martes, 31 de diciembre de 2013

FELIZ AÑO NUEVO


Los valores cooperativos

 

Los valores fundamentales de  la cooperación están constituidos por la solidaridad, la democracia participativa, la ayuda mutua, la propiedad común de los medios de producción, la adhesión voluntaria y el acto de dar para recibir: son todos elementos que tienen la capacidad para convertirse en uno de los compromisos más importantes para elaborar  una nueva construcción social, y así enfrentar al pensamiento dominante que propicia el individualismo, margina a una gran parte de la población, empobrece a la mayoría y fractura la sociedad. 

Factores sociales dignos de incorporar dentro del listado de los derechos humanos.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Saludos de fin de año


Es precisamente en el mes de junio del año 2009, que nos dimos a la tarea de incursionar a través de un Blog para llegar a sectores vinculados con el cooperativismo y la economía social.
Sabíamos que afrontábamos un desafío concreto al poner en marcha un proyecto nuevo de nuestra parte, que podía generar expectativas al tener que encarar aspectos hasta ahora desconocidos en nuestra actividad, como es el de escribir para los demás, pero lo hicimos porque queríamos poner en claro ante la gente nuestro pensamiento y cual era la intención de la iniciativa.
El haber participado principalmente actuando más de cuatro  décadas en  el sector cooperativo de crédito y otros movimientos sociales, nos habilitaba para hacerlo porque conocíamos de antemano la situación por la cual transitaban sectores importantes de la sociedad, en la búsqueda de alternativas que llevasen a mejorar la situación social y económica que muchos padecen.
Siempre sostuvimos la necesidad que tiene el país de modificar sustancialmente las políticas instaladas mucho tiempo atrás y que aún siguen vigentes por ser aplicadas con escasas diferencias en el presente, que no resolvieron lo principal, porque siguen haciendo de la inequidad en la distribución de la riqueza el sostén principal de un modelo económico que por lo tanto se hace indispensable revertir.
Convencidos de que otro modelo de país es posible nos dimos a la tarea de colaborar con nuestra modesta opinión, pero a la vez, buscando en el debate con la gente no solo protestas sino ideas que puedan dar cabida a proyectos alternativos, para contribuir a lograr ese objetivo a través de los cambios en las políticas económicas y sociales implantadas.
Si tenemos en cuenta lo que pasó en este espacio de tiempo transcurrido en la tarea, nos sentimos mas que conformes por los resultados obtenidos; más de 11.000 entradas al Blog Sentido Solidario nos dan la pauta del interés que se manifestó en ambas direcciones en conocer nuestra opinión y la vuestra, y de alguna manera, decirles que valoramos y agradecemos los comentarios que se suscitaron al respecto que demostraron su disposición sobre los temas expuestos.
Estamos elaborando un balance de lo actuado en este año que fenece y en el mes de enero vamos a exponer las consideraciones a que nos lleve el análisis, en tanto queremos expresar a los seguidores del Blog, como así también a todos aquellos que lo visitaron hasta el presente, un afectuoso saludo y nuestro reconocimiento por la atención prestada deseándoles un Feliz año nuevo.
Esperamos que en el nuevo año continúen las colaboraciones para lograr construir un vínculo permanente dentro de la sociedad trabajando por el bien común recordando aquello de: “El país se hace desde adentro y por todos, sino no se hace”.

Segundo Camuratti

 

 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Política y cooperativas 3° Parte



