viernes, 26 de junio de 2009

87º Dia Internacional de la Cooperación

Bueno es recordar que quienes llevaron la moción de instituir un día para recordar el significado de la cooperación fueron los representantes argentinos que concurrieron al congreso de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) realizado en Suiza en la ciudad de Basilea en septiembre de 1921, adoptándose allí, producto de esa propuesta conmemorar en todo el mundo el Día Internacional de la Cooperación. Luego de algunos vaivenes para unificar la fecha adecuándola a un orden mundial, la reunión del Comité Ejecutivo de la Alianza realizado en 1922 estableció definitivamente la celebración acordando la fecha, a la estacionalidad del primer sábado de julio de cada año. "Para que en una misma fecha, en todo el mundo, se demostrase la solidaridad de los cooperadores y la eficacia de su organización como medio de emancipación económica y garantía de paz universal".
Como lo hacemos anualmente los cooperadores en Argentina no podríamos dejar de pasar desapercibido el Día Internacional de la Cooperación, en este caso el octogésimo séptimo, un homenaje que los cooperadores rendimos, para recordar un sistema que representa el sentir de un amplio sector de la humanidad, que con su actividad y actitud, enaltece a las personas y contribuye al desarrollo humanista de quienes lo practican.
Celebrarlo significa además reunirnos con la trascendencia de una doctrina, que ha contribuido en mucho a inculcar dentro de la sociedad el genuino acto de la solidaridad.
Es un alto en el camino que lo hacemos teniendo en cuenta que esta evocación, no puede representar otra cosa que el homenaje correspondiente a rememorar el acontecimiento, porque este día no modifica en general por sí la esencia de lo que significa la cooperación; la construcción se hace de manera permanente, día a día, poniendo en práctica y aplicando los principios y los valores que le dan vida.
Partimos de la base de que el sentido de la cooperación representa la oposición al individualismo extremista que domina a la sociedad, especialmente la actual; sin desmerecer un ápice lo colectivo contribuye a afirmar el derecho de la persona a su individualidad, en un contexto de solidaridad y fraternidad, rechazando el pragmatismo que hace del utilitarismo el medio, que pretende encarnar como criterio de verdad en el pensamiento del individuo.
No es eventual ni tampoco nuevo, podría decirse que la cooperación siempre estuvo presente en la vida del ser humano desde que tuvo uso de la razón.
Hoy mas que nunca debemos trabajar en la difusión y debate de las ideas, llevando a que éstas se constituyan en el aporte y el baluarte de nuestro entendimiento para el esclarecimiento de la comunidad, esa tarea es indispensable dentro de una sociedad, que de muchos años a esta parte esta siendo influenciada mediaticamente por quienes, en el mejor de los casos proponen cambiar algo, tratando de cuidar de que lo que se cambie no perjudique sus intereses, que no son precisamente los intereses de los sectores que menos tienen. Estamos transitando etapas preocupantes en el camino de la recuperación del país, dentro de múltiples contradicciones que hacen temer el modelo de lo que se desea o pretende como país.
Pareciera que el eje central sobre el que giran los proyectos político-económicos, no es otro que el crecimiento del país global, sin tener en cuenta las diversidades que se dan en las distintas capas sociales que conforman el marco social.
Solo el avestruz comete el error de esconder la cabeza para no ver la realidad, porque por mas que se vayan acortando las distancias en determinados sectores, a este ritmo, las brechas tienen tal magnitud que llevará muchos años cerrarlas, en tanto, importantes sectores sociales sufren las consecuencias.
Si no se pasa de la etapa global a lo local no hay solución ni salida, porque el tema es uno solo, no es que no se pueda sino que no se quiere, o no se tiene la valentía para hacerlo.
La dinámica que pretende introducir el capitalismo a través de sus políticas, intenta evidenciar que el crecimiento económico es el elemento esencial para generar bienestar, pero está demostrado que este crecimiento económico no produce por sí sólo condiciones de progreso social para todos, ya que se presenta acompañado de la exclusión y la inequidad social en el más alto nivel.
Quiérase aceptarlo o no, en menor o mayor medida, estamos siendo afectados por la globalidad de una crisis que trasciende fronteras.
Se hace necesario repasar hechos por los cuales el movimiento cooperativo viene trabajando de mucho tiempo a esta parte, en la búsqueda de salidas a las necesidades que determinados sectores sociales demandan.
Es relevante en esta etapa analizar la Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional con motivo de la celebración del 87º día Internacional de la Cooperación titulada “Impulsando la recuperación global a través de las Cooperativas” donde dice que “Cada vez más personas están eligiendo el modelo de empresa cooperativo para responder a las nuevas realidades económicas.
¿Por qué son las cooperativas capaces de sobrevivir e incluso prosperar en situaciones de crisis e incluso más allá?
Es el modelo. La empresa cooperativa es un modelo de empresa alternativo, que en lugar de centrarse en los beneficios, se centra en las personas, incrementando el poder de las personas en el mercado, mientras guía sus operaciones sobre la base de los valores y principios cooperativos.
Están garantizando que los precios se mantengan en límites razonables, y que los bienes de consumo al por menor, alimentos y servicios, sigan siendo seguros, fiables y de buena calidad.
Al hacerlo, están demostrando que el negocio cooperativo es sostenible y que las empresas basadas en valores éticos, pueden tener éxito y contribuir a la recuperación económica sostenible.
Economistas, el mundo académico y la comunidad internacional están desesperados buscando respuestas sobre la forma de estimular una recuperación mundial y, al hacerlo, están empezando a cuestionar el actual modelo económico que ha perdido la confianza de los responsables políticos, así como de la mayoría de las personas.
Se trata de analizar la regulación de los mercados y en particular, de las instituciones financieras, para garantizar operaciones más éticas y transparentes. En su búsqueda, sin embargo, también están redescubriendo y reconociendo el potencial de las cooperativas para contribuir de manera significativa a un nuevo sistema económico.
También reconocen su contribución a la recuperación de los países, y cada vez más, estimulan a sus ciudadanos a considerar las empresas cooperativas para sus finanzas, para incrementar su productividad y su bienestar general.
El movimiento cooperativo tendrá que trabajar con los responsables políticos para garantizar que se reconozca la naturaleza específica de las cooperativas. No deberían estar sobre reguladas, y debe ser comprendida su naturaleza contraria al riesgo. Una respuesta política consistente y bien articulada es crucial para garantizar que no se vean perjudicadas por los cambios en el entorno regulatorio. Sólo con políticas apropiadas, las cooperativas seguirán siendo capaces de impulsar la recuperación mundial”.
El movimiento cooperativo se enfrenta a una oportunidad sin igual. Debe superar el reto y demostrar que el modelo alternativo de empresa cooperativa es el mejor interprete para solucionar los problemas de las sociedades a través de su basamento; La economía social.
Para terminar nos resta preguntarnos; ¿Conocerán estas realidades y serán tenidas en cuenta estas consideraciones cuando asuman los nuevos legisladores electos en la jornada del 28 de junio en nuestro país? Si lo hacen, se hará justicia.







