Se confunde cuando desde el imaginario colectivo
se incorpora la visión del
cooperativismo como una asociación gremial de un sector de la sociedad y lo
confunde como un hecho común; sin tener presente que ello significa desviar el
eje del entramado social que lo compone, porque los cooperadores van por más al
anhelar construir una nueva sociedad con auténticos valores solidarios que vertebren
una equitativa distribución de la riqueza, para construir un mundo más igualitario y fraterno.
La
educación y especialmente la educación cooperativa, nutre y despierta en el ser
humano valores que contribuyen en buena medida a ir formando conciencia en las
personas de que el individualismo como esencia, engendra el aislamiento conduciéndolo
por un estrecho corredor que lo lleva
a separarse del universo en que
vive.
No es pecar de soberbia el pretender esto que
decimos, es solo despertar desde lo cognitivo la conciencia del sujeto, para
que entienda que la exaltación del individuo es solo el producto de los
resultados de acertar en las circunstancias que transmiten acciones que llevan
a la persona humana, como factor social, a disponer de herramientas para
conseguir un mejor sistema de vida.
El mundo cambia y el
movimiento cooperativo debe hacer todos los esfuerzos por crecer, madurar,
incorporar los mejores avances de la ciencia, la tecnología, y el pensamiento
social. Pero lo que no debe cambiar en el cooperativismo es esa razón de ser de
su existencia que son los servicios al asociado, la gente, y el pueblo como comunidad;
mientras estos estamentos sociales no mejoren como sociedad, tampoco podrá
avanzar la cooperación
Sabemos desde siempre que debemos concientizar a
los asociados de las cooperativas, en el
sentido de que estas, deben ser
instrumentos de transformación social, llevando su accionar junto con otros
movimientos que también reivindican la
necesidad de modificar el injusto sistema actual individualista por otro más colectivo
y solidario.
Si tenemos en cuenta esto vamos a llegar a la
conclusión de la imperiosa necesidad de que sin la educación cooperativa
mediante, vamos a tener solo
cooperadores estancados por la práctica rutinaria del trabajo
cotidiano sin perspectivas de futuro.
En cambio distintos serán los cooperadores instruidos
como seres pensantes que estén consustanciados
teóricamente con las pautas éticas que fijan los principios que norman a la
cooperación, desarrollando el sentir
colectivo y solidario.
Por lo tanto, aquellos educadores que logren
trasmitir con su tarea compenetrados en el conocimiento detallado, exacto y
real de la esencia y la importancia de la cooperación para el desarrollo de la
humanidad, dentro de un mundo cambiante en la búsqueda permanente de distanciarse de la globalización
amorfa que pretende clonar el universo humano, se convierten en genuinos
formadores de conciencia para modelar un
nuevo sujeto solidario.
Segundo
Camuratti