martes, 29 de noviembre de 2016

El hombre solidario


Se suele decir por muchos que se debe lograr una mejor distribución de la riqueza y una mejor calidad de vida, pero esto como pensamiento en sí es abstracto porque la mayoría no se expresa en como y porqué esto no se hace.
Al manifestarse no tienen en cuenta que los medios existen, o lo que es peor no se animan a decirlo, porque las vías conducentes para lograrlo significa intervenir en intereses que, (dentro del actual sistema), aparecen como intocables.
La vía principal debería ser una ley que permita instrumentar a través de una “reforma tributaria” lo que se pregona, orientada ésta en la concepción de quién más gana más tribute pero nadie avanza en ello, a pesar de los distintos y variados encuadres políticos hoy instalados en función legislativa; ni la fragmentación de los diversos sectores de la izquierda como expresión del principismo dogmático en la búsqueda de otro país posible, ni de las derechas vernáculas sosteniendo el “estatus quo” que no es otra cosa que la defensa de sus propios intereses.
La otra vía sí es incumbencia de la sociedad en su conjunto en cuanto a encontrar las salidas a través de organizaciones colectivas que asuman la actividad económica con sentido social: verbigracia, la función cooperativa tanto en lo laboral como en lo empresario.
Para llevar a cabo esto, también el movimiento cooperativo deberá adecuarse para avanzar hacia un estadio superior al conocido hasta el presente en la construcción de un nuevo esquema funcional, proponiendo a los encolumnados en ella a pasar a través de lo local al ámbito global para encarrilar los problemas puntuales del individuo asociado a la cooperativa transformándolos en generales, incursionando en una fase superior que conlleve a resolver no solo el hecho particular de ese individuo, sino que lo incorpore estatutariamente al asociarlo en la búsqueda del cambio cultural en su sistema de vida como acto político, (que también es social), avanzando hacia un modelo distinto de sociedad que permita el nacimiento de un deseo sistemáticamente pregonado pero no alcanzado plenamente: El hombre solidario.
Debemos tener en cuenta que hay algo que es inmanente a la persona humana y que ni la revolución tecnológica ni el adelanto de la ciencia podrá reemplazar por no aportar valores subjetivos; a menos que este enclave logre sustituir en todos los órdenes al individuo transformándolo en un robot: la solidaridad.
Posiblemente para algunas corrientes de opinión de la cooperación esto suene como sacrílego, pero no es así, lo que debemos tener en cuenta es que estamos viviendo problemas diversos dentro de otro modelo de país. A quienes piensen que pretendemos cambiar el sentido de lo que hasta hoy vinimos sosteniendo podemos decirles que pueden quedarse tranquilos. No aspiramos a cambiar la esencia de la cooperación porque respetamos a rajatabla sus principios, es más, los reafirmamos dándoles más amplitud y posibilidades en su manera de actuar ante la realidad emergente para bien de la sociedad.
EL cooperativismo debe contribuir a resolver problemas tales como la salud, la educación, la alimentación, y el esparcimiento de los individuos como garantía de que al asegurar la mayor libertad de su tiempo para pensar, esta le permita reorientar su trabajo imprimiéndole el rasgo utópico de su carácter altruista.
Segundo Camuratti




miércoles, 23 de noviembre de 2016

Compendio Cooperativo


De más de un siglo y medio a esta parte el cooperativismo se fue constituyendo en uno de los grandes ideales humanos que coinciden hoy con las aspiraciones profundas de los pueblos,  que por las exigencias del  tiempo y las necesidades no cubiertas se fue nutriendo de una herencia cultural y valores fundamentales y singulares , que al encontrar una clase dirigente capaz y competente convencida de plasmarla,  realizó el milagro de incorporar el acto solidario de su esencia colectiva venciendo al individualismo propio de la sociedad, y la llevo a transformar el trabajo en un servicio cambiando las reglas económicas de la sociedad.
Sin embargo  se debe considerar seriamente que las cooperativas no fueron entidades desarrolladas para resolver los problemas de crisis sociales dentro de los procesos económicos, tenían el objetivo de ser la base de  sostenibilidad en el desarrollo de economías mas igualitarias en países de cualquier signo político, aportando salidas colectivas que hacen al bien común y siempre anhelaron ser instrumentos de responsabilidad social y equidad distributiva entre la membresía, es decir los asociados de las mismas.
Por esto no fueron  hechos casuales pero si encomiables que las cooperativas lograran estructurar un sistema económico que aún funcionando sin fines de lucro en economías de mercado, representen además un modelo que por su práctica democrática no sólo en la conducción empresarial, sino en la distribución de la riqueza, ha demostrado que con su efecto social puede fortalecer de manera integral a los sectores pequeños y medianos de la producción y los servicios, demostrando otra forma de encarar sus servicios.
 Para disimular su condición, la intolerancia fabrica argumentos cuando no los tiene, pero la historia enseña que podrá atrasar el reloj pero no puede impedir que el tiempo avance. Así sea obvio: la historia continúa, no terminó ni terminará en ninguna estación prefabricada.
Estamos transitando una etapa complicada por oportunidades y amenazas que al mismo tiempo nos habilitan y nos exigen que cumplamos nuestro rol activamente como cooperativistas, para que este sector de la economía social no sea utilizado por algunos como una herramienta de explotación o evasión, o al mismo tiempo, que otros lo usen para amortiguar el conflicto social desvirtuando la autogestión autentica y la genuina cooperación.
La confianza es el factor colectivo que representa la columna vertebral en el funcionamiento del quehacer cooperativo, dentro de ese imaginario conceptual no entran nunca como excusas los olvidos ni las casualidades para desvirtuarla; las decisiones que se toman son causales de los efectos que se generan en la cooperativa, aunque se pretenda luego disfrazar los resultados. Axioma que siempre se debe tener en cuenta.
Segundo Camuratti


















