sábado, 19 de septiembre de 2015

El valor de las palabras




Aunque parezca superfluo muchas palabras no adquieren el valor absoluto cuando  se las dice o se las escribe si no están acompañadas del adjetivo que determine hasta donde llega su influencia.
La palabra democracia es una de ellas porque se la incorpora en el léxico y se la toma como el súmmum de una acepción totalizadora del significado que se pretende darle.
Cuando en función de gobierno se incorpora la palabra democracia se da por sobre entendido que se aplica como referente máximo del reaseguro que tiene el individuo para el goce pleno de los derechos.
Y esto no es así, porque debería estar acompañada del adjetivo que le marque donde comienza y termina su función para que se entienda lo que quiere decir.
Porque si no solo define una doctrina política a favor del sistema de gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía mediante la elección libre de sus dirigentes.
Luego estos dirigentes en nombre de esa democracia son los que gobiernan y el pueblo es solo espectador pasivo de lo que ellos hacen.
No pretendemos hacer juego de palabras pero si demostrar el valor que se le adjudica a la palabra, que incorporada, no dice claramente lo que representa; no es el súmmum de la garantía universal, solo una parte.
Democracia es una cosa cuando va adjetivada por representativa, otra por republicana, o participativa o distributiva; ese arco lingüístico tiene que unirse para darle  el contenido y la garantía que debería tener el individuo cuando se la expresa en función de actos de gobierno con vigencia plena para asegurar beneficios al individuo.
En cambio otras palabras llenan ese arco que decíamos anteriormente porque son totalizadoras en cuanto a la función que cumplen
Una de ellas es la palabra cooperación y sobre ella queremos explayarnos para demostrar la incidencia que  tiene cuando se la pronuncia y se la ejerce.
La cooperación representa en si un factor incluyente que lleva inmerso el esfuerzo propio y la ayuda mutua en cualquier cosa que se instale en el imaginario colectivo para mejorar la vida de las personas, cerrando el capitulo para lograr el goce del individuo contribuyendo a resolver  los cuatros adjetivos; republicana, participativa, distributiva y además representativa porque incorpora el elemento fundamental cuando admite la unidad en la diversidad superponiendo el verbo convivir por sobre el valor político.
Cuando se habla de cooperación se instala el alo que cierra la acepción indicativa que abarca todo, el uno y lo otro, como expresión máxima de la tolerancia al interpretar el conjunto de valores que contribuye a solucionar las necesidades que llevan implícito al goce del individuo en un distinto modelo  que al ser compartido contribuye a  armonizar la vida
Por lo tanto cuando se instala la palabra cooperación es el indicativo claro de que el individuo puede lograr alcanzar todo lo que se propone sin tener que adjetivarla, adquiriendo así un valor absoluto.
Segundo Camuratti

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Defender el cooperativismo es otra cosa