La continuación de Cooperación y política 2° parte, ingresa en este blog como Política y Cooperativas 3° Parte en el epígrafe,   desarrollando la inversión de la prueba  para mostrar sin cortapisas la realidad del movimiento cooperativo; porque bueno es saber que no es  oro todo lo que reluce; el movimiento cooperativo se ha nutrido siempre de gente y ella es como es, a pesar de los principios que lleva implícito el cooperativismo.
Es el individuo en función de cooperativista quien promueve sus dirigentes  y algunos responden Per Sé cuando y como lo hace, y eso lleva a contemplar el espectro político que luego muestra a la sociedad con la diversidad que le dio origen con sus pros y sus contras.
Decíamos en los dos capítulos anteriores lo que debería hacer el dirigente cooperativo para desarrollar el movimiento, y hablábamos de la necesidad de  incursionar en la política para colaborar en la difusión de las ideas que pregona el cooperativismo, como mecanismo para expandir sus  objetivos tratando de involucrar a la sociedad para  contribuir a modificar la realidad,  a través de sujetos colectivos y solidarios.
Pero la política tiene dos niveles, lo global y lo local, que no deben confundirse  entre sí, por los daños que pueden causar dentro del movimiento cooperativo.
Una cosa son las políticas del movimiento intrínsecas y claras, para conducir o expandir el movimiento mostrando las virtudes conducentes para  mejorar las condiciones de vida de quienes lo integran, y por fiel reflejo al conjunto de la sociedad volcando el interés colectivo que irradie  su incidencia  global.
La otra cosa es cuando el dirigente  cooperativo  puesto en función política es advenedizo y mezcla los tantos pretendiendo incorporar la cara política a su manera como “trepador de ella”  para  actuar en lo individual, introduciendo el aspecto pernicioso de políticas partidarias en el acto social  condicionando la vida  de la cooperativa, en la búsqueda de generar espacios que le permitan escalar posiciones favorables en su quehacer político  partidista a expensas de la cooperativa, y porque no,  lo catapulte además a través de ella al movimiento cooperativo  en su conjunto.
Craso enjuague de quienes lo hacen pero como dice el refrán: no creo en las brujas, pero de que las hay las hay y son  muchas, que pescan a río revuelto  con la caña y la línea durmiendo en la cama con esos enseres, para no perder tiempo cuando llegue el momento propicio.
El cooperativismo siempre tuvo principios desde el mismo momento que nace  al decidir que el esfuerzo por construirlo como movimiento  debía ser  colectivo y tener conciencia de ello.
No siempre el agua derramada tiene que estar sucia, depende de cómo y donde cae porque puede  llevar implícita la intención y el color del cristal con que se mira.
Los exegetas del purismo dialéctico confunden en la mayoría de los casos la verdadera esencia  del actuar cooperativo y sus principios rectores, partiendo de la base de ignorar el verbo colectivo y el contenido que lleva implícito la calidad esencial del conjunto del movimiento dinámico que lo integra; verbigracia, nunca el individualismo en la acción y la dirección  puede ser llamado cooperativo.
Esto hace que al no tenerlo presente como verbo desvirtúan la naturaleza del conjunto al reemplazar el interés común por la voluntad sustantiva del individuo.
Estas deformaciones llevan en la práctica  la anulación del órgano principal de gobierno de las entidades que hacen de la integración el eje conductor de su vigencia trastocando el medio por el fin, casi siempre justificándolo en la falta de participación del colectivo en vez de alentarla.
De allí deviene la perdida principal del sentido de pertenencia de los adherentes al sistema terminando en el cambio práctico  del nosotros general por el yo del propio criterio.
Sucede a veces que el cambio urgente de los acontecimientos lleva a abandonar la impronta de sustituir lo importante  por lo perentorio haciéndole mucho mal a las entidades, por lo tanto se hace indispensable respetar los estatutos y el respectivo orden de responsabilidades que le competen a aquellos consejeros que asumen el deber de velar por los intereses asociativos.
La importancia y el respeto por la educación cooperativa debe ser la base de sustento del modelo cooperativo en todas sus instancias, so pena de que se lleve por mal camino a las cooperativas, provocando el desprestigio de entidades que deben ser rectoras por su conducta dentro de la sociedad como ejemplo de lo que significa el trabajo colectivo sin fines de lucro.
Segundo Camuratti 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 9 de diciembre de 2013

Cooperativismo y política 2° Parte


El tiempo no pasa en vano y en su transcurso, muchos acontecimientos han sucedido y se modificaron distintas conductas en el desempeño y el crecimiento del movimiento cooperativo para mejor en nuestro país, pero de la misma manera debemos lamentar que el agiornamento que se dio en muchos niveles, no haya alcanzado para trasladar el interés por el tema político y transferirlo como debería haberse hecho al sujeto, dirigente e integrante de la sociedad, por eso decimos que el motivo sigue vigente.
Justo es de entender, que la prédica constante de la condena hacia lo político en las entidades cooperativas por aquellos que quisieron encasillar a las cooperativas como entes amorfos e insulsos ausentes del sentir y las necesidades de la gente, (pretendiendo despojarla de su capacidad de acción y reflexión), dejara sus huellas en la buena fe del imaginario colectivo de los cooperadores; de allí que nos encontremos que en los órganos de gobierno formadores de leyes, los dirigentes cooperativos prácticamente sean muy pocos y por lo tanto brillan por su ausencia, y eso incide cuando se tratan en el parlamento leyes necesarias para el movimiento o aquellas que afectan al sector cooperativo, costando mucho tiempo y esfuerzo el aprobarlas o removerlas.
Es por eso que hoy aún nos preguntamos hasta donde deben mantenerse alejados en la actualidad del quehacer político propiamente dicho los dirigentes cooperativistas.
Si tenemos en cuenta que en sociedades como la nuestra, en que la política en función de gobierno constituye el elemento de dirección de la actividad nacional, cuando en la acción política se resuelven las prioridades nacionales tales como las orientaciones del desarrollo y las formas y montos de la distribución de la riqueza nacional a través de los presupuestos, se defiende o se entrega la soberanía y en definitiva se generan las leyes que en última instancia constituyen las reglas para el juego social, es simplemente absurdo que los dirigentes cooperativistas como sujetos sociales, se marginen de la participación política, demostrando una aparente indiferencia que lo único que consigue es que sectores que no ven con buenos ojos al cooperativismo, o aquellos definidos como anticooperativos abarquen más terreno y ganen mejores posiciones.
Entendemos que para bien del movimiento cooperativo y, en esta instancia, sería lógico y necesario en las actuales circunstancias, que esos dirigentes con libertad de conciencia, se enrolen en partidos cuyos programas sean afines a los postulados cooperativos y militen en ellos, y si logran ser propuestos como candidatos y son electos, actúen sin temor levantando bien alta la bandera del hecho político institucional y el significado que este tiene dentro del esquema solidario del acto cooperativo.
Sería anacrónico el pensar con mentalidad colonial en pleno siglo XXl, que ese dirigente cooperativo, hoy integrante del Consejo de Administración de una cooperativa, deba perder el legítimo derecho que como ciudadano le corresponde, de actuar con su presencia y sus ideas políticas.