sábado, 12 de noviembre de 2016

Cooperativismo, Juventud y la Sociedad


Es lógico pensar que con el correr de los años se van dando dentro de la condición humana, los cambios generacionales que logran que no todos los actores tengan la vivencia ni el conocimiento del tiempo pasado; estos son  actores sociales que definimos como la juventud, porque en su mayoría son seres que no cargan en su mochila los éxitos, los desaciertos y las frustraciones de sus mayores y por lo tanto, no les pesa tanto la historia.
El movimiento cooperativo debe ver en los jóvenes no solo las reservas que vayan tomando la posta de mano de los veteranos impulsores del movimiento, sino sobre todo y posiblemente ya mismo, en su propia condición de juventud para convertirse en activos protagonistas de la labor cooperadora.
En tanto debemos conseguir por parte de los adultos que los jóvenes se incorporen y que lleguen con su impaciencia y con su inmadurez, pero que lleguen, sobre todo con su innegable cuota de vocación de servir al pueblo, con abnegación, de espíritu creador, de desinterés y de patriotismo.
Lo que sucedió en el país a partir del 24 de marzo de 1976, con la instalación de la dictadura militar aunque parezca lejano, resintió la actividad de la juventud no solo en las entidades cooperativas sino en la mayoría de los lugares donde estas actuaban, sin embargo cuando llegado el momento, muchos de los jóvenes acompañaron el proceso de transformación
Pero también es bueno  recordar, sin pretender hacer historia, que en el XXVIII Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional en 1984, en una de las resoluciones adoptadas se decía enfatizando, “el hecho de que los jóvenes ahora desean participar directamente en la realización del cambio renovador nacional e internacional, haciendo su contribución para la construcción de su propio futuro, al cual se los llama a vivir y trabajar”, decidiendo además, que el año 1985 sea declarado como “Año Internacional de la Juventud”.
La juventud   demostró siempre en los hechos, estar dispuestos a contribuir a afianzar en su sector el rasgo indeleble de la cooperación, la solidaridad.
Debemos preguntarnos entonces, es necesario el funcionamiento de Comisiones Juveniles en las entidades cooperativas? Si analizamos la  situación podemos decir que si.
Pero eso no es todo, esos jóvenes no son una isla dentro de la sociedad y la mayoría de ellos de una u otra forma, están militando en movimientos sociales conociendo en profundidad los problemas de su sector social y participando para solucionarlos, -no solo a través del asistencialismo, que no estaría mal si fuese por corto tiempo- porque educados en el principio básico de la cooperación, la solidaridad, la están aplicando. Sin dejar por supuesto el estudio y las recreaciones propias de su edad.
Esta tarea conjunta que realicen, cooperación-movimiento social, pueden llegar si tienen apoyo de los adultos, a enaltecer la calidad de una nueva clase dirigente dentro del movimiento cooperativo y la sociedad.
A través de la educación que les brinda la cooperativa  y el ejercicio de la cooperación muchos jóvenes también se pueden constituir en dirigentes sociales con base solidaria, que al actuar en los sectores sociales y precisamente junto al movimiento cooperativo,  contribuirán a la construcción de un nuevo tejido social.
El cooperativismo y la sociedad necesitan, hoy más que nunca, una simbiosis generacional para afrontar los desafíos del mundo actual.
        Segundo Camuratti



