De tanto en tanto es bueno volver sobre los temas teniendo presente que el racconto puede, mas que nada, evocar algunas cosas que deben ser vistas como una fotografía indeleble de la realidad para sostenerlas en el tiempo.
El cooperativismo se merece esto y mucho más; ha transitado una larga etapa de realizaciones institucionalizadas durante casi dos siglos de vida afrontando en su trayectoria, (que no fue un lecho de rosas), sorteando todos los escollos que se fueron presentando sin perder su esencia cualitativa llena de humanismo.
En este camino debemos avanzar con ideas superadoras que consoliden el sistema cooperativo y avancen mejorando el sistema que lo contiene.
Ideas que deben llevar hacia un estadio superior al actual en la construcción de un nuevo organigrama en la concepción de la cooperación.
Se suele decir por muchos que se debe lograr una mejor distribución de la riqueza y una mejor calidad de vida, esto como pensamiento es abstracto, la solidaridad que pregona la cooperación debe pasar de dilucidar problemas puntuales del individuo a través de la cooperativa a un fase superior para resolver los problemas generales de ese individuo, por lo tanto la cooperación debe propender a llevar al asociado a un cambio cultural de su sistema de vida, hacia un modelo distinto de sociedad.
La cooperativa debe pensar y contribuir a resolver problemas tales como la salud, la educación, la alimentación, el esparcimiento y la garantía que asegure su libertad de pensar, por lo tanto, la orientación de su trabajo debe realizar un viraje en la metodología actual para cambiar su accionar.
Ya no podemos hablar de los dos pinos que deben crecer paralelos y simultáneos, uno empresario, y el otro institucional de manera excluyente.
Los dos pinos que son un ejemplo emblemático de la cooperación deberán mantenerse, pero en su denominación deberíamos aplicar ese viraje que mencionábamos anteriormente; uno de los pinos debe seguir representando el quehacer económico como identificación de la empresa colectiva, pero el otro tiene que trascender para pasar de ser solo la representación de lo institucional para convertirse en mensajero político en la nueva situación.
Posiblemente para algunas corrientes de opinión de la cooperación esto suene como apostata, pero no es así, lo que debemos tener en cuenta es que hoy el mundo a cambiado. A quienes piensan así podemos decirles que pueden quedarse tranquilos: No pretendemos cambiar la cualidad intrínseca de la cooperación pero sí la manera en que la cooperativa debe actuar ante la nueva realidad hoy emergente.
La unípolaridad de la globalización también funciona a través de dos caminos, lo económico y lo político, en defensa de sus intereses llevándonos a una sociedad compuesta solo por opulentos y marginados.
En lo económico en la construcción de la concentración empresaria para eliminar a los pequeños y medianos empresarios, (llámense rurales ó urbanos) no subsidiarios de ella y en lo político la exacerbación del individualismo para destruir la solidaridad en la sociedad. A este sistema que podemos definir como perverso no podemos enfrentarlo con armas desiguales.
A la concentración el movimiento cooperativo puede oponer, como lo hizo en muchas oportunidades con señalado éxito, la integración, pero a lo político no se lo puede enfrentar con ambigüedades; debemos enfrentarlo con las mismas armas y estas no pueden ser otra que la política, no debemos ruborizarnos por ello tal cual suena, política, pero bien entendida como tal.
Que políticas? las consensuadas por los cooperadores para resolver los problemas que afectan al conjunto de la sociedad, que no son otros, (como lo decíamos antes) que la salud, la educación y la alimentación; además del esparcimiento para despejar los sentidos y así con tranquilidad poder pensar colectivamente tras los objetivos que los lleven a la liberación económica y social para lograr un mejor sistema de vida.
Segundo Camuratti