lunes, 26 de septiembre de 2016

La confianza


Axioma que siempre deben tener en cuenta aquellos que se proclaman ser cooperadores.



La confianza es el factor colectivo que representa la columna vertebral en el funcionamiento del quehacer cooperativo, dentro de ese imaginario conceptual no entran como excusas los olvidos ni las casualidades para desvirtuarla; las decisiones que se toman son causales de los efectos que luego se generan en el acto cooperativo, aunque se pretenda luego disfrazar los resultados.
La base de sustento de la cooperación ha sido y será siempre la correcta aplicación de los valores y principios que privilegian lo colectivo por sobre lo individual, enmarcados dentro del universo conceptual de la solidaridad, precepto único que no admite la alquimia de pretender integrar al sujeto, o sea la persona humana, con el capital en una mixtura ambivalente que jamás podrá fraguar.
En definitiva, debemos tener presente que son únicamente esos principios cooperativos los encargados de amalgamar lo económico con lo social; por lo tanto en la medida en que no sean saldadas las viejas cuentas de la sociedad, en la medida en que la justicia social y la solidaridad sigan siendo sólo un objetivo a cumplir solo virtualmente, y en la medida en que el disfrute del progreso y la tecnología no sea un justo bien de los pueblos, la cooperación como transformadora de la sociedad seguirá teniendo plena vigencia.

Segundo Camuratti

domingo, 18 de septiembre de 2016

Las vueltas que da la vida


Quizás parezca un premonición pero solo es una expresión cuantitativa  pero no aislada de un pensamiento que dista desde hace mucho tiempo, pero no son recuerdos de hechos sucedidos  que la mente humana no  lleva agendados, esperando respuestas que no llegan aún pero marcan que no lo serán por mucho tiempo., por que las aguas se mueven siempre chapoteando y pueden embarrar la cancha pero se debe tener en cuenta que a este lo seca el sol.
La memoria siempre trae a colación en el movimiento cooperativo los antecedentes vividos, no de ideas sino de hechos que a veces se quedan traspapelados y luego van  marcando a fuego la acción, jamás la omisión, porque estas  no se borran en el imaginario colectivo de los cooperadores cuando las cosas se viven.
Es por eso que escribimos desde hace muchos años  a esta parte, sobre el cooperativismo argentino conociéndolo  sin juzgar las acciones pero volcando opiniones sobre esas acciones, que no son al margen de los hechos y conductas que se producen en los individuos al pretender andar por el camino solidario.
Fiel custodio de los principios que se aplican rigiendo su funcionamiento y cuidando la imagen publica del hacer por dentro y mostrar por  fuera a la membresía, donde el empoderamiento de su mística debería bregar siempre en la tarea de la ayuda mutua como servicio al nosotros antes que al mezquino  interés del individualismo extremo del ser.
Como estamos atravesando momentos complicados en la vida de un país que no encuentra hasta ahora la serenidad de poder pensar hacia donde se va  llegar  a conocer cuando está el limite, porque todo es oscuro y peligroso si se  pierde la comunicación del movimiento cooperativo con la sociedad altruista, desapareciendo el sentido claro de una dirigencia  que empuña el timón del barco a la deriva.
Lo indispensable es no perder la cordura y el razonamiento sensato para que paso a paso se vaya encontrando las salidas de un proceso embarazoso, que debe ser el eje que permita de una vez y por todas el instalar un proyecto unitario dentro del sentir en la diversidad ideológica de la sociedad, respetando a todos como iguales con los mismo derechos y atribuciones del conjunto social.
Siempre en la historia de los países construir llevó mucho más tiempo que lo inverso, destruir.
Segundo Camuratti

jueves, 1 de septiembre de 2016

Abulia o anemia?



Siempre la historia será la testigo inapelable  de los sucesos que se producen en la vida de la sociedad, por eso va marcando los hechos como custodia fiel de la memoria.
La situación actual del país da mucha tela para cortar cuando uno pretende hablar incursionando, como siempre, sobre el movimiento cooperativo argentino para descifrar lo que pasa y hacia donde quiere ir  en la etapa cambiante de un modelo que después de más de una década de comenzar bien  termina muy mal.
No será fácil conseguir elementos que induzcan a encontrar los motivos  adecuados que lleven a ello, porque solo la sicología lo puede conseguir llevando el análisis al extremo de las situaciones neurológicas
Ningún movimiento desaparece de por si  olvidando su razón de ser de un día para el otro, menos cuando los argumentos  encajan en el itinerario del porque se viene la negra noche y los dirigentes   no tienen la fuerza suficiente para volver a las fuentes de la historia sin voluntad y sin causa por falta de motivación, embaucados aquellos que apoyaron la década ganada por los subterfugios del subsidio gratis  algunos, y otros esclavos imberbes  por la escasez  de  principios solidarios haciendo mutis por el foro, en  una comedia teatral de enredos cuando no aspiran otra cosa al no poder  ser uno de  actores principales por faltarles  el amo que siempre los  dirigían.
Este cambalache digno de un tango arrabalero que desensilló hasta que  aclare para después poder engancharse en el tren aunque sean solo  furgón de cola en otro ferrocarril  que los lleve aupados.  
También es cierto que la decadencia del país  no se da solo en algunos sectores sino en un todo, social y económico y principalmente en aquellos que menos tienen y donde el daño se hace sentir más.
Ningún sector tiene en estos momentos la hegemonía y la valentía de encarar “per se” la salida de la actual situación, menos aun el movimiento cooperativo que no  encuentra como y por donde está ubicado ahora en el contexto social, porque no tiene dirigentes capaces que lo guíen a una buena estación.
Ausentes de poder, la membresía sola no tiene la guía que se merece y por lo tanto la valentía no exciste, porque la voluntad sola no alcanza a dar el paso que  la lleve a cortar el cordón umbilical para separarse del cuerpo que  le daba vida porque ya a dejado de existir.
 Segundo Camuratti