lunes, 7 de noviembre de 2016

Sembrando realidades




Hoy más que nunca se hace necesario debatir y trabajar en la difusión de las ideas, para lograr que estas se constituyan en el baluarte y el aporte del pensamiento del imaginario colectivo, en el esclarecimiento sobre que modelo debe incorporar la sociedad para establecer el equilibrio social tan necesitado.
Debemos instalar en la conciencia el sentido de que los sectores populares sean quienes lideren los movimientos sociales –siempre los más que menos tienen- con instrumentos de transformación, es decir las ideas, reivindicando el hecho de asumir la modificación del actual sistema injusto y carente de equidad en la distribución de la riqueza, por otro más solidario.
Para disimular su condición, la intolerancia de los que niegan la transformación, fabrica argumentos cuando no los tiene para sostener al modelo, pero la historia enseña que se podrá atrasar el reloj pero no se puede impedir que el tiempo avance.
Los cooperadores no podemos de ninguna manera, aceptar esta realidad con resignación, como una fatalidad de la naturaleza o la antinomia del destino.
Se debe tener en claro algo que es inherente a la persona humana y que ni la revolución tecnológica ni el adelanto de la ciencia podrá reemplazar, a menos que este avance logre sustituir en todos los órdenes al individuo transformándolo en un robot; la solidaridad.
Damos por descontado que el sujeto solidario al cual nos referimos trasciende el acto cooperativo – ya de por si incluido- ingresando dentro del quehacer de los individuos en su comportamiento de la sociedad donde habita.
Para hacerlo más sencillo de comprender diríamos que debemos tener en cuenta que la solidaridad no es caridad, porque es muy frecuente comprobar que se confunden estas cualidades como sinónimos.
La solidaridad se encuadra en una acción recíproca, es dar para recibir, como un hecho propio del sentimiento humano tanto en lo material como en lo social. De la misma manera deducimos también que el trabajo, -elemento esencial en la producción de riqueza- es producto social. Por lo tanto desde distintas esferas y en múltiples actividades diferentes, todos trabajamos para el producto social.
Este producto social después va teniendo propietarios que se quedan con él y otros que se quedan sin nada, estos últimos son quienes luego de toda una vida de trabajo están en un alto porcentaje con su jubilación por debajo de la línea de pobreza junto a los restantes convertidos en indigentes o marginales, siendo éste el fenómeno más saliente de nuestra época.
 Segundo Camuratti

sábado, 5 de noviembre de 2016

Integracion del movimiento cooperativo argentino, una utopia?


Es evidente que la última década transcurrida del movimiento cooperativo argentino a sido anormal,  porque  estuvo cruzada permanentemente  por la sombra obscura del trasfondo político partidista, en aras de introducir el germen perjudicial de una corriente claramente expuesta desde los parámetros ideológicos del gobierno, con signos que no son afines a la diversidad esencial y política que debe reinar en un movimiento plural y colectivo.
Igual que la gota de agua orada la piedra la política partidista erosiona la base social  de la cooperativa como ente colectivo, tratando de uniformar un pensamiento distinto y unció que permita trasladar su influencia para actuar con reglas diferentes  a los principios que le dan origen al movimiento cooperativo.
Una década que no hace honor a décadas pasadas del movimiento cooperativo , que si bien las cooperativas no salieron fortalecidas por su desarrollo equilibrado, pudieron al menos contener el anhelo de todo país de convivir con sus problemas en la diversidad propia de los que no piensan de manera igualitaria, pero que confían en el precepto democrático del acto eleccionario para resolver sus desavenencias políticas.
Pero la última década rompió todas las reglas de convivencia y termina, con una economía desequilibrada por el encono y el desgobierno que trastoca el elemento fundamental del convivir,  disgregando la sociedad en un encuentro feroz de todos contra todos.
El movimiento cooperativo argentino también es parte de ese estado de salud de la sociedad porque esta inmersa en ella y vive los mismos encuentros y desencuentros del resto, por lo tanto se hace difícil la convivencia necesaria que posibilite avanzar en planes integradores para consolidar tareas comunes, que ensamblen acuerdos que lo lleven a pensar en salidas conjuntas que deberían contribuir no solo para la cooperación, sino en beneficio del país  en su desarrollo comunitario.
Cuando dentro de un movimiento cooperativo representativo de un porcentaje importante de la sociedad, no  consigue reunir y asumir la responsabilidad propia de su envergadura para gestionar su representatividad como sector unido frente al estado; es muy difícil que ese estado lo escuche cuando privilegia el individualismo pernicioso del dividir para reinar.
Es bueno que la sociedad se haga carne de lo que representa el sector cooperativo como empresas integrantes de la economía social y que aportan para la consolidación de un país; de la misma manera  los cooperadores deberían conocer que el movimiento cooperativo no comienza y termina en su cooperativa, porque tiene en sus niveles cooperativas de segundo y tercer grado que son las orientadoras de ese movimiento y ellas son las que tienen que velar por la vigencia y vivencia del desarrollo de ese movimiento.
Pero que el, el cooperador no es solo un invitado a la fiesta de un movimiento, es parte de el y por lo tanto si es socio de una cooperativa debe militar en ella y trabajar por ella, y tener siempre en cuenta que la cooperativa es un ente económico social sin fines de lucro, y como tal tiene políticas para el funcionamiento de su sector, pero que no tienen nada que ver con las políticas partidistas de cualquier partido político.
En tanto la sociedad argentina no agrupe sus cuerpos dentro de un modelo de país inclusivo en lo social, con un proyecto consensuado entre todos y para todos para lograr una más equitativa distribución de la riqueza, será inútil pensar en integrar el movimiento cooperativo argentino; esto seguirá siendo una utopía, pero como tal hay que caminar en la búsqueda de ella.

