martes, 27 de julio de 2010

EDITORIAL Julio 2010

Existen diversas expresiones sobre lo que es, o como debería interpretarse la nominación que se realiza del sector o los sectores que componen lo que generalmente se define como economía social; de cualquier manera, entendemos que al estar integrado su nombre por dos palabras que inciden sustancialmente sobre la persona humana a modo tal, (lo mismo en lo activo que al igual en lo pasivo), llevando en su conjunción una alta dosis de carga subjetiva por su amplia acepción.

Es por ello que consignamos como resumen la importancia adquirida por un asunto que pretendemos abordar, precisamente en el mes de julio, sobre el tema del haber jubilatorio que involucra a una gran cantidad de personas de una amplia franja de la sociedad, que se siente marginada por no recibir el emolumento acorde que les correspondería para paliar la situación económica por la que atraviesan.

Los quid de la cuestión pasan por las necesidades de los sectores incluidos en el haber mas bajo de la escala remunerativa, que continúan por debajo de la línea de pobreza haciendo malabares para poder subsistir; ¿serán tenidos en cuenta en la estadística cuando se elaboren los índices sobre la pobreza y la indigencia para conocer que país tenemos?.

Estamos asistiendo a momentos preocupantes de la vida del país que nos muestran que a pesar del tiempo transcurrido por las gestiones de los gobiernos establecidos luego de la debacle sucedida en los finales del 2001, todavía no existe en el espectro político en su conjunto, siquiera un diagnostico situacional que posibilite elaborar un proyecto de país de largo plazo que merezca ser vivido por fuera del ámbito coyuntural.

Pareciera que el único artilugio fuese patear la pelota para adelante, construyendo en el momento en que se quiera hacer o distrayendo al imaginario colectivo cuando no, sin mirar lo que se esta dejando atrás y como queda ubicada la equidad en los distintos sectores sociales que conforman el universo de la nación.

No pretendemos en esto que decimos hacer distingos de entre quien, o por quienes cabe la responsabilidad de los hechos porque pareciera que el sistema jubilatorio y sus derivaciones no es un problema de estado, sino que se está transformando en la vedette de un espectáculo mediático entre oficialismo y oposición con derivaciones encolumnadas desde el optimismo por el se puede hacer porque las cuentas permiten, hasta el pesimismo del no se puede hacer porque lleva el país a la quiebra. No se está leyendo por muchos actores políticos la realidad actual por la que atraviesan al gobernar el país.

Los números gruesos manifiestan que el 70% del contexto jubilatorio esta dentro del nivel de los que cobran una jubilación mínima, sumidos en una pobreza que ya está rondando, según las estadísticas, en la indigencia.

Si esto es así, si los números no conllevan la certeza del artilugio manejado actualmente por el INDEC para disfrazar la realidad, nos tendremos que preguntar para que sirven los declamados superavit fiscal o la universalización sin equidad de los subsidios muchas veces distorsionados.

La intransigencia mediática pareciera no admitir el ejercicio de la política ni por derecha ni por izquierda; aunque las opiniones sensatas hagan juicio de valor diciendo con claridad sobre como se debería actuar teniendo en cuenta que se puede y de que sectores tendrán que salir los aportes para concretar e implantar el hoy meneado tema del 82% móvil de las jubilaciones.

Para no ser agoreros podemos decir que felizmente transitamos una etapa del país donde la vigencia del sufragio es el juez supremo inapelable para los gobiernos de turno. Ojala los ciudadanos cuando llegue ese momento piensen y sepan elegir, utilizando el mecanismo electoral para cambiar las cosas encaminando procesos políticos, económicos y sociales con sentido equitativo y solidario porque el país se lo merece y lo necesita.
Segundo Camuratti

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