martes, 27 de agosto de 2013

La identidad de la cooperativa


Cuando se analiza la identidad de la cooperativa es bueno recordar algunos elementos porque a veces notamos que la realidad es otra muy distinta, al estar inmersos en el sistema capitalista y como reflejo del régimen, muchas cooperativas han tomado el camino de la adaptación al mismo, incluyendo en su labor cotidiana los vicios y los males de la entidades capitalistas, confundiendo al  sujeto con el objeto.
Cuando así sucede, se estaría fallando en la lectura e interpretación de lo que debería hacerse, equivocando el camino y adoptando maneras de actuar que no se  condicen con el pensamiento subjetivo implícito que personifica  la identidad cooperativa.
La disyuntiva sigue existiendo aún hoy entre lo que representa – si bien puede aparecer como un juego de palabras – la cooperativa empresa o la empresa cooperativa partiendo de la base de cómo empieza y como termina su función.
Son dos modelos de entidades que aunque la inversión de las palabras las asimilen no responden a la misma concepción.
Por un lado, esta la  cooperativa empresa estructurada como sujeto de un fin en si mismo, que al adaptarse al sistema dominante se constituye en empresa capitalista, modificando su manera de actuar al tratar como objeto a su membresía; aquí siempre  lo importante es la cooperativa.
Por el otro lado está la empresa cooperativa actuando como objeto de servicio respetuosa de los principios cooperativos, que tiene como función el hacer centro de su gestión en la atención que le brinda el servicio al asociado , el sujeto, cubriendo sus necesidades y tratándolo con equidad y solidaridad como corresponde al mostrarlo como un ente colectivo; a la vez que lo acompaña en su preocupación por los demás en la sinergia del trabajo conjunto y  lo ayuda  a construir un distinto sistema de vida que contribuye a mejorar su posición social donde aquí si lo importante es el asociado.
Como se vera el axioma del “el orden de los factores no altera el producto” aquí no cuaja: el orden de los factores si altera el producto.

Segundo Camuratti

viernes, 16 de agosto de 2013

Digno de recordar


Con motivo de cumplirse el día 17 de agosto un nuevo aniversario de la muerte del Gral. Don José de San Martín, nos adelantamos a evocarlo porque la importancia del tema lo amerita, sumándonos por este medio al homenaje que el país le tributa permanentemente, haciendo conocer algunos aspectos de su personalidad – dignos de tener en cuenta - encarnados en su gestión libertadora.
El procerato del Gral. San Martín en la historia argentina consagra una vocación puesta en el fundamental propósito de conquistar una patria libre e independiente para su pueblo.
Ese objetivo imperecedero de los argentinos de todos los tiempos –cualesquiera fuesen las circunstancias – se condice con el ideario expresado desde siempre por el movimiento cooperativo.
Guardián de las fronteras de la joven República, fiel custodio de la soberanía nacional y paladín de la libre determinación, la ejemplar trayectoria del Libertador de América constituye una prenda de invalorable vigencia que en un nuevo aniversario de su muerte, queremos poner en consideración desde el cooperativismo a la sociedad argentina a través de la opinión pública en general.
En la coyuntura nacional e internacional harto difícil en que le toca estructurarse, el ejército sanmartiniano puso sus miras en el desarrollo de la riqueza vernácula, y en procurar su constitución y posterior mantenimiento mediante aportes equitativos de acuerdo a la condición social de cada uno de los contribuyentes.
Ese pensamiento de honda raigambre solidaria le confieren el mérito de adalid de “la idea intuitiva de la cooperación” en la configuración de sus planes, según lo sostiene en su biografía el General Bartolomé Mitre.
Su aporte sustantivo a la Declaración de la Independencia, constituye otro inalienable galardón al que debe sumarse el perfil consecuentemente democrático de su pensamiento y de su acción, expuesto en la proclama de Agosto de 1822 al pueblo de Chile, hace precisamente 191 años cuando manifiesta, “que mis promesas para los pueblos que he hecho la guerra están cumplidas: hacer su independencia y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos”.
Las inquietudes de este singular arquetipo apuntan a la unidad de acción a través de la integración de todos los sectores, ratificando otro de los principios fundamentales del movimiento cooperativo.
Es propicia la oportunidad para hacer la consideración de sus meritos diciendo que el mandato y el ejemplo concretos de San Martín son invulnerables y estarán siempre vigentes. Solo el esfuerzo y el trabajo común y cotidiano – en este caso el de las organizaciones cooperativas – con la razón y el sentimiento puestos en una Argentina de ascendente proyección futura podremos ofrecer a nuestro país, a la América y al mundo, el autentico ideal sanmartiniano de una nación en paz, unida y prospera”.
Demás esta decir a pesar del tiempo transcurrido que estos conceptos sostenidos por los valores y principios de la cooperación, siempre deberán tener plena vigencia dentro del movimiento cooperativo argentino.
Segundo Camuratti

