viernes, 16 de mayo de 2014

La escuela en la educación cooperativa



La enseñanza del cooperativismo en las escuelas ha sido un anhelo histórico en nuestro país que no ha logrado todavía concretarse en su cabal pretensión, salvo casos aislados que responden a esfuerzos personales o institucionales especiales, pero no a una sistematización generalizada, eficiente y sostenida en el tiempo.
Si bien existe el consenso de la afinidad en el marco axiológico del cooperativismo y del Sistema Educativo Argentino, y se reconoce las cualidades formativas y pedagógicas de la práctica cooperativa a través del ejercicio de sus principios y su modelo de gestión democrática, no se ha logrado resolver la problemática de la formación de recursos humanos que puedan hacerse cargo de las inclusiones curriculares necesarias en todos los niveles académicos.
Ya la Ley Nacional de Educación Común N°1420 sancionada en 1884, adelantándose a su época, estableció entre las atribuciones y deberes del Consejo Nacional de Educación: “Promover y auxiliar la formación de bibliotecas populares y de maestros, lo mismo que la de asociaciones y publicaciones cooperativas de la educación común” (art.57.inc18). Además señaló entre las funciones de cada “Consejo Escolar de distrito: promover, por los medios que crea conveniente, la fundación de sociedades cooperativas de la educación y de las bibliotecas populares del distrito” (art.42 inc 4°).
Tras antecedentes legislativos provinciales (por ejemplo en la Provincia de Buenos Aires la Ley 5111 de 1946 dispone la enseñanza obligatoria de la cooperación en las escuelas oficiales o particulares, la capacitación del personal docente y la creación de cooperativas escolares) a nivel nacional se logró el 30 de octubre de 1964 la sanción de la importante Ley de Educación Cooperativa N°16.583, que declara “de alto interés nacional la enseñanza de los principios del cooperativismo”(art.1°). Esta Ley tuvo dos reglamentaciones, la última fue el Decreto N° 2.176 de 1986 con el que se pretendió dar impulso a una norma con más de un cuarto de siglo de sanción.
Los esfuerzos fueron arduos, y los resultados no han sido acordes a ellos. Casi 20 años después se sanciona el Decreto 1171/2003 que actualmente constituye el régimen legal que dispone el objetivo del Estado por dar cumplimiento a esta necesidad de que el cooperativismo sea un contenido teórico práctico en los planes de enseñanza.
Necesidad cuya conciencia de su existencia, como vimos es centenaria, y compartida desde las órbitas del Sistema Educativo y del Movimiento Cooperativo argentino. Los considerandos y el articulado del Decreto 1171/2003 sintetizan lo que hemos venido exponiendo.
Muy pocas propuestas están implantadas en este momento en las escuelas del país, pero también es cierto que el movimiento cooperativo argentino tampoco vuelca esfuerzos coordinados para presionar antes los sectores políticos del estado, llámense ministerio de educación y/o  otras alternativas políticas que le incumben para generar  leyes sistemáticas que hagan centro en la educación cooperativa para instalarla de una vez y por todas para beneficio  del país.
Lo actual es más de lo mismo; pareciera que nubes de humo negras siguen cubriendo el cielo de la educación cooperativa que impiden ver que es lo que  se hace para no difundir la educación cooperativa en las escuelas para bochorno del país y los cooperadores
Segundo Camuratti

lunes, 12 de mayo de 2014

La educación cooperativa y su misión



Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre la educación cooperativa, como soporte de un movimiento social apegado al ejercicio de la economía de sectores que siempre tuvo problemas de subsistencia, especialmente en países como Argentina, organizado con raíces netamente capitalistas.
Fundamentando la educación cooperativa como herramienta impulsora para generar y procrear ciudadanos con naturaleza solidaria se fue instalando el trabajo colectivo de su accionar en las  entidades cooperativas; pero a la vez se hizo necesario   desde el  mismo momento colocar un paraguas protector que acompañara  la cobertura de los instrumentos adecuados para lograr desarrollarla.
Tarea nunca fácil por la diversidad de los nuevos  factores que intervenían para edificar algo con diseños que si bien eran abstractos y ambiguos, debían servir para introducir en el ser humano el mágico  artificio de instalar argumentos específicos consustanciados con la subjetividad humana de la solidaridad.
Estos hechos casi siempre se  producen en aquellas pequeñas cosas que nacen en el imaginario encuentro de las necesidades y la  creación de los individuos, (cuando no existe la asistencia de  legislaciones que aseguren la vigencia de la equidad en la construcción de un modelo distinto de país), o talvez para resolver problemas de determinados sectores sociales de  hombres y mujeres integrad@s que querían vivir debajo del sol,  trabajando para si y además por la comunidad que luego terminan armando grandes construcciones sociales partiendo desde lo incierto.
Esto debe servir como ejemplo a la sociedad de que nada ni nadie esta vedado mientras existan individuos que piensen en el prójimo, en la alternativa primaria  de vivir con ansias de integrar un mundo mejor, predispuestos a avanzar en ese camino para bien de la humanidad.
Mucha agua a corrido bajo los puentes del universo en el perfeccionamiento y en el arte no abstracto de servir sin mirar a quien, para asegurar un andar pacifico y coordinado a seres humanos que aspiran a vivir en asociación y respeto solidario.  Solo la dimensión y el transcurso del tiempo  llevaran luego a valorar los hechos que se producen a través de los resultados obtenidos, cuando  el esfuerzo se vuelca para conseguir un fin predeterminado que conduce al beneficio común de la sociedad.
Segundo Camuratti

