Un paso atrás para poder dar dos
para adelante, fue la falsa consigna de muchos profetas que no controlaban sus
intenciones porque al no saber hacia donde ir, partían de la duda para volver al mismo lugar.
Algo así sucede dentro del
movimiento cooperativo de Argentina; nada a la deriva hacia un tobogán acuático
que los puede llevar hacia las cataratas.
Allí es cuando se abandonan los principios por los cuales se bregó tantos años y son atraídos por las
luces de colores que le ofrecían desde el facilismo político que
fueron ganándolos con conceptos abstractos para cobijarlos bajo sus alas cediendo posiciones haciendo mutis por el
foro.
Cuando las cosas andan mal en un
país pareciera que todo tuviese que estar contagiado de un signo maligno que acopla
los desencuentros aunque las cosas estén
separadas y no tengan nada que ver unas con otras; pero esto no puede ni debe
ser así.
Por lo tanto no se le puede achacar los
problemas a un solo sector para poder adjudicarle a este las culpas e insinuar a ultranza que es el responsable en primera instancia
cuando traba la actividad de un sector de la economía en el momento exacto que
existe un sinnúmero de dirigentes, que en vez de bregar y actuar para resolver
los problemas miran para el costado
actuando posiblemente por acuerdos políticos personales.
Siempre lo dijimos y lo sostenemos
que cuando los problemas incumben a sectores sociales y económicos con
dificultades, la salida es política y resolverlos le corresponde al estado con
sentido común; un sentido común actuando como
estado soberano con equidad y no obrando como comité ejecutivo de un
partido político pretendiendo llevar agua para su molino, es decir votos.
Un estado que reconozca al Cesar lo
que es del Cesar y al estado como arbitro en la función que debe cumplir; a
menos que un partido político en vez de función de gobierno se crea dueño del
estado que es de todos.
Ya hace tiempo que dirigentes cooperativos no ejercen la función de velar
los destinos del movimiento y la pureza
de su doctrina: desde el mismo momento que los subsidios del gobierno
invadieron entidades cooperativas mutando la esencia de la cooperación
transformándola en asistencialismo para resolver los problemas de exclusión y muchos de sus dirigentes fueran premiados por
eso con cargos políticos, que hoy les permiten vivir como personajes
importantes del movimiento el jolgorio de la dolce vita; mientras la devaluada
palabra cooperativismo es el paraguas que tapa su metamorfosis.
Segundo Camuratti