martes, 16 de junio de 2009

Inicio de una nueva etapa

Nos encontramos a muy pocos días para que la ciudadanía se exprese sobre quienes serán los que asuman la tarea de renovar los integrantes de la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación.
Entendemos que puede ser un buen momento la asunción de los nuevos legisladores electos por el voto popular, para que se vaya cambiando el accionar – o el enfoque para tomar decisiones – cuando se aboquen a la tarea que les demanda la Constitución Nacional.
La democracia representativa fijada por la Constitución, deberá en primera instancia cuidarse al extremo para volver a sus fuentes, tratando de no cambiar el perfil legislativo que le corresponde, habida cuenta que en un pasado muy cercano, se sustituyó lo representativo por lo meramente delegativo trasladando las responsabilidad que les cabe como formadores de leyes a otras áreas de gobierno; en la mayoría de los casos al Poder Ejecutivo.
Los cooperadores siempre hemos sostenido que además del acto electoral y previa reforma constitucional, debe ampliarse el espectro de la democracia, incorporando los elementos legales que correspondan para que la ciudadanía pueda actuar a través de los mecanismos que la transformen en democracia participativa, donde la sociedad pueda intervenir cuando las leyes que se quieran aplicar trascienda a determinados sectores transformando el interés general de la comunidad.
Si bien es cierto que la reforma Constitucional de 1994 incorpora las figuras de la consulta popular y el plebiscito vinculantes, estos mecanismos nunca han sido reglamentados como corresponde y por lo tanto están invalidados para poder ser aplicados en consecuencia.
Esto es algo digno de ser tenido en cuenta porque en la medida que se acentúen los problemas sociales y económicos, (producto de la estructura interna del país y o influenciada por los efectos de la globalización mundial) mayor debe ser la participación de la sociedad con su opinión vinculante en la búsquela del tan ansiado estado de bienestar general, cuyo eje central para poder hacerlo efectivo, conlleva la incorporación de políticas que conduzcan a una equitativa distribución de la riqueza. Si esto que se dice no se hace, todo lo que pueda alegarse al respecto es literatura pura.