Segundo Camuratti













viernes, 4 de noviembre de 2016

El valor de las palabras


Aunque parezca superfluo muchas palabras no adquieren el valor absoluto cuando  se las dice o se las escribe si no están acompañadas del adjetivo que determine hasta donde llega su influencia.
La palabra democracia es una de ellas porque se la incorpora en el léxico y se la toma como el súmmum de una acepción totalizadora del significado que se pretende darle.
Cuando en función de gobierno se incorpora la palabra democracia se da por sobre entendido que se aplica como referente máximo del reaseguro que tiene el individuo para el goce pleno de los derechos.
Y esto no es así, porque debería estar acompañada del adjetivo que le marque donde comienza y termina su función para que se entienda lo que quiere decir.
Porque si no solo define una doctrina política a favor del sistema de gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía mediante la elección libre de sus dirigentes.
Luego estos dirigentes en nombre de esa democracia son los que gobiernan y el pueblo es solo espectador pasivo de lo que ellos hacen.
No pretendemos hacer juego de palabras pero si demostrar el valor que se le adjudica a la palabra, que incorporada, no dice claramente lo que representa; no es el súmmum de la garantía universal, solo una parte.
Democracia es una cosa cuando va adjetivada por representativa, otra por republicana, o participativa o distributiva; ese arco lingüístico tiene que unirse para darle  el contenido y la garantía que debería tener el individuo cuando se la expresa en función de actos de gobierno con vigencia plena para asegurar beneficios al individuo.
En cambio otras palabras llenan ese arco que decíamos anteriormente porque son totalizadoras en cuanto a la función que cumplen
Una de ellas es la palabra cooperación y sobre ella queremos explayarnos para demostrar la incidencia que  tiene cuando se la pronuncia y se la ejerce.
La cooperación representa en si un factor incluyente que lleva inmerso el esfuerzo propio y la ayuda mutua en cualquier cosa que se instale en el imaginario colectivo para mejorar la vida de las personas, cerrando el capitulo para lograr el goce del individuo contribuyendo a resolver  los cuatros adjetivos; republicana, participativa, distributiva y además representativa porque incorpora el elemento fundamental cuando admite la unidad en la diversidad superponiendo el verbo convivir por sobre el valor político.
Cuando se habla de cooperación se instala el alo que cierra la acepción indicativa que abarca todo, el uno y lo otro, como expresión máxima de la tolerancia al interpretar el conjunto de valores que contribuye a solucionar las necesidades que llevan implícito al goce del individuo en un distinto modelo  que al ser compartido contribuye a  armonizar la vida
Por lo tanto cuando se instala la palabra cooperación es el indicativo claro de que el individuo puede lograr alcanzar todo lo que se propone sin tener que adjetivarla, adquiriendo así un valor absoluto.
Segundo Camuratti






