miércoles, 13 de mayo de 2015

Los dueños de la nada


Un paso atrás para poder dar dos para adelante, fue la falsa consigna de muchos profetas que no controlaban sus intenciones porque al no saber hacia donde ir, partían de la duda para volver al mismo lugar.
Algo así sucede dentro del movimiento cooperativo de Argentina; nada a la deriva hacia un tobogán acuático que los puede llevar hacia las cataratas.
Allí es cuando se abandonan  los principios por los cuales  se bregó tantos años y son atraídos por las luces de colores que le ofrecían desde el facilismo político   que fueron ganándolos con conceptos abstractos para cobijarlos bajo sus alas  cediendo posiciones haciendo mutis por el foro.
Cuando las cosas andan mal en un país pareciera que todo tuviese que estar contagiado de un signo maligno que acopla los desencuentros aunque las  cosas estén separadas y no tengan nada que ver unas con otras; pero esto no puede ni debe ser así.
Por lo tanto no se le puede achacar los problemas a un solo sector para poder adjudicarle a este las culpas e insinuar  a ultranza  que es el responsable en primera instancia cuando traba la actividad de un sector de la economía en el momento exacto que existe un sinnúmero de dirigentes, que en vez de bregar y actuar para resolver los problemas  miran para el costado actuando posiblemente por acuerdos políticos personales.
Siempre lo dijimos y lo sostenemos que cuando los problemas incumben a sectores sociales y económicos con dificultades, la salida es política y resolverlos le corresponde al estado con sentido común; un sentido común actuando como  estado soberano con equidad y no obrando como comité ejecutivo de un partido político pretendiendo llevar agua para su molino, es decir votos.
Un estado que reconozca al Cesar lo que es del Cesar y al estado como arbitro en la función que debe cumplir; a menos que un partido político en vez de función de gobierno se crea dueño del estado que es de todos.
Ya hace tiempo que dirigentes  cooperativos no ejercen la función de velar los destinos  del movimiento y la pureza de su doctrina: desde el mismo momento que los subsidios del gobierno invadieron entidades cooperativas mutando la esencia de la cooperación, transformándola en asistencialismo para resolver los problemas de exclusión y  muchos de sus dirigentes fueran premiados por eso con cargos políticos, que hoy les permiten vivir como personajes importantes del movimiento el jolgorio de la dolce vita; mientras la devaluada palabra cooperativismo es el paraguas que tapa su metamorfosis.
Segundo Camuratti

 

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