Segundo Camuratti               (sigue como Política y cooperativa 3° Parte)         

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Cooperativismo y política 1° Parte (Historia)


En el transcurso de las distintas etapas que le tocó asumir en el país al cooperativismo durante el siglo pasado, debió soportar el acoso y la denuncia de  parte de los sectores del privilegio  que las cooperativas hacían política, y eso nunca pudieron asumirlo a pesar de las virtudes demostradas por ellas.
Fue precisamente el cooperativismo de créditos quien en mayor medida irritó los ánimos de esos actores, porque supo encausar sus necesidades en las reivindicaciones y la defensa de un sector social que habría perspectivas concretas, sobre la capacidad que el hombre común tiene para acompañar y dirigir los procesos populares.
No cabía ninguna duda que este desafío hería los intereses de los grupos económicos é ideológicos, que habían hecho del manejo del dinero y su incidencia en la economía un instrumento propio y exclusivo para regular a su antojo el bienestar de grupos sociales que ahora entraban a disputar sus intereses.
El arma que pretendieron utilizar fue la misma que siempre les servía para combatir a aquellos que cuestionaron su primacía: el ataque artero, no sobre el centro de la cuestión, sino recurriendo al atajo que creían sería el mas vulnerable, el factor político, logrando instalar incluso dentro del mismo estamento cooperativo, resabios de sentimientos adversos a admitir que las cooperativas al funcionar generaban políticas.
Lo que sucedía no era casual, de la misma manera que no lo fueron las dos dictaduras que subvirtieron el orden institucional del país durante muchos años, porque si hilamos fino nos vamos a encontrar que representaban a los mismos intereses.
Pero allí fallaron, toda actividad económica, social y porqué no cultural tiene un costado político, quien lo niegue miente tratando de confundir la opinión pública precisamente con argumentos que también de por si poseen una alta dosis de política en defensa de intereses particulares.
El tiempo como testigo se encargó de demostrar con claridad el fin perseguido por quienes atacaron en distintas etapas al cooperativismo de créditos: en algo tenían razón cuando lo decían, el problema sí era político, el quid de la cuestión pasaba por tratar de impedir que sectores populares organizados en cooperativas fuesen los encargados de orientar el destino y una buena parte de los fondos generados por el ahorro nacional administrándolo en función del crédito, y cual debería ser el sector social que habría de recibir ese aporte.
En 1995 la Alianza Cooperativa Internacional modifica el 5º articulo de los principios cooperativos y plantea en el artículo 4º la “Independencia política”, que a pesar del tiempo transcurrido no vulnera el criterio anterior sobre lo que en su momento fuera “Neutralidad política y religiosa”; la Alianza no dice no a la palabra “política” porque interpreta el significado justo de lo que quiere decir la misma, asumiendo la palabra en su forma global y no en su esencia local que podría devenir como partidismo, confundiendo a la opinión pública.

Segundo Camuratti                                                       (sigue)

jueves, 28 de noviembre de 2013

Lo que nunca debe pasar al olvido


Hace demasiado tiempo lo dijimos pero es muy bueno volver a repetirlo porque pareciera que para los mensajes que molestan siempre hay oídos sordos,  y  la vorágine de los acontecimientos los deja de lado cuando se pretende violar el estatus quo.
Entendemos que ha llegado el momento de discutir de una vez por todas dentro del movimiento cooperativo la esencia de lo que significan estos mensajes; hacer conocer opiniones personales con planteos que pueden ser discutibles en toda instancia y dimensión, pero sin perder de vista el análisis del elemento subjetivo.
Hoy más que nunca se hace necesario debatir y trabajar en la difusión de las ideas, para lograr que estas se constituyan en el baluarte y el aporte del pensamiento  imaginario colectivo, en el esclarecimiento sobre que modelo debe incorporar la sociedad para establecer el equilibrio social, es decir que modelo de composición social queremos para la humanidad.
Debemos instalar en la conciencia de las personas el sentido y la necesidad de que los sectores populares sean quienes lideren los movimientos sociales –siempre los más que menos tienen- con instrumentos de transformación, es decir las ideas, reivindicando el derecho de asumir la modificación del actual sistema injusto y carente de equidad en la distribución de la riqueza, por otro más solidario.
Para disimular su condición, la intolerancia de los que niegan la transformación, fabrica argumentos cuando no los tiene para sostener al modelo, pero la historia nos enseña que se podrá atrasar el reloj pero no se puede impedir que el tiempo avance.
Los cooperadores no podemos de ninguna manera aceptar esta realidad con resignación, como una fatalidad de la naturaleza. Se debe tener en claro algo que es inherente a la persona humana y que ni la revolución tecnológica ni el adelanto de la ciencia podrá reemplazar, a menos que este avance logre sustituir en todos los órdenes al individuo transformándolo en un robot; el acto solidario.
Damos por descontado que el sujeto solidario al cual nos referimos trasciende el acto cooperativo – ya de por si incluido- ingresando dentro del quehacer de los individuos en su comportamiento de la sociedad donde habita.
Para hacerlo más sencillo de comprender, diríamos que debemos tener en cuenta que la solidaridad no es caridad, porque es muy frecuente comprobar que se confunden estas cualidades como sinónimos.
La solidaridad se encuadra en una acción recíproca, es dar para recibir, como un hecho propio del sentimiento humano tanto en lo material como en lo social. De la misma manera deducimos también que el trabajo, -elemento esencial en la producción de riqueza- es producto social. Por lo tanto desde distintas esferas y en múltiples actividades diferentes, todos trabajamos para el producto social.
Este producto social después va teniendo propietarios que se quedan con él todo, y por lo tanto otros  se quedan sin nada; estos últimos son quienes luego de toda una vida de trabajo están en un alto porcentaje con su jubilación por debajo de la línea de pobreza, junto a los restantes convertidos en indigentes o marginales, siendo éste el fenómeno más saliente de nuestra época.
Siempre a sido así en la vigencia del capitalismo, pero ahora el drama es más conmovedor que nunca; al mal llamado progresismo, (nos preguntamos de que) le siguen faltando políticas que lleven a la reinserción social de los excluidos, porque el patrón distributivo de la riqueza instalado actualmente esta divorciado de la equidad.
Para que esto se de así solo hay un responsable que es  el gobierno de turno, incluyendo a quienes lo dirigen, que no interviene como debe en la economía a través de leyes y mecanismos de regulación equitativos, que permitan constituirse en el eje principal de la producción y la distribución con equidad de la riqueza.
La equidad en todos los órdenes de la vida de un país es el único argumento que nos puede llevar a incorporar la solidaridad dentro de la sociedad para lograr salidas concretas y verdaderas en la actual situación, que a pesar de lo que digan los defensores del actual sistema que es no mala, es muy mala para amplios sectores, esos que siempre definimos como los más que menos tienen.
Para eso hay que cambiar, quiérase o no, este por otro paradigma que incorpore el acto solidario de la cooperación en la formación de un nuevo proyecto de país.

