tienen memoria se les hace muy difícil escribir su historia”.
Debemos comprender que no es precisamente el libre albedrío sino los principios cooperativos quienes deben proyectar la base sobre la cual se asiente la organización estructural y el funcionamiento institucional de toda cooperativa.
Podemos demostrar con elementos precisos que el sustento de la cooperación, ha sido y será la correcta aplicación de esos principios que privilegian lo colectivo por sobre lo individual, enmarcados dentro del universo conceptual de la solidaridad, único precepto que no admite la alquimia de pretender integrar al sujeto, la persona humana, con el capital, el objeto, en una mixtura ambivalente que jamás podrá fraguar.

Segundo Camuratti

viernes, 13 de septiembre de 2013

Hablando de historia 2da. Parte


En esos claros conceptos podemos encontrar las bases sustentables de la cooperación.
Decimos esto con la sola pretensión de traer a la memoria los socialistas utópicos tal como se los conociera en la segunda década del siglo XVlll, recordando algunos de esos nombres y de las ideas fuerza de Saint Simón, Owen y Fourier, orientadas en el sentido de transformar la sociedad a través del cooperativismo mediante la comunidad de bienes y la distribución equitativa del producto generado; así entraron en la historia.
Pero no todo eran utopías puesto que se hicieron experiencias en diversos lugares del mundo con estas ideas y fue precisamente muy cerca de Owen donde la mayor parte de sus teorías se hicieron realidad y perduran hasta nuestros días. En ellos debemos reconocer a los verdaderos pioneros de la cooperación.
Como todo en la historia siempre tiene un antes y un después, estos cooperadores sirvieron de modelo para lo que consideramos el origen de la configuración cooperativa: los llamados "Pioneros de Rochdale", quienes fueron prácticos, ya no vieron en la cooperación un instrumento de cambio social, sino una forma de resistencia, de defender sus magros salarios enfrentando a los monopolios con cooperativas de consumo.
Los humildes tejedores de la población de Rochdale, 28 en total, se surtieron de gran parte de la doctrina de Owen para expresar los “Estatutos de la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochadle”, nombre con el cual fueron conocidos.
Colocaron un hito muy importante en la organización de la cooperación, esto debemos reconocerlo, porque supieron y consiguieron encasillar un pensamiento dentro de determinadas reglas, -quizás solo dentro de lo posible-, y lo tornaron realidad a través de hechos concretos, que le permitieron afianzar ideas que ya habían sido esbozadas con anterioridad.
Lo hicieron posible en momentos claves para una sociedad ansiosa de cambios, pero cometieron una desviación pragmática; trataron de desarrollar el cooperativismo en la realidad de la crisis del capitalismo de ese momento -años después de los pioneros- y se dieron normas de cooperación, de actividad, de educación, pero no implantaron como instrumento permanente la transformación de la sociedad, aunque entre ellos había debate; justo es decir que cinco de esos tejedores representaban con su idea al socialismo utópico.
Va a ocurrir así en el cooperativismo desde entonces,-debates que aún continúan hoy-, porque existen distintas escuelas de interpretación del cooperativismo.
Partiendo de la base del pensamiento de los socialistas utópicos desde el siglo XVlll hasta el día de hoy, podemos eslabonar una larga cadena de realizaciones cooperativas cubriendo un amplio escenario en el transcurso del tiempo, logrando consolidar una corriente cooperativa volcada a cumplir la función de servicio como objeto esencial de los asociados a las mismas, que utiliza además como estandarte la transformación de la sociedad, que en lo real, no ha avanzado mas allá del aspecto formal de la identificación hasta ahora.
Con el correr del tiempo otras corrientes cooperativas en cambio llevan inherentes la imitación de lo que en lo humano representa la síntesis del proceso biológico de la mutación; al estar inmersos en el sistema capitalista y como reflejo del régimen diversas cooperativas han tomado el camino de la adaptación al mismo absorbiendo el patrón de la economía de mercado, devenido como soporte del proyecto neoliberal a partir de la década de los años setenta del siglo pasado, incorporando en su accionar cotidiano los males y los vicios de las entidades capitalistas, confundiendo al sujeto con el objeto.
Esta referencia nos indica que el pragmatismo, con diversas variantes, llega hasta nuestros días y está en la práctica de muchas de las cooperativas actuales.

 Segundo Camuratti

 

 

domingo, 8 de septiembre de 2013

Hablando de historia


Posiblemente el paso del tiempo corra mas velozmente de lo que querríamos, pero hay que aceptarlo porque por otra parte tampoco existe la posibilidad de no hacerlo; pero lo que no podemos ni debemos hacer es ignorar los hechos acontecidos en su transcurso.
Solemos leer algunos artículos sobre la cooperación, que analizan tangencialmente el comportamiento que ésta adquiere a través de parámetros que no se condicen con la realidad llevando por ello a confundir el centro de la cuestión.
Por lo tanto, cuando tenemos que hablar sobre la cooperación, nada mejor que examinar de donde surgieron los elementos propios que le fueron dando vida, y la ubicaron dentro de la sociedad con la presencia que hoy tiene y las distintas corrientes que la componen.
Como toda propuesta o creación del o los individuos, cuando se ponen en marcha ideas con objetivos direccionados a construir determinados hechos, estos casi nunca han logrado conservar el contexto inicial ni la unanimidad de criterios sobre el fin de lo que se pretendía concretar.
Por lo tanto para hablar de cooperativismo no podemos partir de una foto o de acontecimientos producidos en determinada época, que si bien pueden marcar a fuego un momento en el punto de partida de un modelo, no fueron por si la primera semilla germinada.
La mayoría de quienes trataron y siguen tratando los orígenes de la cooperación parten, si se quiere, del hecho gestado por los Pioneros de Rochdale en 1844.
Pero si retrocedemos el análisis en el tiempo anterior a Rochdale, nos vamos a encontrar que la cooperación fue aplicada, tal vez con distinto éxito, es cierto, pero con las mismas intenciones, por generaciones previas a esa fecha. Más aún, podríamos decir que siempre existió, de manera inmanente en menor o mayor medida en la humanidad.
Posiblemente por ello, no es tenido en cuenta que hubo otros actores importantes en la historia de la cooperación, que merecen ser considerados en esta etapa que pretendemos transitar, que no aspira a cumplir de ninguna manera un papel revisionista, pero sí llevarnos a las fuentes buscando el origen de los hechos.
Las duras condiciones de vida implantadas por la revolución industrial en el siglo XVlll y la gran injusticia social que generó ese hecho estimularon una nueva forma de pensamiento igualitario, encarnado y difundido de alguna manera por aquellos que en determinado momento fueron denominados como socialistas utópicos, basados en la obra utópica de Tomás Moro. (la utopía).
Llamados así por su romanticismo e idealismo, concebían una sociedad perfecta de la cual debían participar todos los hombres y mujeres sin excepción, donde el humanismo, lo moral, lo ético y la solidaridad fuesen el modelo, agregando a esto como esencial la necesidad de la propiedad común. En esos claros conceptos podemos encontrar las bases sustentables de la cooperación.
Bueno es tener en cuenta, que uno de los ganados por las influencias de esta corriente europea fue Esteban Echeverria, quien las trajo a nuestro país alrededor de 1830.
Segundo Camuratti