viernes, 19 de septiembre de 2014

Tiempos de preocupación


Cuando se analizan determinados temas en la búsqueda de argumentos que permitan discernir la intencionalidad que estos conllevan, circunstanciales o no, hay que separar la materia y hacerlo detenidamente a través de todos los elementos que estos contienen, sin eludir ninguno, para no ser parciales en la apreciación y correr el riesgo de negar la dimensión subjetiva que implica lo real.
Cuando hablamos de la realidad no podemos obviarla, por mas que queramos, porque sino equivocaríamos las conclusiones a las que pretendemos llegar para encarrilar nuestro pensamiento.
Conocemos la diversidad del marco ideológico que hoy existe en nuestro país y además, tenemos claro los avances y retrocesos que se produjeron desde el 2003 a la fecha, porque la pulseada para modificar la matriz del sistema vigente sigue aun viva, y si los acontecimientos no empujan las decisiones adecuadas para cambiar el rumbo lo será por mucho tiempo, dentro de este contexto no podemos pensar que el sistema cooperativo baje la guardia fácilmente y calme los ataques de los sectores que le son adversos.
Si el movimiento cooperativo, lo dijimos repetidas veces, no asume “un estado superior al conocido hasta el presente en la construcción de un nuevo esquema funcional, pasar de lo local a lo global”, veremos aparecer los eternos fantasmas para despotricar con medias verdades que se lanzan a rodar para ensombrecer las virtudes de la identidad cooperativa ajustada a derecho. No actuar en consecuencia teniendo en cuenta esto sería como darle más pasto a las fieras.
Es inútil que confesos y legítimos cooperadores bien intencionados, y entidades de renombre salgan a mostrar las aptitudes de las cooperativas asociadas con proclamas defensivas sobre los honestos intereses de honestas cooperativas; el imaginario colectivo no conoce donde radica el bien y donde el mal, solo piensa en la cooperativa en general sin hacer distingos, por lo tanto todos entran dentro de la misma bolsa y allí comienza a tomar cuerpo aquello de que “por algo será lo que se dice sobre ellas”, hecho que una vez instalado es muy difícil desmontar.
La credibilidad pública es la herramienta más importante que puede exhibir la identidad cooperativa para argumentar una gestión cristalina ante la sociedad.
El cooperativismo requiere seriedad en todas las etapas de su construcción: desde la organización de la cooperativa dentro de la ley respectiva, hasta su funcionamiento una vez instalada y operando en la sociedad.
Por lo tanto si los organismos integrantes del estadio político gobernante, (tanto nacional como provinciales), que tienen a su cargo el control de las entidades cooperativas no actúan como deben en el control del estatus correspondiente a esas entidades, serán los responsables directos y tendrán que hacerse cargo de una equivocada gestión. La impronta de esos errores deben ser observados ante quienes corresponda por aquellos genuinos dirigentes que integran, a través de sus respectivas entidades, el movimiento cooperativo, (haciéndolo en función de carga pública), para que se ordene el sistema cooperativo y se investigue la falencia susodicha; a menos que la influencia de los subsidios insinúen acallar las voces de los reclamos y la tarea se hará imposible, y en ese caso, es seguro que si lo político partidista consigue atravesar lo orgánico de las entidades se abrirán las puertas a la corrupción.
Por eso decimos que el cooperativismo bien entendido, especialmente las cooperativas de grado superior, deberían asumir la responsabilidad que les corresponde generando un nuevo esquema funcional que trascendiendo lo local pase a actuar en lo global, para consolidar la buena salud del movimiento.
De no ser así, el movimiento dirigencial por si mismo se haría cómplice de los sectores que se dedican a denostar la cooperación para defender sus espurios intereses.
Segundo Camuratti

 

 