Segundo Camuratti

 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Cooperativismo, juventud y la sociedad


Es lógico pensar que con el correr de los años se van dando dentro de la condición humana, los cambios generacionales que logran que no todos los actores tengan la vivencia ni el conocimiento del tiempo pasado; estos son  actores sociales que definimos como la juventud, porque en su mayoría son seres que no cargan en su mochila los éxitos, los desaciertos y las frustraciones de sus mayores y por lo tanto, no les pesa tanto la historia.
El movimiento cooperativo debe ver en los jóvenes no solo las reservas que vayan tomando la posta de mano de los veteranos impulsores del movimiento, sino sobre todo y posiblemente ya mismo, en su propia condición de juventud para convertirse en activos protagonistas de la labor cooperadora.
En tanto debemos conseguir por parte de los adultos que los jóvenes se incorporen y que lleguen con su impaciencia y con su inmadurez, pero que lleguen, sobre todo con su innegable cuota de vocación de servir al pueblo, de abnegación, de espíritu creador, de desinterés y de patriotismo.
Lo que sucedió en el país a partir del 24 de marzo de 1976, con la instalación de la dictadura militar aunque parezca lejano, resintió la actividad de la juventud no solo en las entidades cooperativas sino en la mayoría de los lugares donde estas actuaban, sin embargo cuando llegado el momento, muchos de los jóvenes acompañaron el proceso de transformación.
Pero también es bueno  recordar, sin pretender hacer historia, que en el XXVIII Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional en 1984, en una de las resoluciones adoptadas se decía enfatizando, “el hecho de que los jóvenes ahora desean participar directamente en la realización del cambio renovador nacional e internacional, haciendo su contribución para la construcción de su propio futuro, al cual se los llama a vivir y trabajar”, decidiendo además, que el año 1985 sea declarado como “Año Internacional de la Juventud”.
La juventud   demostró siempre en los hechos, estar dispuestos a contribuir a afianzar en su sector el rasgo indeleble de la cooperación, la solidaridad.
Debemos preguntarnos entonces, es necesario el funcionamiento de Comisiones Juveniles en las entidades cooperativas? Si analizamos la  situación podemos decir que si.
Pero eso no es todo, esos jóvenes no son una isla dentro de la sociedad y la mayoría de ellos de una u otra forma, están militando en movimientos sociales conociendo en profundidad los problemas de su sector social y participando para solucionarlos, -no solo a través del asistencialismo, que no estaría mal si fuese por corto tiempo- porque educados en el principio básico de la cooperación, la solidaridad, lo están aplicando. Sin dejar por supuesto el estudio y las recreaciones propias de su edad.
Esta tarea conjunta que realizen, cooperación-movimiento social, pueden llegar si tienen apoyo de los adultos, a enaltecer la calidad de una nueva clase dirigente dentro del movimiento cooperativo y la sociedad.
A través de la educación que les brinda la cooperativa  y el ejercicio de la cooperación muchos jóvenes también se pueden constituir en dirigentes sociales con base solidaria, que al actuar en los sectores sociales y precisamente junto al movimiento cooperativo, contribuirán a la construcción de un nuevo tejido social.
El cooperativismo y la sociedad necesitan, hoy más que nunca, una simbiosis generacional para afrontar los desafíos del mundo actual.