martes, 9 de junio de 2009

Prologo Propuesta Cooperativa

Al tener que prologar esta nueva versión de la Propuesta Cooperativa elaborada por el IMFC, trancurrido un tiempo prudencial de las anteriores, podríamos decir que no hacemos otra cosa que volver sobre temas que fueron y son aportes realizados como deber y obligación ante la sociedad desde la visión de una entidad preocupada por el destino, y a la vez, el modelo de país que anhelamos los cooperadores.
Debemos recordar que los primeros esbozos de la Propuesta elaborada por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos fueron presentados en el mes de julio de 2.001, durante el acto llevado a cabo por nuestra entidad, para conmemorar el Día Internacional de la Cooperación.
En esos momentos ya se vislumbraba a través de los indicadores económicos y sociales alarmantes, la potencial crisis que habría de sobrevenir si no se tomaban las medidas adecuadas para modificar ese estado de situación del país.
En ese contexto el IMFC delineó un conjunto de medidas destinadas a enfrentar la emergencia y promover una estrategia de cambios esenciales, inspirados en los valores de la solidaridad, la justicia y la democracia. Con esto, el Instituto no hacía otra cosa que poner en práctica aquellas políticas que demandan los principios cooperativos, asumiendo el compromiso patriótico de su razón de ser: servir y defender los intereses del pueblo y la Nación.
Los objetivos fundamentales de la Propuesta eran específicamente dos, por un lado aportar ideas para un diagnóstico de la realidad, y por el otro contribuir a establecer consensos que permitiesen modificar los acontecimientos para bien del país.
Desgraciadamente a fines de 2.001 la crisis se hizo insostenible y estalló una verdadera rebelión que hizo eclosión los días 19 y 20 de diciembre de ese año.
En febrero de 2.002 el IMFC presenta la primera edición de este documento bajo el titulo “Propuesta del IMFC para enfrentar la emergencia y refundar la Nación”, como aporte al esclarecimiento y la solución de los problemas a enfrentar derivados de la crisis económica y social que vivía el país. Con ese acontecimiento comienza una intensa campaña de difusión, tanto hacia el interior del movimiento cooperativo como así también hacia las organizaciones sociales, los partidos políticos, los bloques parlamentarios y la opinión pública en general.
Esto posibilitó implícitamente la apertura de un gran debate, podemos decir de nivel nacional, donde la propuesta se fue enriqueciendo con aportes de otros sectores sociales que llevaron a una segunda edición publicada en 2.003, de la cual se distribuyeron más de 10.000 ejemplares.
Nuevamente en abril de 2.005 se vuelve hacer pública una versión actualizada que siguió recogiendo inquietudes y reconocimiento por parte de múltiples sectores de la sociedad y especialmente del movimiento cooperativo, que vieron en la propuesta posibles salidas a los problemas que los afectaban.
En el mes de julio de 2.008, volvemos con una nueva versión titulada “Propuesta para construir un país con más democracia y equidad distributiva”, no porque queramos desdecirnos de lo dicho anteriormente, sino porque queremos reafirmarlos, ya que mucho de lo expuesto en estos siete años tiene aún plena vigencia. Sin embargo, es justo reconocer que los escenarios que se van presentando son dinámicos y con el correr del tiempo van cambiando. Por lo tanto, en esta nueva edición tenemos en cuenta lo que ha sido concretado hasta el presente, y lo que aún falta para precisar ese modelo de país que anhelamos.
El incentivo que nos habilita para analizar y proponer es la convicción de que el factor colectivo de la cooperación en el decir y hacer - como motor de desarrollo de distintas actividades-, enriquece y fortalece la generación de los hechos y sobre todo, colabora en la tarea de la creación necesaria para mejorar la calidad de vida que necesita el ser humano para progresar en todos los niveles proyectando hacia el futuro.