Cuando se analizan determinados comentarios en la búsqueda de argumentos que permitan discernir la intencionalidad que estos conllevan, circunstanciales o no, hay que separar los temas y hacerlos detenidamente a través de todos los elementos que estos contienen, sin eludir ninguno, para no ser parciales en la apreciación y correr el riesgo de negar la dimensión subjetiva que implica lo real.
Cuando hablamos de la realidad no podemos obviarla, por mas que queramos, porque sino equivocaríamos las conclusiones a las que pretendemos llegar para encarrilar nuestro pensamiento.
Conocemos la diversidad del marco ideológico que hoy existe en nuestro país y además, tenemos claro los avances y retrocesos que se produjeron desde el 2001 a la fecha, donde la pulseada para modificar la matriz del sistema vigente sigue aun viva, y si los acontecimientos no empujan las decisiones adecuadas para cambiar el rumbo lo será por mucho tiempo más; dentro de este contexto no podemos pensar que el sistema baje la guardia fácilmente y calme los ataques a los sectores que le son adversos.
En este entorno si se quiere negativo el cooperativismo no tiene las condiciones adecuadas para funcionar y desarrollarse como entidades de economía social en sus diversos niveles específicos, comenzando con la cooperativa de base institucionalizada, e incorporada luego en entidades de segundo y tercer grado en escala ascendente en el movimiento cooperativao
Pero este esquema existencial muestra en su agrupamiento legal la distorsión que existe en el sector cooperativo denunciando en su encuadre a supuestas entidades matriculadas que nada tienen que ver ni hacer con la esencia cooperativa bien entendida, cosa planteada en varias oportunidades desde adentro o desde afuera que hasta ahora nadie se atreve a desmentir.
Si el movimiento cooperativo no asume un estado superior al conocido hasta el presente en la construcción de un nuevo esquema funcional, que es pasar de lo local a lo global, veremos aparecer los siempre eternos fantasmas que despotrican con medias verdades al sistema cooperativo y que se lanzan a rodar  dañando las virtudes de la identidad cooperativa ajustada a derecho. No actuar en consecuencia teniendo en cuenta esto sería como darle más pasto a las fieras.
Será inútil que confesos y legítimos cooperadores bien intencionados, y entidades de renombre salgan a mostrar las aptitudes de las cooperativas asociadas con proclamas defensivas sobre los honestos intereses de honestas cooperativas; el imaginario colectivo no conoce donde radica el bien o el mal, solo piensa en el cooperativismo en general sin hacer distingos, por lo tanto todos entran dentro de la misma bolsa y allí comienza a tomar cuerpo aquello de que “por algo será lo que se dice sobre las cooperativas”, hecho que una vez instalado es muy difícil desmontar.
La credibilidad pública es el aval más importante que puede y debe exhibir la identidad cooperativa para argumentar y mostrar una gestión cristalina ante la sociedad, es por eso que el cooperativismo requiere seriedad en todas las etapas de su construcción: desde la organización de la cooperativa dentro de la ley respectiva, hasta su funcionamiento una vez instalada operando en la sociedad.
Por lo tanto si los organismos integrantes del estadio político gobernante, (tanto nacional como provinciales), que tienen a su cargo el control de las entidades cooperativas inscriptas legalmente no actúan de acuerdo a la ley en el control del estatus correspondiente a cada una de esas entidades, serán los responsables directos y tendrán que hacerse cargo de su equivocada gestión.
La impronta de esos errores en cooperativas de primer grado deben ser comunicados ante la cooperativa de grado superior si es que está afiliada a alguna de ellas, (haciéndolo en función de carga pública para defender el sistema), para  conseguir que se ordene el sistema cooperativo y se investigue la falencia susodicha; a menos que la influencia de algunos subsidios insinúen o pretendan acallar las voces de los reclamos tratando cosas por la izquierda y no al derecho.
La responsabilidad de que existan cooperativas transgresoras de la ley i/o truchas   recae en la mala praxis de los gobiernos que no aplican la ley que las rige como corresponde, por omisión o por obscuros intereses  que manejan el sistema políticamente para beneficio propio i/o  electorales; en estos casos es  seguro que si el factor político consigue atravesar lo orgánico de las entidades se abre  las puertas a la corrupción.
Por eso decimos que el cooperativismo bien entendido, especialmente las cooperativas de grado superior, deberían asumir más la responsabilidad que les cabe generando un nuevo esquema funcional que trascendiendo lo local pase a actuar en lo global, bregando para consolidar la buena salud del movimiento.
De no ser así, el movimiento cooperativo en sí mismo se haría cómplice de los sectores que se dedican a denostar la cooperación para defender intereses propios y espurios, a menos que se tenga que pensar  que el corrupto es el estado.
Segundo Camuratti


jueves, 3 de septiembre de 2015

Apuntes para un debate


Enumerando algunos de los temas principales, sin ignorar que hay muchos otros que deben nacer de las inquietudes de los cooperadores que militan y  gestionan cooperativas y ansíen un movimiento cooperativo adecuado a los tiempos que se viven actualmente; porque dentro de los principios que le dan vida hay uno que es esencial; formar al individuo para que entienda porque tiene que ser cooperador partiendo de la base de la solidaridad.
Si bien es cierto que el ser humano mientras viva puede aprender, es mejor si aprende para vivir, y para eso desde muy temprana edad tiene la escuela; sin pretender ser reiterativos seguiremos insistiendo con aquello de que si bien el ser es producto de un acto cooperativo, este no nace cooperativista, la vida es quien lo  hace.
No es redundante entonces analizar que es lo que debe adquirir en la enseñanza que lo lleve al estadio solidario de la cooperación y esto cae por su propio peso: la enseñanza cooperativa en la escuela desde la infancia.
Quién la impide; muchos factores que comienzan con la decisión de encauzarla que debe ser política, si es que el encuadramiento dirigencial político se ubica dentro de la organización democrática de gobierno.     
Pero la educación cooperativa llego al fin de la hora de espera para introducirse dentro de la sociedad, no pueden existir mas artimañas de ninguna especie que frenen el proceso educador de un sistema que ha demostrado la incidencia que ejerce en bien de la comunidad.
Lo que decimos no significa que la ignorancia de la educación cooperativa prime dentro de la sociedad, existe un sistema de enseñanza difusa en un sinnúmero de lugares que no se expresan con metodologías integradas que construyan un modelo asimilable en el ámbito del país,  para desarrollar normas coherentes y de envergadura uniformes.
Aquí no cabe argüir el argumento del federalismo que transforme en islas o cotos cerrados el tema vital de la enseñanza; cuando hablamos de Nación este hecho de por sí trasciende al federalismo.
Cosa distinta es que la educación tenga que adecuarse a las variables socio-económicas de provincias muy disímiles en su estructura geográfica con rentas y recursos distintos pero la matriz debe ser una sola  en un país que se precie de nación.
Han transcurrido muchos años desde la promulgación de la ley madre de la educación argentina, la 1420 originada en 1884, en la cual ya se mencionaba la enseñanza cooperativa a través del Consejo General de Educación creado por esa ley.
Debe ser tarea del Congreso de la Nacion via de Diputados y Senadores, tomar el toro por las astas colocando el tema como prioritario e inducirlo hasta las últimas consecuencias, para lograr instalarlo de una vez por todas en el ámbito de todo el país de manera orgánica a través  de la escuela pública.

Segundo Camuratti