viernes, 15 de mayo de 2015

Nueva ley de entidades cooperativas?


No es de extrañar en las actuales circunstancias que el acto electoral comience a rondar el escenario político, y que aparezca la presunción de una nueva ley de cooperativas que substituya la actual ley 20.337, sancionada por el gobierno de facto de la revolución libertadora el 2 de mayo de  1973 y publicada en el Boletín oficial el día 15 del mismo mes, es decir  que ya ha cumplido hoy 42 años de vigencia.
En el transcurso de 42 años más de una vez se ha esgrimido el artificio de una nueva ley pero  nunca llego a concretarse;  ahora aparece súbitamente en una etapa impensada que de llevarse a cabo, no va a llegar en un momento apropiado porque se esta transitando una etapa de transición política donde un gobierno se va y no se sabe quien lo va a reemplazar.
Una nueva ley de cooperativas necesita el aporte de un movimiento cooperativo integrado en su conjunto que pueda expresarse plenamente, lo mismo que el parlamento, porque una nueva ley de cooperativas debe ser discutida y sancionada por el conjunto de los legisladores de ambas cámaras porque la ley debe ser consensuada con la dirección de los dirigentes cooperativos de todo el estamento cooperativo,
La ley 20.337, si bien la sancionó un gobierno de facto, la misma fue elaborada por dirigentes cooperativos que no negociaron con ese  gobierno, sino que fueron fieles a sus principios que la defendieron y así fue sancionada y promulgada.
Los 42 años que pasaron desde su promulgación  son una muestra de que las cosas bien hechas duran en el imaginario colectivo, y por lo tanto son un ejemplo claro de que la próxima ley si es que se logra elaborar, no puede ser un trabajo solo político, sino que tiene que reunir la opinión del movimiento cooperativo, (si es que le interesa a los dirigentes), es decir expresión fiel de la economía solidaria encolumnada en lo social en su conjunto, e independiente de la política partidista.
Su esencia tiene que expresar lo importante de un movimiento preocupado por un modelo de   país más solidario que anhelan la mayoría de los argentinos, donde la distribución de la riqueza sea el centro de la próxima tarea a desarrollar por todos, sin exclusión de ningún ciudadano que se precie de ser solidario.
Pero solo la ley no basta para resolver los problemas del movimiento cooperativo teniendo en cuenta, que fueron los mismos organismos de control del estado quienes subvirtieron la ley manejándola a veces por diestra y siniestra con dedo a través de encolumnar ambiciones partidistas escondidas debajo de la imagen del asistencialismo.
El cooperativismo tiene principios claros cuando aborda su función colectiva para desarrollar su actividad, con todos aquellos individuos que se incorporan a la tarea solidaria de construir salidas para mejorar la situación económica y social de una parte  de la sociedad; junto a otros concurrentes que en abierta confrontación a la economía de mercado, buscan salidas alternativas y mas humanistas para resolver sus problemas.
Del Ministerio de Desarrollo Social, el INAES, (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) depende el organismo máximo de control del movimiento cooperativo a nivel nacional, a quien para resolver problemas indudables de carencia de la sociedad asumió tareas posiblemente derivadas por el mismo  Ministerio de Desarrollo Social, que no estarían mal porque no estamos haciendo juicio de valor sobre el tema, pero que eso no se condice con la versión pura del cooperativismo.
Tal es así que en esta tarea, posiblemente para colaborar y resolver problemas se utilizan metodologías de asistencialismo, que nada tienen que ver con el cooperativismo y por eso decimos que los dirigentes todos, asumiendo la calidad de verdaderos dirigentes, participen con su opinión escrita de que ley pretenden para regir los destinos de un movimiento que nació y se desarrollo con intensidad fuera de la cuna del asistencialismo.
Segundo Camuratti

miércoles, 13 de mayo de 2015

Los dueños de la nada


Un paso atrás para poder dar dos para adelante, fue la falsa consigna de muchos profetas que no controlaban sus intenciones porque al no saber hacia donde ir, partían de la duda para volver al mismo lugar.
Algo así sucede dentro del movimiento cooperativo de Argentina; nada a la deriva hacia un tobogán acuático que los puede llevar hacia las cataratas.
Allí es cuando se abandonan  los principios por los cuales  se bregó tantos años y son atraídos por las luces de colores que le ofrecían desde el facilismo político   que fueron ganándolos con conceptos abstractos para cobijarlos bajo sus alas  cediendo posiciones haciendo mutis por el foro.
Cuando las cosas andan mal en un país pareciera que todo tuviese que estar contagiado de un signo maligno que acopla los desencuentros aunque las  cosas estén separadas y no tengan nada que ver unas con otras; pero esto no puede ni debe ser así.
Por lo tanto no se le puede achacar los problemas a un solo sector para poder adjudicarle a este las culpas e insinuar  a ultranza  que es el responsable en primera instancia cuando traba la actividad de un sector de la economía en el momento exacto que existe un sinnúmero de dirigentes, que en vez de bregar y actuar para resolver los problemas  miran para el costado actuando posiblemente por acuerdos políticos personales.
Siempre lo dijimos y lo sostenemos que cuando los problemas incumben a sectores sociales y económicos con dificultades, la salida es política y resolverlos le corresponde al estado con sentido común; un sentido común actuando como  estado soberano con equidad y no obrando como comité ejecutivo de un partido político pretendiendo llevar agua para su molino, es decir votos.
Un estado que reconozca al Cesar lo que es del Cesar y al estado como arbitro en la función que debe cumplir; a menos que un partido político en vez de función de gobierno se crea dueño del estado que es de todos.
Ya hace tiempo que dirigentes  cooperativos no ejercen la función de velar los destinos  del movimiento y la pureza de su doctrina: desde el mismo momento que los subsidios del gobierno invadieron entidades cooperativas mutando la esencia de la cooperación, transformándola en asistencialismo para resolver los problemas de exclusión y  muchos de sus dirigentes fueran premiados por eso con cargos políticos, que hoy les permiten vivir como personajes importantes del movimiento el jolgorio de la dolce vita; mientras la devaluada palabra cooperativismo es el paraguas que tapa su metamorfosis.
Segundo Camuratti

 

lunes, 11 de mayo de 2015

La diversidad, una utopía?


