viernes, 17 de enero de 2014

La integración horizontal de las entidades cooperativas 2da. Parte


“El federalismo como instrumento ejecutor del agente colectivo; la aceptación “sine qua non” de la diversidad ideológica en sus núcleos de dirección como organismos prácticos de convivencia institucional, y la integración horizontal de las cooperativas entre sus distintas ramas, permitiendo la sinergia que facilite el desarrollo conjunto de servicios que se ajusten no solo a las necesidades locales sino también al fomento regional, construyendo un sistema transversal cooperativo que conservando su pureza doctrinaria colabore en la solución de problemas, que por su importancia, trascienda a la posibilidad de alguna cooperativa en particular como tema especifico”.
Este párrafo extraído del blog anterior plantea desarrollar el tema y fundamentar el porque de la integración horizontal de las cooperativas para un trabajo conjunto de cooperativas que trascienda  como el elemento fundamental de la integración del movimiento cooperativo argentino.
No pretendemos ser solo los interesados en plantear este tema: si se bucea en las declaraciones de la Alianza Cooperativa Internacional que expone las dificultades del  movimiento cooperativo internacional cuando propone la integración de las cooperativas,  vamos a darnos cuenta fehaciente de las falencias de los movimientos cooperativos de muchos países para lograr la integración de las distintas ramas cooperativas, y allí se puede encontrar el quid de la cuestión.
El movimiento cooperativo de un país que adhiere a la Alianza Cooperativa Internacional,  no debe ser un ente amorfo en el concepto de integración cooperativa cuando ésta lo incluye ex profeso dentro de los lineamientos  estructurales de los principios cooperativos.
Por lo tanto debieran programarse códigos de convivencia en la llamada integración que no deben  concursar con competencias asimilables a las economías de mercado en el desarrollo del país, como cosa primordial en la generación de políticas solidarias de desarrollo equitativo del mismo, principalmente en los sectores de la producción y los servicios.
La batalla principal no esta programada y hacerlo debería ser la decisión del conjunto de ese movimiento para llevarla adelante en toda su dimensión trasformándola en la batalla cultural, es decir de las ideas,(de la cual se habla mucho pero nadie encara), no se arreglan las cosas con los discursos bien o mal intencionados entre el estado-movimiento cooperativo o viceversa, cuando se debe tomar el toro por las astas; si hay en los estrados legislativos que gobiernan un cortejo de militantes que comulgan o dicen comulgar con el cooperativismo, ellos son los únicos y auténticos responsables de la situación actual para asumir la tarea colectiva de encauzar el movimiento dentro de una legislación que la contenga y le de valor sustantivo.
El cooperativismo en la Republica Argentina, hace muchos años que tiene mayoría de edad y carta ciudadana para pisar fuerte en todos los escaños políticos del andamiaje legislativo, porque la actitud solidaria de un movimiento inclusivo de la sociedad no puede ni debe depender, ni ser complemento, de las leyes de la economía de mercado del mundo capitalista, quien no lo interprete así no puede ser un representante ideal ni real del movimiento cooperativo.
Si esto no se entiende estarían revistando en el correveidile de la comparsa nefasta, del decir pero el no hacer del mitómano falseando la realidad para no cambiarla.
Ampliar el espectro cooperativo no es fraccionarlo sino integrarlo con objetivos claros y precisos en las posibilidades autenticas, de un movimiento social que incursiona en la faz  económica para dar posibilidades al participar como motor de desarrollo en el proceso que lleve a modificar estructuras sociales.
Las cooperativas no pueden adaptarse al escenario capitalista en su condición sine qua non, sino adecuarse para actuar en el  con sus propios principios trabajando para modificar la realidad, porque si no nunca podrán ejercer plenamente su vocación solidaria y colectiva.                                                            (sigue)

Segundo Camuratti    

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