No es fácil cuando llegamos a los días finales de cada mes elegir aquella noticia o tema importante que permita establecer un análisis y posiblemente desarrollar comentarios con opinión, cuando las circunstancias vividas en el transcurso de 30 días privilegien ser expuestas.
Metidos a esto, notamos que los variados acontecimientos que se producen de manera constantes e importantes a la vez, consiguen aportar abundantes noticias que nos darían pié para desarrollar largos escritos y cumplir con el cometido con efectos no buscados hasta el presente; esos hechos demostrativos nos podrían obligar a llevar de ahora en adelante, a emitir otras editoriales durante el transcurso del mes, cosa que analizaremos.
El perfil a tener en cuenta para lo que nos propusimos desde esta columna exige establecer prioridades sobre temas que por su incidencia son materia permanente de examen, porque ellos hacen al sentir del aspecto solidario y al efecto que estos mismos producen dentro de la sociedad.
El asunto más paradigmático viene de arrastre porque ya lo tratamos anteriormente: el 82 % móvil para el pago de las jubilaciones mínimas y ante este hecho concreto en sí tenemos que tomar partido porque no podemos ser ambivalentes al opinar.
Discerníamos en la columna del mes pasado el estado de situación de los jubilados que amerita la recomposición de los haberes para reubicarlos dentro de una digna vivencia: por eso volvemos a reafirmar que la aplicación del 82 por ciento del salario mínimo, vital y móvil es un reclamo absolutamente justo y un objetivo que es posible, si se quiere, alcanzar.
Lamentablemente el espectro político del país, especialmente aquellos en función de gobierno, se vuelven a ubicar nuevamente sobre el haber jubilatorio en la discusión antinómica del se puede o no se puede, (sin antes analizar si se debe), que se produjo en el año 2008 sobre la rentabilidad agraria; allí la disputa fue retenciones si o retenciones no, cuando la discusión correspondía hacerla sobre si el Estado debe intervenir o no en la economía para equilibrar el rédito de distintos sectores.
Allí el Estado demostró que se puede y lo hizo sobre el sector agrario con inequidad, porque lo tendría que haber hecho además con otros sectores de ingresos extraordinarios y no los utilizó para resolver la situación, cosa que pareciera no se animó a hacer porque aquí no cabe la dicotomía sino razón de equidad.
Esto demuestra que cuando se quiere se puede, esta acción por comparación, da a entender por ende que la aplicación del 82 % para el ajuste en las jubilaciones es posible, insistimos a menos que no se quiera, porque si se quisiese se encontrarían los mecanismos apropiados para llevarlo a cabo.
Existen infinidad de lugares que permiten, tomando las medidas y previsiones correspondientes haciendo prevalecer la equidad, para extraer los recursos pertinentes que no impidan cumplir con las necesidades de un sector social que integra prácticamente al 15 % de la población del país.
Pareciera que se transitará un camino difícil en el proceso de llegar a un entendimiento o salida decorosa para encausar este anhelo de los jubilados: zanjada la primera etapa por la vía de la Cámara de Diputados de la Nación, sus integrantes por mayoría aprobaron un proyecto positivo sobre la cuestión, que ahora deberá ser elevado para su tratamiento a la Cámara de Senadores de la Nación para su discusión.
Pero la preocupación latente es que si sale aprobada la ley posiblemente deba sortear escollos importantes ante la propuesta de diversos integrantes de la dirigencia del partido gobernante de que se aplique el veto Presidencial para abortar la Ley. Esperamos que en las circunstancias que se avecinan prime la sensatez y el sentido común en los actos de gobierno. Los jubilados solo pueden ser la variable de ajuste en proyectos neo liberales, nunca en esquemas populistas.
Segundo Camuratti