miércoles, 18 de enero de 2012

Educación cooperativa y el empoderamiento

Es muy común dentro del movimiento cooperativo analizar el tema de la poca participación de las mujeres y los jóvenes dentro de las cooperativas, pero hasta ahora no se ha encontrado la formula ideal para lograr la integración de esos sectores en la dirección de las entidades.

La excusa deriva siempre en la problemática de género como elemento esencial cuando se habla sobre las mujeres por una parte, y de falta de interés al referenciar a la juventud por la otra, sin buscar nuevos caminos que lleven a concretar ese anhelo importante que permitiría darle a la entidad cooperativa otra calidad de organización perfeccionando el elemento colectivo de las mismas.

Creemos que no se ha avanzado en tratar de explorar distintas metodologías que se están aplicando en países de América latina, especialmente en Colombia, con determinado éxito a través de la educación cooperativa, que si bien posiblemente no sea totalmente perfecto, puede ser el inicio de una nueva experiencia que consiga aportar beneficios para resolver los problemas de integración humana.

El paso del tiempo no hace mella sobre estudios que, después de transcurrido medio siglo, vuelven a tener vigencia porque el cambio del entorno y el contexto mundano le otorgan méritos suficientes para, por lo menos, ser tenidos en cuenta nuevamente para incorporarlos, luego de analizarlos y elaborarlos total o parcialmente si hiciese falta, llevándolos a un nuevo debate sobre la educación popular y porque no al aspecto fundamental de la educación cooperativa.

De trabajos que Paulo Freire en la década de los 60 del siglo anterior desarrolló, rescatamos que surgen aspectos positivos de la incidencia de lo que se dio en llamar el efecto empoderamiento en la vida de las personas en una importante ecuación, que puede alentar el accionar colectivo que haría conveniente y necesario, hoy analizar y conjugar, en la convicción de que la búsqueda de nuevas alternativas que contribuyan a mejorar la proyección de la educación cooperativa para asegurar que esta llegue al movimiento cooperativo, con condiciones que logre superar aquellas antinomias que entorpecen el entendimiento del porqué colectivo sobre el yo individualista.

Es cierto y lo tenemos en cuenta que será difícil en avanzar para mejorar cosas que no se han implantado aun como debería ser por la lenidad legislativa que le imposibilita llegar a la masividad del entorno cooperativo para asegurar su progreso, pero también es cierto que una cosa no quita la otra, por lo tanto no está de más abrir y habilitar nuevos caminos de prospección.

Esto no termina aquí, seguiremos buceando sobre el tema y lo traeremos nuevamente en el afán de construir espacios de investigación dentro del movimiento cooperativo que permitan avanzar en un desarrollo más armónico del mismo.


Segundo Camuratti

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