martes, 25 de marzo de 2014

Defender el cooperativismo es otra cosa


Cuando se analizan determinados comentarios en la búsqueda de argumentos que permitan discernir la intencionalidad que estos conllevan, circunstanciales o no, hay que separar los temas y hacerlos detenidamente a través de todos los elementos que estos contienen, sin eludir ninguno, para no ser parciales en la apreciación y correr el riesgo de negar la dimensión subjetiva que implica lo real.
Cuando hablamos de la realidad no podemos obviarla, por mas que queramos, porque sino equivocaríamos las conclusiones a las que pretendemos llegar para encarrilar nuestro pensamiento.
Conocemos la diversidad del marco ideológico que hoy existe en nuestro país y además, tenemos claro los avances y retrocesos que se produjeron desde el 2001 a la fecha, donde la pulseada para modificar la matriz del sistema vigente sigue aun viva, y si los acontecimientos no empujan las decisiones adecuadas para cambiar el rumbo lo será por mucho tiempo más; dentro de este contexto no podemos pensar que el sistema baje la guardia fácilmente y calme los ataques a los sectores que le son adversos.
En este entorno si se quiere negativo el cooperativismo no tiene las condiciones adecuadas para funcionar y desarrollarse como entidades de economía social en sus diversos niveles específicos, comenzando con la cooperativa de base institucionalizada, e incorporada luego en entidades de segundo y tercer grado en escala ascendente.
Pero este esquema existencial muestra en su agrupamiento legal la distorsión que existe en el sector cooperativo denunciando en su encuadre a supuestas entidades matriculadas que nada tienen que ver con la esencia cooperativa bien entendida, cosa planteada en varias oportunidades desde adentro o desde afuera que hasta ahora nadie se atreve a desmentir.
Si el movimiento cooperativo no asume un estado superior al conocido hasta el presente en la construcción de un nuevo esquema funcional, que es pasar de lo local a lo global, veremos aparecer los siempre eternos fantasmas que despotrican con medias verdades al sistema cooperativo y que se lanzan a rodar  dañando las virtudes de la identidad cooperativa ajustada a derecho. No actuar en consecuencia teniendo en cuenta esto sería como darle más pasto a las fieras.
Será inútil que confesos y legítimos cooperadores bien intencionados, y entidades de renombre salgan a mostrar las aptitudes de las cooperativas asociadas con proclamas defensivas sobre los honestos intereses de honestas cooperativas; el imaginario colectivo no conoce donde radica el bien o el mal, solo piensa en el cooperativismo en general sin hacer distingos, por lo tanto todos entran dentro de la misma bolsa y allí comienza a tomar cuerpo aquello de que “por algo será lo que se dice sobre las cooperativas”, hecho que una vez instalado es muy difícil desmontar.
La credibilidad pública es el aval más importante que puede y debe exhibir la identidad cooperativa para argumentar y mostrar una gestión cristalina ante la sociedad, es por eso que el cooperativismo requiere seriedad en todas las etapas de su construcción: desde la organización de la cooperativa dentro de la ley respectiva, hasta su funcionamiento una vez instalada operando en la sociedad.
Por lo tanto si los organismos integrantes del estadio político gobernante, (tanto nacional como provinciales), que tienen a su cargo el control de las entidades cooperativas inscriptas legalmente no actúan de acuerdo a la ley en el control del estatus correspondiente a cada una de esas entidades, serán los responsables directos y tendrán que hacerse cargo de su equivocada gestión.
La impronta de esos errores en cooperativas de primer grado deben ser comunicados ante la cooperativa de grado superior si es que está afiliada a alguna de ellas, (haciéndolo en función de carga pública para defender el sistema), para  conseguir que se ordene el sistema cooperativo y se investigue la falencia susodicha; a menos que la influencia de algunos subsidios insinúen o pretendan acallar las voces de los reclamos.
La responsabilidad de que existan cooperativas transgresoras de la ley i/o truchas   recae en la mala praxis de los gobiernos que no aplican la ley que las rige como corresponde, por omisión o por obscuros intereses  que manejan el sistema políticamente para beneficio propio i/o  electorales; en estos casos es  seguro que si el factor político consigue atravesar lo orgánico de las entidades  abre  las puertas a la corrupción.
Por eso decimos que el cooperativismo bien entendido, especialmente las cooperativas de grado superior, deberían asumir más la responsabilidad que les cabe generando un nuevo esquema funcional que trascendiendo lo local pase a actuar en lo global, bregando para consolidar la buena salud del movimiento.
De no ser así, el movimiento cooperativo en sí mismo se haría cómplice de los sectores que se dedican a denostar la cooperación para defender intereses propios.
Segundo Camuratti