Es justo y correcto examinar sinceramente los factores derivados del contexto externo, teniendo en cuenta la influencia producida por la globalización económica, instalada prácticamente a nivel mundial, y su incidencia por reflejo en la vida de todas las naciones. Por eso afectan como ejemplo los problemas desatados en Estados Unidos y las expectativas sobre la evolución del crecimiento mundial, la fuerte alza del precio de las materias primas, el sostenimiento de los precios y las situaciones emergentes en América latina.
En consideración de este nuevo estadio nacional y las circunstancias apuntadas, son dignos de apreciar los avances de los últimos años en la solución de distintos aspectos que hacen al bienestar general, que son muchos e importantes, pero que aún no alcanzan para modificar en lo económico el perfil distributivo tal cual se viene dando.
Reconocemos lo actuado en la reconstrucción de la autoridad del Estado luego del colapso de 2.002, el saneamiento de la Corte Suprema de Justicia, el juicio a los responsables del Estado terrorista, el drástico descenso de la desocupación, la actualización de los ingresos de jubilados y pensionados, el establecimiento de un haber para las personas mayores de 70 años que no tenían ninguno, el aumento del presupuesto educativo, la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, la política exterior independiente en línea paralela con los gobiernos democráticos de Sudamérica, entre otros; pero faltan muchas cosas más, ya señaladas en las versiones anteriores de nuestra Propuesta que nos preocupan.
Vislumbramos, si se puede decir así, un complejo panorama vinculado a una de las materias pendientes que sobreviven aún: la distribución de la riqueza hecha con equidad.
Hacemos este juicio de valor teniendo en cuenta que, como movimiento, estamos llegando a los cincuenta años de vida dedicados a un sector socio económico del país, la llamada economía social, que siempre tuvo en la solidaridad el elemento fundamental que nos permitió contribuir a resolver problemas para mejorar la calidad de vida de las personas. Es desde ese punto de vista que nos paramos buscando los parámetros propios que permitan sortear las situaciones.
Para ser claros, queremos destacar que la Propuesta Cooperativa no pretende en ningún momento, salir a competir para cambiar modelos instalados obviando las instancias constitucionales de las leyes que la rigen, sino que son opiniones de un sector consustanciado con una manera de pensar alternativa al pensamiento único, tendientes a ir resolviendo posiciones que comprometen a determinados sectores de la sociedad, señalando además, que hay otros caminos a explorar y transitar, y entendiendo que los peajes, cuando haya que pagar por ellos, deben discernirse de acuerdo a la capacidad de tributo de quienes los recorran.
Es verdad que la economía del país crece; pero lo que nos preocupa es el como, porque el crecimiento actual tiene condicionamientos estructurales que hay que remover. La importancia esta dada por modificar las condiciones que nos lleven a un modelo de crecimiento desde la equidad, y donde las empresas de economía solidaria sean tenidas en cuenta como factor prioritario de desarrollo económico y social.
Aportamos estos conceptos y las medidas que damos a conocer en este documento, en el convencimiento de que se hace necesario construir una Argentina con basamentos solidarios, donde impere la democracia participativa de sus habitantes en el marco de una autentica soberanía nacional. En ese sentido está inscripta en el imaginario colectivo de los cooperadores la “Propuesta para construir un país con mas democracia y equidad distributiva” del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
Segundo Camuratti. Julio 2008