lunes, 31 de octubre de 2016

Mas de lo mismo


Este epígrafe no es nuevo porque otra veces lo pusimos para otros temas pero la marcha del país lo amerita volver a poner de nuevo sobre lo mismo; lo comentado actualmente por los empresarios que la corrupción es cultural cabe en todos los sentidos, en   el proceso  de la vida del país y también en el cooperativismo sucede así, porque en el acto cultural de los principios el imaginario individual olvida el quehacer solidario pensando solo en la renta que le da la subsistencia diaria para poder vivir, olvidando el factor colectivo del acto solidario.
Deberá pasar mucho tiempo para poder medir la pérdida cultural del país por el travestismo que genero la mal llamada década ganada, que arraso con todo en ansias de ejercer el predominio absoluto para convertirla en una monarquía antidiluviana.
Demás esta decir que cuando el manto del olvido pretende esconder elementos verdaderos entre bambalinas, cuando en su lugar las pasan por el arel desapercibido   para que no se vean muy sueltos de cuerpo hoy  dicen  yo no fui haciéndose el inocente.
Estamos cerca del año de la aparición de un nuevo modelo que aun no cuaja con lo que quiere o lo que no sabe ni le gusta hacer, que a veces navega a contramano de la corriente con sus dimes y diretes no insinuando el paso a dar para no alertar las consignas orientadoras de su acción, cuando no obedecen a las intenciones de lo que no quiere hacer. 
Una de las falencias del gobierno anterior fue destruir, si para que se entienda bien destruir, un movimiento cooperativo que gozaba de fama de ser fiel custodio del factor colectivo, encaramado en el quehacer solidario para desarrollar una franja importante, quizás  no unida como debería ser pero si consecuente y trabajadora como fue.
La cuña de ariete del organismo de dirección nacional del INAES, manejado por inescrupulosos artífices de la componenda política, que lo gobernó para coparlo ideológicamente y adaptarlo al proceso imperado en la década ganada,  con los subsidios fáciles del dinero extorsivo de la corrupción desatada fue el arma ideal  y letal de la corrupción para velar y avalar el sistema.
Hoy más que nunca se hace necesario debatir y trabajar en la difusión de las ideas, para lograr que estas se constituyan en el baluarte y el aporte del pensamiento del imaginario colectivo en el esclarecimiento sobre que modelo debe incorporar la sociedad para establecer el equilibrio social.
Debemos instalar en la conciencia el sentido de que los sectores populares sean quienes lideren los movimientos sociales –siempre los más que menos tienen- con instrumentos de transformación, es decir las ideas, reivindicando el hecho de asumir la modificación del actual sistema injusto y carente de equidad en la distribución de la riqueza, por otro más solidario.
Para disimular su condición, la intolerancia de los que niegan la transformación, fabrica argumentos cuando no los tiene para sostener al modelo, pero la historia enseña que se podrá atrasar el reloj pero no se puede impedir que el tiempo avance.
Los cooperadores no podemos de ninguna manera, aceptar esta realidad con resignación, como una fatalidad de la naturaleza o la antinomia del destino.
Se debe tener en claro algo que es inherente a la persona humana y que ni la revolución tecnológica ni el adelanto de la ciencia podrá reemplazar, a menos que este avance logre sustituir en todos los órdenes al individuo transformándolo en un robot; la solidaridad.
Damos por descontado que el sujeto solidario al cual nos referimos trasciende el acto cooperativo – ya de por si incluido- ingresando dentro del quehacer de los individuos en su comportamiento de la sociedad donde habita.
Para hacerlo más sencillo de comprender diríamos que debemos tener en cuenta que la solidaridad no es caridad, porque es muy frecuente comprobar que se confunden estas cualidades como sinónimos.
La solidaridad se encuadra en una acción recíproca, es dar para recibir, como un hecho propio del sentimiento humano tanto en lo material como en lo social. De la misma manera deducimos también que el trabajo, -elemento esencial en la producción de riqueza- es producto social. Por lo tanto desde distintas esferas y en múltiples actividades diferentes, todos trabajamos para el producto social.
Este producto social después va teniendo propietarios que se quedan con él y otros que se quedan sin nada, estos últimos son quienes luego de toda una vida de trabajo están en un alto porcentaje con su jubilación por debajo de la línea de pobreza junto a los restantes convertidos en indigentes o marginales, siendo éste el fenómeno más saliente de nuestra época.
Segundo Camuratti

