sábado, 5 de noviembre de 2016

Integracion del movimiento cooperativo argentino, una utopia?


Es evidente que la última década transcurrida del movimiento cooperativo argentino a sido anormal,  porque  estuvo cruzada permanentemente  por la sombra obscura del trasfondo político partidista, en aras de introducir el germen perjudicial de una corriente claramente expuesta desde los parámetros ideológicos del gobierno, con signos que no son afines a la diversidad esencial y política que debe reinar en un movimiento plural y colectivo.
Igual que la gota de agua orada la piedra la política partidista erosiona la base social  de la cooperativa como ente colectivo, tratando de uniformar un pensamiento distinto y unció que permita trasladar su influencia para actuar con reglas diferentes  a los principios que le dan origen al movimiento cooperativo.
Una década que no hace honor a décadas pasadas del movimiento cooperativo , que si bien las cooperativas no salieron fortalecidas por su desarrollo equilibrado, pudieron al menos contener el anhelo de todo país de convivir con sus problemas en la diversidad propia de los que no piensan de manera igualitaria, pero que confían en el precepto democrático del acto eleccionario para resolver sus desavenencias políticas.
Pero la última década rompió todas las reglas de convivencia y termina, con una economía desequilibrada por el encono y el desgobierno que trastoca el elemento fundamental del convivir,  disgregando la sociedad en un encuentro feroz de todos contra todos.
El movimiento cooperativo argentino también es parte de ese estado de salud de la sociedad porque esta inmersa en ella y vive los mismos encuentros y desencuentros del resto, por lo tanto se hace difícil la convivencia necesaria que posibilite avanzar en planes integradores para consolidar tareas comunes, que ensamblen acuerdos que lo lleven a pensar en salidas conjuntas que deberían contribuir no solo para la cooperación, sino en beneficio del país  en su desarrollo comunitario.
Cuando dentro de un movimiento cooperativo representativo de un porcentaje importante de la sociedad, no  consigue reunir y asumir la responsabilidad propia de su envergadura para gestionar su representatividad como sector unido frente al estado; es muy difícil que ese estado lo escuche cuando privilegia el individualismo pernicioso del dividir para reinar.
Es bueno que la sociedad se haga carne de lo que representa el sector cooperativo como empresas integrantes de la economía social y que aportan para la consolidación de un país; de la misma manera  los cooperadores deberían conocer que el movimiento cooperativo no comienza y termina en su cooperativa, porque tiene en sus niveles cooperativas de segundo y tercer grado que son las orientadoras de ese movimiento y ellas son las que tienen que velar por la vigencia y vivencia del desarrollo de ese movimiento.
Pero que el, el cooperador no es solo un invitado a la fiesta de un movimiento, es parte de el y por lo tanto si es socio de una cooperativa debe militar en ella y trabajar por ella, y tener siempre en cuenta que la cooperativa es un ente económico social sin fines de lucro, y como tal tiene políticas para el funcionamiento de su sector, pero que no tienen nada que ver con las políticas partidistas de cualquier partido político.
En tanto la sociedad argentina no agrupe sus cuerpos dentro de un modelo de país inclusivo en lo social, con un proyecto consensuado entre todos y para todos para lograr una más equitativa distribución de la riqueza, será inútil pensar en integrar el movimiento cooperativo argentino; esto seguirá siendo una utopía, pero como tal hay que caminar en la búsqueda de ella.

Segundo Camuratti













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