En el transcurso del tiempo  el movimiento cooperativo, otrora único referente de ser el  gestor principal del adverbio diversidad, ha ido comprendiendo que la utopía se distancia pero va manteniendo su imagen e influencia dentro de la sociedad contemporánea, porque lejos esta de desaparecer cuando las relaciones de la humanidad no satisfacen al no resolver las necesidades mínimas de franjas importantes del conglomerado humano.
La imagen del horizonte que nunca se alcanza pero permite avanzar en su búsqueda, es el dedo índice de la mano señalando un porvenir mejor para la vida humana persiguiendo su liberación.
Lo que no se tiene se debe buscar con convencimiento para alcanzarlo; como, donde y cuando es la utopía que se fija al ser humano en su afán de construir otra manera de  pensar y vivir ese porvenir, no vestido con uniforme ni clonado como robot sino como un ser libre pero a la vez solidario.
Mientras la utopia conserve el valor subjetivo en sus propuestas tiene su futuro asegurado porque cada día que pasa  hace más necesaria la salida del individuo de la violencia de un mundo globalizado que plantea su salida sin pagar derechos de piso.
Pareciera que la globalización y sus amanuenses que escriben su propia historia pretenden manejar el mundo a su antojo para saciar sus intereses y su sed de riqueza en la individualidad para convertir al hombre en el lobo del hombre; pero no tienen en cuenta que otros sectores que integran el universo humano pretenden otras cosas que difieren totalmente de esta concepción.
Otra concepción que plantea la diversidad como eje del humanismo que lleve a una sociedad nueva donde todos hagan su aporte para construirla con unidad en el proyecto, pero sin la uniformidad de la fotocopia  que resalte valores de unos sobre los otros.
El cooperativismo, en sus principios y por sus principios debe ser   coherente con estos conceptos, ateniéndose a la figura colectiva de su manera de pensar un mundo nuevo, donde el hombre no  sobreviva como esclavo de los sistemas imperantes como opción: la única alternativa deberá ser la unidad colectiva y conceptual de la cooperación que respeta  las diversidades sociales del conglomerado humano como elemento  esencial de la utopía.
Segundo Camuratti

jueves, 7 de mayo de 2015

Siempre cooperativismo


Plantear que las cooperativas son  el brazo más fuerte  que con solidaridad en lo económico y lo social en lo humano es   el verdadero hecho que sirve como antídoto para   combatir  la concentración y la exclusión  es una razón absoluta y  además es una consigna valedera del mundo de hoy porque es la regla de oro al ser   entidades que incluyen en lugar de excluir en pleno siglo  XXl, y  encolumnan  los hechos comunes que rodean  los ángulos  salientes de la utopía.
Al observar que hoy en día, a raíz de los procesos de privatizaciones originados por la influencia de las políticas neoliberales que azotaron a muchos países llenando las calles de excluidos, supieron imponer su influencia para revertir las situaciones en etapas difíciles de la sociedad;  es por eso que la sociedad debe tener conciencia y considerar que las tareas que desarrollan las cooperativas como organizaciones  sociales,  pueden garantizar la vigencia  de una democracia  coherente y participativa a través de sus principios rectores.
Teniendo en cuenta que la cooperación en su momento fue la respuesta a la Revolución Industrial, excluyente por esencia,  ahora deben seguir siendo  la respuesta al neoliberalismo y la globalización, que algunos cooperadores definieron sin ninguna duda como  el matrimonio degenerado de las últimas décadas, por ser también  ejemplo de exclusión.
En las actuales circunstancias las cooperativas deben ser los agentes que convaliden y aseguren la vigencia de la paz y el trabajo, porque las mismas son una mezcla de mitad pragmatismo y mitad sueño y por lo tanto contribuyen a servir en  defensa de esa economía  solidaria garantizando la armonía para construir un mundo mejor.
En lo que corresponde a la cooperación  podemos examinarla  desde su presencia y de su esencia subjetiva por eso para hacerlo no debemos ignorar sus orígenes y la raíz de su nacimiento en una etapa de la historia previa a la aparición del capitalismo.
Para aquellos que hicieron la valoración del acto cooperativo y de la actividad de servicio que este tiene como actividad principal, podría ser un sacrilegio que alguien tratase de ubicarlo en la confrontación de ideas a un sistema, el capitalismo, dentro del cual en muchas situaciones y lugares logra funcionar; pero jamás  podrá anteponer el egoísmo individualista clasista, al acto solidario de la cooperación.
Preguntarnos si esa raíz tenía injertos del socialismo utópico es lo menos que nos puede asombrar, hay muchos antecedentes sobre el tema que así lo atestiguan, vale la pena mencionar algunos de ellos demostrativos de esa realidad; socialistas utópicos participaron del núcleo de las  28 personas que luego  se dio en llamar “Los Equitativos Pioneros de Rochadle”.    
Sin embargo la propuesta de la entidad cooperativa acepta que si bien todos los bienes son  intangibles, sigue proponiendo la propiedad común de las entidades como eje central de su filosofía humanista.
Segundo Camuratti