jueves, 27 de octubre de 2016

La bisagra oxidada


Volvemos a incursionar  sobre temas ya expuestos en otras oportunidades considerados como actividades de bien común, invitando a los cooperadores junto a la sociedad toda a través de aquellos ciudadanos que, interesados a colaborar en la función de aportar con ideas y opiniones en el sentido de tornarlo como una carga pública, (el futuro del país amerita este esfuerzo), posibiliten elaborar propuestas abarcadoras para modificar la situación de múltiples necesidades  que afronta el país, ante la falta de equidad distributiva  expuesta  por el sistema hasta el presente, contribuyendo con proyectos a resolver problemas de sectores muy importantes de la población, ((los más que menos tienen),  en la búsqueda de un sistema nuevo de vida haciendo centro en el factor subjetivo que representa la figura humana.
Estamos convencidos  desde un primer momento  que esto es posible porque existen ejemplos concretos dentro de la sociedad cuando ésta se involucra, a contribuir encarando proyectos concordantes con la manera de actuar  de la cooperación, siempre dentro del punto de vista del carácter principista que ésta tiene  aplicando el acto solidario en su cometido.
Por eso comenzamos la tarea exponiendo que es una cooperativa y que significa ella ubicándola dentro del sector de las empresas de la economía social, sin pretender por eso que esto fuese la expresión exclusiva del ámbito donde debe actuar una cooperativa, dado la esencia superadora que contiene al generar bienestar, no solo dentro de la membresía que la compone, sino mostrando como reflejo hacia el exterior la imagen de lo que significa la democracia  participativa en su gestión para beneficio del país en su conjunto.
En todo este período fuimos haciendo conocer el pensamiento, (permítaseme la licencia de expresarme en plural), sobre uno de los elementos básicos que debe primar en la acción de la empresa cooperativa, y el porque su dirección debe ser ejercida por la opinión colectiva  de sus componentes, por lo tanto nadie podrá  arrogarse el derecho de adueñarse  de las decisiones que se deban aplicar para el funcionamiento  de la entidad resolviendo por si,  a espaldas del grupo colectivo de integrantes que la sociedad a consagrado para dirigirla.
Mencionar economía social no significa hablar con conceptos abstractos  como si esta fuese una entelequia, solo pretendemos poner blanco sobre negro para que se comprenda  la actividad de sectores importantes de la sociedad que contribuyen  con su esfuerzo al proceso económico definiendo un estilo sustentable que coadyuva  a resolver situaciones que la economía general no hace, ni el individualismo que lo niega y  menos la empresa privada porque la actividad no es lucrativa, y tampoco menos el  estado porque no puede o no le interesa, por lo tanto no son tenidos en cuenta como expresión de la realidad.
Realizado el  diagnostico situacional de las etapas transcurridas en la vida del país de muchos años a esta parte, vemos dominada  la orientación de su economía y por ende la estructura social emergente de dicho proceso por criterios y preceptos  políticos  del neoliberalismo afincados a el  que continúan aun  instalados;  pese a que algunos políticos con vigencia posicional pequen de inocencia y sigan insistiendo que la etapa neoliberal a sido superada, los hechos lo desmienten.
Si aun continua vigente la ley de entidades financieras de la última  dictadura militar y una parte de la reforma  de la Carta Orgánica del Banco Central de la década de los 90 es su soporte obedeciendo a la misma estructura, es muy ingenuo porque no se puede alegar bajo  ningún concepto que la etapa neoliberal a sido superada , más aun la concentración de la economía esta cada vez más vigente.
Si luego de décadas donde los gobiernos que participaron en la dirección del país no actuaron o no fueron capaces de modificar esta situación y gobernaron acotados por ese sistema podemos mencionar  el dicho popular de que “en el pecado esta la penitencia” por lo tanto si no fueron capaces de cambiar las cosas cuando estaban dadas las condiciones para lograrlo, no vale la pena y sería incompresible la queja ahora.
Es por eso que hablamos de “un largo camino a recorrer”, revertir este proceso llevará mucho tiempo y nervios calmos porque la única salida  estará dada si las condiciones  y la construcción de ese camino se realiza entre todos,  unidos y con consensos, con humildad y sin soberbia, para lograr otro modelo de país que pueda ser vivido en armonía y  para bien de todos y de todas.
La base sustentable de ese camino  no necesita el concreto del cemento ni el pedregal del afirmado; el concreto será  reemplazado por el sustento de las ideas de cambios progresistas en  la búsqueda del bien común con unidad en la diversidad, y el afirmado a través de  la sana convicción de que eso es posible; solo basta instalar leyes y reglamentaciones éticas en función de gobierno que ejecuten  una equitativa distribución de la riqueza, donde todos participen  por igual y de acuerdo a la ubicación económica de cada uno en el deber de dar y recibir.
Por otra parte, la sociedad debe entender  y tomar conciencia de la necesidad de la intervención del estado en la economía como una gran cámara compensadora que no tiene dueño privado, porque es del pueblo y para el pueblo, y quienes la administren serán elegidos  por ese mismo pueblo, y con equilibrio equitativo hacia donde deben ser dirigidos esos recursos generados por el producto bruto interno.
La riqueza no puede ser  privilegio de algunos  en detrimento de otros, sino de todos los habitantes del país que son quienes la generan;  de los que aportan el capital y de todos aquellos que con su trabajo son los artífices que construyen la acumulación de esa riqueza, y las leyes  deberán ser quienes regulen como se distribuye equitativamente.
De más esta decir que en el 2015 las elecciones definitivas a Presidente en el balotaje del 22 de noviembre  cierra el capitulo quizás más importante del actual siglo para que el país reinicie un nuevo camino cambiando el rumbo y logre establecer una etapa de paz y acuerdos entre todos y todas.

Segundo Camuratti

lunes, 10 de octubre de 2016

Volver en el tiempo a Floreal Gorini


A veces la voluntad del individuo quiere pero no  puede, por eso la memoria es la ayuda   que actúa para recordar fechas  de las etapa vividas en el andar encendiendo el recuerdo; quizás no en el día exacto pero si en el mes de octubre venciendo al tiempo a los 12 años de su fallecimiento.
Austero y coherente, Floreal Gorini pertenecía a esa categoría poco frecuente de personalidades que viven como piensan
Recordar, decimos, la figura de un dirigente que supo que respetando los principios y trabajando con convencimiento se puede avanzar a pesar de las adversidades que nos puedan acechar.
Siempre tuvo a mano la palabra justa, el consejo, una clase didáctica mas transmitiéndonos el enorme caudal de conocimientos que acumuló en su larga y fecunda militancia en distintos movimientos, ya fueran estos gremiales, sociales, cooperativos o en su quehacer político.
Floreal nos podía hablar tanto desde la alquimia de sus años de estudiante que lo llevó a graduarse de Técnico Químico, como que puede ser mas difícil lograr la trasmutación de los metales que modificar la sociedad; por eso su optimismo nos llevaba al convencimiento que si ello era complicado, no lo era imposible si abordábamos la tarea con voluntad y convencimiento.
Ante este crudo cuadro que nos mostraba siempre la realidad, solía decir, “ha llegado el momento de que los cooperadores dejemos de ver a la cooperativa simplemente como una empresa que tiene formas organizativas distintas.
Hay sociedades anónimas, sociedades colectivas, empresas individuales, empresas de responsabilidad limitada y empresas cooperativas.
Hay toda una tendencia en la cooperación planteándonos eso: la cooperación es una forma de organizar la empresa, distinta, pero que no altera el contenido de la sociedad.
  No es así, recalcaba, los que consideran eso han dejado las fuentes, han tomado otras orientaciones y niegan a los fundadores, niegan a sus principios.
El colacionar distintas etapas de la trayectoria de Floreal Gorini, en sus escritos y en sus hechos, no tiene mas que la intención de demostrar la coherencia de su pensamiento volcado en la tarea de construir, siempre construir, avanzando en la búsqueda de un modelo de país distinto.
Supo decir Beltorld Brech años ha, el axioma que le calza muy bien  a algunos hombres que quedaron en lo historia, “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles".
Uno de esos hombres fue Floreal Gorini, hacia lo que él representó para mi en su vida vaya este humilde homenaje.