lunes, 8 de junio de 2009

Llegando a mitad de año

Llegando a mediados de año, es importante hacer un análisis sobre la situación y las perspectivas del movimiento cooperativo y es nuestro deber hacerlo. Estamos observando la existencia de una revalorización, desde hace un tiempo si se quiere prolongado, del cooperativismo.
Desde el Estado, desde las organizaciones sociales y desde la sociedad misma se expresa también el reconocimiento y la importancia adquirida por la economía social y solidaria.
Entendemos que ha dejado de ser cosa rara en el ideario colectivo, el tema de la cooperación y de la economía social. Esto ha sido producto, probablemente, de la sucesión de crisis que ha sufrido nuestro país y de la capacidad de respuesta que ha demostrado el sector de la economía solidaria.
La expansión del concepto y su concepción altruista constituye una oportunidad y una amenaza al mismo tiempo, que nos faculta a pensar que ésta debe bregar para cumplir un rol positivo y activo dentro del movimiento cooperativo en su accionar, pero además, cuidar para que el sector no sea utilizado como una herramienta de explotación o evasión, o que al mismo tiempo, sirva solo para amortiguar el conflicto social.
Integrantes de la sociedad e inmersos en ella, los cooperadores deben esforzarse por instalar en la conciencia cooperativa el factor determinante que conlleve a producir un cambio cultural de transformación social.
Es por ello, que el solo hecho de estar vinculados al servicio de esa sociedad que mencionamos, nos habilita para opinar con autoridad, sobre todos los aciertos y los errores que se generan en la conducción del país, y las propuestas concretas para atacar los problemas que de una u otra forma, afectan a vastos sectores de la sociedad.
Haciendo nuestro el principio fundamental que esgrime la cooperación, el interés por la comunidad, nos lleva a la necesidad de involucrarnos y hacer frente desde las ideas, a los problemas sociales relacionados con los altos índices de pobreza e indigencia, la extrema desigualdad, las diversas formas de discriminación y la exclusión social.
Las cooperativas han demostrado ser actores imprescindibles en la construcción de alternativas que lleven a los países a lograr equilibrios sociales que nos conduzcan a una más equitativa distribución de la riqueza.
El doble carácter de la cooperativa, entendidos estos como empresa eficiente y movimiento social, nos permite analizar y entender desde el punto de vista de la solidaridad, que otro modelo de país es posible.
Por lo tanto los cooperadores en nombre de su adhesión implícita en el devenir cooperativo, tiene y está en condiciones de desarrollar proyectos destinados a promover una estrategia de cambios esenciales, inspirados en los valores de la solidaridad, la justicia y la democracia, en la búsqueda de una proyección que permita construir una Argentina capaz de garantizar la justicia social para todos, a través de una equitativa distribución de los ingresos que asegure una vida digna para el conjunto de la población.
En concreto, se trata de asegurar la alimentación, el trabajo decente, la salud, la educación y la vivienda para todos. Al mismo tiempo, es clave para el presente y el futuro del país el ejercicio pleno de la soberanía, para insertarnos en el mundo contemporáneo a partir de una estrategia verdaderamente patriótica, con independencia y dignidad.
Este es, en principio, el escenario en el cual nos encontramos y frente al cual, como individuos preocupados por la sociedad, debemos intensificar nuestra creatividad y el protagonismo desde la cooperación. Las herramientas a utilizar para llevar a cabo tamaño emprendimiento son muchas y variadas, pero la esencial es lograr la alineación de todos aquellos sectores que, con unidad en la diversidad, (muy promocionada en estos días pero no puesta en practica), estén dispuestos a poner manos a la obra y trabajar por un estadio común.
Cuando decimos unidad o integración no significa que se pretenda eliminar las diferencias para concretarla, sino reconociéndolas y respetándolas, trabajar juntos por un proyecto que debe ser común. Mientras tanto lo esencial sería el continuar embarcados en la actividad principal que es la batalla cultural; nada se podrá lograr si el imaginario colectivo no recobra la capacidad de memoria y el interés por pensar.
La batalla cultural nos tiene que llevar a buen puerto si la ponemos en práctica cotidianamente, porque si somos capaces de modificar la manera de pensar, si nos convencemos que el individualismo extremista que se pretendió inculcar a través del neoliberalismo exacerbado es nocivo, y afirmamos el derecho de las personas a su individualidad en un contexto de solidaridad, fraternidad y socialización, habremos recorrido la mitad del camino para llegar al cambio cultural.



La cooperación y la economía social

Mucho es lo que se ha escrito sobre el movimiento cooperativo, pero la experiencia nos muestra que nunca estará dicha la última palabra sobre el particular. Es tan importante el tema que sobrepasa lo que se pretenda expresar.

Es tan trascendental el significado de la cooperación -tanto desde su origen como hasta el presente- que ha conseguido sostener su vigencia en el universo de un mundo cambiante, adecuando su accionar de servicio en todas las circunstancias, sin adaptarse a los sistemas reinantes y manteniendo una pureza doctrinaria, que -junto a los beneficios económicos- construye socialmente una visión distinta que contribuye al desarrollo de la sociedad.

