miércoles, 23 de marzo de 2011

EDITORIAL marzo 2011

Si bien es cierto que las vacaciones sientan bien para el descanso y la reflexión, en febrero no aparecimos más que nada por que las noticias dentro del movimiento cooperativo no abundan últimamente, a no ser que se tengan en cuenta los problemas que atraviesan a las cooperativas.

Esto no es un comentario banal para safar de no hacer los deberes prometidos, es decir el editorial mensual; de un tiempo a esta parte está declinando dentro del ámbito cooperativo la presencia y la imagen del cooperativismo haciendo conocer los avances de un movimiento que a todas luces debe mantener su comparecencia como muestra de su accionar, más que nada haciéndose sentir porque al estar presente marca que se está caminando detrás de objetivos concretos en la búsqueda de llevar respaldo a la múltiples tareas que indudablemente realizan las cooperativas.

Lo preocupante ante esta inacción es que el movimiento cooperativo sigue inmerso dentro de esquemas individualistas que no contribuyen a mejorar su imagen ante la sociedad no demostrando la faceta preponderante de su esencia solidaria.

¿Puede invocar el acto altruista de la solidaridad la cooperación cuando no exhibe ante la sociedad la voluntad inequívoca que debe existir para lograr la integración de sus distintas ramas?

La cooperación bien entendida, aquella que hace de sus principios la herramienta más eficaz de sustento, necesita encontrar las vías conducentes que lleven a elaborar, si vale como palabra, el vademécum universal de coincidencias mínimas que permitan transitar los caminos del entendimiento, sobre los aspectos principales que lleven a una verdadera integración que demuestre su potencial ante un país, que forzosamente aspira a que la cooperación ocupe el lugar que le pertenece por su vocación de servicio.

Esto que decimos no se compra hecho, lo tienen que hacer los dirigentes junto con sus bases, que son las que los eligieron y los sostienen en la dirección de las entidades; pero deben ser los dirigentes, si creen serlo, los que tienen que recoger el guante y poner en marcha el desafío.

Hay hechos importantes que necesitan asistencia porque empujan a distorsionar la limpidez que debería tener el genuino cooperativismo.

No es posible que las entidades que asumen la representatividad del movimiento absortos por sus propios problemas acepten calladamente la intromisión en sus filas de entidades calificadas como cooperativas sin atributos legales para serlo como estamento cooperativo y observen para el costado, (y en el mejor de los casos solo digan sin ruborizarse “yo no fui” y lo ignoren); es cierto que no se puede vulnerar la autonomía de las entidades, pero también es cierto que si hay entidades que distorsionan la esencia del sistema, no solo desde los principios sino con actitudes fuera del ámbito legal estatutario deben hacerlo notar a quien corresponda, a menos de que pequen por connivencia.

Todo esto que decimos da mucha tela para cortar, por lo tanto, no lo dejaremos aquí y en próximos editoriales iremos enumerando aquellos temas que nos preocupan.


Segundo Camuratti

No hay comentarios:

Publicar un comentario