Segundo Camuratti



lunes, 26 de septiembre de 2016

La confianza


Axioma que siempre deben tener en cuenta aquellos que se proclaman ser cooperadores.



La confianza es el factor colectivo que representa la columna vertebral en el funcionamiento del quehacer cooperativo, dentro de ese imaginario conceptual no entran como excusas los olvidos ni las casualidades para desvirtuarla; las decisiones que se toman son causales de los efectos que luego se generan en el acto cooperativo, aunque se pretenda luego disfrazar los resultados.
La base de sustento de la cooperación ha sido y será siempre la correcta aplicación de los valores y principios que privilegian lo colectivo por sobre lo individual, enmarcados dentro del universo conceptual de la solidaridad, precepto único que no admite la alquimia de pretender integrar al sujeto, o sea la persona humana, con el capital en una mixtura ambivalente que jamás podrá fraguar.
En definitiva, debemos tener presente que son únicamente esos principios cooperativos los encargados de amalgamar lo económico con lo social; por lo tanto en la medida en que no sean saldadas las viejas cuentas de la sociedad, en la medida en que la justicia social y la solidaridad sigan siendo sólo un objetivo a cumplir solo virtualmente, y en la medida en que el disfrute del progreso y la tecnología no sea un justo bien de los pueblos, la cooperación como transformadora de la sociedad seguirá teniendo plena vigencia.

Segundo Camuratti

domingo, 18 de septiembre de 2016

Las vueltas que da la vida


Quizás parezca un premonición pero solo es una expresión cuantitativa  pero no aislada de un pensamiento que dista desde hace mucho tiempo, pero no son recuerdos de hechos sucedidos  que la mente humana no  lleva agendados, esperando respuestas que no llegan aún pero marcan que no lo serán por mucho tiempo., por que las aguas se mueven siempre chapoteando y pueden embarrar la cancha pero se debe tener en cuenta que a este lo seca el sol.
La memoria siempre trae a colación en el movimiento cooperativo los antecedentes vividos, no de ideas sino de hechos que a veces se quedan traspapelados y luego van  marcando a fuego la acción, jamás la omisión, porque estas  no se borran en el imaginario colectivo de los cooperadores cuando las cosas se viven.
Es por eso que escribimos desde hace muchos años  a esta parte, sobre el cooperativismo argentino conociéndolo  sin juzgar las acciones pero volcando opiniones sobre esas acciones, que no son al margen de los hechos y conductas que se producen en los individuos al pretender andar por el camino solidario.
Fiel custodio de los principios que se aplican rigiendo su funcionamiento y cuidando la imagen publica del hacer por dentro y mostrar por  fuera a la membresía, donde el empoderamiento de su mística debería bregar siempre en la tarea de la ayuda mutua como servicio al nosotros antes que al mezquino  interés del individualismo extremo del ser.
Como estamos atravesando momentos complicados en la vida de un país que no encuentra hasta ahora la serenidad de poder pensar hacia donde se va  llegar  a conocer cuando está el limite, porque todo es oscuro y peligroso si se  pierde la comunicación del movimiento cooperativo con la sociedad altruista, desapareciendo el sentido claro de una dirigencia  que empuña el timón del barco a la deriva.
Lo indispensable es no perder la cordura y el razonamiento sensato para que paso a paso se vaya encontrando las salidas de un proceso embarazoso, que debe ser el eje que permita de una vez y por todas el instalar un proyecto unitario dentro del sentir en la diversidad ideológica de la sociedad, respetando a todos como iguales con los mismo derechos y atribuciones del conjunto social.
Siempre en la historia de los países construir llevó mucho más tiempo que lo inverso, destruir.
Segundo Camuratti

jueves, 1 de septiembre de 2016

Abulia o anemia?