Sin embargo, en determinadas oportunidades suele entendérsela como expresión exclusiva de la economía social, cuando en realidad es sólo uno de los componentes –si bien considerable– dentro de la conjunción de las empresas solidarias sin fines de lucro.

Lo logrado hasta la actualidad por el sector cooperativo es digno de destacar, pero lo realizado no alcanza: hay factores predominantes, como la integración de las entidades, que si bien pueden haberse encarado con visos de avanzada, aún no fructificaron lo suficiente para llegar a ser el exponente real que demuestre la capacidad de construir modelos alternativos que por su peso específico tengan amplia gravitación en lo social y económico.

No ha sido casual el análisis que hiciera la Alianza Cooperativa Internacional en su Congreso Centenario de 1995, al fijar la renovación del alcance de los principios cooperativos, proponiendo la integración cooperativa.

Una integración cooperativa que debería ser el ariete que con su ataque encolumne al movimiento cooperativo detrás de dos objetivos claros que permitan el desarrollo integral del sistema solidario: lo operativo y lo ideológico.

Lo operativo, construyendo el eslabón integrante de la cadena que permita arrastrar a las entidades en la tarea de unir las distintas etapas de los ciclos económicos, especialmente en las áreas de producción y comercialización, para resolver las necesidades de sectores importantes de la sociedad y lograr el abastecimiento de servicios en calidad y precio que los coloque al alcance de todos. Lo ideológico, laborando como actores de procesos sociales que, devenidos en movimiento, se incorporen y manifiesten su interés por la comunidad trabajando junto a ella.

La integración no debe pretender uniformar al movimiento cooperativo detrás de parámetros y pensamiento comunes; pero sí, conservando la autonomía propia de las entidades, elaborar proyectos conjuntos, consensuados, avanzando en el afianzamiento de ideales que manifiesten salidas concretas para el mejoramiento en la calidad de vida de las personas y a la vez contribuyan a una equitativa distribución de la riqueza.

La función de servicio en todo momento debe atravesar la vivencia y ser vigencia del acto cooperativo en la conformación de individuos inspirados en otra manera de pensar y de actuar en beneficio de ellos mismos y de los demás, como expresión del sentido humanista y solidario que deberá imperar en la sociedad para aspirar a un mundo mejor, que merezca ser vivido.

Para realizar esto la cooperación no alcanza; no puede ser el único elemento componedor de situaciones cuando de ello se trate. Allí debe intervenir el Estado como integrante de la triada, para que -junto a la cooperativa y la integración del movimiento-, a través de empresas públicas distintas a las conocidas anteriormente, con diferente conformación y dirección, amalgame aquel conjunto de medidas que modifiquen el estatus actual cambiando el perfil del contexto social.

De esa manera, sí podríamos intuir con claridad meridiana que se comienza a construir verdaderamente el sector de la economía social propiamente dicha. Y, como factor y actor de una nueva realidad, que pueda modelar el país con otras alternativas que permitan cortar el cordón umbilical que nos une al flagelo de la economía de mercado, instalada hace décadas por el neoliberalismo, que tanto daño le ha causado al campo popular, representante fiel y genuino de los más que menos tienen.

domingo, 7 de junio de 2009

La confianza



La confianza es el factor colectivo que representa la columna vertebral en el funcionamiento del quehacer cooperativo, dentro de ese imaginario conceptual no entran como excusas los olvidos ni las casualidades para desvirtuarla, las decisiones que se toman son causales de los efectos que se generan en la cooperativa, aunque se pretenda luego disfrazar los resultados. Axioma que siempre deben tener aquellos que se proclaman cooperadores.
La base de sustento de la cooperación ha sido y será la correcta aplicación de los valores y principios que privilegian lo colectivo por sobre lo individual, enmarcados dentro del universo conceptual de la solidaridad, precepto único que no admite la alquimia de pretender integrar al sujeto, la persona humana, con el capital, en una mixtura ambivalente que jamás podrá fraguar.

En definitiva, debemos tener en cuenta que son únicamente esos principios cooperativos los encargados de amalgamar lo económico con lo social; por lo tanto, en la medida en que no sean saldadas las viejas cuentas de la sociedad, en la medida en que la justicia social y la solidaridad sigan siendo sólo un objetivo a cumplir, y en la medida en que el disfrute del progreso y la tecnología no sea un justo bien de los pueblos, la cooperación como transformadora de la sociedad seguirá teniendo plena vigencia.