martes, 14 de agosto de 2012

La diversidad, una utopía?


En el transcurso del tiempo  el movimiento cooperativo, otrora referente de ser el  gestor principal de la unidad en la diversidad, ha ido comprobando que la utopía se distancia de la conjugación y va  perdiendo imagen e influencia dentro de la sociedad contemporánea y esto no es hecho casual.
La modernidad  y el avance de las comunicaciones ha ido incorporando e interviniendo con velocidad en los usos y costumbres de la sociedad; a su amparo surgieron otras maneras de pensar y de actuar que fueron  modificando hábitos sostenidos firmemente dentro de la economía social como la solidaridad  y el esfuerzo del trabajo compartido que en nuestro país  posibilitaron un desarrollo sustantivo del cooperativismo en sus distintas vertientes.
La década de los años setenta comenzó a acumular la incidencia de los conceptos instalados por el  neoliberalismo a ultranza traído de la mano a través de la rotura del orden constitucional por la peor dictadura que debió soportar por varios años el país.
Vuelto el país a la plena vigencia de la constitución, los gobiernos que se instalaron por el voto popular que se sucedieron desde entonces, no se  atrevieron   a suprimir esos instrumentos legales  aplicando políticas que  se ajustaran a la realidad de las necesidades de los sectores populares, y además por que las políticas de esos gobiernos siguieron conservando la esencia  general de las leyes de la dictadura sin ánimo de cambiarlas y manteniendo el estatus quo heredado que fue consumido por un importante, en números, de gente que lo fue incorporando de motus propio por falta de otros factores que lo contrarrestasen.
Si bien es cierto que el cooperativismo no era una isla dentro de ese contexto supo mantener su estructura económica y trabajó por recomponer su entorno social dentro de la economía solidaria.
En toda su larga trayectoria el cooperativismo casi nunca se sumo a los cantos de sirena de los gobiernos de turno como movimiento, pero como siempre sucede con los seres humanos, no faltaron dirigentes que trataron de arriar a los cooperadores pretendiendo encolumnarlos detrás de proyectos partidistas afines a sus mismos intereses.
Por lo tanto sofocones de este tipo se pueden dar dentro del cooperativismo que pueden demorar su estrategia de crecimiento, pero podemos asegurar a ciencia cierta que nunca se habrá de trastocar el sentido principista de un movimiento que fiel a su doctrina humanista hizo de la unidad en la diversidad el fundamento ideológico de su base societaria y sabrá sostener el elemento  utópico que le da vida a ese sentimiento generacional de los individuos solidarios.
 Segundo Camuratti



  




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