 

domingo, 16 de marzo de 2014

Aportes para un debate


Enumerando algunos de los temas principales, sin ignorar que hay muchos otros que deben nacer de las inquietudes de los cooperadores que militan y  gestionan cooperativas y ansíen un movimiento cooperativo adecuado a los tiempos que se viven actualmente; porque dentro de los principios que le dan vida hay uno que es esencial; formar al individuo para que entienda porque tiene que ser cooperador partiendo de la base de la solidaridad.
Si bien es cierto que el ser humano mientras viva puede aprender, es mejor si aprende para vivir, y para eso desde muy temprana edad tiene la escuela; sin pretender ser reiterativos seguiremos insistiendo con aquello de que si bien el ser es producto de un acto cooperativo, este no nace cooperativista, la vida es quien lo  hace.
No es redundante entonces analizar que es lo que debe adquirir en la enseñanza que lo lleve al estadio solidario de la cooperación y esto cae por su propio peso: la enseñanza cooperativa en la escuela desde la infancia.
Quién la impide; muchos factores que comienzan con la decisión de encauzarla que debe ser política, si es que el encuadramiento dirigencial político se ubica dentro de la organización democrática de gobierno.
Pero la educación cooperativa llego al fin de la hora de espera para introducirse dentro de la sociedad, no pueden existir mas artimañas de ninguna especie que frenen el proceso educador de un sistema que ha demostrado la incidencia que ejerce en bien de la comunidad.
Lo que decimos no significa que la ignorancia de la educación cooperativa prime dentro de la sociedad, existe un sistema de enseñanza difusa en un sinnúmero de lugares que no se expresan con metodologías integradas que construyan un modelo asimilable en el ámbito del país,  para desarrollar normas coherentes y de envergadura uniformes.
Aquí no cabe argüir el argumento del federalismo que transforme en islas o cotos cerrados el tema vital de la enseñanza; cuando hablamos de Nación este hecho de por sí trasciende al federalismo.
Cosa distinta es que la educación tenga que adecuarse a las variables socio-económicas de provincias muy disímiles en su estructura geográfica con rentas y recursos distintos pero la matriz debe ser una sola  en un país que se precie de nación.
Han transcurrido muchos años desde la promulgación de la ley madre de la educación argentina, la 1420 originada en 1884, en la cual ya se mencionaba la enseñanza cooperativa a través del Consejo General de Educación creado por esa ley.
Debe ser tarea del Congreso de la Nacion via de Diputados y Senadores, tomar el toro por las astas colocando el tema como prioritario e inducirlo hasta las últimas consecuencias, para lograr instalarlo de una vez por todas en el ámbito de todo el país de manera orgánica a través  de la escuela pública.
Segundo Camuratti

miércoles, 5 de marzo de 2014

Día Internacional de la mujer


El 8 de marzo marca un día mas en la conmemoración del Día Internacional de la mujer, el homenaje siempre merecido y rendido   que conlleva la necesidad de repetir  reflexiones críticas y autocríticas, sobre la participación de la mujer en la sociedad, y especialmente en las cooperativas.
Es por eso que vale recordar que a instancias de Clara Zetkin el 8 de marzo, fue instituido como Día Internacional de la Mujer en la Conferencia de mujeres socialistas celebrada en Copenhague en 1910.  Respondía a un reclamo que venía de antes y era sostenido a través del tiempo por muchas mujeres luchadoras.
A propósito de ello, no se puede obviar mencionar el fuerte vínculo entre las primeras luchadoras y los antecedentes cooperativos. Aquellas mujeres luchaban contra el capitalismo y la opresión, no solo de género. Eran demandas por una mejor calidad de vida y de trabajo.
Eran batallas sostenidas en forma contemporánea al surgimiento y desarrollo de las entidades solidarias. Es que las cooperativas, también surgieron para intentar la construcción de otra sociedad en oposición a la explotación capitalista. Se proponía una organización económica no lucrativa y basada en la cooperación y la solidaridad.
Nos animamos a señalar que la lucha de aquellas mujeres y las de ahora, se hermanan en los propósitos de aquellas cooperativas y de las actuales,  enroladas en un proyecto de transformación social.
Es común escuchar en nuestros días la reivindicación de la igualdad de derecho entre los géneros. Sin embargo todos sabemos de las inequidades de la vida cotidiana; no hace falta   recurrir a la crónica periodística para recoger, asiduamente, los abusos que se cometen contra las mujeres en distintas partes del mundo. Existe una vulneración permanente de los derechos de las mujeres; si bien se puede afirmar que es un problema cultural  que resulta muy difícil de modificar, se hace imprescindible cambiar.
Pero veamos que ocurre en nuestro ámbito. El movimiento cooperativo, siempre se ha pronunciado por la más amplia participación de la mujer y sin embargo  más allá de manifestaciones y discursos la realidad es que la participación  de las mujeres es escasa.
Se puede decir que responde al problema cultural general y eso es cierto, pero existen desafíos que el propio movimiento debe superar, especialmente para aquellos que lo asumen como parte de una corriente específica del cooperativismo  que pregona la transformación social.
Sigue siendo una asignatura pendiente y no alcanza con celebraciones, que como esta son muy importantes, pero que requieren de un compromiso mayor de cada una y de cada uno de los dirigentes del movimiento cooperativo.
En función de ello se hace importante convocar a las mujeres cooperativistas, a continuar su brega por una mayor participación integral en las entidades cooperativas.
Además a los hombres decirles que deben contribuir a favorecer en todos los niveles decididamente la defensa de la igualdad de género como herramienta que asegure un proceso integrador marchando juntos a ellas en el objetivo de contribuir a lograr un mundo mejor y solidario. Ese es el mejor homenaje que  le puede brindar a la mujer  la sociedad.
Segundo Camuratti