miércoles, 27 de octubre de 2010

La función del cooperativismo

De tanto en tanto es bueno volver sobre los temas teniendo presente que el racconto puede, mas que nada, evocar algunas cosas que deben ser vistas como una fotografía indeleble de la realidad para sostenerlas en el tiempo.

El cooperativismo se merece esto y mucho más; ha transitado una larga etapa de realizaciones institucionalizadas durante casi dos siglos de vida afrontando en su trayectoria, (que no fue un lecho de rosas), sorteando todos los escollos que se fueron presentando sin perder su esencia cualitativa llena de humanismo.

En este camino debemos avanzar con ideas superadoras que consoliden el sistema cooperativo y avancen mejorando el sistema que lo contiene.

Ideas que deben llevar hacia un estadio superior al actual en la construcción de un nuevo organigrama en la concepción de la cooperación.

Se suele decir por muchos que se debe lograr una mejor distribución de la riqueza y una mejor calidad de vida, esto como pensamiento es abstracto, la solidaridad que pregona la cooperación debe pasar de dilucidar problemas puntuales del individuo a través de la cooperativa a un fase superior para resolver los problemas generales de ese individuo, por lo tanto la cooperación debe propender a llevar al asociado a un cambio cultural de su sistema de vida, hacia un modelo distinto de sociedad.

La cooperativa debe pensar y contribuir a resolver problemas tales como la salud, la educación, la alimentación, el esparcimiento y la garantía que asegure su libertad de pensar, por lo tanto, la orientación de su trabajo debe realizar un viraje en la metodología actual para cambiar su accionar.

Ya no podemos hablar de los dos pinos que deben crecer paralelos y simultáneos, uno empresario, y el otro institucional de manera excluyente.

Los dos pinos que son un ejemplo emblemático de la cooperación deberán mantenerse, pero en su denominación deberíamos aplicar ese viraje que mencionábamos anteriormente; uno de los pinos debe seguir representando el quehacer económico como identificación de la empresa colectiva, pero el otro tiene que trascender para pasar de ser solo la representación de lo institucional para convertirse en mensajero político en la nueva situación.

Posiblemente para algunas corrientes de opinión de la cooperación esto suene como apostata, pero no es así, lo que debemos tener en cuenta es que hoy el mundo a cambiado. A quienes piensan así podemos decirles que pueden quedarse tranquilos: No pretendemos cambiar la cualidad intrínseca de la cooperación pero sí la manera en que la cooperativa debe actuar ante la nueva realidad hoy emergente.

La unípolaridad de la globalización también funciona a través de dos caminos, lo económico y lo político, en defensa de sus intereses llevándonos a una sociedad compuesta solo por opulentos y marginados.

En lo económico en la construcción de la concentración empresaria para eliminar a los pequeños y medianos empresarios, (llámense rurales ó urbanos) no subsidiarios de ella y en lo político la exacerbación del individualismo para destruir la solidaridad en la sociedad. A este sistema que podemos definir como perverso no podemos enfrentarlo con armas desiguales.

A la concentración el movimiento cooperativo puede oponer, como lo hizo en muchas oportunidades con señalado éxito, la integración, pero a lo político no se lo puede enfrentar con ambigüedades; debemos enfrentarlo con las mismas armas y estas no pueden ser otra que la política, no debemos ruborizarnos por ello tal cual suena, política, pero bien entendida como tal.

Que políticas? las consensuadas por los cooperadores para resolver los problemas que afectan al conjunto de la sociedad, que no son otros, (como lo decíamos antes) que la salud, la educación y la alimentación; además del esparcimiento para despejar los sentidos y así con tranquilidad poder pensar colectivamente tras los objetivos que los lleven a la liberación económica y social para lograr un mejor sistema de vida.


Segundo Camuratti

martes, 5 de octubre de 2010

Homenaje a un conductor

Precisamente el día 3 de octubre, se cumplió un aniversario más, el sexto, de la desaparición de Floreal Gorini, uno de los dirigentes más importantes de la historia del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, y porque no decirlo, del movimiento cooperativo argentino, por lo tanto, es una fecha emblemática que no podemos olvidar desde el espacio participativo de Sentido Solidario.


Cabalmente en las circunstancias actuales de desconcierto que atravesamos es cuanto mas se nota la ausencia de alguien que nos dejó, por la ley de la vida, posiblemente cuando mas lo necesitábamos como conductor, para transitar etapas muy difíciles en la existencia del país.


Solo tres palabras: ética, utopía, transformación, encierran la trilogía de la enorme construcción ideológica que el llevó a cabo, en sus muchos años de fecunda labor en todos los lugares en los cuales actuó; Gremialismo, movimiento sociales, cooperativo y en la política.


Debemos reconocer que tuvo la capacidad y la constancia, de saber transmitir el legado de su pensamiento a través de sus escritos, que hoy nos sirven como manual de tareas y nos permiten continuar a muchos en esa misma línea, que no es otra que la búsqueda de las salidas necesarias para construir otro modelo de país.

La palabra escrita no miente y sirve para certificar que decía o pretendía hacer en distintas ocasiones. Allí quedaron grabados los mensajes claros y precisos de las profundas convicciones que sostenía, y que fueron expresadas a lo largo, podemos decir, de toda su actuación, cuidando siempre no desvirtuar los principios en los cuales creía.


Supo decir en sus trabajos: “Del análisis crítico del momento que vivimos, saldrá la base ética de la sociedad del futuro, que los cooperadores debemos ayudar a construir”.

“Se necesita un abnegado idealismo, una fuerte creencia en los valores éticos de la utopía para abordar la causa de una transformación social que libere a los hombres de toda atadura, de toda explotación, de toda humillación y de toda injusticia”.


Pero las expresiones mas concretas sobre lo que se vivía, y lo que el pensaba de nuestro país y del mundo las dijo en el claro discurso pronunciado el 22 de noviembre de 2002, en el acto de inauguración del Centro Cultural de la Cooperación.


“Aprovechando la caída del socialismo real, y el fuerte debilitamiento de los movimientos sociales en el mundo y el desvío ideológico de los partidos social demócratas a posiciones neoliberales, los ideólogos del sistema, pretendieron decretar el fin de las ideologías e instalar el pensamiento único para perpetuar su hegemonía; sus epígonos se ilusionaban con poder detener la historia anclándola en el falso paraíso del mercado.


Si realmente aspiramos a una transformación profunda, revolucionaria, de la sociedad argentina, debemos intensificar la lucha cultural, para impulsar el desarrollo de la subjetividad cultural.


Necesitamos gestar un pensamiento opuesto al dominante a la aceptación de la globalización como algo inevitable.

El actual orden es un hecho histórico social de época, no es eterno, supone dependencia, desigualdad, libre movimiento de los capitales pero prohibición para el traslado de las personas que necesitan trabajar.


Necesitamos contraponerle un pensamiento distinto, alternativo, capaz de generar y desarrollar una salida diferente, a favor de los pueblos y de los derechos humanos, por ello necesitamos construir un pensamiento crítico, transformador y de izquierda”.


En el diagnostico de la situación que realizaba quedaban en claro las consignas sobre las que se debía trabajar para modificar la apremiante realidad que transitaba el país en ese entonces. Podremos decir que se ha avanzado en muchos de los aspectos allí planteados, pero que aún hay un largo camino a transitar para poder decir que las cosas han sido resueltas.


Recordar a Floreal Gorini a través de sus escritos, es la mejor manera de rendirle Homenaje.


Segundo Camuratti