viernes, 12 de septiembre de 2014

Busqueda de formulas de excelencia


Nunca estuvimos en la crítica desorientadora sobre el avance constructivo de la sociedad, menos aun de lo convincente del espectro solidario de la cooperación, posiblemente con errores y aciertos militantes de los que siempre nos hicimos cargo en más de medio siglo de trabajo, pero siempre tratando de incorporar el mensaje de la guía permanente y estable, que significan los  fundamentos primordiales de los principios cooperativos consagrados por la Alianza Cooperativa Internacional.
Como elemento básico en la construcción de una nueva sociedad estas cosas se deben tener en cuenta por que los hechos, producto del efecto hacia ese nuevo modelo social, deben inspirar y a la vez vislumbrar el camino recto  y certero para conducir un proceso a través del trabajo colectivo de aquellos que, por interés social o por necesidad, comprenden que la tarea a desarrollar es ardua y a la vez empírica,  conllevando la preocupación y el sentido de pertenencia que se necesita para poder llevarla a cabo en un mundo globalizado, que pretende  introducir por la fuerza de su influencia la presencia que posibilite  asegurar como eje central y funcional del sistema la economía concentrada y monopólica, tratando de frenar la participación generada por el conglomerado social a través de  los muchos y distintos desniveles humanos que componen la sociedad actual con ideas progresivas.  
El movimiento colectivo y jamás individual, debe ser la meta que lleve a cabo la modificación de la línea por la cual todos debemos confluir con sentido común en la búsqueda de trabajo para desarrollar los medios que permitan el bienestar de la comunidad en armonía y convivencia.
Es sabido que todo avance en la modificación del estatus quo imperante prácticamente en casi todo el mundo a través de la concentración económica, bregará para impedir que los intereses que ellos manejan no puedan continuar las políticas que disfrazadas de desarrollo para la humanidad, solo resolverán aquellos puntos estratégicos de los argumentos que empujan  sus propios intereses monopólicos.
Es por eso que un amplio sector de la humanidad sin horizontes de progreso social a la vista, puede lograr cambios profundos en la sociedad para avanzar sobre el centro de la cuestión y revertirla, con sobrados elementos disponibles a su alcance que aunando intereses similares pueden avanzar sin prisa pero sin pausa, por caminos alternativos que genera la cooperación afianzando el factor subjetivo del individuo, introduciendo un modelo de vida que es capaz de cambiar voluntades y  criterios incorporando el germen de la solidaridad, con  el ejemplo sustantivo del  “uno para todos y todos para uno” valor fundamental del elemento colectivo.
Se suele decir que la gota de agua orada la piedra pero el tesón del esfuerzo propio y la ayuda mutua es humano y más veloz en el tiempo para concretar los anhelos sociales de los más que menos tienen.
Segundo Camuratti

viernes, 5 de septiembre de 2014

Mensaje sobre el acto solidario


Entendemos que ha llegado el momento para deducir que significa cuando ponemos bajo el rotulo de sentido solidario lo que estamos escribiendo en estos mensajes, haciendo conocer opiniones personales con planteos que pueden ser discutibles en toda instancia y dimensión, sin perder de vista el análisis del elemento subjetivo.
Hoy más que nunca se hace necesario debatir y trabajar en la difusión de las ideas, para lograr que estas se constituyan en el baluarte y el aporte del pensamiento del imaginario colectivo en el esclarecimiento sobre que modelo debe incorporar la sociedad para establecer el equilibrio social.
Debemos instalar en la conciencia el sentido de que los sectores populares sean quienes lideren los movimientos sociales –siempre los más que menos tienen- con instrumentos de transformación, es decir las ideas, reivindicando el hecho de asumir la modificación del actual sistema injusto y carente de equidad en la distribución de la riqueza, por otro más solidario.
Para disimular su condición, la intolerancia de los que niegan la transformación, fabrica argumentos cuando no los tiene para sostener al modelo, pero la historia enseña que se podrá atrasar el reloj pero no se puede impedir que el tiempo avance.
Los cooperadores no podemos de ninguna manera, aceptar esta realidad con resignación, como una fatalidad de la naturaleza o la antinomia del destino.
Se debe tener en claro algo que es inherente a la persona humana y que ni la revolución tecnológica ni el adelanto de la ciencia podrá reemplazar, a menos que este avance logre sustituir en todos los órdenes al individuo transformándolo en un robot; la solidaridad.
Damos por descontado que el sujeto solidario al cual nos referimos trasciende el acto cooperativo – ya de por si incluido- ingresando dentro del quehacer de los individuos en su comportamiento de la sociedad donde habita.
Para hacerlo más sencillo de comprender diríamos que debemos tener en cuenta que la solidaridad no es caridad, porque es muy frecuente comprobar que se confunden estas cualidades como sinónimos.
La solidaridad se encuadra en una acción recíproca, es dar para recibir, como un hecho propio del sentimiento humano tanto en lo material como en lo social. De la misma manera deducimos también que el trabajo, -elemento esencial en la producción de riqueza- es producto social. Por lo tanto desde distintas esferas y en múltiples actividades diferentes, todos trabajamos para el producto social.
Este producto social después va teniendo propietarios que se quedan con él y otros que se quedan sin nada, estos últimos son quienes luego de toda una vida de trabajo están en un alto porcentaje con su jubilación por debajo de la línea de pobreza junto a los restantes convertidos en indigentes o marginales, siendo éste el fenómeno más saliente de nuestra época.
Siempre a sido así en la vigencia del capitalismo, pero ahora el drama es más conmovedor que nunca, siguen faltando políticas que lleven a la reinserción social de los excluidos aunque se diga que no, porque el patrón distributivo de la riqueza instalado actualmente esta divorciado de la equidad.
Para que esto se de así solo hay un responsable, el estado, porque no interviene como debe en la economía a través de leyes y mecanismos regulatorios, pero también equitativos, que permitan constituirse en el eje principal de la producción y la distribución de la riqueza.
La equidad en todos los órdenes de la vida de un país es el único argumento que nos puede llevar a incorporar la solidaridad dentro de la sociedad para lograr salidas concretas y verdaderas en la actual situación, por eso decimos; “Sin solidaridad nunca abra futuro”.
        Segundo Camuratti