No es fácil deducir si alcanza la influencia y el
significado del espacio que pueda llenar un artículo tratando de resumir la trascendencia que
tiene la economía social en esta etapa que transita la sociedad. De cualquier
manera estas cosas hay que manifestarlas cuando se está convencido que la
materia es importante a tener en cuenta.
No deja de ser interesante lo que se escribe en primera
instancia sobre la “economía social”, pero la experiencia nos demuestra que
nunca estará dicha la última palabra sobre el
particular. Es lo suficiente valioso el tema que sobrepasa lo que se
pretenda expresar en algunas carillas.
En principio, se puede decir que el propio término Economía
Social puede resultar reiterativo, pues acaso toda la economía reviste un
carácter social, ya que existe para satisfacer necesidades sociales, sea tanto
para fines específicos o como medio para lograr la obtención
de beneficios.
Sin embargo es una expresión que al estar instalada es asumida plenamente como concepto
referente del sector de la economía que engloba aquellos grupos
sociales, que intentan encarar la producción y los servicios necesarios o
complementarios a ella con una organización radicalmente distinta a la empresa
capitalista; porque con valores
diferentes y objetivos que los sostienen, actúa como un modelo que pone en evidencia que la
racionalidad económica y el progreso social son criterios compatibles para
resolver problemas de determinados estamentos sociales.
En este universo
quedan comprendidas una gran variedad de organizaciones desarrolladas por
sectores sociales en actividades de muy distintas características y
objetivos, que sin ser similares, comparten una cantidad de particularidades
que se entienden como requisitos indispensables para integrar el sector de la
economía social.
Sin embargo logran determinar un orden económico y social
aun no totalmente conformado y alcanzado a explorar porque involucra a un
ámbito subjetivo que en ninguna instancia puede ni debe ser ignorado; nos referimos al individuo como
persona y los intereses que pueden perjudicarlo o beneficiarlo en su manera de vivir.
Por lo tanto entendemos que el campo de
la economía social es amplio, a la vez muy complejo y dinámico, por lo tanto,
las ciencias sociales están lejos de encontrar criterios universales para
determinarlos; al sostener ser entidades sin fines de lucro, transitan en el
colectivo imaginario en un espectro tan difuso que va desde los sectores
marginales y pasando por el cooperativismo llega hasta las empresas públicas.
Cabe hacernos entonces aquí una pregunta que surge del
análisis de situación que despierta en el individuo común cuando oye a cada
instante hablar sobre la incidencia de la palabra “globalización”, que pareciera estar de moda
en la hora actual del mundo por ser el real exponente del fruto máximo de la
simiente capitalista.
¿Puede tener vigencia el sector de la economía social en el
estadio que envuelve la actividad
económica conocida vulgarmente como mercado?
Por supuesto estamos convencidos que sí, porque es un
factor importantísimo para resolver problemas derivados de la aplicación de las
políticas neoliberales durante décadas que a través de la implantación de
economías de mercado generaron desempleo y exclusión social. También podemos
agregar como elemento positivo de la economía social que es muy difícil
encontrar en ella la intermediación parasitaria que distorsiona en beneficio
propio los valores de la actividad generada.
Segundo
Camuratti
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