        Segundo Camuratti

 

domingo, 10 de noviembre de 2013

El valor de las palabras


Aunque parezca superfluo muchas palabras no adquieren el valor absoluto cuando  se las dice o se las escribe si no están acompañadas del adjetivo que determine hasta donde llega su influencia.
La palabra democracia es una de ellas porque se la incorpora en el léxico y se la toma como el súmmum de una acepción totalizadora del significado que se pretende darle.
Cuando en función de gobierno se incorpora la palabra democracia se da por sobre entendido que se aplica como referente máximo del reaseguro que tiene el individuo para el goce pleno de los derechos.
Y esto no es así, porque debería estar acompañada del adjetivo que le marque donde comienza y termina su función para que se entienda lo que quiere decir.
Porque si no solo define una doctrina política a favor del sistema de gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía mediante la elección libre de sus dirigentes.
Luego estos dirigentes en nombre de esa democracia son los que gobiernan y el pueblo es solo espectador pasivo de lo que ellos hacen.
No pretendemos hacer juego de palabras pero si demostrar el valor que se le adjudica a la palabra, que incorporada, no dice claramente lo que representa; no es el súmmum de la garantía universal, solo una parte.
Democracia es una cosa cuando va adjetivada por representativa, otra por republicana, o participativa o distributiva; ese arco lingüístico tiene que unirse para darle  el contenido y la garantía que debería tener el individuo cuando se la expresa en función de actos de gobierno con vigencia plena para asegurar beneficios al individuo.
En cambio otras palabras llenan ese arco que decíamos anteriormente porque son totalizadoras en cuanto a la función que cumplen.
Una de ellas es la palabra cooperación y sobre ella queremos explayarnos para demostrar la incidencia que  tiene cuando se la pronuncia y se la ejerce.
La cooperación representa en si un factor incluyente que lleva inmerso el esfuerzo propio y la ayuda mutua en cualquier cosa que se instale en el imaginario colectivo para mejorar la vida de las personas, cerrando el capitulo para lograr el goce del individuo contribuyendo a resolver  los cuatros adjetivos; republicana, participativa, distributiva y además representativa porque incorpora el elemento fundamental cuando admite la unidad en la diversidad superponiendo el verbo convivir por sobre el valor político.
Cuando se habla de cooperación se instala el alo que cierra la acepción indicativa que abarca todo, el uno y lo otro, como expresión máxima de la tolerancia al interpretar el conjunto de valores que contribuye a solucionar las necesidades que llevan implícito al goce del individuo en un distinto modelo  que al ser compartido contribuye a  armonizar la vida.
Por lo tanto cuando se instala la palabra cooperación es el indicativo claro de que el individuo puede lograr alcanzar todo lo que se propone sin tener que adjetivarla, adquiriendo así un valor absoluto.

Segundo Camuratti

viernes, 1 de noviembre de 2013

Construir con sentido solidario


No es la primera vez que hablamos sobre el tema de la solidaridad en nuestro espacio, tampoco va a ser la última, porque de no hacerlo estaríamos negando principios claros que hemos sostenido durante muchas décadas.
También es lógico pensar que el supuesto que pregonamos no va ser fácil instalar en una sociedad sometida, igualmente por varias décadas, por la presión emanada de una ideología que lleva inmersa en su esencia el factor del individualismo como actor principal de su naturaleza de origen.
Pero como el ideario cooperativo se nutre de un pensamiento distinto sobre el modelo de sociedad que debe asumir la persona humana para mantener su vigencia y la vivencia de la misma, es quien debe tratar de hacer posible lo imposible buscando todos los medios a su alcance, para encolumnar a quienes asuman la difícil tarea colectiva de avanzar en la intención de  lograrlo.
Entendemos por lo tanto que este es un momento adecuado porque la etapa eleccionaria recién terminada abre perspectivas por el cambio de personas  que pueden llegar también a implantar otros mecanismos que el país necesita para renovar  no solo consignas, sino  además esquemas y modelos de conducción.
Es el factor colectivo de la cooperación como motor de desarrollo en distintas actividades, el que enriquece y fortalece no solo la producción de los hechos, sino que colabora en la tarea de la creación  que necesita el ser humano para progresar en todos los niveles.
De la misma manera que en su momento dijimos que el cooperativista no nace, sino que el mismo se hace, hoy decimos que la solidaridad se construye paso a paso con los mismos argumentos expuestos anteriormente como factor colectivo; si actuamos igual todo se puede lograr.
Por lo tanto  la cooperación bien entendida debe convertirse  en la verdadera antitesis del individualismo neoliberal  modificando la manera de pensar de los individuos en la cruzada  de solidarizar el contexto social actual para transformar la realidad.
Decimos esto porque debe existir una base teórico práctica  que en el día de hoy  solo la tienen las cooperativas como verdaderos exponentes de la unidad en la diversidad, por ser esta  la única herramienta que ha logrado ser funcional y armónica al permitir convivir a los individuos en el medio multifacético del mundo actual para lograr un país mejor.                             
Analizando la historia, en el Congreso Centenario de la Alianza Cooperativa Internacional en 1.995, se ajustan a la realidad de un mundo cambiante algunos de los Principios Cooperativos, especialmente el séptimo, e incorpora dentro de los valores que le dan vida al mismo cuatro palabras que llevan a institucionalizar con fuerza de ahí en más el acto solidario; “preocupación por la comunidad”. 
Si partimos de la base del séptimo principio de la cooperación que recomienda la preocupación de lo cooperativo por la comunidad dentro del contexto social, notamos que la actividad de la cooperativa no termina  resolviendo la necesidad de la membresía como un fin en si mismo, porque  trasciende por reflejo  sobre el bien común de la sociedad en el impulso de incorporar en la actividad cooperativa la actitud solidaria.
Esto lleva a lograr espacios de integración en objetivos comunes  compartiendo ámbitos vivenciales con métodos sensibles, cuyos  contenidos temáticos pueden introducir aspectos de socialización en la estrategia cooperativa.
La construcción de nuevos modelos requiere además la asistencia de factores de trascendencia  como la educación, que haga centro y ponga  énfasis en tres pilares esenciales; tales como el pensar, el sentir y el hacer de la sociedad
Una educación que lleve a terminar con el tradicional no se puede y resuelva la controversia “adultos-juventud”  incorporando de una vez por todas a los jóvenes en la tarea y la conducción de la cooperativa formando nuevos dirigentes, para un movimiento que necesita abrir nuevos espacios ideológicos y sociales.