jueves, 8 de agosto de 2013

Sentido común


Se escribe o se dice sentido común como una definición hegemónica del pensamiento humano del colectivo, cosa que si se piensa y se analiza permite llegar a la conclusión de que cuando se enuncian esas dos palabras se disfraza, o si se quiere, se dice una falacia que conlleva una tremenda contradicción en la expresión y el efecto.
Un individuo que vive en los ámbitos tan diversos  de la sociedad va condicionando, quiérase o no, su razonamiento, y si no se adapta por lo menos se adecua  al entorno que  lo circunscribe, y forma su propia manera de pensar y de expresarse  y también  actúa desde la escuela en primera instancia si es que va, dentro de los vaivenes económicos y sociales con que lo presiona la sociedad.
Por lo tanto cada cual adquiere su propia idiosincrasia que puede diferir en mucho del ídem de los demás; por eso se debe definir que es el sentido común generalizado en el decir como si fuese un dogma analítico  que  agrupa el pensamiento humano como conjunto.
Podemos decir con fundamentos cuando se lo pronuncia al diversificar que es una antinomia: ¿puede tener el mismo sentido común aquel que vive en una villa de emergencia, que el que mora en un barrio privado o en una gran ciudad? jamás.
Estas cosas dichas así nos llevan a deformar la realidad igualando con el rasero a la humanidad como si fuese desde un paraninfo, ocultando las miserias de un mundo desigual y por eso hay que tenerlas en cuenta.
Un mundo desigual donde albergan todos: los que tienen riquezas y los desposeídos que no tienen nada, y el verbo que  tratando de ser común para darle más valor a lo dicho pretende cosificar desde lo vulgar a lo serio, y los iguala en la manera de pensar y de sentir y esto debe cambiarse, la realidad debe expresarse tal como es, no igualándola con el rasero.
Aquellos que llegan a la cooperación no lo hacen a través del sentido común porque van buscando otros parámetros y argumentos que no son  universales porque están enrolados dentro de los que  anhelan  cambiar la realidad partiendo de la base de modificar primero su propia realidad.
Adquieren la entidad necesaria habilitando que su salida nunca puede ser individual, porque esto solo no alcanza, por lo tanto parte en la búsqueda del encuentro colectivo que permita agrupar fuerzas al enfrentar la decisión que lo lleve  a cumplir sus deseos para vivir mejor.
Ese paso es el inicio del proceso que lo lleva a la instancia superior de modificar la realidad que lo oprime y no se corresponde con ningún sentido común de un sistema que lo maltrata pretendiendo expulsarlo de sus entrañas.
Por eso el avance de la cooperación tiene una base de sustento poblacional distinta que ya parte de un concepto; tentar a sus coterráneos para incorporarse no solo a el sino a integrarse, sí a integrarse por un camino alternativo para llegar a la inclusión a través del trabajo, partiendo muchas veces  desde la nada para hacer de ese eje el valor fundamental de un razonamiento conjunto con otros seres que confíen también en sus propios sentidos que al igual que el, buscan resolver los problemas que  acucian  su supervivencia, y por esto difieren con el sentido común general.
Segundo Camuratti