Mucho se ha dicho sobre el cooperativismo sin entrar
en el meollo de la cuestión, porque
prácticamente ninguna versión concreta de
los cooperadores encolumnados en un movimiento, a dicho nada ni a favor
ni en contra porque han tenido en cuenta que los principios siempre lo han
definido con claridad en su largo trajinar de la vida institucional.
Para ser fieles al progreso social
y al avance metodológico del sistema
cooperativo, La Alianza Cooperativa Internacional fue adecuando sus
principios al compás del paso del tiempo ubicándolo en la realidad, social y
económica literalmente para expresar los mensajes, modificando
circunstancialmente los principios cooperativos para dejar más claro su entendimiento.
Antaño la primer versión de los mismos principios
decía “neutralidad política y religiosa” que lo imaginario del sujeto colectivo
siempre lo entendió como el tradicional no te metas simplista del individuo;
pero en el congreso centenario de la Alianza en 1995 al revisar esos
principios, se lo definió para que estuviese
más claro, en “independencia política y religiosa” de la cooperativa desligando al sujeto el
verbo de sus ideas personales.
Esto aun esta inmerso
en el panorama cooperativo en muchos nidos de cooperadores que haciendo la inversión de la prueba, introducen
directa o solapadamente las políticas
“partidistas” en la cooperativa sin discriminar los verbos torciendo sus principios.
Estas cosas hay que decirlas en tiempo y forma porque
el movimiento cooperativo se nutrió en la última década, de las influencias
políticas de personajes conspicuos que en nombre de sus entidades, colocaron
luego su éxito institucional humano detrás de las banderas del movimiento
cooperativo, sustituyendo el nosotros colectivo por el yo personal para ganar
espacio político partidista, promovido por el prestigio de su actividad en el
cooperativismo incorporando hechos reñidos con la esencia social del sentido
solidario enalteciendo su ego
personal, en aras de trasladar intereses propios de la política, restándole
tareas al sector cooperativo institucional que le dio lustre.
No cabe ninguna duda que el panorama del movimiento
cooperativo no pasa por un buen momento,
porque la inercia de su funcionamiento esta trabada por muchos
argumentos que hacen a los sectores externos e internos, y los dos en más o en
menos están atravesados por el germen de la política por acción u omisión;
mientras el estado mira para otro lado sin tener en cuenta la importancia de la actividad cooperativa para el
desarrollo del país, porque su atención depende solo de la cooptación de sus dirigentes para el
aporte que puedan hacer para las urnas del gobierno de turno.
Los factores externos son varios a saber: 1° Gobierno
nacional que no lo tiene en cuenta. 2° El Inaes como organismo que
pareciera que no le interesa ni siquiera como control. 3° Las entidades
cooperativas de Segundo y Tercer Grado; y en lo interno las cooperativas de 1° Grado en sus tres
niveles, Consejos de Administración, consejeros del mismo y los funcionarios de nivel superior que no
están ganados para servir como educadores de la membresía en general.
Si el estado no esta ganado en la
patriada de desarrollar un sistema que es el nervio motor de la economía solidaria,
a los demás no se les puede pedir más de lo que hacen.
Segundo Camuratti (continuara