martes, 6 de mayo de 2014

Cooperativismo y educación



Bueno es volver a tenerlo en cuenta porque en blogs anteriores tratamos el tema sobre las distintas corrientes ideológicas de las que se nutre el universo cooperativo, y por lo tanto no debemos identificarlas como entes de pensamiento uniforme, que si bien son respetables  por que apuntan todas hacia el mismo fin, no  suelen conformar un universo único.
Por otra parte sería un error pretender en un mundo unipolar hoy, que la educación cooperativa constituya un andamiaje que trascienda el objeto social de la corriente que lo impulsa al generalizar criterios diversos o dispersos.
En tanto el movimiento cooperativo continúe tal cual funciona actualmente predicando la integración y esta sea solo formal, lo primero y preferible que se puede aplicar para difundirla, es una educación cooperativa que conlleve en la práctica como hecho ineludible e inexcusable, enarbolando los principios rectores que le dieron vida a la cooperación en su origen y prioricen la integración cooperativa y su diversidad en su máxima extensión.
Lo secundario pero que no le va en zaga por la importancia que tiene, es el rol que debieran asumir en el ordenamiento institucional del cooperativismo  sus dirigentes en la implantación de lo que significa la educación cooperativa.
La esencia del problema educativo transita por andariveles internos y externos de la identidad de la cooperativa, partiendo desde la base del sector social y terminando dentro del sector económico.
Desde lo interno corresponde considerar la ventaja si bien es repetitivo el mensaje, de lo que significa obrar en conjunto por la propia voluntad de los interesados ayudándose los unos a los otros, es decir cooperando para obtener mejores resultados por el accionar colectivo, mas que a través del esfuerzo individual.
Para poder introducir la idea de actuar así en la gente, ésta debe entender porque tiene que cooperar y como hacerlo adecuadamente; es aquí donde debe aparecer la ecuación de la educación cooperativa y por lo tanto, este es el principio sustancial y requisito fundamental para aplicarla.
Aunque pueda aparecer como elemento preconcebido y natural, en la práctica no está demostrado de manera evidente que esto  se entienda como hecho colectivo, y dandose así en todas partes.
Aquí debemos considerar los distintos enfoques que se dan dentro del movimiento cooperativo sobre como debería desarrollarse la educación cooperativa, teniendo en cuenta el como y el porque en los factores orientativos de la línea programática que asuma la función de la entidad cooperativa, y si ella es la que se corresponde separando  lo colectivo de lo individual.
Hemos sostenido siempre, porque esto está escrito, con argumentos precisos el doble carácter que debe asumir la identidad de la cooperativa, ser una “empresa eficaz y eficiente con contenido social” explicando con esto el cómo y el porqué; lo decimos con claridad para que se entienda que la educación cooperativa debe ser sostenida apuntalando esta concepción principista con equidad y sin desvíos.
Puede existir y esta probado que así sea, el motivo de producir en distintas circunstancias una afectación en la enseñanza de la educación cooperativa valorando excesivamente al como sin analizar el porqué.
Es decir, el espíritu de la enseñanza se concentra principalmente en el concepto administrativo de la empresa cooperativa en lo técnico y económico ha modo de objeto principal, (el “como”) lo que no es malo, pero deja de lado el educar de manera eficiente en el sentido real del movimiento cooperativo como instrumento de transformación en la manera de pensar del sujeto que la integra para mejorar la condición de vida colectiva, (el “porqué”) lo que es mejor.
Esta manera especifica de encarar la educación promueve un desacople específico que ignora ese doble carácter con que definimos el funcionamiento de la entidad cooperativa  en el deber ser: “empresa eficaz y eficiente con contenido social”.
Segundo Camuratti