Segundo Camuratti

sábado, 19 de octubre de 2013

La gota de agua orada la piedra 2


Lo dijimos en junio pero es hora de repetirlo

Estamos convencidos desde un primer momento que esto es posible porque existen ejemplos concretos dentro de la sociedad cuando ésta se involucra, a contribuir encarando proyectos concordantes con la manera de actuar de la cooperación, siempre desde el punto de vista del carácter principista que ésta tiene al aplicar el acto solidario en su cometido.
Por eso comenzamos la tarea exponiendo que es una cooperativa y que significa ella ubicándola dentro del sector de las empresas de la economía social, sin pretender por eso que esto fuese la expresión exclusiva del ámbito donde debe actuar una cooperativa, dado la esencia superadora que contiene para generar bienestar, no solo dentro de la membresía que la compone, sino mostrando como reflejo hacia el exterior la imagen de lo que significa la democracia participativa en la gestión para beneficio del país en su conjunto.
En todo este período fuimos haciendo conocer el pensamiento, (permítaseme la licencia de expresarme en plural), sobre uno de los elementos básicos que debe primar en la acción de la empresa cooperativa, y el porqué su dirección debe ser ejercida por la opinión colectiva de sus componentes, por lo tanto nadie podrá arrogarse el derecho de adueñarse de las decisiones que se deban aplicar para el funcionamiento de la entidad resolviendo por sí, a espaldas del resto del grupo de integrantes que la compone porque no le corresponde.
Mencionar economía social no significa hablar con conceptos abstractos como si ésta fuese una entelequia, solo pretendemos poner blanco sobre negro para que se comprenda la actividad de sectores importantes de la sociedad que contribuyen con su esfuerzo al proceso económico definiendo un estilo sustentable que coadyuva a resolver situaciones que la economía general no hace; menos la empresa privada porque la actividad no es lucrativa, y tampoco por el Estado porque no puede o no le interesa, por lo tanto no son tenidos en cuenta como expresión de la realidad.
Realizado el diagnostico situacional de las etapas transcurridas en la vida del país de muchos años a esta parte, vemos dominada la orientación de su economía y por ende la estructura social emergente de dicho proceso por criterios y preceptos políticos del neoliberalismo que continúan aún instalados; pese a que algunos políticos con vigencia posicional pequen de inocencia y sigan insistiendo que la etapa neoliberal a sido superada, los hechos los desmienten.
Si aún continúa vigente la Ley de entidades financieras de la última dictadura militar y  una parte de la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de la década de los 90 es su soporte obedeciendo a la misma estructura, es muy ingenuo decir porque no se puede alegar bajo ningún concepto que la etapa neoliberal a sido superada, más aún la concentración de la economía está cada vez más vigente. 
Si luego de décadas donde los gobiernos que participaron en la dirección del país no actuaron o no fueron capaces de modificar esta situación y gobernaron acotados por ese sistema podemos mencionar el dicho popular de que “en el pecado está la penitencia”; por lo tanto si no fueron capaces de cambiar las cosas cuando estaban dadas las condiciones para lograrlo, no vale la pena y sería incomprensible las quejas ahora.
Es por eso que hablamos de “Un largo camino a recorrer”, revertir este proceso llevará mucho tiempo aún porque la única salida estará dada si las condiciones y la construcción de ese camino se realiza entre todos, con consenso, humildad y sin soberbia, para lograr otro modelo de país que pueda ser vivido para bien de todos.
La base sustentable de ese camino no necesita el concreto del cemento ni el pedregal del afirmado; el concreto deberá ser reemplazado por el sustento de las ideas de cambio progresistas en la búsqueda del bien común, y el afirmado, a través de la sana convicción de que eso es posible; solo basta instalar leyes, reglamentaciones y ética en la función de gobierno que ejecuten una equitativa distribución de la riqueza, donde todos participen por igual de acuerdo a la ubicación económica de cada uno en el deber del poner y del recibir.
Por otra parte, la sociedad debe entender y tomar conciencia de la necesidad de la intervención del Estado en la economía como una gran cámara compensadora, que maneje con equilibrio equitativo hacia donde deben dirigirse y a quienes,  los fondos generados por el producto bruto interno.
La riqueza no puede ser privilegio de algunos pocos en detrimento de otros, sino de todos los habitantes del país que son quienes la generan; de los que aportan el capital y de todos aquellos que con su trabajo son los artífices que construyen la acumulación de esa riqueza.
De más está decir que en el 2013 y luego de las elecciones del  mes de octubre se deberá reiniciar un nuevo camino cambiando  el rumbo por otro que  aunque a algunos no les agrade revierta este  proceso.

