El mundo cambia y el movimiento cooperativo
debe adecuarse para hacer todos los esfuerzos por crecer, madurar, incorporar
los mejores avances de la ciencia, la tecnología, y el pensamiento social.
Pero lo que no puede cambiar en el
cooperativismo es esa razón de ser de su existencia que es el asociado, la
gente, el pueblo, y mientras estos estamentos sociales no mejoren como sociedad
tampoco podrá avanzar la cooperación.
Pero el
marco ancestral y territorial donde actúa el movimiento cooperativo,
especialmente en nuestro país muy a pesar de que pasen los años, sigue siendo
una foto de la realidad vigente, tanto en lo económico como en lo social.
Por lo tanto podemos decir que el movimiento
cooperativo de nuestros días sigue viviendo una circunstancia implícita,
crucial y decisiva de su historia: como nunca, en mas de un siglo y medio de
existencia, las entidades de la economía solidaria confrontan su ideario y su
gestión cotidiana con fuerzas globalizadas y avasalladoras que persiguen
obsesivamente la acumulación de riqueza, el privilegio y el poder absoluto.
Sabemos desde siempre que debemos
concientizar a los asociados de las
cooperativas en el sentido de que estas
deben ser instrumentos de transformación social, llevando su accionar
junto con otros movimientos que también
reivindican la necesidad de modificar el injusto sistema individualista actual por otro más solidario.
Menuda tarea podrá decirse en función de
ello, si el encuadre de su funcionamiento no varía: mal se pueden pedir cambios
cuando las condiciones siguen siendo las mismas, porque el sector no adquiere
la dimensión necesaria para influir en la promoción de esos cambios.
DESDE EL ESTADO, (sí el estado con
mayúsculas), no se ponen en marcha los
mecanismos ya legislados, especialmente aquellos que determinan la enseñanza
del cooperativismo en las escuelas con la intensidad curricular necesaria que pueda inducir a
inculcar el factor solidario en el imaginario colectivo, será difícil revertir la
situación.
Pareciera irreal que los encargados de
utilizar las leyes para el progreso social, puedan hacer caso omiso de ellas
sin importarle que la demora es una rémora del sistema que por no ponerlas en
práctica contribuyen a perjudicar y agravar las consecuencias de lo que hacen.
No se tiene presente la real importancia de lo que significa la
educación cooperativa; no lo estamos diciendo como beneficio inherente al sector cooperativo; si esto no se tiene en
claro desde los factores de gobierno, estos para que están.
La enseñanza del cooperativismo en las
escuelas no fue creada exclusivamente para las cooperativas; fue creada para
modificar la conducta de la sociedad para torcerle el brazo al individualismo
exacerbado, implantado en la historia de los pueblos por las ideologías que
hicieron del desunir su trabajo esencial y predilecto, para poder reinar a
espaldas de los intereses y los conceptos básicos de la convivencia social.
Esperamos que en el 2013 el acto electoral
sea la bisagra que influencie a quienes están en función de gobierno para
que tengan en cuenta que no hay peor
gestión que la que no se hace.
Segundo Camuratti