miércoles, 22 de enero de 2014

La integración horizontal de las entidades cooperativas 3ra: Parte


El motor de despegue del movimiento cooperativo nunca puede ser el no se quiere o el no se puede, hechos que certifican la historia lo dicen porque la cooperación nace sembrando en campo virgen; cuando se inicia la revolución industrial en el mundo fueron quedando miles de victimas en el camino y el cooperativismo fue el único servicio de “ambulancias” que recogiendo los heridos fue habilitando la solidaridad y la ayuda mutua como elementos fundamentales dentro de la sociedad tratando de cambiar el sistema.
Esto lo decimos de muchos años a esta parte que la cooperación es algo más que resolver los problemas de inclusión, que incorporando esquemas sociales y económicos fue transformándose en un ente superior: UNA ESCUELA DE VIDA.
La cooperación debe ser la luz que alumbra el final del túnel para cambiar el sistema impuesto en la mayoría de los países del mundo actualmente, y ese es el desafío más importante que tiene y que debe encarar para volver a demostrar que el acto solidario y la unidad en la diversidad es la esencia de la salida de problemas que son mundiales.
Como la caridad bien entendida comienza por casa es el cooperativismo argentino, el de los pantalones largos, que debe encolumnarse a través de todas las entidades representativas del movimiento tras los problemas de la sociedad, buscando las soluciones que hoy no atiende la política.
Aquellos legisladores que se precian de ser representantes de la cooperación deberían ser los primeros que induzcan con un llamado de atención, al movimiento cooperativo en su conjunto para lograr la integración de los mismos que permitan constituir el bastión inexpugnable que desde el, permita instaurar el acto solidario ínter cooperativo como base fundamental  de los elementos necesarios para establecer la integración, cediendo lo que a cada cual le toca ceder en la cruzada integradora, en una tarea ardua por supuesto pero que nunca  será el no se puede lapidario.
Se debe ser fiel a la historia, fue el trabajo manual de los obreros que en 1844 abrieron la puerta de la cooperación en Rochdale, el nacimiento institucional y colegiado de la cooperación que inició la tarea de reconstruir sectores importantes de la sociedad.
Si antes fue la tarea ciclope de visionarios buscando salidas a los marginados de la revolución industrial, ahora deben ser los cooperadores instruidos como tales que tomen las armas pacificas para modelar un sistema altruista, que permita la distribución más equitativa de la riqueza y que además contribuya a afianzar el acto solidario dentro del movimiento cooperativo como entidades, para que después las mismas lo vuelquen a sus asociados.
Ese entendimiento de las distintas ramas de la cooperación debe ser  la llave de doble vuelta: una para lograr la integración vertical en primera instancia de cada rama del movimiento, y la segunda vuelta debe ser la integración horizontal de las cooperativas para atacar los problemas regionales del federalismo resolviendo los procesos sociales y económicos que el estado no sabe o no quiere resolver.
El cooperativismo conoce, más que la política, los nudos gordianos que traban los movimientos sociales y la economía que afectan a múltiples sectores de la sociedad en el extenso territorio del país.  

Segundo Camuratti

viernes, 17 de enero de 2014

La integración horizontal de las entidades cooperativas 2da. Parte


“El federalismo como instrumento ejecutor del agente colectivo; la aceptación “sine qua non” de la diversidad ideológica en sus núcleos de dirección como organismos prácticos de convivencia institucional, y la integración horizontal de las cooperativas entre sus distintas ramas, permitiendo la sinergia que facilite el desarrollo conjunto de servicios que se ajusten no solo a las necesidades locales sino también al fomento regional, construyendo un sistema transversal cooperativo que conservando su pureza doctrinaria colabore en la solución de problemas, que por su importancia, trascienda a la posibilidad de alguna cooperativa en particular como tema especifico”.
Este párrafo extraído del blog anterior plantea desarrollar el tema y fundamentar el porque de la integración horizontal de las cooperativas para un trabajo conjunto de cooperativas que trascienda  como el elemento fundamental de la integración del movimiento cooperativo argentino.
No pretendemos ser solo los interesados en plantear este tema: si se bucea en las declaraciones de la Alianza Cooperativa Internacional que expone las dificultades del  movimiento cooperativo internacional cuando propone la integración de las cooperativas,  vamos a darnos cuenta fehaciente de las falencias de los movimientos cooperativos de muchos países para lograr la integración de las distintas ramas cooperativas, y allí se puede encontrar el quid de la cuestión.
El movimiento cooperativo de un país que adhiere a la Alianza Cooperativa Internacional,  no debe ser un ente amorfo en el concepto de integración cooperativa cuando ésta lo incluye ex profeso dentro de los lineamientos  estructurales de los principios cooperativos.
Por lo tanto debieran programarse códigos de convivencia en la llamada integración que no deben  concursar con competencias asimilables a las economías de mercado en el desarrollo del país, como cosa primordial en la generación de políticas solidarias de desarrollo equitativo del mismo, principalmente en los sectores de la producción y los servicios.
La batalla principal no esta programada y hacerlo debería ser la decisión del conjunto de ese movimiento para llevarla adelante en toda su dimensión trasformándola en la batalla cultural, es decir de las ideas,(de la cual se habla mucho pero nadie encara), no se arreglan las cosas con los discursos bien o mal intencionados entre el estado-movimiento cooperativo o viceversa, cuando se debe tomar el toro por las astas; si hay en los estrados legislativos que gobiernan un cortejo de militantes que comulgan o dicen comulgar con el cooperativismo, ellos son los únicos y auténticos responsables de la situación actual para asumir la tarea colectiva de encauzar el movimiento dentro de una legislación que la contenga y le de valor sustantivo.
El cooperativismo en la Republica Argentina, hace muchos años que tiene mayoría de edad y carta ciudadana para pisar fuerte en todos los escaños políticos del andamiaje legislativo, porque la actitud solidaria de un movimiento inclusivo de la sociedad no puede ni debe depender, ni ser complemento, de las leyes de la economía de mercado del mundo capitalista, quien no lo interprete así no puede ser un representante ideal ni real del movimiento cooperativo.
Si esto no se entiende estarían revistando en el correveidile de la comparsa nefasta, del decir pero el no hacer del mitómano falseando la realidad para no cambiarla.
Ampliar el espectro cooperativo no es fraccionarlo sino integrarlo con objetivos claros y precisos en las posibilidades autenticas, de un movimiento social que incursiona en la faz  económica para dar posibilidades al participar como motor de desarrollo en el proceso que lleve a modificar estructuras sociales.
Las cooperativas no pueden adaptarse al escenario capitalista en su condición sine qua non, sino adecuarse para actuar en el  con sus propios principios trabajando para modificar la realidad, porque si no nunca podrán ejercer plenamente su vocación solidaria y colectiva.                                                            (sigue)

