En el transcurso del tiempo el movimiento cooperativo, otrora referente de
ser el gestor principal de la unidad en
la diversidad, ha ido comprobando que la utopía se distancia de la conjugación
y va perdiendo imagen e influencia
dentro de la sociedad contemporánea y esto no es hecho casual.
La modernidad y el avance de las comunicaciones ha ido
incorporando e interviniendo con velocidad en los usos y costumbres de la
sociedad; a su amparo surgieron otras maneras de pensar y de actuar que
fueron modificando hábitos sostenidos
firmemente dentro de la economía social como la solidaridad y el esfuerzo del trabajo compartido que en
nuestro país posibilitaron un desarrollo
sustantivo del cooperativismo en sus distintas vertientes.
La década de los años setenta comenzó
a acumular la incidencia de los conceptos instalados por el neoliberalismo a ultranza traído de la mano a
través de la rotura del orden constitucional por la peor dictadura que debió
soportar por varios años el país.
Vuelto el país a la plena vigencia
de la constitución, los gobiernos que se instalaron por el voto popular que se sucedieron
desde entonces, no se atrevieron a
suprimir esos instrumentos legales
aplicando políticas que se
ajustaran a la realidad de las necesidades de los sectores populares, y además
por que las políticas de esos gobiernos
siguieron conservando la esencia general
de las leyes de la dictadura sin ánimo de cambiarlas y manteniendo el estatus
quo heredado que fue consumido por un importante, en números, de gente que lo
fue incorporando de motus propio por falta de otros factores que lo
contrarrestasen.
Si bien es cierto que el
cooperativismo no era una isla dentro de ese contexto supo mantener su
estructura económica y trabajó por recomponer su entorno social dentro de la economía solidaria.
En toda su larga trayectoria el
cooperativismo casi nunca se sumo a los cantos de sirena de los gobiernos de
turno como movimiento, pero como siempre sucede con los seres humanos, no
faltaron dirigentes que trataron de arriar a los cooperadores pretendiendo
encolumnarlos detrás de proyectos partidistas afines a sus mismos intereses.
Por lo tanto sofocones de este tipo
se pueden dar dentro del cooperativismo que pueden demorar su estrategia de
crecimiento, pero podemos asegurar a ciencia cierta que nunca se habrá de
trastocar el sentido principista de un movimiento que fiel a su doctrina
humanista hizo de la unidad en la diversidad el fundamento ideológico de su
base societaria y sabrá sostener el elemento
utópico que le da vida a ese sentimiento generacional de los individuos
solidarios.
Segundo Camuratti
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