Segundo Camuratti

 

 

 

martes, 1 de octubre de 2013

Homenaje a Floreal Gorini


Precisamente  el día  3 de octubre se cumple un aniversario más, el noveno, de la desaparición de Floreal Gorini, uno de los dirigentes más importantes de la historia del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, y porque no decirlo, del movimiento cooperativo argentino, por lo tanto, es una fecha emblemática que no podemos olvidar desde el espacio participativo de Sentido Solidario para rendirle el perenne homenaje a su memoria.
El tiempo pasa velozmente pero no debemos ser dependientes de el cuando  se hace necesario anclarnos en temas que por su importancia  nos trascienden.
Por lo tanto los recuerdos existenciales que los hechos trascendentes  despiertan en la memoria  activan la conciencia de los individuos, que por lógica consecuencia y a través de ello, la sociedad en su conjunto logra mantener  viva y consigue sostener en la historia la imagen de  personas  que marcaron una impronta en la vida de sus semejantes.
Más aún si en  el entorno social surgen los sentimientos generados por la lógica conclusión a que nos lleva el haber tenido la oportunidad de poder estar y trabajar a su lado, el conocer su manera de pensar y de actuar a través de tantos años,  demostrativos en todas las instancias de la coherencia  digna de aquellos que están convencidos por lo que luchan.
Con solo tres palabras: ética, utopía, transformación, se encierra la trilogía de la enorme construcción ideológica que el llevó a cabo, en sus muchos años de fecunda labor en todos los lugares en los que supo actuar;  gremialismo, movimientos sociales,  cooperativo y en la política.
Debemos reconocer que  tuvo la capacidad y la constancia de saber transmitir el legado de su pensamiento a través de sus escritos, que hoy nos sirven  como manual de tareas y nos permiten continuar a sus fieles seguidores en esa misma línea, que no es otra que la búsqueda de las salidas necesarias para construir otro modelo de país más solidario.                                                                                                          
La palabra escrita no miente y por lo tanto sirve para certificar que se decía o  pretendía hacer en distintas ocasiones en defensa del cooperativismo y el país.
Allí quedaron grabados los mensajes claros y precisos de las profundas convicciones que el sostenía, y que fueron expresadas a lo largo, podemos decir, de toda su actuación cuidando siempre no desvirtuar los principios en los cuales creía.
Son precisamente esos principios, de los que no claudico nunca, los que orientaron la vocación de un movimiento cooperativo que marco la impronta del cooperativismo de créditos en nuestro país. 
La concepción humanista de su pensamiento entendía que lo económico, no debía ser la vara de medición objetiva de los sucesos que debían afrontar los pueblos; no se podían hacer lecturas que involucraran los problemas sociales sin pasar por el análisis subjetivo de la realidad.
La propuesta de un mundo alternativo, un mundo que sea justo y para el bienestar de todos, está en la vigencia de los principios de la cooperación. Principios de solidaridad, de ayuda mutua, de desarrollo de una economía social donde los hombres vivan en armonía y no la obscenidad que permita coexistir miseria con opulencia.  
Y que todo eso ayude a  construir un mundo distinto, un hombre que pueda salir del individualismo, del egoísmo y de la inseguridad, un hombre que piense en una sociedad para todos”.                                                                                       
Todo este mensaje y muchas cosas más fueron escritas una década atrás y tienen plena vigencia porque aún hoy no fueron instaladas ni siquiera en el imaginario colectivo de los argentinos a pesar de la predica de los cooperadores y desdicen el relato político que se pretende vender en épocas electorales.
SegundoCamuratti