Siempre la historia será la testigo inapelable  de los sucesos que se producen en la vida de la sociedad, por eso va marcando los hechos como custodia fiel de la memoria.
La situación actual del país da mucha tela para cortar cuando uno pretende hablar incursionando, como siempre, sobre el movimiento cooperativo argentino para descifrar lo que pasa y hacia donde quiere ir  en la etapa cambiante de un modelo que después de más de una década de comenzar bien  termina muy mal.
No será fácil conseguir elementos que induzcan a encontrar los motivos  adecuados que lleven a ello, porque solo la sicología lo puede conseguir llevando el análisis al extremo de las situaciones neurológicas
Ningún movimiento desaparece de por si  olvidando su razón de ser de un día para el otro, menos cuando los argumentos  encajan en el itinerario del porque se viene la negra noche y los dirigentes   no tienen la fuerza suficiente para volver a las fuentes de la historia sin voluntad y sin causa por falta de motivación, embaucados aquellos que apoyaron la década ganada por los subterfugios del subsidio gratis  algunos, y otros esclavos imberbes  por la escasez  de  principios solidarios haciendo mutis por el foro, en  una comedia teatral de enredos cuando no aspiran otra cosa al no poder  ser uno de  actores principales por faltarles  el amo que siempre los  dirigían.
Este cambalache digno de un tango arrabalero que desensilló hasta que  aclare para después poder engancharse en el tren aunque sean solo  furgón de cola en otro ferrocarril  que los lleve aupados.  
También es cierto que la decadencia del país  no se da solo en algunos sectores sino en un todo, social y económico y principalmente en aquellos que menos tienen y donde el daño se hace sentir más.
Ningún sector tiene en estos momentos la hegemonía y la valentía de encarar “per se” la salida de la actual situación, menos aun el movimiento cooperativo que no  encuentra como y por donde está ubicado ahora en el contexto social, porque no tiene dirigentes capaces que lo guíen a una buena estación.
Ausentes de poder, la membresía sola no tiene la guía que se merece y por lo tanto la valentía no exciste, porque la voluntad sola no alcanza a dar el paso que  la lleve a cortar el cordón umbilical para separarse del cuerpo que  le daba vida porque ya a dejado de existir.
 Segundo Camuratti




sábado, 27 de agosto de 2016

Nunca sobrarán las palabras en el cooperativismo


      Cuando se utiliza el lenguaje como herramienta para escribir sobre el cooperativismo nunca están de más las palabras para explicitarlo dejando bien claro los conceptos que lo definen, esto a sido así durante la historia presionada desde siempre por el individualismo cavernícola exacerbado por el yo absoluto en total desprecio del nosotros colectivo como sociedad negando a veces hasta la familia.
En lo anteriormente escrito muchas veces  nombramos la palabra historia para usarla como antecedentes ilustrados que de pié a hechos fundacionales en procesos populares, que se mantienen vivos y presentes pero no analizamos  que a pasado luego por el paso de los años, equivocándonos en  el antes pero si por el después, por eso la historia tiene vericuetos que dejan de ser historia en los hechos, porque el tiempo siempre es y será fiel testigo que  acompañe la memoria colectiva de la humanidad.
Esa memoria nos dice que esos  ciudadanos que entronizaron  a los Pioneros de Rochdale para la defensa de los que menos tienen felizmente aún existe, por que si bien no los pudo devorar la globalidad  siguen siendo  actores de solo una parte en este mundo de hoy; pero ese cooperativismo que soñaron ellos acuño muchas vertientes incorporando otras  ideas, otros mensajeros y para colmo de males piensan distinto, porque advirtieron que el esfuerzo solidario y la ayuda mutua se puede usar también para desarrollar la riqueza y el poder, convirtiendo esa cooperación de la solidaridad y la ayuda mutua en una corporación para beneficio de aquellos  que más tienen en la sociedad, por eso hacen falta muchas palabras para explicarlo dado  todo lo que se piensa del cooperativismo, si hacemos un paneo global sobre el tema podemos encontrarnos con  muchas sorpresas que habrá que explicarlas para saber como son las cosas.
Si bien el mundo cooperativo esta respaldado en la Alianza Cooperativa internacional, no es todo oro lo que reluce en sus arcas, porque allí hay cooperativismo verdadero pero también seudo cooperativismo que solo se asienta en el emblema de los dos pinos; porque la ACI también tiene su historia de cuando en determinado momento casi vende su alma al diablo.
El congreso de la ACI de 1992, que se realizó en Japón discutió sobre la necesidad de incorporar además del capital social de la membresía, capital rentado ajeno para facilitar su operatoria, felizmente eso no cuajo porque  la mayoría de asistentes, incluso el Vice  Presidente de la Alianza que representaba a la Unión Soviética en el mismo  congreso dijeron que no .
Como verán  no se pudo lograr eso en un congreso, pero muchas de las grandes cooperativas afiliadas buscaron la salida por la tangente de la aventura financiera, en vez del servicio ahora están indirectamente  vinculados en  alguna “asociación” o relación  indirecta con el capital privado y  la ACI las acepta y hace mutis por el foro para no saberlo.
Los responsables de esa “magna” institución también cuecen habas.
Por eso decimos que si no hay una revisión seria en el desarrollo de la figura cooperativa que contemple con más claridad y porque no seriedad, esos conceptos altruistas de la solidaridad jamás podrá circunscribirse con la esencia pura  de esa palabra que tanto bien hizo dentro de la sociedad en tantos años: Cooperación.
Segundo Camuratti