lunes, 18 de marzo de 2013

Analogía del cooperativismo


Posiblemente la palabra del epígrafe no sea la más adecuada para desarrollar un tema importante, que para algunos comienza a ser preocupante por el cariz que van tomando los acontecimientos relativos al estancamiento que se observa en el esquema actual del movimiento cooperativo al parir alternancias que nada se asemejan al encuadre legal de la ley  20.337.
Como cruel metáfora se sigue insistiendo en crear organismos ambivalentes que no se condicen con la ley, subvirtiendo los principios de la misma y creando  organigramas de servicios sin sentido para esconder subsidios que sostienen una irreal distribución de la riqueza,  simulando operatorias que nada tienen que ver con el genuino crecimiento del empleo,  disfrazando la realidad con asistencialismo de diversas procedencias al modificar escenarios con conceptos erróneos.
Ya estamos cansados de decirlo que nunca nos opondremos a todo lo que pueda hacerse para resolver problemas circunstanciales que posibiliten llenar los vacíos que deja la pobreza, pero de allí a distorsionar las reglas hay mucha diferencia.
Cuando se llega a transitar tiempos complicados y atravesados por oportunidades y amenazas, estas nos obligan y a la vez nos exigen a  cumplir nuestro rol activamente como cooperativistas, colaborando en el afán de que este sector de la economía social no sea utilizado por algunos como una herramienta de explotación o evasión, o al mismo tiempo que otros lo usen para amortiguar el conflicto social, desvirtuando la autogestión autentica y la genuina cooperación.
La discusión aparece cuando dentro del sistema cooperativo emerge la duda de si lo que se hace  desde un tiempo prolongado  a esta parte pertenece y se corresponde con la identidad de la entidad cooperativa.
Se está utilizando sin pagar “royalty” un sistema económico social que ha demostrado, todo lo que se puede hacer con la gestión colectiva del individuo trabajando para el y la comunidad, para incluir a sectores negados por sistemas imperantes en el mundo y por ende en nuestro país de un mejor disfrute de la vida.
No hay claridad si no existen principios; estos son los que guían los proyectos que desarrollan los entes considerados ejes donde rotan las ideas solidarias, con argumentos que hacen a la grandeza humana del verbo convivir.
Siempre sostuvimos que el cooperativismo es una doctrina fundada en una serie de valores, una propuesta organizativa y de gestión  centrada en la combinación de eficiencia y democracia al interior de las entidades solidarias, una perspectiva política que asume un fuerte compromiso con la construcción de sociedades igualitarias centradas en la ayuda mutua y el esfuerzo propio, una tradición que se reconoce en su propio desarrollo histórico, un movimiento social y unas prácticas que constituyen la extensión y recreación de sus valores y principios y un proyecto de amplios alcances filosóficos, políticos, económicos, culturales y sociales.
Se pueden desarrollar muchas entidades para resolver situaciones imperantes en el  país, y en buena hora que puedan hacerse, pero no se pueden clasificar con el nombre de cooperativismo porque sería menoscabar un sistema que tiene sello propio.
          Segundo Camuratti

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