Segundo Camuratti    

La integración horizontal de las entidades cooperativas


El agrupamiento o integración de las cooperativas, según se de el caso, es la herramienta mas adecuada para contribuir por distintas vías a resolver necesidades particulares o conjuntas de las entidades y a la vez de la sociedad a través de solventar proyectos de desarrollo locales y también regionales en el actual sistema económico y social para mejorar los servicios y el beneficio de la membresía de las mismas.
Si partimos de la base del séptimo principio de la cooperación que incorpora el “interés por la comunidad” dentro del quehacer cooperativo, planteado por la Alianza Cooperativa Internacional en su Congreso centenario de 1995, entendemos que la actividad de la cooperativa no debería terminar resolviendo solo la necesidad de la membresía como un fin en si mismo, sino además trascender por acción o reflejo actuando por el bien común de la sociedad.
Por lo tanto debe entenderse que el factor colectivo de la cooperación como motor de desarrollo en distintas actividades, enriquece y fortalece no solo la producción de los hechos sino que colabora en la tarea de creación que necesita el ser humano para progresar en todos los niveles mejorando su calidad de vida.
Entrando en el tema podemos decir que era una necesidad, porque así lo han demostrado las experiencias hasta el presente, que las cooperativas se integren verticalmente de acuerdo a las distintas ramas que las comprenden en entidades de segundo grado, para lograr y asegurar el desarrollo de la especificidad que representan a través de la economía de escala, ya sean estas propias de la actividad económica que realizan, o en defensa del régimen legal que las encuadra.
Pero la globalización por su gravitación ha instalado un nuevo escenario dentro del contexto de la economía social, con metodologías de mercado que en muchos casos distorsionan la función de las cooperativas, haciendo que esa integración vertical ya no alcance a resolver la ecuación para lo cual se constituyó.
Por lo tanto el movimiento cooperativo para sostener su presencia e incidencia dentro de la sociedad, tiene que modificar actitudes y adecuar su funcionamiento a la realidad actual sin abandonar el sentido solidario de su propuesta, incorporando tres elementos esenciales: el federalismo como instrumento ejecutor del agente colectivo; la aceptación “sine qua non” de la diversidad ideológica en sus núcleos de dirección como organismos prácticos de convivencia institucional, y la integración horizontal de las cooperativas en sus distintas ramas, permitiendo la sinergia que facilite el desarrollo conjunto de servicios que se ajusten no solo a las necesidades locales sino también al fomento regional, construyendo un sistema transversal cooperativo que conservando su pureza doctrinaria colabore en la solución de problemas, que por su importancia, trascienda a la posibilidad de alguna cooperativa en particular como tema especifico.
Esta integración horizontal no puede ni debe inquietar de ninguna manera la función de las entidades de segundo grado, sino que tiende a ampliar el espectro de complementación cooperativa que habrá de reforzar la presencia del acto solidario en los distintos ámbitos en que actúe.
Puede que estas consideraciones necesiten la apertura de un debate amplio para que puedan ser comprendidas, pero es bueno tener en cuenta que el desafío que debe enfrentar el movimiento cooperativo en esta etapa de cambios, merece el aporte de innovaciones que lo adecuen a la hora actual sin perder su esencia solidaria y su capacidad de servicio dentro del sector de la economía social.

Segundo Camuratti                                                 (sigue)