sábado, 21 de septiembre de 2013

Hablando de historia 3ra. Parte


“Esta referencia nos indica que el pragmatismo, con diversas variantes, llega hasta nuestros días y está en la práctica de muchas de las cooperativas actuales”.
Lo queremos dejar señalado porque de ese distinto compendio de ideas surgen luego dos modelos; “cooperativa empresa ó empresa cooperativa”, demostrativos de que existe una figura contrapuesta en el objeto social que las distingue.
Sin embargo tanto unas como otras son entidades que han nacido o nacen dentro del espectro económico-social de los países, con una infinidad inconmensurable de matices que los unen o separan, dispersos o diversos –cualquiera de estas dos acepciones caben-, quizás por el predominio de las diferentes ideas que reflejan la realidad del pensamiento existente en la comunidad que las instala.
No pretendemos en este encuadre de situación atenernos a establecer parámetros referidos sobre las cualidad de los distintos modelos de entidades que alberga el movimiento cooperativo, por lo tanto no está implícita la intención de pecar por no ser imparciales; tenemos posición tomada desde un primer momento, -lo citamos como argumento de este trabajo- y por lo tanto lo titulamos: Hablando de historia.
Señalamos, eso sí, la existencia de distintas corrientes cooperativas y su influencia para que las tengan en cuenta al evaluarlas cada cual desde su punto de vista respetándolos, pero queremos dejar en claro a la vez que nos hemos apoyado desde siempre en aquella corriente que se nutre del pensamiento de los socialistas utópicos, cuyos valores fundamentales son la adhesión voluntaria a la cooperación, la solidaridad, la democracia participativa, la ayuda mutua, la propiedad común de los medios de producción, (entendiendo por propiedad común a la misma cooperativa) y el acto colectivo de dar para recibir.
Pero para que este modelo se haga realidad efectiva, tiene que sobrepasar del mensaje dialéctico a la realización concreta demostrando que la idea es posible llevarla a la praxis, sino todo queda formalmente incorporado al manual de las buenas intenciones.
Es indispensable reunir los elementos esenciales que contribuyan a convertirse en una de las maneras mas adecuadas para desarrollar una nueva construcción transformadora en la economía social, que permita enfrentar al pensamiento dominante que propicia el individualismo exacerbado, que margina a una gran parte de la población, empobrece a la mayoría y fractura la sociedad.
En el transcurso del tiempo lo esencial es no perder la memoria, como fiel testigo esta nos tiene que acompañar permanentemente en cada uno de los momentos que vivimos, recordándonos hechos a veces gratos, y otros quizás no tanto, que nos permitan alimentar la perseverancia que nos lleve a continuar las tareas detrás de los objetivos básicos que nos plantea la cooperación, partiendo del supuesto qué, “Para los pueblos que no tienen memoria se les hace muy difícil escribir su historia”.
Debemos comprender que no es precisamente el libre albedrío sino los principios cooperativos quienes deben proyectar la base sobre la cual se asiente la organización estructural y el funcionamiento institucional de toda cooperativa.
Podemos demostrar con elementos precisos que el sustento de la cooperación, ha sido y será la correcta aplicación de esos principios que privilegian lo colectivo por sobre lo individual, enmarcados dentro del universo conceptual de la solidaridad, único precepto que no admite la alquimia de pretender integrar al sujeto, la persona humana, con el capital, el objeto, en una mixtura ambivalente que jamás podrá fraguar.

Segundo Camuratti

viernes, 13 de septiembre de 2013

Hablando de historia 2da. Parte


En esos claros conceptos podemos encontrar las bases sustentables de la cooperación.
Decimos esto con la sola pretensión de traer a la memoria los socialistas utópicos tal como se los conociera en la segunda década del siglo XVlll, recordando algunos de esos nombres y de las ideas fuerza de Saint Simón, Owen y Fourier, orientadas en el sentido de transformar la sociedad a través del cooperativismo mediante la comunidad de bienes y la distribución equitativa del producto generado; así entraron en la historia.
Pero no todo eran utopías puesto que se hicieron experiencias en diversos lugares del mundo con estas ideas y fue precisamente muy cerca de Owen donde la mayor parte de sus teorías se hicieron realidad y perduran hasta nuestros días. En ellos debemos reconocer a los verdaderos pioneros de la cooperación.
Como todo en la historia siempre tiene un antes y un después, estos cooperadores sirvieron de modelo para lo que consideramos el origen de la configuración cooperativa: los llamados "Pioneros de Rochdale", quienes fueron prácticos, ya no vieron en la cooperación un instrumento de cambio social, sino una forma de resistencia, de defender sus magros salarios enfrentando a los monopolios con cooperativas de consumo.
Los humildes tejedores de la población de Rochdale, 28 en total, se surtieron de gran parte de la doctrina de Owen para expresar los “Estatutos de la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochadle”, nombre con el cual fueron conocidos.
Colocaron un hito muy importante en la organización de la cooperación, esto debemos reconocerlo, porque supieron y consiguieron encasillar un pensamiento dentro de determinadas reglas, -quizás solo dentro de lo posible-, y lo tornaron realidad a través de hechos concretos, que le permitieron afianzar ideas que ya habían sido esbozadas con anterioridad.
Lo hicieron posible en momentos claves para una sociedad ansiosa de cambios, pero cometieron una desviación pragmática; trataron de desarrollar el cooperativismo en la realidad de la crisis del capitalismo de ese momento -años después de los pioneros- y se dieron normas de cooperación, de actividad, de educación, pero no implantaron como instrumento permanente la transformación de la sociedad, aunque entre ellos había debate; justo es decir que cinco de esos tejedores representaban con su idea al socialismo utópico.
Va a ocurrir así en el cooperativismo desde entonces,-debates que aún continúan hoy-, porque existen distintas escuelas de interpretación del cooperativismo.
Partiendo de la base del pensamiento de los socialistas utópicos desde el siglo XVlll hasta el día de hoy, podemos eslabonar una larga cadena de realizaciones cooperativas cubriendo un amplio escenario en el transcurso del tiempo, logrando consolidar una corriente cooperativa volcada a cumplir la función de servicio como objeto esencial de los asociados a las mismas, que utiliza además como estandarte la transformación de la sociedad, que en lo real, no ha avanzado mas allá del aspecto formal de la identificación hasta ahora.
Con el correr del tiempo otras corrientes cooperativas en cambio llevan inherentes la imitación de lo que en lo humano representa la síntesis del proceso biológico de la mutación; al estar inmersos en el sistema capitalista y como reflejo del régimen diversas cooperativas han tomado el camino de la adaptación al mismo absorbiendo el patrón de la economía de mercado, devenido como soporte del proyecto neoliberal a partir de la década de los años setenta del siglo pasado, incorporando en su accionar cotidiano los males y los vicios de las entidades capitalistas, confundiendo al sujeto con el objeto.
Esta referencia nos indica que el pragmatismo, con diversas variantes, llega hasta nuestros días y está en la práctica de muchas de las cooperativas actuales.

 Segundo Camuratti